NUEVA PAGINA DEL IOM 2

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Felicitamos a la Dirección Ejecutiva del IOM 2 por el lanzamiento de la página web www.iom2.com.ar, sitio que permitirá acceder a toda la información actualizada de los CIDs, delegaciones y grupos en formación, consolidando cada vez más la extensión del psicoanálisis de orientación lacaniana en el interior del país.

 

Recomendamos su visita a los lectores.

Nuevamente, ¡FELICITACIONES!

 

CID Santiago del Estero

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2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental – Ibañez Sebastián

2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental - Ibañez Sebastián*

El  cuerpo de la salud mental

Con este concepto intento hacer referencia a la salud mental como un cuerpo, un “corpus teórico”, compuestos por múltiples y variadas perspectivas, cuya característica principal es estar atravesado por distintas practicas tanto teóricas como clínicas a la hora de abordar lo que llamamos salud mental. Un campo por cierto poli semántico, que no acaba en un sentido único sino que abre a la variedad de sentidos posibles, en el cual conviven y coexisten distintos paradigmas.

El cuerpo como sabemos está compuesto por múltiples y variados órganos y miembros que se relacionan y articulan entre sí. Pero para que sea posible dicha relación es de suma importancia  un sujeto que lo habite. Sin ese sujeto que habite el cuerpo, el mismo sería un mero aglomerado de partes fragmentadas y disociadas una de la otra. Sujeto que por el solo hecho de  portar ese cuerpo es  parlante, efecto y afectado por el lenguaje, pero que no es solo hablante sino también hablado, deseado, nombrado por otros. La existencia humana es inseparable de la presencia de ese otro que nos  significa antes de nuestra llegada biológica al mundo. Ex-sistimos antes de existir, en el deseo de los otros.

 Cuando nacemos lo que tenemos es un organismo, pero para que se convierta en un cuerpo son necesarias ciertas operaciones subjetivas. El estadio del espejo es una ellas, operación constitutiva fundamental en todo ser humano, que se caracteriza por que el niño jubiloso reconoce su imagen en la imagen y la mirada del Otro, en ese Otro materno primordial cuando lo levanta, lo mira, lo acaricia se ríe etc., posibilitándole al niño apropiarse de su propia imagen y de su cuerpo, en tanto adquiere forma de cuerpo humano, brindándole una unidad al cuerpo, ya que el bebé humano es un manojo de pulsiones desestructuradas sin unidad, en donde se supone una vivencia de fragmentación corporal inherente a todo lactante, de modo tal que este estadio es importante para la constitución del psiquismo.

Si hiciéramos una analogía con el cuerpo de la salud mental diríamos que también es de suma importancia un ordenador que de sentido y unidad a las distintas visiones, concepciones, paradigmas, más allá de las diferencias que habitan el campo de la salud mental. Encuentros como este II Congreso de Psiquiatría y Salud Mental, Integración de visiones,  nos permiten ir en ese camino.

Como profesionales de la salud mental nos encontramos en nuestra práctica clínica  tanto individual como institucional con la presencia de cuerpos mutilados, autolesionados, agitados, tomados por sustancias, en ocasiones aquietados por estas, cuerpos con sobrepeso o en su vertiente anoréxica, cuerpos incontrolables, con intervenciones quirúrgicas  de modos compulsivos como si el cuerpo solo ordenara,  afectados por fenómenos psicosomáticos, asistimos a numerosas consultas por gastritis, reacciones  en la piel, fibromialgias que “aparecen” y “desaparecen” sin que el sujeto se percate de ello.

Pero ¿con que estatuto del cuerpo nos encontramos cuando hablamos de esto? Podemos corroborar en nuestro trabajo clínico personas que vienen  a consultarnos por la presencia de cuerpos padecientes, doloridos, sintomáticos, con irrupciones que se expresan en una variedad de enfermedades, pero que el rasgo más común es que los mismos no logran asociar o relacionar  dichas enfermedades  con nada de lo que les sucede en su vida, en su acontecer psíquico, en su historia singular, dejándolos sin palabras , sin posibilidad de subjetivar el mismo y al  asecho de un cuerpo que padece en  silencio, tornándose el mismo en algo enigmático y padeciente.

Pero ¿qué sucede si abordáramos estos fenómenos en el cuerpo únicamente como fenómenos de un cuerpo biológico­? ¿o si hiciésemos una lectura de los mismos solamente como determinado por procesos neurobiológicos ?¿y el otro cuerpo?

El psicoanálisis nos enseña que hay la diferencia entre el cuerpo y el organismo. El cuerpo no es algo dado, no va de suyo, sino más bien implica una construcción constante desde nuestra llegada al mundo. Y ¿qué es lo dado?, diría simple y sencillamente que es el organismo y sus necesidades biológicas  tales como el dormir, el respirar, el comer, el defecar etc., ¿Pero qué sucede cuando no es la comida lo que satisface al organismo? o ¿cuándo no hay el hambre sino la devoración?, o más aun ¿cuándo la devoración no sólo se encuentra  en relación a la alimentación sino en otros aspectos de la vida de un sujeto tales como sus vínculos interpersonales, en su familia, pareja etc.?

El cuerpo del que se ocupa el psicoanálisis es un cuerpo marcado por satisfacciones inconscientes, que escapan al saber médico, y que en ocasiones lo ponen en jaque. Satisfacciones que tienen la paradoja de hacer sufrir ahí donde se goza y que le imprimen su marca singular. Poner a hablar a ese cuerpo  en su singularidad será la apuesta del psicoanálisis, para que el sujeto se percate de que en su sufrimiento, más allá de los etiquetamientos y de los rótulos,  habita una satisfacción que le compete al sujeto, posibilitando de este modo la responsabilidad subjetiva necesaria  y de vital importancia  para el trabajo terapéutico.

En tal sentido el aporte del psicoanálisis al campo de la salud mental será el de poder orientar en la escucha  de ese “otro cuerpo” presente en quienes nos consultan, y por otro, y en una labor más institucional  hacer resonar que  ante el “para todos” de la medida universal que promueve el discurso de la ciencia, desde el psicoanálisis respondemos desde el uno por uno, haciendo emerger en cada caso la dimensión subjetiva.

Bibliografía

 

*Lic. en Psicología. Especialista en salud social y comunitaria. Miembro del CID Sgo del Estero. Coordinador del grupo de investigación «Psicoanálisis y Cuerpo».

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2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental – Romera Sabrina y Agostinelli Gabriela

2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental - Romera Sabrina y Agostinelli Gabriela

¿Cuáles son las coordenadas de nuestra época y cómo influyen en la producción de subjetividades? ¿Por qué decimos que el sujeto toxicómano es quien mejor representa la época?

  1. Freud escribe un texto en el año 1929 titulado El malestar en la cultura, para dar cuenta de que el malestar es inherente a la existencia humana. Este malestar que se encuentra en cada cultura, en cada sociedad, dirá que es estructural e ineliminable. Ensaya entonces diferentes recursos que las culturas han ido inventando para hacer con él, y nombra: el amor, la religión, el arte, incluso el consumo de narcóticos, pero nos advierte al final que no hay un modo mejor o único de hacerlo, sino que cada sujeto deberá encontrar su solución.

En la época freudiana el malestar social, el sufrimiento, se encontraba vinculado a las renuncias que la vida en sociedad exigía. Época en que la familia, las prohibiciones y el amo funcionaban como ordenadores. Como reverso, en la actualidad nos encontramos con un imperativo: un empuje a gozar cada vez más, sin límites.

Aquí es importante aclarar de qué hablamos cuando decimos goce en psicoanálisis, ya que no se refiere al uso habitual que solemos hacer de él. Esto tiene que ver con algo que descubre Freud, y es que el sujeto no siempre busca su bien. Más bien, nos dice, del sufrimiento se puede obtener una satisfacción, que no es lo mismo que el placer. Esta idea de cierta satisfacción en el sufrimiento, es lo que Lacan denominará goce.

Entonces decíamos que en la actualidad, y agregamos, como un efecto del discurso capitalista, nos encontramos con un sin freno, un imperativo a gozar que resulta mortificante. Se trata entonces de tener cada vez más, de consumir más, de ser más feliz, de rendir más y mejor… El discurso capitalista produce lo que Lacan denominó “la caída del Nombre del Padre”, es decir, de ese punto de amarre que ordena y organiza un discurso. Implica la caída de los grandes relatos, de aquellos ideales que antes orientaban los modos de vivir. Se trataría de una crisis con respecto a la autoridad simbólica y a su credibilidad.

Estamos en la época hipermoderna; el prefijo hiper da cuenta ya de este exceso donde en principio, y cabría preguntarse si es así, pareciera no haber frenos ni cortes.

El modo de hacer con el malestar propuesto en esta época, es por la vía del objeto de consumo, un modelo de vida igual para todos, con la promesa de que así se lograría alcanzar la tan anhelada felicidad. Estos objetos tienen la característica de proveer una satisfacción fugaz que reanima de inmediato la insatisfacción, es un círculo. Entonces, quien no alcanza este ideal, no pone en cuestión este modelo sino que se cuestiona a sí mismo: no se esmera lo suficiente, debe esforzarse más, aparece la exigencia. Aunque este ideal sea imposible de alcanzar, comanda las subjetividades y como consecuencia encontramos su contracara: la depresión, el cansancio, el consumo de psicofármacos, ciertas patologías del acto como anorexia, bulimia, obesidad, ataques de pánico, entre otras. Pocas veces nos percatamos que en este circuito el sujeto ha devenido un objeto más del mercado, o como dirá J. A. Miller en “consumidores consumidos”.

Ahora bien, con este panorama ¿Cómo traducir esta problemática del consumo a nuestra práctica profesional? ¿Cuáles son los paradigmas y leyes vigentes en relación a las adicciones? Nos encontramos en la actualidad con un debate que gira en torno a dos grandes ideas: el de la “tolerancia cero” y el de “reducción de daños”.

El paradigma de la tolerancia cero tiene como objetivo la abstinencia total del sujeto, donde el acento está puesto en el objeto droga, desconociendo los efectos que tal prohibición puedan tener para cada sujeto en particular. Estamos ya advertidos de que esta vertiente prohibitiva en muchos casos empuja al sujeto a un consumo aún más feroz. Se habla entonces de “guerra contra las drogas” como si el problema, el mal, estuviera en el objeto.

Por su parte, el paradigma de reducción de daños es solidaria con la Ley de Salud Mental y Adicciones 26.657, que especifica en el artículo 4 que “Las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de la salud mental (…)”. Vemos en este punto, que se produce un pasaje que permite desligar al sujeto consumidor del estereotipo del delincuente.

Podría decirse que este paradigma se encuentra más próximo a la lectura que desde el psicoanálisis podemos hacer. Se habla aquí de “uso” problemático, de reducción de daños, lo cual ya nos da la pauta que implica un trabajo de escucha, para precisar cuál es el daño en cada quien, en cada uso de sustancias, en cada cultura.

Pero entonces ¿qué es lo que el psicoanálisis en su especificidad puede aportar al tratamiento de las toxicomanías?

Vamos a empezar a adentrarnos en las coordenadas de la posición del psicoanálisis en la clínica con esta problemática.  La palabra Pharmakon, de la que deriva fármaco, que viene de la cultura grecorromana, en su etimología encontramos  un doble sentido: de remedio y de veneno, una cara tóxica o benéfica. Debatían en ese entonces, aquí  en relación al vino, si el problema estaba del lado del sujeto o del lado de la sustancia. Debate aún actual. Con relación a esto diremos que la posición del psicoanálisis es que la problemática está del lado del sujeto.

Lo primero que habría que ubicar es que, hablamos de fenómeno toxicómano, éste no es una categoría clínica, sino que es transclínico, esto quiere decir que puede presentarse en lo que conocemos como estructuras psíquicas a saber: neurosis, psicosis y perversión, cumpliendo una función diferencial en cada una de ellas.

Desde el psicoanálisis utilizamos la palabra toxicomanía, es una palabra que al descomponerla ya nos da un indicio de lo que se pone en juego: por un lado la manía que hace referencia a un sin freno, un exceso, un no poder parar, y por el otro el tóxico. ¿Qué es lo tóxico? Se habló de goce, hay algo tóxico ahí por no ser un bien para el sujeto. Pero ¿es eso suficiente para hablar de toxicomanía?

Esto nos lleva a ubicar un concepto, que no tiene solo importancia epistémica sino clínica, el de la función del tóxico, que se refiere a la relación particular de un sujeto con el objeto droga. Y podemos agregar, sus efectos en la economía psíquica. Hacemos una aclaración, es relevante el objeto droga, las cantidades, la frecuencia, de hecho Freud hablaba en malestar en la cultura como característica del uso de narcóticos, que estos tenían la capacidad de influir en el quimisimo, esto significa que no se pueden negar los efectos del objeto droga, de algo externo que produce sensaciones en el cuerpo del sujeto. Si bien esto está, pero no es desde ahí desde donde trabajamos.

No todo aquel sujeto que consume sustancias es un sujeto toxicómano, retomando función y economía psíquica vamos a hacer una diferencia. Un consumidor: es un sujeto que usa el objeto droga, para paliar el malestar, para aliviar el sufrimiento, para estar a la altura de la época y rendir más o ser feliz, como un recurso entre otros. Este consumo no rompe lazos, de hecho a veces los favorece, el acto del consumo es dentro del campo del Otro. Regulado, acotado con medida. Si pensamos en el pharmakon sería en su vertiente de remedio, como una muleta. Ahora bien, cuando esta muleta que antes se podía manejar, se vuelve siniestra, camina sola, es inmanejable, aquí podríamos decir, se produce un desencadenamiento a la toxicomanía, quedando por fuera del campo del Otro simbólico, también del otro, del par (familia, pareja, amigos), su trabajo, su estudio etc.  Dejando afuera hasta el sujeto como sujeto mismo, en el sentido de que nada falta, se produce un rechazo al inconsciente, lo único que parece importarle es su pasión por el objeto droga. En esta pasión podemos ubicar el aspecto económico, el sin freno, sin límite y el cada vez más, quedando el sujeto reducido al acto de intoxicación, del cual se obtiene una certeza de goce, es decir, el saber sobre el objeto droga y sus efectos en el cuerpo: “Yo tomo esto y me produce esto”. Acto silencioso, sin dudas, sin preguntas, sin palabras, porque hablar ya significa restituir algo de lo simbólico que este sujeto rechaza.  Acto que no puede parar de hacer.

Lo visible entonces en la toxicomanía es este cuerpo, ubicado en un lugar central en el acto de intoxicación, que se muestra agitado, transportado, marcado, caído. Es un cuerpo que sigue el camino de la pulsión de muerte.

Con este panorama ¿Cómo llegan a consulta? Una de las modalidades puede ser por sobredosis. Cuando llegan a las instituciones, éstas funcionan como límite. Al decir de Silvia Botto, “Las intervenciones van en el sentido de instalar un No desde lo real, en las intervenciones en el cuerpo, impidiendo lesiones, intoxicaciones”. Agregaré evitando la muerte. Este tratamiento es preliminar y se resalta la importancia del abordaje entre varios, en equipo, para asistir en esta urgencia.

Otra manera en que llegan a la consulta es por sus padres, parejas, amigos, personas significativas, ahí sí encontramos la preocupación, la pregunta en el no saber qué hacer. Esto deja claro cómo esta problemática afecta al entorno del sujeto, también necesitan contención, implica un abordaje también con ellos, por supuesto.

¿Pero cómo se hace con este sujeto toxicómano? Lo primero que queremos ubicar es el caso por caso, porque no hay reglas para todos igual. Sí podemos decir, que lo primero es hacer existir un Otro, encarnado por el practicante analista, desde un lugar que no implique el saber absoluto. Un Otro incompleto, reverso a la posición de certeza de goce que el sujeto toxicómano obtiene en su acto. Cuando nos ubicamos ahí, es posible que permitamos que advenga un sujeto, orientándolo a que hable de otra cosa que no sea del objeto droga, tan certero para él, porque lo que no sabe es por qué lleva adelante este acto. Se trata de restituir la palabra, para que aparezca este sujeto cuya problemática es anterior al objeto droga con el cual busca taponarla. Una dirección posible en la neurosis, sería ir en contra de la identificación “soy drogadicto”, que provocaría como consecuencia, que el sujeto culpe a los otros. Una vez destituida esta ficción, se trata de que la responsabilidad recaiga en el sujeto.

 En definitiva, ir más allá de la droga, para descubrir las coordenadas de los verdaderos conflictos que atraviesan su subjetividad, a partir de lo cual podría encontrar modos de satisfacción más vivificantes.

BIBLIOGRAFÍA

Freud, Sigmund. (1929) El malestar en la cultura en Obras completas, tomo XXIII, Amorrortu

Freud, Sigmund (1920) Más allá del principio de placer en Obras completas, tomo XVIII, Amorrortu

Lacan, Jacques (1938) La familia, Ed. Argonauta.

Lacan, Jacques (1972) Conferencia de Milan, inédito.

Ley Nacional de Salud Mental  y Adicciones N° 26.657 (2011)

Andreani, Natalia (2014) Apostillas TyA Córdoba: Efectos tóxicos de la tolerancia cero, Publicación del CIEC.

Miller, Jacques Alain (1993) Para una investigación sobre el goce autoerótico en Sujeto, goce y Modernidad, Ed. AtuelTyA.

Naparstek, Fabián (2005) Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo I, Ed. Grama.

Botto, Silvia (2003)El psicoanálisis en las instituciones. Un tratamiento de las Toxicomanías en El psicoanálisis aplicado a las toxicomanías, Ed. TyA Buenos Aires.

AUTORAS

AGOSTINELLI, GABRIELA: Lic. en Psicología. Integrante del CID-SGO DEL ESTERO. Docente en Licenciatura en Psicología de UCSE. Coordinadora del grupo de investigación «Las toxicomanías» perteneciente al CID -SGO. DEL ESTERO.

ROMERA, SABRINA: Lic. en Psicología. Integrante del CID-SGO DEL ESTERO. Integrante del grupo de investigación «Las toxicomanías» del CID-SGO. DEL ESTERO. Psicóloga en Dirección de género perteneciente a la Secretaría de DDHH de la provincia.

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2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental – Ruiz Francisco Esteban

2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental – Ruiz Francisco Esteban*

Antes que nada, agradecemos la amable invitación de A.P.S.A. a través del Presidente de este congreso, Dr. Gastón Noriega. Nuestro instituto funciona en Santiago del Estero hace más de 15 años, dedicado a la investigación y docencia en psicoanálisis.

Qué puede aportar el psicoanálisis a este congreso. Un congreso donde se aborda la cuestión de la salud mental y la integración de visiones. Desde ya que el dialogo entre diferentes enfoques nos parece muy fructífero, celebramos estos encuentros porque quiere decir que hay una disposición a escuchar al otro, que tal vez no tienen todos la misma orientación, pero justamente ahí reside la riqueza y la posibilidad de poder trabajar interdisciplinariamente, si tolero que mi campo disciplinar tiene sus límites. Si acepto que mi disciplina tiene sus límites, puedo aceptar y solicitar el trabajo del otro.

Queremos comentarles un poco qué es el psicoanálisis, qué es a lo que nos dedicamos. Y para ser didácticos diremos que el psicoanálisis tiene tres dimensiones: clínica, es decir, un dispositivo; epistémica, como conjunto de saberes; y política, esto es, un conjunto de intervenciones en el campo social.

Empecemos por lo primero. Un dispositivo. Un dispositivo es algo construido, pensado. Nuestro dispositivo es un dispositivo clínico donde hay un sujeto que habla y otro que escucha. Esto que parece simple o básico, se ha mantenido por más de cien años. Un dispositivo que permite, nada más y nada menos, que el sufrimiento se detenga. No es algo menor. No es un ideal de este dispositivo que una persona sea exitosa, o bien que sea competente, o más inteligente, o que aprenda correctamente. Lo que Sigmund Freud crea, inventa, es un dispositivo que tiene una sola regla. Hablar. Y lo inventa porque se produce un hallazgo allá por 1880, primero con su colaborador Breuer. El hallazgo es que había pacientes que, al relatar ciertos sucesos de su vida, estas pacientes se aliviaban y sus síntomas desaparecerían. Freud no hace esto por una convicción o un prejuicio, sino que lo constata luego de una extensísima casuística. Por supuesto esto no es todo, sino que también está la cuestión de que los sucesos que relataban sus pacientes eran sucesos no accesibles a la conciencia, el médico escuchaba e interpretaba los síntomas. Entonces en principio el psicoanálisis es una práctica de la palabra. Practicamos la escucha de un paciente que relata su padecer y que nunca lo comparamos con otro paciente, cada tratamiento es único, cada sesión es única. Un tratamiento caso por caso. No buscamos promedios ni generalizaciones, sino al contrario, lo particular de cada caso.

Pasemos al segundo punto, un conjunto de saberes. ¿Es el psicoanálisis un saber científico? ¿El psicoanálisis dice algo verdadero? Esto constituye todo un campo de discusión en el ámbito científico, pero podríamos decir desde el psicoanálisis, que Freud inventa el psicoanálisis por la imposibilidad de la ciencia de su época de ofrecer respuestas al problema de la histeria. No le eran suficientes las respuestas sobre la concepciones hereditarias ni congénitas sobre los síntomas histéricos. Freud era neurólogo, alumno de Charcot, traductor de sus obras, pero se desprende del campo biológico. Freud constata evidencias que no pertenecían al campo biológico. El inconsciente no tiene localización cerebral. El inconsciente, según nuestra orientación que es la de Jacques Lacan, psicoanalista francés, continuador de la obra de Freud, tiene localización en el lenguaje y en la palabra. Para el psicoanálisis la vida subjetiva no se reduce a estructuras cerebrales, aunque por supuesto no hay subjetividad sin un cerebro. Y por supuesto hay consecuencias en la subjetividad a partir de modificaciones cerebrales. Pero no está ahí nuestra práctica. Y observamos en relación a este tema una fuerte tendencia a la biologización de la vida humana. No negamos los avances de la química y de la genética en el siglo XXI, pero sí afirmamos que el inconsciente es un saber, efecto de la palabra. Y así como no hay localización cerebral tampoco hay medida sobre el sufrimiento. Cuál es la regla para medir la angustia de un sujeto.

Por último, el psicoanálisis en el campo social, podríamos decir en la época contemporánea. El psicoanálisis no queda confinado solo al dispositivo analítico, la prueba es que estamos hoy hablando en esta mesa. Como psicoanalistas tenemos el deber de participar en el debate público. En el argumento de este congreso se menciona un punto que atañe al psicoanálisis de manera central, la influencia de la vida política en la salud mental. Es interesante este punto porque ya se deja entrever que el campo social tiene efectos sobre los sujetos, y hoy en día el efecto es de angustia. El siglo XXI nos encuentra con cierto desarreglo simbólico difícil de abordar, proliferación de excesos nunca antes vistos, la subjetividad actual no encuentra límites precisos para regularse. Estados de angustia que el sujeto no puede explicar. Él psicoanálisis lleva a la comunidad la constatación de que cuando el sujeto se encuentra con su palabra, perdida o ausente hoy en día por la alianza entre capitalismo y ciencia, se producen efectos terapéuticos que permiten al sujeto vivir un poco mejor. Muchas gracias.

*LIC. EN PSICOLOGIA. RESPONSABLE DEL CID SANTIAGO DEL ESTERO (CENTRO DE INVESTIGACION Y DOCENCIA PERTENECIENTE AL INSTITUTO OSCAR MASOTTA 2) ESPECIALISTA EN SALUD SOCIAL Y COMUNITARIA

2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental – “FORUM” Santiago del Estero, 17 y 18 de agosto de 2018.

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Palabras de GRACIELA ESPERANZA, Directora del IOM 2, para CIUDALITICA

Palabras de GRACIELA ESPERANZA, Directora del IOM 2, para CIUDALITICA

Queridos colegas del CID Santiago del Estero perteneciente al IOM 2,

Con mucha alegría me sumo a mis colegas de Santiago del Estero en este brindis, en un momento tan especial como lo es el lanzamiento de la página del CID Ciudalítica. La comunidad analítica del IOM 2 celebra así un acontecimiento que esperábamos.  El IOM 2 esperaba a Ciudalítica, el Cid Santiago del Estero, que la crea, también.

Cada vez que algo nuevo se produce en algún punto de este inmenso territorio lacaniano como lo es el IOM 2, alcanza a cada uno de los muchos puntos que lo componen, más cercanos, más lejanos. Red en constante movimiento que experimenta esas ondas de invención que repercuten, se expanden y atraviesan ese territorio.

Es un hecho que nos servimos de los dispositivos que la tecnología nos ofrece y que ponemos estos dispositivos al servicio del discurso analítico, no obstante lo cual debemos estar advertidos del buen uso a hacer de ellos.

¿Cómo entiendo el buen uso de estos dispositivos? Me valgo en esta ocasión de un elemento muy apreciado y valorado por Lacan, citado al menos dos veces por Lacan en sus Seminarios X y XI: El collage surrealista.

El collage surrealista es evocado por Lacan para hablar del desmontaje de la pulsión y del deseo del enseñante. Su dimensión esencial es su carácter elusivo, (a este respecto hay un extraordinario texto de Octavio Paz La apariencia desnuda en el que trabaja con exhaustividad extrema el Gran Vidrio de Marcel Duchamp).

¿Cómo lee Lacan ese carácter elusivo del collage surrealista? Dirá que en todos los casos el collage surrealista evoca la falta.

Entonces, cuando nace un nuevo dispositivo de transmisión esperamos de él, -al contrario de la tendencia al llenado que tiene la tecnología-, que, al agregase al conjunto, que es abierto y que seguirá agregándose, produzca una sustracción, descomplete el saber y evoque la falta. Falta necesaria para que el No-todo se inscriba y una comunidad se sostenga viva.   

¡Bravo entonces por Ciudalítica que sin duda estará en ese camino!

Un fuerte abrazo

 

 

Graciela Esperanza

Directora del Instituto Oscar Masotta (IOM2)

Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL)

y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis

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Palabras de SUSANA AMADO, Directora del CID Santiago del Estero, para CIUDALITICA

Palabras de SUSANA AMADO, Directora del CID Santiago del Estero, para CIUDALITICA

Estimados amigos, Deseo compartir con Uds. este evento en el que vamos a presentar Ciudalítica a la comunidad y a nuestros colegas del Instituto Oscar Masotta del NOA y del resto del País. El nombre que nos convoca “Ciudalítica” es un llamado a los analistas, siguiendo la orientación de J-A. Miller, a dejar de ser extranjeros en la ciudad, a llevar a cabo un paso decisivo del psicoanálisis en el campo de la política y de la acción social, e incidir en el caos y malestar contemporáneo al que nuestra época nos impulsa.

“Hay que adentrase en el campo social, en el campo institucional, y prepararnos para la mutación de la forma del psicoanálisis. Su verdad eterna, su real transhistórico no serán modificados por esta mutación. Por el contrario, se salvarán, si captamos la lógica de los tiempos modernos “.

No es posible contentarse con darle su lugar a una verdad nueva señala Lacan, pues de lo que se trata es de tomar nuestro lugar en ella. “Ella exige que uno se tome la molestia”. (Jacques Lacan, «La instancia de la letra en el inconsciente).

Pero no debemos por un instante dejar de rendir homenaje en esta ocasión a nuestra querida Judith Miller, creadora del Campo Freudiano. ¿Quizás manteniendo viva su pregunta, “Cómo puede el psicoanálisis encontrar su lugar en el siglo XXI sin traicionarse y sin auto segregarse?”

El porvenir del psicoanálisis se sostiene en la formación de los analistas. Nada sorprendente decía Judith “ni nuevo, lo que es sorprendente y nuevo es la coyuntura en la cual este decir encuentra su efectividad»

Es la ética del psicoanálisis lo que supera cualquier traición y franquea todos los obstáculos si se sostiene firme en el principio enunciado por Lacan «no ceder sobre su deseo». Tal vez allí encontremos la respuesta a la pregunta mencionada por Judith anteriormente. Ella fue un ejemplo o como señala Miquel Bassols, una mujer que encarnaba “un deseo sin retroceso posible”.

Ella supo encarnarlo hasta el final bajo el nombre de “Campo Freudiano”. 

Quisiera también en esta ocasión hacer un reconocimiento al deseo fuertemente decidido del Equipo de publicaciones para sostener el proyecto de Ciudalítica hasta las últimas consecuencias. Hoy vemos el valor de esta decisión.

Me hubiera gustado mucho compartir en presencia este acontecimiento tan importante para el CID de Sgo del Estero, por el trabajo sostenido que realizan sus miembros, pero voy a brindar desde mi lugar a la hora en que Uds. levanten la copa. Con el orgullo del trabajo con Uds. desde hace varios años, los abrazo a cada uno.

 

 

Susana Amado

Directora del CID Santiago del Estero.

Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL)

y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

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“¿Qué ha cambiado en la sexualidad?” – Conferencia Roxana Chiatti

“¿Qué ha cambiado en la sexualidad?” – Conferencia Roxana Chiatti

Teresita Ruiz: En el día de hoy, esta conferencia se titula…

* Roxana Chiatti: “¿Qué ha cambiado en la sexualidad?”.

Teresita Ruiz: A mi me salía “nuevas sexualidades” (Risas)

RC: Lo vamos a cuestionar un poco

TR: Era uno de los interrogantes que me provocaba el título, qué ha cambiado en la sexualidad. Precisamente, quería introducir con esa pregunta qué hay de nuevo en la sexualidad. ¿Hay algo nuevo, qué es, que es lo antiguo, o lo de antes, que todavía podemos ver hoy? Seguramente algo de eso nos va a hablar Roxana. Roxana es psicoanalista de Córdoba, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, miembro adherente del Centro de Investigación y Estudios Clínicos y docente del Instituto Oscar Masotta y también responsable del Departamento de Psicoanálisis y Cuerpo del CIEC. Bueno, los dejo con ella

RC: Gracias Teresita. Buenas tardes, buenas noches. Venía contándoles un poco a Teresita y a Gabriela Agostinelli, que ser docente del IOM implica una itinerancia, nos designan el lugar, no elegimos dónde ir, pero a veces nos sentimos mejor en algunos lugares que en otros, este es uno de ellos, he sido muy bienvenida, lo agradezco.

¿Qué ha cambiado en la sexualidad? Decidí titular esta conferencia en un modo interrogatorio, pero además hay una afirmación, es decir, algo ha cambiado en la sexualidad. Veremos qué, por qué. Voy a usar algunos términos de la orientación lacaniana que los he tratado de trabajar sencillamente para dialectizarlo con Uds., al final pueden ir haciéndome preguntas si les parece.

Entonces, si tenemos tiempo, les voy a leer un caso clínico también, está publicado en una revista que leemos mucho, que se llama “Lacaniana”, de Susana Amado. Espero que lleguemos con el tiempo para trabajarlo.

Como transmitía la difusión, si la han podido ver, de esta conferencia, la pregunta “¿Cuántos sexos llegarán a contarse en este nuevo siglo?” enmarcará en parte aquello de lo que voy a hablarles. Por otro lado el título incluye una afirmación, es decir, efectivamente algo ha cambiado en la sexualidad, sería importante saber qué y por qué.

Podemos empezar de a poco, definiendo por ejemplo qué es la sexualidad desde donde les hablo: el psicoanálisis. En primer lugar para hablar de sexualidad hace falta una idea del cuerpo del que hablamos. La sexualidad, podríamos decir, se instala, se representa, se apoya en el cuerpo. Hay la diferencia sexual en los cuerpos, los caracteres secundarios, lo que decimos masculino y femenino, tiene su soporte en el cuerpo, aún tratándose de semblantes que nombran la diferencia, aún tratándose de eso, tienen su soporte en el cuerpo. Con Freud, lo podríamos decir, castrado-no castrado, pasivo-activo, poseedor del falo o su ausencia, modos de decir la diferencia. Ahora bien, para que esa diferencia se instale, para que eso ocurra así, es necesario distinguir el cuerpo del organismo. Al cuerpo, nos enseña Lacan, hace falta tenerlo. Su adquisición no va de suyo. Hace falta que la estructura del lenguaje se incorpore en el sujeto para que este se constituya, y no solo sea el organismo de la biología. Esta incorporación de las palabras facilita que cada uno pueda, mínimamente, ubicarse como hombre o mujer. Sin embargo, Freud nos hace una aclaración: la anatomía no es el destino. Es una sentencia de Freud. Es decir, que se puede nacer con caracteres masculinos pero ubicarse del lado femenino y viceversa. Lo que nombra una posición es lo simbólico y lo pulsional, lo que tiene que ver con un estilo y un modo de satisfacción. Lo que nombra una posición es lo simbólico y lo pulsional de un cuerpo, no su anatomía, no el imaginario de los caracteres sexuales, no la biología. Los casos de público conocimiento dan cuenta de ello, me refiero a Flor de la V, al artista de la foto de la difusión, a la protagonista real de la película “Princesita”, tenemos infinidad de ejemplos para citar.

Ahora bien, para definir la sexualidad podemos conmover un poco lo que es común escuchar cuando se habla de Freud y su descubrimiento: el inconsciente y el psicoanálisis. Se dice frecuentemente que el psicoanálisis explica la vida psíquica y todas sus manifestaciones por la sexualidad. ¿No? ¿Se dice eso? Todo es sexual, se dice, como si ese fuera su axioma. Pero la sexualidad freudiana no se reduce a las prácticas sexuales observables o a lo que se consigue durante el encuentro de dos cuerpos en una cama. Nunca es en bruto, podríamos decir, aislable en un laboratorio, sino inseparable de una ficción, de una historia que cada uno se arma a su alrededor. Una teoría sexual, término freudiano, que designa las teorías que los niños elucubran para explicarse los enigmas de la concepción, el nacimiento y la diferencia de los sexos, teorías sexuales infantiles dice Freud. Como ejemplo les traigo la teoría sexual infantil de una paciente adulta que ella había escuchado de su madre que había nacido de nalgas. Nación de nalgas le decía la madre, vos naciste de nalgas. Nacer de nalgas es el bebé que nace con la cola, ella había interpretado, digamos, su elucubración de la teoría infantil era que nacer de nalgas era nacer de las nalgas de la madre. Que puede resultar un poco  gracioso, pero eso marcaba toda una posición, porque nacer de las nalgas de la madre es identificarse a las heces, al excremento, ¿No es cierto? Esa teoría sexual infantil no es sin toda una posición posterior sobre esa interpretación. Me enseña mucho esa paciente siempre, traigo ese ejemplo porque es precioso para explicar la teoría sexual infantil, nacer de nalgas de la madre.

Luego lo sexual se distingue también de lo genital. Freud ha desbaratado la creencia de una sexualidad unificada bajo el primado de lo genital, con miras a la reproducción que la expresión instinto sexual esté lista para el mundo animal. La definición freudiana de sexualidad es más amplia. Todo no es sexual y lo sexual no se reduce a lo genital. Digamos que por habitar el lenguaje, por ser seres hablantes, para los hombres y las mujeres la sexualidad plantea dificultades. Nunca resulta el encuentro logrado del hilo y la aguja. Para los hombres y las mujeres la relación problemática con la sexualidad no es una eventualidad, es un dato al que nadie escapa. Existe una subjetivación problemática del sexo anatómico para los seres hablantes que somos. Como escucharán no tengo la misma posición que Alessandra Rampolla o Pilar Sordo para quienes la sexualidad es un poco más feliz. Más bien adhiero a lo que dice Freud en 1914 en una carta a su colega Ernest Jones con quien intercambiaban correspondencia intelectual. Como ahora conversamos por internet, Freud con su colega se mandaban cartas. Freud le decía a Ernest Jones: “Cualquiera que prometa a la humanidad liberarla de las pruebas del sexo será acogido como un héroe. Lo dejarán hablar y se despachará seguro con alguna burrada”. En criollo sería: “en la cancha se ven los pingos”, como dice la sabiduría popular, o como decimos en psicoanálisis, “en la cama se verifica el síntoma”. Poniéndonos serios de nuevo, la sexualidad en su estado natural, como se observa en los animales con su ritmo, su período, su sistematicidad, su fijeza repetitiva es un mito. Es un mito. Lo sexual freudiano es psíquicamente traumático, y se encuentra prioritariamente bajo esa forma. Por traumático debemos entender una experiencia vivida que manifiesta una excitación tan fuerte, que ninguna elaboración puede tratarla. Por lo tanto perturba duraderamente la circulación de la energía psíquica. Es algo que queda inasimilable. Eso siempre, siempre, siempre produce síntomas en los sujetos.

Se me ocurre traerles, no se si aclara u oscurece, el caso Juanito, los estudiantes de psicología seguro lo conocerán, y quienes no, les cuento, es el caso Juanito, muy famoso que lo trabajan Freud y Lacan. No era paciente de Freud, pero intercambiaban correspondencia con el padre de Juanito, Freud y el padre de Juanito, para saber que hacer con el niño. El síntoma de Juanito se desencadena cuando empieza su órgano sexual, el de Juanito, muy pequeño, empieza a erectarse, digamos, algo que Juanito vive de forma extraña y no sabe qué hacer con eso. Un poco es el paradigma del ejemplo que no se sabe qué hacer con lo sexual. Entonces, es esto acaso que les estoy diciendo una maldición sobre lo sexual]? es esto acaso una idea pesimista de lo sexual? Podríamos decir que no porque tener un síntoma es lo que nos permite vivir una vez que despojamos al síntoma de su cara de sufrimiento, y ese síntoma que es nuestro rasgo más singular, que es nuestro estilo, tiene que ver con esa discordancia en lo sexual. Se va complicando un poquito ahora…

Esta idea freudiana, en parte, podemos pensarla vigente. Pero no podemos desconocer que ha pasado más de un siglo de esta genial teorización. Hoy, un siglo después, más, el avance de la ciencia de la tecnología de la biología de la ciencia médica y sus productos ha provocado grandes cambios en los discursos, que no son sin consecuencia sobre los cuerpos y sobre los modos se habitar lo sexual y sus diferencias. Ana Simonetti, una colega muy conocida en Santiago, psicoanalista de Córdoba, en un trabajo precioso que escribió en Córdoba, para un seminario en Córdoba, nos decía que la civilización ha cambiado los saberes que se ocupan  de resolver los problemas que en ella se presenta, también han cambiado, los saberes. Esos discursos no cuentan que los cuerpos que ellos tratan no se reduce solamente al cuerpo, sino que las palabras que lo atraviesan también lo afectan. No cuentan con que el cuerpo es hablante y en el hay algo que escapa a cualquier saber. En nuestro tiempo, sin embargo, en que la palabra ha perdió su peso, ha perdido el poder de nombrar y simbolizar, ha perdido su eficacia tanto que en psicoanálisis hemos nombrado eso como aversión por el lenguaje, rechazo, aborrecimiento. Ubiquemos un poco de que se trata ese rechazo  por la palabra que se pone hoy en evidencia. ¿Me van siguiendo?

Público: ¿Se puede parar?

RC: ¿Si puedo parar? ¿Hay alguna pregunta?

Público: Sí. Si se puede parar.

RC: ¡Ah! Que yo me pare

Público: La quieren ver, Roxana

RC: Esperen que me acomode (Risas)

TR: El goce de la mirada, no solo las palabras

RC: El goce de la mirada lo íbamos a trabajar mañana en la clase del seminario (Risas). Consentimos. Creía que me decía si puedo parar de leer…Entonces, rechazo por la palabra que se pone hoy en evidencia. Este punto puede resultar problemático para nosotros que trabajamos con la palabra como instrumento, ay que los psicoanalistas, por ejemplo, que nos ocupamos de lo que no anda, de lo que se sufre, y de lo que de esto se puede traducir en palabras, pero también para otras disciplinas que diagnostican el mismo mal de la época.  Todos podemos denunciar de un modo u otro el empobrecimiento del lenguaje. ¿Qué efecto tiene este empobrecimiento y rechazo del lenguaje sobre el cuerpo del ser hablante? ¿Qué efectos tiene sobre la sexualidad? Ya volvemos a ese punto. Ahora bien, al producirse otros modos de convivir con los unos y con los otros, donde la tendencia es que cada uno haga a su modo y donde los fenómenos de masa, las comunidades, tienen el rasgo de lo transitorio, de lo que se liga y se desliga rápidamente, esta modalidad hace que los lazos no se presenten sólidos, sino que van y vienen, sin algo que agrupe en torno a un ideal o una meta. Si es una constatación entonces que lo simbólico como orden ha perdido su potencia, entonces  no alcanza a que las personas lo usen para asumir el cuerpo, como decíamos al comienzo, no alcanza para hacer lazo los unos con los otros, lazo que se produce si algo se cede. Así, si nada agrupa, hay lo múltiple, y encontramos entonces algo nuevo en el cuerpo, nuevos usos del cuerpo, nuevos usos de la sexualidad. Un subtítulo: “algo nuevo en la sexualidad”.

Hay algo que aun no les he dicho de Freud. Para el en el inconsciente de cada una hay una sola inscripción sexual. ¿Cuál es? El falo decía Gabriela, es decir, una sola inscripción sexual que es la masculina. Todos habrán escuchado la palabra falo. Falo que da sentido a las cosas, falo da el sentido sexual. Pero es un término que asociamos a lo masculino propiamente dicho, y es un término que interviene, como decía al inicio en la distribución de los sexos en estos términos: tenerlo-no tenerlo, castrado-no castrado, lo que nombra hombre o mujer, según se trate. Hoy el falo depende de una transmisión simbólica hecha por el Padre en el complejo de Edipo, hoy dijimos lo simbólico desfalleciente no alcanza para introducir esa diferencia a nivel sexual. Lo que otrora producía la identificación a un tipo sexual, y que orientaba por ende el deseo parar el lado que tenía cada tipo, hoy eso falta. Si bien es una referencia, no se reduce sólo a ella.

Hay la multiplicación. La no definición. La escasa identificación a un tipo sexual, más que escasa, la identificación pobre, podríamos decir, a un tipo sexual. a falta de ese soporte simbólico, de ese soporte simbólico, el falo, que marca la diferencia, es el cuerpo del sujeto el que vendrá a ser soporte de la diferencia sexual que no puede ser simbolizada, es decir, a través de las cirugías de cambio de sexo por ejemplo, el transexualismo. El resultado es una suerte de transformación continua de un cuerpo en otro que aboliría la diferencia, un hombre que se opera para ser mujer o viceversa, que aboliría la diferencia, una especie, como dicen los autores, Miquel Bassols, una especie de transformación del falo, y usa un término en inglés que lo dice mejor, un “morfing fálico”, es decir algo que del falo, que no se ausenta pero cambia de forma. Conocemos esos casos donde en una pareja es el hombre que antes era mujer que se embaraza, cuya mujer es un transexual, un hombre que se hizo mujer, ¿no? Morfing fálico. Morfing, en sentido de la forma, pero incluye el ing del inglés que incluye el movimiento, algo que va cambiando de forma.

¿Podemos decir entonces que a falta de la diferencia introducida por el falo en lo simbólico, lo que aparece es una transformación propuesta en los cuerpos? ¿Será el futuro de la sexualidad una sexualidad que no se refiere al falo, que no sea esa la referencia? Podemos decir que no. No muy fuerte, pero podemos decir que no. En la promoción de la multiplicidad de las identidades sexuales de los géneros posibles, se trata más bien entonces como les decía recién de nuevas formas del falo. Nuevas formas. Son modos de borrar la diferencia sexual. Pero no todo termina en este punto. ¿Es suficiente la referencia del falo para dar cuenta de esta inercia a la disolución de la diferencia y de la multiplicación de las identidades sexuales? ¿Qué sostiene esa multiplicación? Ustedes saben que ahora se dice Queers, bisexuales, asexuales, transgéneros, transexuales, pansexuales, todo eso. Con multiplicación me refiero a eso. Multiplicidades de identidades sexuales, me refiero a esos nombres. ¿Qué sostiene esa multiplicación? Sostiene lo que desde el psicoanálisis llamamos el derecho al goce, el derecho a una satisfacción que el sujeto actual ve como un derecho insoslayable. Hay que satisfacerse de la forma que sea, imperativamente. Hay que hacerlo. Ahora bien cuando hablamos de satisfacción no se trata más del falo, sino que la diferencia se plantea en otros términos. A nivel de la satisfacción se trata más bien de uno mismo. Eso no se relaciona con los otros. Allí somos solitarios, onanistas en el sentido amplio, autistas en sentido amplio. Somos solos. Piensen en la idea de la masturbación. Es esa orientación. Solos. Solos con nuestra satisfacción.  La satisfacción no hace diferencia. Allí no se es hombre o mujer, sino que cada uno se satisface de la manera que quiere y puede. Es una satisfacción asexuada. No está significada por la diferencia sexual. Este régimen entonces es nuevo. Este régimen, entonces, que no es fálico, sitúa algo nuevo en la sexualidad que es innegable.

Voy a presentarles algunas viñetas que corresponden a un trabajo que presenté en otro lado, quizá algunos ya hayan escuchado, pero son pequeñas enunciaciones que recibo en mi consultorio. Una adolescente, cuya demanda inicial enunciaba la dificultad en elegir un compañero. Conmovida, dadas las coordenadas de su historia, por el trato amoroso de uno de ellos, elige a una mujer. Me aclara que la condición es que la traten bien, no importa cual sea el sexo, si es hombre o mujer, le da lo mismo. Esto es nuevo, al menos en mi consultorio es nuevo.

Una joven homosexual, y este es un dato que se repite en la homosexualidad femenina, consulta por la agresividad que se instala en su relación actual y a la cual no puede ponerle freno. Podemos leer ese detalle a partir de la distribución de la comedia de los sexos, hombre – mujer, que aquí se encuentra desdibujada, y en consecuencia aquí los lugares se superponen. Dice lacan que la agresividad se desencadena en una relación especular de uno con el otro, cuando los dos quieren ocupar un mismo lugar, una cosa imaginaria con el otro que desencadenan en agresividad.

Otro punto, escuchamos a sujetos completamente normales, tradicionales, hablarnos de propuestas recibidas de sus  compañeros (compañero sexual, pareja, novio), que acceden a escuchar sin la menor conmoción, la propuesta. Es el caso de una joven estudiante, que su novio le propone un trío con otra mujer. Esto no produce su negativa a pesar de su perfil tradicional, ni su rechazo. El problema se presenta al momento de pensar quién podría ocupar ese lugar. La propuesta de un nombre no anónimo, de él, que es la amiga de ella, le dispara a mi paciente en forma horrorosa los celos que decía no tener. Muchas sesiones tomó ese tema de los celos que recientemente han cedido, porque ha tomado ella la responsabilidad de esa elección a su cargo con un efecto pacificador, reconoce que es a ella en realidad a la que le excita que sea su amiga la que se sume, no a su novio.

Tríos, cuartetos, publicaciones sexuales en las redes sociales que nos hacen ver que los tan afamados swingers, de una época no muy lejana, ya están pasados de moda. Antes había cierta privacidad con los swingers, se intercambiaban las parejas pero no era abierto a todo público. Alguna privacidad había, un resto de represión, podríamos decir, funcionaba. Fiestas llamadas “todo vale”, no se si las han escuchado los jóvenes – o no tan jóvenes – estas fiestas “todo vale”, en Córdoba al menos existen, en las que no se distingue claramente si hay un consentimiento o un forzamiento de quienes participan en ellas. Hay un caso de público conocimiento que paso a contarles, de una joven en Córdoba, violada a repetición por varios sujetos bajo el entendido, bajo el malentendido, perdón, de que había un acuerdo, dejando bajo su peso la responsabilidad subjetiva. Otro testimonio de la época en que vivimos. El malentendido fue que los jóvenes, a los que metieron presos, en sus testimonios decían su malentendido, de que creían que ella había aceptado, que ella había aceptado, como estaban en la fiesta “todo vale” creían que había aceptado, y a nadie le resultaba raro eso que estaba ocurriendo. Entonces, digo, deja eso en suspenso la responsabilidad subjetiva.

Otro punto, un modo de nombrar lo sexual actual, también, que ha trabajado nuestro colega Gustavo Stiglitz, en un articulo , es “Sex less”, que quiere decir “Menos sexo”,  es una práctica sexual con muñecas inteligentes, no la vieja muñeca inflable, algo más sofisticado, con cierta temperatura, cierta textura de la piel, y Gustavo Stiglitz aclara, además no hablan… ¡Ideal! (Risas) que suplantan el encuentro con el Otro sexo. Suplantan el encuentro con el cuerpo del otro.

Público: ¿Hay en nuestro país eso? (Risas)

Roxana Chiatti: Depende, si abren las importaciones… (Risas)

Otro término en inglés que dice un poco de la sexualidad en la época es “No sex”. Todas estas citas están en un texto que yo traje, para los que vayan mañana a la clase del IOM, que lo trabaja Fabián Fajnwaks, es un texto que publica el CIEC.

Bien, los “No sex” son otro agrupamiento de jóvenes, en una situación socioeconómica interesante – muy interesante – que tienen todo para vivir bien, y por eso buscan privarse del encuentro con el Otro sexo, y con el sexo mismo, como un modo de no dispersar su orientación hacia el bienestar económico

Gabriela Agostinelli: ¿No son los asexuales que tienen cada uno una carta y de acuerdo a la carta es?

Roxana Chiatti: No, pero…

Gabriela Agostinelli: No son esos, pero están dentro de lo mismo.

Roxana Chiatti: Y otra práctica que escuché el sábado en unas jornadas, un caso que se presentó, que se llama “Cross Dressing”, que quiere decir “montarse”, “montarse ropa”. Cross dressing, montarse ropa, es una práctica de hombres, sujetos masculinos, que se juntan en casa de algunos para solo vestirse de mujer. Aclaran que no se aplican hormonas, no son travestis, ni transexuales, ni homosexuales. La práctica es esa: vestirse de mujer.

Entonces podríamos situar un poco lo que escuchamos, la ausencia de represión. No se trata eso de un saber producto del inconsciente, lo que prima, sino más bien de una pragmática, un hacer, una pragmática a  favor de la satisfacción. Eso opera. Eso es algo que se practica, que se hace.

En resumen, voy a citarlo de nuevo a Fabián Fajnwaks, del texto que les traje. En resumen, se trata de obtener una identidad sexuada, fundada en una práctica sexual, donde lo que está en juego cada vez es una modalidad de satisfacción singular que no tiene que ver necesariamente con lo sexual. Es decir, esas prácticas sexuales singulares que tienen que ver con un modo de satisfacción no definen una identidad sexual. Seguimos manejándonos con el binario hombre – mujer. Hay  los modos de satisfacción que no definen una posición sexual.

Para finalizar, me parece que a pesar de todo hay una mirada positiva sobre la época ya que la posibilidad de lo nuevo incluye también lo que se puede inventar. Hay lo nuevo que permite habitar el cuerpo y la sexualidad de manera diferente. Para el psicoanálisis se trata de interpretar este síntoma de la época y darle un uso a favor del sujeto. Quizás les hago un pequeño aporte respecto de la práctica, quizá haciendo aparecer algo del orden de la vergüenza, del pudor, como límite al autoerotismo, que eso pueda pasar al Otro. El problema es que estos modos de satisfacción lo dejan al sujeto solo con su goce. No se relaciona con el Otro. O, ¿Por qué no? Provocando algo del amor, tan degradado en estos tiempos. El amor que proponga un uso distinto en la sexualidad, un modo que haga posible salir del autismo del uno solo para hacer lazo con el otro.

Bueno, gracias por escucharme.

Teresita Ruiz: gracias Roxana, la verdad me ha resultado sumamente clara tu exposición, pero (siempre hay un pero), hay unas cuestiones – después  abrimos a las preguntas que a cada uno le haya suscitado la exposición de Roxana –, hay unas cuestiones en relación al síntoma que has dicho al comienzo y has dicho al final, has introducido ese término. Al comienzo lo introduces en relación a que se verifica, algo así como “en la cama se verifica el síntoma”, me gustaría si puedes explicar algo de esto porque me parece que el síntoma del que estás hablando no es el síntoma que uno asocia habitualmente con lo patológico. Y después más adelante hablas del síntoma, como una salida pareciera. Sobre eso, si puedes por favor ampliar un poquito más.

Roxana Chiatti: Me parece que ahora escuchando esta extracción que vos hacer, tres perspectivas se plantean ahora que vos lo extraes, me parece. La perspectiva del comienzo, lo de que “en la cama se verifica el síntoma”, ¿Qué decimos con eso? Lo decimos porque es ahí donde un sujeto en consulta, que habla de su relación con su compañero, tengo un ejemplo fresco: ella se quejaba de que él “no toma la iniciativa, que todo lo tengo que hacer yo, al final nunca me acompaña a ningún lado si no le pido”… La queja de la histérica. Cuando le pregunto cómo se llevan en lo sexual, en la cama, eso pasa exactamente al revés. Entonces: “en la cama se verifica el síntoma”, la pura queja es del orden de lo imaginario, en la cama pasaba exactamente al revés, es decir, ella sin ningún tipo de deseo, que es él quien siempre está avivando el fuego. Se dio cuenta. Es una perspectiva del síntoma que se verifica en lo sexual, en la cama.

La otra perspectiva fue cuando dije que el síntoma nos permite vivir. Lo aclaré un poquito ahí porque no hay sujeto, no hay ninguno que no lo tenga. No hay sujeto que sea sujeto que no tenga un síntoma. Porque cuando nacemos las palabras del Otro, Lacan dice, cuando la lengua toca el cuerpo, se produce un trauma, un agujero – lo digo lacanianamente, no me sale de otra forma – y a ese agujero lo velamos con un síntoma. Un síntoma que se va construyendo a lo largo de la vida, del cual sufrimos y a la vez nos satisfacemos. Nos permite vivir cuando a ese síntoma lo despojamos del sufrimiento y nos queda un estilo, un modo de vivir.

Y bueno, el otro es el síntoma de la época. Interpretar el síntoma de la época. Bueno, les diría en el mismo sentido, porque Lacan nos enseña a pensar que el síntoma del sujeto tiene su pata en lo social, es decir, los síntomas de los sujetos no están desenlazados de lo que pasa en lo social. Eso tiene efectos. Lo que pasa en lo social tiene efectos en los cuerpos, en el modo sexual, no está el síntoma del sujeto desenlazado de lo social.

Teresita Ruiz: Bueno, hay otras preguntas debido a la claridad de tu exposición, a uno se le ocurren preguntas, cuando uno entiende algo, algo más quiere saber. Me gustaría más que ustedes puedan participar, que puedan plantear sus interrogantes y poder hacer una especie de conversación. Es un poco la idea de esta actividad, a pesar de ser una conferencia.

Roxana Chiatti: Por allá, a ver.

Público: Creo que hay un, no se si llamarlo, confusión o mezcla, melange, entre lo que es sexualidad y lo que es género. Creo que género como posición performática, social y cultural, y sexualidad, van por caminos diferentes. Los conflictos y síntomas, como los llamas vos, surgen a partir de estas cuestiones de género y de prácticas sexuales. Una cosa es una práctica sexual, otra es una relación sexual. Estas cuestiones, me parece, tienen el mismo flyer, digamos, es totalmente performático porque ahí lo único que aparece es género, no hay una sexualidad, es imagen. Porque la imagen es performática. Todos nosotros cuando nos levantamos todos los días nos levantamos, nos vestimos de mujer o nos vestimos de hombre y salimos al escenario diario como lo que nos auto percibimos. Teóricamente. Que puede o no tener que ver con nuestra sexualidad. Los conflictos surgen ahí, cuando la sexualidad y el género no tiene que ver con lo establecido. Y de ahí lo que vos decías, de tener práctica con esa muñeca inteligente.

Roxana Chiatti: Sí, exacto. Así se llaman. Muñecas inteligentes… ¡Porque no hablan! (Risas)

Público: Bueno, ahí tiene mucho que ver el peso de la palabra, y esta cuestión que decías vos también, que hay que gozar sí o sí. Hay un teórico Queer, español, muy importante que les recomiendo que lo lean, se llama  Beatriz Preciado, que habla de que nosotros permanentemente tenemos que gozar. Eyacular, digamos, orgasmear, como lo quieran llamar. Tendemos al orgasmo permanente, y no siempre el orgasmo pasa por lo genital, pasa por lo sexual, puede pasar por un montón de otros lugares, y hay que aprender a ver esas cuestiones de por dónde puede pasar esa potencia, que tiene mucho que ver con la pornografía, con la química, la ciencia y la técnica hoy. Creo que los conflictos se mueven en esos niveles. Nada más.

Teresita Ruiz: Muchas gracias por su intervención

(Aplausos)

Público: Otra preguntita. El rol de los padres en relación con esta nueva mirada de la sexualidad, y más que todo los padres que tienen una generación bastante diferente a la generación de sus hijos, padres mayores con hijos muy jóvenes, que por ahí no pueden interpretar o decodificar estas nuevas sexualidades. A veces el rechazo hacia su hijo, de la nueva identificación, el malestar que se produce en la familia. Quiero saber cómo se puede tratar. Y saber cuáles son los modos en que los padres deberíamos intervenir, o ayudar, o posicionarnos para colaborar, facilitar, digamos una salud mental, de aquellos hijos que decidieron tomar, o han decidido por una sexualidad diferente que es, quizá, criticada, o no aceptada, o quizá no, porque es como que de pronto la sociedad está teniendo un cambio, pero no todas las personas lo aceptan. ¿Cuál sería el papel que tienen que cumplir los padres para, en cierto modo, no estar divorciados del hijo o de la hija en esta situación?

Roxana Chiatti: yo la verdad no sé cuál es “él” papel, habrá cada padre con su papel. Pero lo que se me ocurre decirle es que los padres no porque leamos y entendamos la época, es decir, no importa de qué generación seamos, no porque leamos y entendamos la época vamos a estar más abiertos o más cerrados. Se puede no estar aggiornado a lo que pasa, y sin embargo, poder, más que hablarles, escucharlos a los hijos. Porque una orientación sexual no es un problema, el que un sujeto elija una orientación sexual, no es un problema. En todo caso es un poco, como decía al principio, nunca lo sexual es, nunca deja de ser discordante, todo lo que tenga que ver con el tema de lo sexual, para los jóvenes, los viejos, los más o menos jóvenes o viejos, es un tema que no va de suyo, que nunca se toma normal, pero la posición más que, primero le diría: saber de los síntomas de la época no nos garantiza nada como padres, puede uno estar más abierto, comprender lo que pasa, pero cuando le pasa al hijo de uno, ¡Le pasa al hijo de uno! Pero,  una orientación sexual, si eso no va para un costado de sufrimiento, de puesta en riesgo del joven, no es un problema. Digo, más que hablarles, escuchar si sufre de eso e intervenir. Si sufre, acompañarlo. Te diría eso.

Público: ¿Qué pasa con los padres que se niegan a esta postura?

Roxana Chiatti: Y yo les sugeriría que puedan hablar con un profesional, que puedan acompañar el proceso, ¿no?

Público: Parece que el problema son los padres…

Roxana Chiatti: Insisto, la sexualidad para todos es problemática, porque una orientación sexual fuera de la “norma hétero”, también para el que la elige no va de suyo, también le plantea problemas, pero bienvenido cuando eso se decide, porque se deja de sufrir un poco, podríamos decir.

Público: Me parece muy interesante el aporte que haces de Ana Simonetti, toda esa cuestión de un siglo después, de cómo el lenguaje ha cambiado, esa aversión que hay en la palabra. Eso, como para profundizarlo un poquito más. Qué pasa con ese lenguaje, el atravesamiento del lenguaje, en cuanto al rechazo.

Roxana Chiatti: Son los síntomas actuales, de los que estamos un poquito hablando. Lo simbólico es un orden, es un ordenamiento lo simbólico. Cuando ese ordenamiento no pasa por el decir, prevalece lo que es del orden de la imagen y del cuerpo en su real, el cuerpo un poco desordenado, porque el orden simbólico ya no acota, no da forma. Entonces hay como la excitación de los cuerpos, los desbordes del cuerpo, síntomas a ese nivel, como también en lo sexual, que es lo que estaba hablando hace un rato. El orden simbólico no tiene ese ya esa potencia de ordenamiento en los cuerpos. Pero lo puedes leer un poco más en el libro que vas a comprar mañana… (Risas)

Público: No se si estaría este comentario dentro de la competencia, pero se me ocurre pensar que hablando de todo lo simbólico, el tema de los whatsapp, donde no se ponen palabras, sino imágenes, y yo creo eso también influye en todas las cirugías plásticas. Hoy todo es la imagen, la imagen física, tanto del hombre como de la mujer, el hombre metrosexual, la vagina perfecta porque hoy se hacen hasta cirugías de vagina, hoy debe presentarse la imagen en todos lados, y menos la palabra. La aversión a la palabra, justamente, hoy no nos expresamos con palabras sino con íconos, eso lo manifestamos en la parte física de las personas, les exigimos, estamos perdiendo el vocabulario. No se si va al tema, pero creo que es importante.

Roxana Chiatti: Sí Claro

Publico: No prima la parte espiritual de la persona, sino la imagen. No se si aporto…

Roxana Chiatti: Si, aporta, aporta. Gracias.

Público: (Pregunta Inaudible)

Roxana Chiatti: ¿Vos decís que yo subvertí el enunciado de Freud? ¡Es un pecado que he hecho! (Risas). Lo que quise transmitir con los casos… Abolir la diferencia quiere decir desmentir la castración, es decir la transformación de un cuerpo en otro también es abolir la castración, rechazo a la diferencia, no es lo contrario

Público: Eso en Freud estaba todavía presente. La diferencia, estaba presente en Freud.

Roxana Chiatti: Sí. Estaba presente pero en relación al falo. Castrado, no castrado. Activo del lado del hombre, pasivo del lado de la mujer. Bueno Lacan hace otro aporte respecto a la lógica femenina. Pero seguimos diciendo: abolir la diferencia es un rechazo a la castración.

Teresita Ruiz: Por un lado has planteado que el falo es lo que sostenía la diferencia entre los sexos. El falo no es precisamente el órgano masculino sino que el falo a nivel simbólico introduce una diferencia. Si bien no es sin relación al cuerpo, no es necesariamente el órgano. Ahora bien, esta multiplicidad de la que estás hablando, estas nuevas formas de la sexualidad, las articulabas a un derecho al goce, donde todo es posible y todos tenemos derecho a satisfacernos del modo que queramos. Siempre  y cuando, podríamos decir, tomando las preguntas que hacía el público, hasta el sufrimiento, siempre y cuando no haya sufrimiento, del otro o de uno.  Tal vez eso podría ser como cierto límite.

Roxana Chiatti: Es un límite. No sé si lo dije, pero era la idea… es un límite

Teresita Ruiz: Bien, el sufrimiento como límite al goce. Ahora, también vemos en la actualidad que la sexualidad siempre produce sufrimiento, que no funciona, que es problemático y nos hace sentir mal. Siguiendo esa línea del sufrimiento tanto en la sexualidad binaria, como en las múltiples, ¿Qué salida podemos pensar desde el psicoanálisis?

Roxana Chiatti: Salidas desde el psicoanálisis, en tanto haya algo en esa práctica que deje de funcionar un poco, porque sino no son sujetos que vayan a consultar. Se procuran una satisfacción tal, que a menos que haya alguna pérdida, algo que disfuncione esa práctica, no van a consulta. A partir de allí, escucharemos. Pero si ello no procura un malestar, no van a ir. Por ejemplo, el caso que presentaban de donde tomé lo de “Cross dressing”, juntarse solo para eso, el paciente que fue, lo había descubierto la esposa. A partir de algo del orden de la vergüenza, algo se desarmó ahí para él, algo se disfuncionó en la práctica y consultó

Público: o sea que mientras no haya vergüenza, no hay una falta de funcionamiento

Roxana Chiatti: no es que tendría que haber, es un modo, es algo que se presenta como algo que disfunciona, cuando el sujeto se avergüenza porque introduce al otro. la vergüenza de que alguien le vio, produce al otro…

Gabriela Alluz: Quería hacer un aporte, un comentario que viene al caso. Me acordaba de una película que hemos proyectado en nuestro ciclo de cine, “Lawrence Anyways”. Realmente toma este tema, me parece muy interesante el planteo en cuanto a los cambios que hay en la sexualidad, porque de pronto el hombre de la pareja empieza a vestirse de mujer, era el semblante femenino, pero a la vez él en la pareja estaba posicionado de una manera masculina. Y a ella se le plantea todo un dilema esto, se le hace insoportable esto de su pareja, pero él seguía eligiéndola. Es una historia de amor, realmente es muy linda la película, el después de cortar con ella seguía eligiendo mujeres como pareja. No tenía relación esto del semblante, el necesitaba vestirse o travestirse, pero él estaba posicionado masculinamente

Roxana Chiatti: Me sirve mucho ese ejemplo. Ahí ven. Hay la orientación y la posición sexual. Está la posición sexual – masculina. Lo otro es una práctica, no define su sexo. Lo otro es una práctica de satisfacción asexual. Su posición es respecto de las mujeres. Algo de él.

Teresita Ruiz: Agradecemos a Roxana, su presencia, su conferencia. Agradecerles a ustedes su presencia y su participación.

Roxana Chiatti: Muchas gracias.

*Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL). Córdoba. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Adherente al C.I.E.C. Responsable del Departamento de “Psicoanálisis y cuerpo” del C.I.E.C.

Conferencia dictada en la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE). El 9 de Octubre.

Ciudalitica | 2018

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Clase n°1: “LA METÁFORA PATERNA Y LOS NOMBRES DEL PADRE”. Docente: Susana Amado

Clase n°1: “LA METÁFORA PATERNA Y LOS NOMBRES DEL PADRE”. Docente: Susana Amado

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Presentación a cargo de Gabriela Maidana:

Iniciamos el Seminario Teórico Clínico de este año, que titulamos “El tratamiento de los Síntomas hoy – Estructuras Clínicas y Psicosis Ordinarias”.

El programa del mismo tiene como horizonte el argumento de presentación del  XI Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), que se llevará a cabo en Barcelona el año próximo, con el título “Las psicosis ordinarias y las otras bajo transferencia”, del que destacamos lo que J.A. Miller resalta: “Si la ultima enseñanza de Lacan no anula la anterior, después del congreso de Río, es el momento de volver a la clínica estructural para encontrar en ella la solidez clínica con la que nos orientamos, la clínica que nos concierne no es sin ella, sólo germina bajo transferencia”.

El seminario, que se lleva a cabo año tras año, tiene como marco la investigación y docencia del psicoanálisis, motivo de la creación del Instituto Oscar Masotta (IOM) en el año 2000, y de sus Centros de Investigación y Docencia (CID) que están en funcionamiento en todo el país.El IOM2 se hace cargo de la política de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y cuenta con los auspicios del Instituto del Campo Freudiano con sede en Paris y el Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de Paris VIII.

En nuestra ciudad se funda en el año 2002, primero como delegación del IOM y dos años más tarde nos constituimos como CID, además del Seminario Clínico Anual, se constituyeron diferentes modalidades, taller preparatorio para cada clase de nuestro seminario, grupos de investigación y lectura, seminarios introductorios,  donde son tratados los conceptos fundamentales del psicoanálisis en los distintos momentos de la enseñanza de Lacan. Se llevan a cabo también conferencias públicas, mesas de conversación con otros discursos abordando diferentes problemáticas que generan interés en la comunidad.

Comenzamos hoy con la primera clase de nuestro seminario, y tenemos el gusto de contar con la presencia de nuestra directora Susana Amado, quien es miembro de la AMP y miembro de la EOL (Bs. As.). Con ella trabajaremos “La metáfora paterna y los nombres del padre”.

 

Susana Amado

Buen día a todos, es un placer inaugurar el seminario este año, con un tema que Miller planteo  en el Congreso de Río de Janeiro, trabajar sobre las psicosis ordinarias bajo transferencia. Es un tema que en sí encierra ciertas dificultades porque no es un concepto, sino algo que tiene que ver con un proyecto de investigación, es decir, indagar, preguntarnos qué es la psicosis ordinaria, qué se presenta como manifestaciones hoy en nuestra clínica de arreglos y desarreglos con el goce. Se manifiesta a través de casos que no parecen entrar ni en una ni en otra de las categorías binarias. Tienen que ver con psicosis que aún no han desencadenado, pero como su nombre lo indica, se trata de psicosis y como se trata de psicosis hay que saber qué quiere decir eso, cómo diagnosticar, que es algo fundamental para investigar este campo. De hecho,  nosotros ya trabajamos, una vez que Miller trabajó las conversaciones en Paris, desde el año 1993 hasta 1998 el tema de psicosis ordinaria. Algo que llamábamos los “Inclasificables de la Clínica psicoanalítica”. Una categoría que Miller –a diferencia de de la categoría de bordeline utilizada por la IPA comenzó a iluminar con el término psicosis ordinaria. Sabemos que Psicosis ordinaria no es una categoría clínica, sino un aparato epistémico suplementario.

En esta línea,  es que nos proponemos investigar este campo conceptual, interrogarlo  porque permiten abrir y ampliar el campo de soluciones posibles para el agujero forclusivo.  como se trata de un proyecto de investigación tenemos que en principio saber qué es para nosotros una estructura, qué es para nosotros un diagnóstico, en el psicoanálisis. Habrán leído un trabajo de Miller que se llama precisamente “El ruiseñor de Lacan”, que es un trabajo sobre el arte del diagnóstico. Está en Caldero, también en Google lo pueden encontrar. El diagnóstico sirve para saber, de qué se trata la relación de un sujeto con el goce, su síntoma, aquello que falla; qué es lo que nos encontramos en la clínica cuando nos encontramos con un paciente que se presenta diciendo algo falla, algo no anda, y ese algo falla, ese algo no anda, es singular, nosotros debemos considerar que no tenemos ninguna teoría previa a la entrada de ese sujeto, cuál es su estructura, de qué se trata, cuál es su modo de gozar, cuál es su singularidad, cómo habita este ser el mundo.

Para eso es necesario partir de la estructura, entonces, para entender de qué hablamos cuando hablamos de psicosis ordinaria, vamos a  trabajar los primeros  l textos de Lacan, en los cuales habla de las psicosis, es decir, el concepto de la clínica estructural, el concepto de metáfora paterna. Vamos primero a  entender qué es la estructura.

Sabemos que la estructura está formada por un conjunto de significantes, de elementos que se articulan de alguna manera con dos articuladores, uno que tiene más que ver con los movimientos de la metáfora y la metonimia, que en Freud eran el desplazamiento y la condensación .La metáfora que tiene que ver con el desplazamiento, que son los movimientos estructurales y la fijeza o metonimia.

Ahora, qué pasa en una estructura con estos dos movimientos que se deslizan. Advierte Lacan “hay en la estructura, la aparición de una interrupción de esos movimientos, como en el caso de la alucinación, una interrupción de la cadena, con la aparición de algo que irrumpe ese movimiento, que fragmenta ese movimiento”interrumpe en algo de esa cadena fragmentada. allí él trabaja con las psicosis. La psicosis entra en las estructuras del inconsciente. Antes podíamos encontrar cuatro formas clásicas de las estructuras psicóticas, la paranoia, la esquizofrenia, la melancolía y el autismo. No obstante eso, sabíamos que, en el medio había autores que se preocupaban por manifestaciones que tenían que ver con las psicosis que no acordaban con estas estructuras clásicas, como por ejemplo en la paranoia, donde es muy claro cómo se conforma para un sujeto la paranoia, en el sentido de la hostilidad del Otro sobre el sujeto, hay un Otro hostil amenazante. En el caso de la esquizofrenia, clásicamente pensada como la fragmentación en el cuerpo, la interrupción por algo que viene impuesto desde el Otro y que el sujeto responde o se defiende de esa fragmentación que se produce en el cuerpo, con la estereotipia o con automutilaciones. La melancolía, que es otra manifestación de la psicosis y su envés la manía; la melancolía que es la experiencia de una perturbación y empobrecimiento del sentimiento de si hasta alcanzar una expectativa de castigo y un extrañamiento de la realidad, la negatividad, la pobreza yoica del auto reproche.

El autismo, que todos acá como participan bastante de los talleres de autismo saben,  que se manifiesta  como el repliegue sobre sí mismo que llega prácticamente a la ausencia de relación al Otro. Que excluyen todo lo que no sea estar sumergido en sí mismo.

Ahora qué es lo esencial que determina el diagnóstico de psicosis, qué cosas eran tradicionalmente, las ideas delirantes, las alucinaciones, la confusión de pensamiento, los fenómenos elementales, los fenómenos cenestésicos; esa es la manera tradicional de encontrarse con las manifestaciones de las psicosis. ¿Alcanza con eso?

No, no nos alcanza ni a nosotros, porque hoy nos interroga de otras maneras estas manifestaciones, pero tampoco les alcazaba a algunos maestros de Freud y de Lacan que vienen trabajando mucho tiempo antes. Por ejemplo para pensar en un  autor como  Jaspers, (1910)   se preguntaba,  más que por el delirio ya desestructurado, en el que se interesaban fundamentalmente la psiquiatría clásica el delirio para ver, se preguntaba por la lógica del mismo, para elaborar a partir de allí un diagnostico. Jaspers se pregunta qué es lo que hace que un sujeto concluya en esa enfermedad que es lo incurable, qué detiene su ser; es decir, estaba interesado en ese proceso.

Luego está De Clerambault (1926) que también aporta otro elemento fundamental, cuando propuso retomar a Kraepelin el término “fenómeno elemental” (el hecho irreductible que funciona de un modo involuntario, automatismo, como una fuente parasita (externa) de pensamientos, palabras, imágenes, objetos que enajenan y persiguen al sujeto.  Se pregunta por  lo que habita en el cuerpo, lo que parasita en el cuerpo de un psicótico cuando se le impone algo de los pensamientos, pensamiento que son desde el Otro y que él no tiene manera de poder significar, no tiene manera de abrochar, es un fuera de sentido que le aparece al sujeto, que fragmenta algo de su cuerpo porque no sabe de donde proviene, son decires o son objetos que de alguna manera se le imponen al cuerpo.

Ha sido un hombre que ha trabajado años y además ha ido encontrando otros tipos de psicosis, psicosis pasionales, ha trabajado sobre la erotomanía también, con casos muy particulares; tiene una nosografía psiquiátrica riquísima.

Luego está también, alguien que es interesante, se llama  que se llama M Katan refiere al concepto de pre-psicosis. Él considera cuáles son los estados previos al desencadenamiento y le llama trama, es decir, que es lo que se organiza alrededor de eso y que anticipa después el desencadenamiento. Entonces él se sirve del ejemplo de Schreber.

Recuerden que a Schreber antes del desencadenamiento lo convocan, siendo muy joven, 32 años, a que sea presidente de la Corte. Cuando a él se lo nomina como Presidente de la Corte, en ese periodo en el que va a asumir, tiene una serie de episodios corporales intensos. Empieza con fenómenos de cuerpo, episodios de angustia brutales, terrores, fobias, es decir, comienza una seguidilla de síntomas que se expresan en el cuerpo y que fragmentan algo del cuerpo, de lo que él no puede dar cuenta. Katán, se preocupa por la trama allí.

Entonces, ¿qué dice Lacan? “No hay nada más parecido a una neurosis que la pre-psicosis”. (Seminario 3) Así que hay que tener en cuenta cuando un paciente viene angustiado, no siempre la angustia es del orden de lo que no engaña. Ah! Viene angustiado, es un momento para tomarlo en análisis. Hay que estar advertido sobre, de qué se trata ese momento, qué angustia organiza de entrada una trama discursiva. Porque en esta época es mucho más claro que las manifestaciones de angustia de estados confusionales vienen de distintos campos, desde las ingestas hasta las drogas, hay muchas manifestaciones con las que hoy nos topamos en la clínica que nos pueden hacer desvirtuar, o por lo menos, confundir los cuadros.

Más recientemente entre los de la IPA, está Otto Kernberg él en vez de hablar de psicosis ordinaria dice los fenómenos borderline, “estados limítrofes” los llama él. Son, estados caracterizados por la debilidad yoica, tales como la intolerancia a la ansiedad, el control inadecuado de impulsos, el fácil viraje de un pensamiento hacia un proceso primario, el predominio de operaciones defensivas, negación, omnipotencia, proyección. Considera que estos fenómenos vienen para quedarse, es decir, instalan algo de lo incurable, que a veces se quedan allí detenidos en el tiempo, no producen un desencadenamiento, pero son fenómenos de borde, no hay curación para esto; hay que atender esto, porque esto implica cómo se las arregla ese sujeto para soportar o habitar la vida.

En este panorama encontramos a Freud. Voy a leer unos párrafos, porque Freud lo dice mejor de lo que yo lo podría decir. En primer lugar porque se trata del maestro que inventa el psicoanálisis y en segundo lugar por el cuidado y la observación que tiene Freud de la singularidad en esa época.

¿Qué es lo esencial para determinar un diagnóstico clínico? Freud intenta responder a través de dos conceptos, la libido y las identificaciones. Dos ejes que Lacan también tomará durante toda la primera parte de su enseñanza. Dos cuestiones a tener en cuenta y cómo va a responder el sujeto a esas dos cuestiones, cómo responde la neurosis al desplazamiento de la libido y cómo responde la psicosis a eso; cómo responde la neurosis a la identificación y cómo responde la psicosis a su falta. Pero, en la observación que hace Freud descubre una tercera: El narcisismo. Tengan en cuenta esto, porque es desde donde Lacan después va a trabajar el Estadío del espejo y va a ubicar allí el lugar en donde habita la psicosis, en donde se queda detenida se podría decir.

Freud dice en “Introducción al narcisismo”: “El motivo acuciante para considerar la imagen de un narcisismo primario y normal, surgió a raíz del intento de incluir bajo la premisa de la teoría de la libido el cuadro de demencia precoz, el extrañamiento de su interés respecto del mundo exterior, sin sustituirlo por otros objetos en su fantasía”. Es decir, que en cuanto al campo libidinal, lo que dice Freud es que hay un retiro libidinal, sin poder hacerlo pasar por la fantasía como hace un neurótico. Allí donde algo se produce como pérdida, el neurótico tiene el recurso para ir a parar a la fantasía y ordenar nuevamente su discurso, de alguna manera, con lo simbólico. En la psicosis ese retiro libidinal no catectiza nuevos objetos, vuelve al yo, entonces dice Freud, éste retiro, esta vuelta al yo, es lo que puede definir algo del campo de la esquizofrenia. La libido fue conducida al yo, y así surge una conducta que yo llamo narcisista, en la melancolía, a la diferencia del duelo, la pérdida del objeto se trasforma en pérdida del yo, no hay allí una diferencia entre el objeto y el yo.

Tengan en cuenta esto, porque este es el punto respecto de la identificación, en donde el objeto y el yo están confundidos, son uno solo. Uno se lo puede graficar con el fenómeno del doble, donde el otro es él mismo, esa confusión que hay en las sobre identificaciones, en donde se produce una juntura. En la identificación histérica por ejemplo, es un como sí, nunca es el otro soy yo, eso es bien claro, en la histeria la fantasía hace que sea o actúe un como si fuera yo, esa es la diferencia.

Al trabajar el concepto de identificación Freud se da cuenta de que hay identificaciones que preceden la investidura de objeto y a esas las llama primarias o narcisistas. Allí es donde hay que evaluar lo que sucede en los sujetos psicóticos, ellos sustituyen la carga de amor por el objeto, por la identificación; se confunden con el objeto.

Dice Freud en las “Conferencias de introducción al psicoanálisis”, “Es un hecho que en todas las neurosis narcisistas tenemos que suponer unos lugares de fijación de la libido que se remontan a fases anteriores, muy anteriores al desarrollo, por ejemplo en el caso de la neurosis o de la neurosis obsesiva o de la histeria”.

Ahora qué pasa, que cuando Freud intenta dar esta explicación a nivel clínico él iba a buscar a dónde estaba entonces, es imposible localizar ese lugar de ese narcicismo primario. Entonces cuando, por ejemplo, en el caso del hombre de los lobos, la insistencia de Freud por la escena primaria, por hacerla veraz, lo conduce a la psicosis.

El interés de Freud era intentar localizar el punto del desenganche, para decirlo de alguna manera, el punto de localización del narcisismo, el punto donde se produce esa desinvestidura, punto de fijación.

 Freud advierte: “La iniciación del tratamiento con un periodo de prueba así fijado en algunas semanas tiene además una motivación diagnóstica, muchas veces cuando uno se enfrenta a una neurosis con síntomas histéricos u obsesivos, pero no acusados en exceso y de duración breve. Vale decir, las formas en que se considerarían favorables para el tratamiento, debe dar cabida a la duda sobre si el caso no corresponde a un estado previo de la llamada demencia precoz, a la esquizofrenia, a la parafrenia según mi concepto. Pasado,más o menos un tiempo, puede mostrar un cuadro declarado de esta afección. Pongo en tela de juicio que resulte siempre muy fácil trazar el distingo, sé que hay psiquiatras que rara vez vacilan en el diagnóstico diferencial pero me he convencido de que se equivocan con la misma frecuencia, sólo que para un psicoanalista, el error es mucho más funesto que para los psiquiatras. En efecto, este último no emprende nada productivo ni en un caso ni en el otro, corre un psiquiatra sólo el riesgo de un error teórico y su diagnóstico no tiene ningún interés académico. El psicoanalista al revés, en el caso desfavorable a cometido un yerro práctico, se ha hecho culpable de un gasto inútil, ha desacreditado su procedimiento terapéutico, si el enfermo no padece de histeria o de neurosis obsesiva sino de una esquizofrenia, él no podrá mantener su promesa de curación y por eso tiene unos motivos particularmente serios para evitar el error diagnóstico”.

El problema que se le plantea a Freud en un momento, él lo dice en una conferencia pública en Viena: la esquizofrenia y la paranoia pueden comenzar con un ropaje similar al de la histeria y la neurosis obsesiva, entonces el confiesa allí, en una carta que le envía al pastor Pfister en 1927 casi en sus textos finales, que se equivoca en un caso que se le manifiesta con una envoltura de neurosis obsesiva y se devela después como un cuadro absolutamente paranoico.

Recuerden ustedes la alucinación que tiene el hombre de los lobos siendo aún muy precoz, eso se le pasa a Freud, que lo cuenta al pasar. Pero ahí se podría decir que comienza un episodio, donde él le cuenta a la nana que tiene un dedo cortado y que luego lo ve y que no era un corte. Es una alucinación, un episodio cenestésico, algo que no le puede dar una significación, no lo puede abrochar.Freud dice en ese momento que hay ahí un rechazo a la castración. Esa es la interpretación que hace de ese episodio, esto que quiere decir hoy para nosotros ausencia de una significación fálica.

Después está también Melanie Klein. Hago esta introducción para que vayamos viendo que hay autores que estaban muy preocupados por este tema, M. Klein considera que de alguna manera hay psicosis en la infancia, que la esquizofrenia se manifiesta en la infancia, que allí hay rasgos esquizofrénicos específicos. Piensa que si detectan,  si tenía alguna fantasía, en la infancia podría haber curación, no en todos los casos, pero si lo considera como una posibilidad.

Antes de ella no se hablaba de que en la esquizofrenia los signos aparecieran tan tempranamente, ella lo considera así y hoy está totalmente abalado de hay signos esquizofrénicos muy tempranamente que se pueden advertir. El problema es que conforme avanza esta creencia también avanza la psiquiatría en relación a la medicación. Hoy en el hospital de niños se medica con antipsicóticos desde muy temprana edad, es decir, desde los cuatro o cinco años ya pueden tomar la medicación.

El avance de la neurociencia con una parte de la psiquiatría que ha ido abandonando su posición de observación para transformarse en medicadores, ha ido produciendo estos efectos en donde hay niños y donde luego, no se sabe si producto de la mediación, es que están psicóticos o ya lo eran.

Ahora vamos a ir adentrándonos en el tema nuestro de, porqué Lacan habla de la metáfora paterna y los nombres del padre. Para ver esta cuestión hay que tomar en cuenta los Seminarios 3 y el 5 que es donde va a tomar Juanito y articula la metáfora paterna y la significación fálica.

Es interesante que retomen estos textos, si bien en esta clase no puedo retomar todo eso, voy a desplegar algunas cuestiones para ver si podemos llegar un poquito al tema de las psicosis ordinarias. Lacan ubica como algo del éxtasis la identificación que se produce en el estadio del espejo dice lo siguiente: “El riesgo de la locura se mide por el atractivo mismo de identificación en las que el hombre compromete a la vez su verdad y su ser”. Es decir, es ahí donde se encuentra el éxtasis, en la identificación misma, en la falla de la identificación, en la ruptura que se produce ahí en donde habita la psicosis, y esto es en el estadio del espejo.

Lacan también apela a los recursos ficcionales que Freud necesitaba plantear, es decir, la recurrencia a la mitología, luego va a recurrir a otros discursos, sea la lógica, la matemática; entones va cambiando su despliegue conceptual conforme van dejando de servir para explicar algo de la clínica. El estadio del espejo también forma parte para él de algo que le permite hacer conocer, de algún modo, lo que significa ese momento temprano de inscripción de un sujeto. Entonces dice, que es en el estadio del espejo en donde habita la psicosis, porque la neurosis intenta salir de la imagen especular, hacerse un lugar vía el deseo y no a la adecuación, a hacerse el objeto que al Otro le falta, identificarse a ese objeto, ser ese objeto. ¿Y qué, quien es este primer objeto? Para Lacan como para Freud, es la madre quien encarna este primer objeto por fuera del sujeto cuando este ingresa al lenguaje. ¿Qué quiere decir esa presencia? Es la presencia de la irrupción del goce, eso es la madre, la madre en el sentido de que es por el nacimiento que se produce lo que encarna la presencia de un goce, de algo que se pierde por nacer, de algo que se pierde por acceder al lenguaje, por acceder a la vida. No la palabra, porque la palabra es después, otro movimiento.

Es una primera experiencia que la encarna la madre, pero esa primera experiencia, para exista, volvemos a la operación que Freud nombra la Behajung, la operación de una afirmación primera, una operación de la inscripción de un símbolo primero, una inscripción de ese acceso a lalengua.

Público: Serían dos pérdidas: una que se pierde al nacer; otra que se pierde con el acceso al lenguaje.

Susana Amado: Claro, la pérdida primera es necesario que se inscriba, Freud dice que la Behajung tiene que hacerse sobre el fondo de la ausencia, no puede hacerse sobre el fondo de una presencia, se hace porque algo se pierde. Es necesario que algo se pierda para que algo se afirme. Freud utiliza muchas metáforas, el carretel por ejemplo, a sus nietos, que lo tiraban cuando la madre se iba. Son manifestaciones que tienen que ver con la inscripción de la presencia y de la ausencia. Para que algo se inscriba tiene que haber una afirmación de algo que no estaba, que después llamaremos “reconocimiento del agujero”, de la falta que es estructural. El agujero que es al que uno accede al nacer.

Público: Que Freud llamó identificación primaria

Susana Amado: Claro, ¿Se acuerdan que Freud dice que de eso no se puede decir nada? Eso está, es una primera identificación, primera afirmación, que es la Behajung. Y la otra operación, que Freud llama rechazo, la negación, la Verwerfung, eso es rechazo de esa afirmación, “de eso no quiero saber nada”, porque para que esa afirmación se produzca es necesario que haya dos personas que consientan: la madre y el niño. En esa dupla que Lacan dice, tomando a Freud, que hay tres en realidad, es una tríada: la madre, el niño y el falo. Para que esa operación se produzca tiene que haber un ordenador y ahí ubica al padre. Es decir: la afirmación solo es posible si está ese operador, un operador por sobre esta dupla madre-hijo, este es el que va a inscribir que es posible esta afirmación, lo que nosotros llamamos en el estadio del espejo: el niño se unifica en el espejo, pero para unificarse se mira, hay Otra mirada, una mirada que unifica y permite que esa operación se realice, que se inscriba esa afirmación primera.

Eso es lo que Lacan llama metáfora paterna, porque sustituye, es una operación de sustitución de un significante por otro. Este nombre del padre sustituye el deseo de la madre, que es el deseo de la madre por ese falo, ese hijo. Por eso se llama metáfora paterna.

Para que se entienda bien: recuerden ustedes que en la lógica está el significante, la barra y el significado, por el medio entre el significante y el significado, pasan muchas significaciones, que son enigmáticas. Es como si flotara de distintas maneras el sentido. Para que algo del sentido se configure es necesaria una significación, es decir, que el significante se abroche a algo del significado, para que se produzca el sentido. Lacan le llama “punto de capitoné”, capitonado, que son esos sillones que se abrochan, el botón de los sillones. Esto sería el abrochamiento del significante con el significado, pero no siempre es posible. Pero uno podría decir que es casi imposible: la neurosis muestra que no hay tal adecuación, tal abrochado, entre significante y significado, entre sujeto y objeto, siempre falla. Ahora, en la psicosis, en la esquizofrenia, es la prueba más consistente, falla siempre. Por eso Freud a la operación de repudio, de rechazo a eso, le llama Verwerfrung. No hay allí esa afirmación primordial, hay un rechazo. Lacan ubica eso en el estadio del espejo: ahí queda totalmente sometido a esa dupla el sujeto. Entonces Lacan utiliza el término de Freud, pero le da otra vuelta, y dice que más que repudio, rechazo, voy a hablar de forclusión, utiliza un término del derecho, no se puede volver a apelar. En el derecho es así, hay causas que tienen un tiempo de duración, pasado un tiempo la causa prescribe y no hay derecho a ningún reclamo. Esto lo grafica Lacan para decir que en la psicosis, si no se afirmó no hay ninguna posibilidad de que se afirme. Es lo incurable de la psicosis. O hay un rechazo al vacío central, o hay una aceptación – como en la neurosis. En términos freudianos: hay aceptación a la castración, o hay un rechazo. Son maneras de metaforizar esa forclusión, ese rechazo.

Entonces, Lacan hasta ahí está muy pegado a Freud. Cambia el término rechazo por forclusión. Uno puede pensar que está bien elegido el término, el cual lo grafica de muchas maneras, como una máquina de escribir en “De una cuestión preliminar…”, a la que le falta la letra.

Público: No va a poder apretar el botón y no va a aparecer la letra, porque falta el significante.

Susana Amado: Eso. Falta la letra que daría cuenta del sentido, falta la letra que daría cuenta del abrochamiento, y esa letra que no está. Después, más tardíamente, utiliza una metáfora de la letra que después recupera en la ultimísima enseñanza con que, en verdad, lo que pasa en la psicosis, es por ejemplo en la psicosis ordinaria, y en la desencadenada también, cuando algo se articula, se abrocha en la posibilidad, el recurso que toma el psicótico de abrochar algo como instrumento para después continuar con su vida. Lacan dice que hay maneras de que un sujeto haga con esos trozos de goce una letra, que escriba algo, si bien ha fallado la Behajung, haga una letra, una inscripción.

Público: En la máquina de escribir, en el teclado está la letra, no está lo que va a poner el símbolo en el papel, la letra que falta en el instante de la inscripción. No ingresa, es rechazado, así que la metáfora de la máquina me parece muy buena: está la tecla pero no está la letra que va a imprimirse en el papel.

Susana Amado: El orden simbólico es accesible para todo el mundo, que Lacan lo ubica en un comienzo como algo capaz de domesticar el goce, y que es capaz desde el Nombre del Padre de poner un límite al goce. Cuando digo goce, él al principio lo graficaba desde el Deseo Materno, que puede ser atroz también, el deseo materno, conocemos todos, que hay casos de estrago espantosos que el niño y la madre están totalmente confundidos, ensamblados. Lo que sí sabemos es que el orden simbólico no ordena el goce, ni lo domestica, es imposible. La manera de ordenar al goce hoy es múltiple, desde los tres registros, que tienen después en la enseñanza de Lacan un mismo valor. Se puede ordenar desde la imagen, desde lo real, y desde lo simbólico. Ordenar en el sentido de instrumentar, utilizar un instrumento que permita una pacificación, un modo de complemento, suplemento a eso que está desanudado o que no está.

Público: Ya no sería el nombre del padre como dice en el seminario 5, sino los nombres del padre

Susana Amado: Lacan dice después, cuando va a trabajarlo, en el año 63, después de desplegar el seminario 5, cuando ya está más por el 11, ahí ya advierte en un solo seminario, una sola clase, que se llama “Los nombres del Padre”, en donde dice que no se trata del nombre del padre, sino que hay nombres del padre. El nombre del padre es una predicación. Una manera de nombrar una función. Como cuando decimos respecto de un paciente psicótico que el hospital funciona como nombre del padre. Es decir, como agente regulador del goce. No hay un padre que sanciona, hay un uso, servirse de un nombre del padre, una función que regula, una nominación que puede funcionar como instrumento que aplaque algo del goce que se instala en ese cuerpo, un recurso. Entonces a veces usamos mucho el nombre del padre, porque nunca Lacan dejó de hablar del nombre del padre, pero de los nombres que se pueden usar del padre para servirse de él.

Público: A mí me parece que en paralelo va elaborando una idea del goce y lo real, la posibilidad de pensar lo real fuera de lo simbólico y lo imaginario.

Susana Amado: Claro. El pensaba lo real… ¿Se acuerdan cuando hablábamos de los paradigmas del goce? El pensaba lo real durante mucho tiempo de su enseñanza, hasta el seminario de “La ética”, cuando se topa con La Cosa, que el goce se podía regular, el goce podía regularlo lo simbólico, que el goce era absolutamente posible de ser tramitado. Freud también lo pensaba, apostaba por el padre, era una época en donde la autoridad paterna tenía una consistencia que permitía ciertas regulaciones. Eso no hay. No hay más. Y uno podría decir: “¿En la época esa, que el padre regulaba el goce, no había esquizofrenia?” No, porque no puede regularse, se puede controlar, regular algo, pero el goce no se domestica, siempre escapa, eso falla. Pónganle el nombre que quieran: en Freud “el yo y el ello”, “la pulsión y el cuerpo”. Eso falla, siempre falla, siempre hay inadecuación

Público: Y eso es lo que permite seguir investigando sobre los temas, ¿no? Que es lo que hizo Freud, lo que hizo Lacan y lo que se sigue haciendo ahora dentro del Campo Freudiano, que no nos quedamos repitiendo, o al menos intentamos no quedarnos repitiendo los conceptos ya elaborados, sino ver qué hay, de qué otra manera se pueden decir, pensar e intervenir en la clínica actual. No todo es lo mismo de antes, no todo cambia y no todo es igual

Susana Amado: Claro, totalmente, es así.

Público: En el caso de “El hombre de los lobos” también hace esa distinción, ¿no? No es que no había padres sino que había muchos padres, había encontrado en el transcurso de todo su tratamiento, y no solo de su tratamiento con Freud, muchos nombres del padre que le permitieron los arreglos con ese goce

Susana Amado: Claro. Exactamente. Y piensen en Juanito incluso que a merced del padre se hubiera brotado seguramente. Con Freud se cruza, aún no estando Juanito bajo tratamiento, se cruza con el padre, y le enseña Freud a ser padre de alguna manera, es decir, que cumpla algún tipo de función de separarlo a él de esta jirafa que se le venía encima  de algún modo, y que Juanito había encontrado como recurso poner a distancia con su fobia. Luego Juanito se encuentra en su vida con otros que funcionan como Nombre del Padre, la música por ejemplo, es un genio de la música, es un gran compositor. Creo que vive, o murió hace poco tiempo, él tuvo un arreglo absolutamente posible con su goce. Incluso Miller dice, en aquella conferencia en la que se pregunta qué hubiera pasado con Schreber,  que por supuesto no fue paciente de Freud, Freud escribe a partir de sus memorias, pero qué hubiera pasado, por ejemplo, en ese episodio cuando Schreber es nominado, a los 32 años. Quizá si se hubiera encontrado con Freud, no hubiera desencadenado. No se sabe, pero quizá, si allí aparecía un Nombre que ajuste algo de eso. Miller cuenta que es interesante porque, en el transcurso de los distintos tratamientos de Schreber, se topa con Flechsig, con quien tiene una transferencia absolutamente negativa, es el momento de la frondosidad absolutamente bruta de su delirio, y luego se topa con un padre excelente. Toma el nombre Freud “padre excelente”, y era un padre como sería el del tercer tiempo del Edipo, un padre real, un padre dador, un padre propiciador, que es, uno puede decir, lo que hoy haría con un psicótico, preguntarse con qué recursos cuenta. Schreber tenía el de escribir, entonces lo conduce este padre dador, que escriba las memorias. No se curó nunca, pero hoy leemos las memorias, que es un texto extraordinario para entender como un sujeto hace algo…

Público: ¿Sería el padre que habilita?

Susana Amado: Claro. Exacto.

Público: Lo habilita a él incluso a reclamar…

Susana Amado: ¡Claro! Tal cual, que pide para salir de ahí. Recuerden que Freud utilizaba, por eso les decía, las metáforas, el padre de la horda primitiva, que Lacan también utilizó para hablar de las fórmulas de la sexuación, lo que está más allá del Edipo, pero él también se sirve en su primer momento, articula de alguna manera, el padre a Edipo y a la castración. En un primer momento utiliza la metáfora, pero habla de los tres tiempos del Edipo, utiliza el primer tiempo, que es un tiempo de la inscripción, del padre operador. Un padre, que dice, es donde se habilita el goce, se inscribe. Después un segundo tiempo, que es el padre privador, imaginario, que prohíbe el goce materno, es el que sustituye el deseo de la madre, que le prohíbe a la madre, ¿Se acuerdan cuando Freud decía “no reincorporarás tu producto”?, ese es el padre privador. Y luego el padre del tercer tiempo, este padre excelente, padre dador, padre real. Lacan grafica estos tres tiempos del Edipo para decir la manera en la que funciona el padre, produciendo un abrochamiento posible del sentido, esto que decíamos, el punto de capitonado, de capitón, punto de basta, el punto del abrochamiento de la significación.

Público: La carretera principal…

Susana Amado: Claro, la carretera principal, el Nombre del Padre, todo el sinnúmero de ejemplos allí, que dan cuenta del abrochamiento de la significación. Para que se produzca ese abrochamiento, para que se produzca una significación, un sentido, tiene que haber una posibilidad de que algo se abroche, no es un abrochamiento total, sino que algo se abroche.

Público: ¿Los nombres del padre son los que habilitan los mecanismos de defensa?

Susana Amado: Claro. Los nombres del padre habilitan ciertos mecanismos con los que el sujeto se defiende, se defiende con la fobia, se defiende con el síntoma, un neurótico se defiende y repite de lo lindo, mucho, todo el tiempo. Por eso Miller dice que cuando uno se topa con un paciente que repite demasiado, piensen que están con un neurótico, en el sentido de que le da una vuelta, le da otra vuelta. Bueno, la histeria es un ejemplo, donde “fulanito me hizo esto, me hizo lo otro, me hizo no me hizo”, digo, puede pasarse una vida reprochándole al otro lo que el otro no le da, es decir, tratando de darle vuelta vía la repetición, defenderse a su manera del goce del Otro, sosteniendo la creencia en un Otro, obviamente, y culpabilizando de lo que el Otro no le da. ¿Se entiende esto, no? En la neurosis es fácil de detectar, el problema es confundirnos, porque ahí no hay retorno, confundirnos y tratar un paciente, interrogándolo como si fuera una neurosis, y producir o promover un desencadenamiento, por eso es tan interesante algo del orden del diagnóstico, y tener en cuenta los arreglos que hace un sujeto cualquiera, algunos son más prolijos que otros, los neuróticos somos a veces un poco más prolijos, no siempre, para hacer los arreglos con el goce, que es singular para cada uno.

Miller utiliza un término en “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, que en vez de decir arreglo, dice la palabra, el concepto que inventa, es “compensatory make-believe”, un hacer creer compensatorio, y dice que es hacer creer algo al otro que lo compensa, es una manera, en vez de decir “make-believe”, se puede decir: “mirá como se las arregló”, “mirá como se las arregla ese psicótico”, porque es un psicótico, ¿no? Tengamos en cuenta que cuando decimos psicosis ordinaria, es una psicosis, que no ha desencadenado, que puede desencadenar, que puede quedar allí, que puede sostenerse en el tiempo de esa manera porque encuentra un arreglo que no lo perturba demasiado con el goce., que el goce no se le viene, de alguna manera, encima.

Miller se pregunta, por ejemplo, qué pasa con esos sujetos que se la pasan repitiendo arreglos, eso es interesante, porque dice “tengan cuidado con esos sujetos que se la pasan repitiendo arreglos”. Por ejemplo, “Yo empiezo una carrera… y la dejé”, no lo sienten como una pérdida, o como algún obstáculo, sino que es como una metonimia infinita de arreglos. Ahí hay que tener cuidado porque se trata de una psicosis que anda buscando los arreglos posibles, y el analista no tiene que interrumpir eso, porque sino, digo, en esa confusión a veces es: “¿Pero por qué tendría usted que andar buscando?”. Hay que tener mucho cuidado con cómo se las arregla cada uno para buscar un modo de acomodar algo de eso que metonímicamente se le desplaza, en términos de fuera de sentido, no lo entiende, fuera de discurso, no lo abrocha, no puede hacer un punto de basta, no puede detener con algún tipo de significación o de sentido. Entonces circula metonímicamente hasta que encuentra algún arreglo de goce

Público: Y uno los ve como errantes, ¿no?

Susana Amado. ¡Exactamente! La errancia…

Público: Carrera, trabajo, familia, ciudad, país incluso, en esta búsqueda…

Susana Amado: Y la errancia es un signo que hay que tener en cuenta, y no hay que detener, desde uno detener, pero es para considerar que la errancia es algo del orden de lo metonímico, de un goce que se filtra, una y otra vez, que hace que un sujeto esté errando, porque no puede detener el goce que irrumpe, entonces se sale de la norma. Ahí uno podría decir si es incauto, y no, no puede serlo como nosotros, neuróticos, a veces somos bastante incautos. No son incautos, hay como una dispersión del sentido, de lo que parece, pero encuentra recursos para errar.

Público: La errancia es un recurso…

Susana Amado: Puede ser un recurso y puede ser demoledor, pero sí es signo que ahí hay algo

Público: No logra tener consistencia…

Susana Amado: Que no consiste en algún lugar. A veces consiste. Es interesantísimo pensar que a veces tienen más recursos que cualquier neurótico, inventan más recursos, lo que no quiere decir que no padezcan tremendamente. No estoy haciendo una panacea de esto, pero tienen recursos, no les impide ser brillantes. Lacan cuando le preguntaban decía “yo soy psicótico”, se sentía identificado más con la psicosis que con la neurosis. A veces también es interesante pensar como uno, en el cuidado, piensa que va a desbaratar, quiero decir, la demasiada mesura o el demasiado control superyoico que puede pensar en la protección, también es limitativo.Cuando un psicótico se presenta y dice de la errancia, ese deslizamiento no es un signo que va a parar a un delirio, así como uno no está hoy sosteniendo el delirio al modo que lo pensaba Freud en algún momento, el delirio es estabilización. No siempre. Van a ver el texto que les dejé, de Eric Laurent también, es interesante el punto de qué se interpreta ahí.

Público: Lo más interesante es el reverso, en la época de Freud se pensaba qué hacía un desencadenamiento, y aquí lo importante es pensar qué anuda.

Susana Amado: Por supuesto, exactamente, en lugar de andar preocupado por el delirio, interesarse en la trama, por un lado, para tener idea qué fue lo previo, la pre psicosis, lo que acontecía antes, sí de eso poder saber, pero fundamentalmente los arreglos que tiene un sujeto para el goce, ¿no? Cómo se las arregladice Miller, hay tres externalidades, una es subjetiva, la otra es corporal, y la otra social. Entonces, dice, ¿cómo se las arregla un sujeto con esas externalidades? Y lo que es muy interesante es, bueno, que no se las arregla solamente con el orden simbólico que va a determinar y regular, sino que puede regular con un objeto, puede regular desde lo real, puede regular desde lo imaginario, por ejemplo, si un psicótico va, o una psicótica va, se inscribe en los grupos emo y sale rey o reina de los emo.

Público: Su propia lengua.

Susana Amado: Es decir, ese es un recurso de apelación a ese imaginario roto que puede haber en la psicosis y el armado, que no es lo mismo que el orden de hierro del superyó, no es lo mismo que nombrarse como las histéricas que dicen “formo parte del grupo que están todas cortadas”, que son modos de identificación que no son identificaciones, sino que son comunidades de goce. Buscar comunidades de goce que permiten nombrarte como, nombrarte en la pertenencia a una comunidad. Pero si un paciente viene, un psicótico, uno puede decir que los grupos lo van a desestabilizar. ¿Por qué? A veces funciona como regulador.

Público: Quiero preguntarte por lo de Freud, que no se preocupaba tanto porque el paciente fuera a desencadenar sino por…

Susana Amado: No, sí se preocupaba, no es que no se preocupaba porque iba a desencadenar, sino no estar atento a que pudiera desencadenar. El dice que la psiquiatría allí no atendía, a veces, el desencadenamiento. Freud se preocupa por el diagnóstico, esto es interesante, piensen que pasaron muchos años de eso, hoy estamos en otro momento, lo que llega a la clínica es más bien algo de este orden de esta psicosis ordinaria, uno no sabe qué es este sujeto que se presenta, que nos interroga todo el tiempo y necesitamos ir a supervisar, contarle algo y decir: “no entiendo que es, de qué se trata”

Público: Muy impregnado de lo imaginario…

Susana Amado: ¡Muy impregnado de lo imaginario! Por eso Lacan dice que habita el estadio del espejo, y es cierto

Público: Respecto al estadio del espejo, Lacan habla ahí la edificación del tronco de la demanda, lo toma como agresiva, ¿por qué?

Susana Amado: Porque del estado, uno podría decir, anterior a la unidad, porque hay que pensar que en el estadio del espejo hay dos momentos, uno del que no se puede hablar, que es el estado más gozoso, es lo que podría uno decir el trauma mismo, del que nadie puede decir nada, se puede abordar, ponerle un borde, de alguna manera, pero de ese, que es el agujero, no se puede hablar. El espejo sirve para pasar a ese otro lugar donde lo imaginario le hace creer, el espejo, por eso Lacan utiliza ese recurso de la física, el espejo le hace creer en una unidad. Ahora, esa creencia que se le arma de que es un cuerpo unido, cuando no lo es, porque es un cuerpo fragmentado que depende del Otro en todo sentido, es lo que es un sujeto humano nacido. Devuelve una unidad que es imaginaria, que está sostenida en ese imaginario por un  Otro, digamos el Otro del lenguaje, el Otro que va a habilitar esa entrada en el lenguaje, que va a habilitar después la palabra. Recuerden que Lacan tiene un escrito “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”. Función y campo de la palabra y del lenguaje, es decir, aparece el lenguaje, pero la palabra es otra función, la palabra se habilita, es un segundo tiempo. Para eso, dice, es un padre que inscribe, que permite la afirmación.Así lo de la exterioridad, está adentro y está afuera.

Público: Como una Banda de Moebius…

Susana Amado: Claro, tal cual, está adentro y está afuera. Está adentro porque permite la inscripción, está afuera porque está en el lugar que para que se funde la ley tiene que estar afuera, y está adentro porque, al mismo tiempo, tiene que estar atravesado por la ley, no es que es un padre que dice “yo estoy afuera y ordeno, ordeno y digo que no hay ley para mí”, porque si eso es un padre, no hay ley para mí, es el padre de Schreber, es el padre de los que pululan en este mundo, no es solamente el padre de Schreber. ¡Ojalá!

Me interesa saber chicos si se va entendiendo, porque esta es una clase muy primaria, después van a dar cuestiones más avanzadas en la teoría, Graciela Esperanza va a hablar seguro algo de los nudos, es necesario pensar primero en la estructura, de hecho se llama así: “Clínica estructural”

Público: Lo interesante es que es tal cual como vos lo has marcado al comienzo de la clase, la clínica estructural implica darle todo su valor al diagnóstico estructural, sin perder de vista lo singular. Y que lo singular son estos anudamientos más allá de las estructuras, pero no sin las estructuras.

Susana Amado: Tal cual, no sin las estructuras, esto quiere decir… ¿Qué es lo que la palabra estructura indica? El agujero. La estructura es eso: la aceptación de que hay un agujero inicial. Lo que pasa es cómo se abordó ese agujero, con distintas maneras de transmisión, eso es. Después les voy a comentar lo que dice Miller en “Más allá del Edipo”, lo que dice del padre.

 

2da parte:

Susana Amado: Bueno, les quiero comenzar unas pequeñas cuestiones que Miller trae, porque me parece que ordena, cierra un poco lo que hoy yo les planteaba, les va a articular algunas cosas, muy acotadas, porque me gustaría que haya lugar para preguntas. Ustedes tienen la clínica, quienes puedan poner ejemplos clínicos, me va a venir bien.

Miller sigue con esta pregunta: “¿Ya llegó el psicoanálisis más allá del padre? Frecuentemente se ha reducido la enseñanza de Lacan a un aporte, y a ese aporte se lo redujo en ocasiones a la teoría del nombre del padre, expuesta en el escrito de “de una cuestión preliminar”. Pero muchas veces se desconoce el recorrido que llevó a Lacan a derribar el ídolo que se le imputaba haber elevado, y fueron necesarios los dichos más explícitos, más explicativos de sus últimos seminarios, de los años ‘70, para que se acepte percibir un cuestionamiento efectivo, sin embargo, que se localiza en el ’63, cuando la facticidad, lo fáctico del destino de Lacan en el psicoanálisis, lo condujo a designar como tal el deseo de Freud, a fin de extraerlo. No de sacarlo, de extraerlo, de ponerlo en lugar. “Eso, que desde entonces llamamos entre nosotros el impulso analítico, es el psicoanálisis más allá del Edipo”

“Más allá del Edipo” no quiere decir olvidarse que el Edipo forma parte de la trama familiar, se constata que el padre, la madre, su relación con la demanda, su deseo, su goce, la familia, su configuración en cada caso, son términos y temas electivos de la preocupación de un sujeto. La relatividad antropológica del mito de Edipo y de las sociedades patriarcales no quita nada a lo que Lacan llama su radicalidad. Por el contrario, su relatividad antropológica, valoriza aún más su radicalidad en la experiencia analítica. El más allá del Edipo solo es concebible si el Edipo es situado en su lugar, es decir, primero es necesario situar algo del Edipo para pasar más allá del Edipo. Un sujeto no viene a análisis sin la configuración familiar, sin el nombre, ¿Se entiende?

Público: Sin la novela…

Susana Amado: Sin la novela familiar, sin ese armado, pero es necesario pasar por ahí para extraerlo. Y después dice: “El Edipo no es menos que en Tótem y Tabú, lo que se llama una historia novelada. Los mitos freudianos del padre, el Edipo de Freud, recoge de los griegos, como Tótem y Tabú, que inventa a partir de Darwin, son otros tantos cuentos hechos para novelar la pérdida de goce. Hubo entonces alguien que dijo: de tu goce, eso es mío, y que te lo robó para no devolverlo más, ese es el padre. Así, donde estaba el deseo de la madre, donde estaba ese goce, advino el padre, que lo arrebató. El parricidio no libera pues, el padre se lleva con él, en el mito de la horda primitiva, el goce con él”, es decir, que por más que se mate al padre, se lleva el goce con él. “El parricidio acá no es más que un gaudicidio, aprovechando la palabra latina de donde proviene, pese al uso de Cicerón, nuestro goce, gaudi. Un real responde por esas ficciones, ¿Cómo designar ese real apropiadamente? El objeto perdido también es un mito, y designarlo como objeto a, ¿Es ir más allá del semblante? ¿No es una ficción más que armamos? El esfuerzo por un psicoanálisis, que no fuese más una mitología, un discurso que no fuera de semblante, no podría satisfacerse, ubicando en el lugar del nombre del padre, un significante cualquiera, en función de amo. Pues, eso no es salir del semblante. Ubicar allí el objeto a ¿Es ir más allá? ¿O es continuar con la ficción? ¿Hasta dónde se extiende exactamente el imperio del padre? Es decir, el semblante por excelencia. ¿Qué deja fuera él? La función del nombre del padre responde a un uso práctico, la apuesta de un psicoanálisis más allá del Edipo también, no es menos práctica, ¿Cómo no reconocer la presencia, la incidencia, la virulencia de los nombres del padre? Los semblantes del padre en la experiencia analítica, ¿Y cómo negar el uso? Pero es necesario servirse del padre. Eso no quiere decir rendirle culto a él, por el contrario, reconocer el uso del padre en su dignidad instrumental, como un instrumento que implica arreglárselas sin él, en la teoría, si se quiere, ir más allá de una mitología, de ser algo como una ciencia de lo real”…

Público: ¿Ciencia de lo real?

Susana Amado: Claro, pensar el psicoanálisis como ciencia de lo real es ir más allá del Edipo, vos te podés servir de todos los elementos posibles para tratar el goce, pero lo real existe, el goce sin domesticar. Esa es la ciencia de lo real. Por eso decimos: a lo que la ciencia intenta domesticar, lo real, saber hacer con lo real, creer que puede ordenar algo del mundo, los científicos, lo que elide la ciencia, lo que deja de lado, lo que forcluye, es el sujeto. Lo que queda por afuera de lo real. Nosotros admitimos lo real, la ciencia piensa que lo real existe, pero que es posible de ser domesticado, medicado, controlado. Bueno, hasta acá.

Público: (pregunta inaudible)

Susana Amado: A ver. En ese caso, cuando Freud insiste mucho con el Hombre de los Lobos, él quiere hablar de la escena primaria, entonces quiere fundamentar su teoría, estaba inventándola, y entonces quiere abrochar todo con su teoría, no importó mucho que el Hombre de los Lobos se brotara, también en la neurosis obsesiva, el caso de neurosis obsesiva trabajado por Lacan, el Hombre de las Ratas, ahí también, digamos, hay un pequeño empuje de Freud, pero para corroborar de alguna manera la neurosis obsesiva. Freud se encontró con las dificultades, por eso le escribe al pastor y le dice: “me pasó que me confundí con un caso de neurosis obsesiva, que luego devino una psicosis”, no sé si está hablando del Hombre de las Ratas, pero el advierte. Recuerden que Freud está fundando. No es lo mismo Freud que Lacan, Lacan se topa con una teoría armada, puede ir más allá de esa teoría, maniobrar, incluso aportar muchas cosas, igual que la psiquiatría, el psicoanálisis avanza, no son los mismos tiempos de Freud, pero Freud estaba fundando. Entonces, hasta se legitiman los errores en eso, pero fíjense lo que yo les leí, como él advertía la diferencia y lo necesario del diagnóstico, tomarse el tiempo para diagnosticar de qué se trata, si no lo podemos diagnosticar, porque hoy el caso viene con cierta complicación, por lo menos estar atentos a cómo regular, estar atentos a los desencadenamientos, a la estructura que tiene, no empujar, dejar que los arreglos del goce vengan del sujeto mismo, y  funcionar como secretario del alienado, funcionar apoyando y a veces haciendo de Nombre del Padre, permitiendo esa nominación, nombrando en ese punto, o haciendo de semblante de objeto para que el sujeto se identifique de una manera.

Hace un momento, me comentaban algo de la psicosis, que me parece que es interesante, cómo opera esto en el autismo…

Público: Sí, a mí me llamaba la atención cuando te escuchaba cómo en el autismo se presentifica este estatuto, digamos, del significante, o del S1, como condensador de goce en el propio cuerpo en el autismo, o sea, en ese punto ahí vemos como la repetición, existe la repetición, el autista con su propio cuerpo la ejerce, o con el objeto que toma para eso, tiene otro estatuto. Se ve ahí la teoría de Lacan presentificada en el estadio

Público: La forclusión del agujero

Susana Amado: Claro, porque además el psicótico que porta el objeto que porta, no es un objeto exterior a él, no es el objeto transicional de Winnicott, o el objeto que el niño porta en una neurosis. Ese objeto, en el autismo, está identificado con ese objeto, es como si fuera del cuerpo, no hay diferencia

Público: No. Por eso habla de extracción del objeto, es lo que permite separarlos, porque está pegado

Susana Amado: Ahí no funciona para nada lo que en el estadio funciona como “salir afuera de la imagen especular”, para ir a buscar.

Público: En la clínica se ve como los chicos tienen un mismo comportamiento, sea una repetición constante en cada sesión, lo que hacen con su cuerpo, se ve  como el S1 es condensador de goce, que repite todo el tiempo el mismo goce. Y hay que ver como uno, con mucha prudencia, va pudiendo articular alguito, alguna cuestión nueva, en ese circuito.

Susana Amado: Claro, como tercerizar ahí de alguna manera, es poner algo más en ese espejo, hacer funcionar un operador.

Bueno, ¿Quién más quiere preguntar o si se le ocurre alguna cuestión?

Público: Cuando vos decías Susana el tema del “psicoanálisis más allá del Edipo”, lo entiendo como que no es sin la estructura, primero se va a la estructura para luego localizar los modos de gozar, pero no es una sin la otra…

Susana Amado: No, por supuesto, por eso dice que para eso tiene que estar el Edipo instalado, no es sin la tríada, porque si no queda, como decían, dos en uno.

Público: Además la palabra opera como que vela algo, un circuito del análisis que hay que trazar y transcurrir

Susana Amado: Porque cuando decimos semblante, o velar, todo eso es que ya funcionó una operación, la bejahung, o la afirmación primordial, funciona sobre el fondo del reconocimiento de que hay una ausencia. Entonces, ¿Qué es lo que vela uno frente al agujero, al vacío? Lo vela con objetos, con semblantes, con paradas, con lo imaginario, con las pilchas, que se yo, en el sentido de que todo eso es un velamiento de la falta.

Público: Sería que hay eso pero porque no hay

Susana Amado: Claro, ese es el semblante. Son tratamientos respecto de ese agujero. Ese es el borde, Freud lo pone el borde, la pulsión es un tratamiento, de alguna manera, de hacer algo con ese borde, bordear el agujero, digo. El circuito de la pulsión

Público: Lo que sería ir más allá del Edipo, sino ver cómo se constituye de alguna manera el Edipo, cuáles son los arreglos con los cuales que se encuentra al momento de llegar, cuales son los arreglos a los que no está pudiendo llegar y está sufriendo y viene a la clínica, ir más allá de cómo se ha construido como psicótico, neurótico, ver las formas que ha encontrado de arreglarse en un punto

Susana Amado: Claro, lo que importa es eso,lo que dice, tomando lo que habían mencionado respecto de la letra, que tomé yo “El momento de concluir” de Lacan que dice: “el tratamiento del agujero, que marca el campo de imposibilidad, se hace por trazos de goce”, homologa a una letra, y no solamente por el lado de la significación, no es solamente que la significación abrocha, sino esas posibilidades de que hay trozos de goce, donde alguien puede armar con esos trozos de goce algo. Por ejemplo dice “la inhibición, el semblante, el síntoma, la realidad, la angustia, la verdad, no son solamente metáforas, son elementos que están condicionados por el efecto de significación”. Son asumidos hoy como ciframientos de goce, tanto la angustia, tanto el síntoma, y para eso entonces uno va a Joyce. En Joyce, la mujer, el amor en Joyce, que uno podría desalentar en cualquier psicótico. Bueno, Joyce no ha sido paciente de nadie, menos mal, porque hubiera dejado de escribir maravilloso, pero digo, no ha sido paciente de nadie y, sin embargo, en este caso que uno desalienta muchas veces el amor, en el sentido, no sugerís “Ay! Conocete una chica por Tinder” a un psicótico, porque lo podés mandar… manda al neurótico a cualquier lado, a veces, imagínense en un psicótico. Joyce se anudaba con Nora, la esposa, en esa relación escatológica que tenían. Joyce la cuenta, y la cuenta Ellmann, su biógrafo. Las epifanías en Joyce, no sé si lo han leído alguna vez, pero tiene un recurso con el lenguaje impresionante. Pero a las epifanías todo el mundo las consideraba como esos momentos de brillantez de Joyce. En realidad, son brillantes, pero son efectos de que lo abruma el goce, y él le pone una especie de contención a ese modo de exceso que se le viene, entonces es una especie de luz, Joyce encuentra ese recurso. Pero la gente cree que lo escribía, porque es diferente a esa escritura que tiene, esa escritura metonímica, atravesar el lenguaje, romper con el lenguaje, con la lengua materna, todo. Otros ejemplos Wittgenstein, Pessoa, con esos heterónimos. Hay muchos escritores que fueron psicóticos, filósofos, todos han hecho una obra con eso, algunos eran muy brillantes. No todos podemos…

Bueno, hasta acá chicos.

Público: Un comentario nomás, funciona como un sinthome el arte.

Susana Amado: Exacto, es una letra que se abrocha, efectivamente, una manera singular de abrochar el goce, ese es un sinthome, para cualquiera, para psicosis también.

Público: Respecto a la novela familiar, Susana, hay casos que no viene con eso. Caso de toxicomanía, por ejemplo, hay que crearla

Susana Amado: Se puede preguntar eso, porque en realidad ahí eso está obturado. No todos los casos de toxicomanía son psicóticos, se puede preguntar lo que quiere eludir con la ingesta, lo que pone allí, pero yo creo que son recursos absolutamente de, a ver, recursos con respecto al vacío existencial, con respecto al vacío, que hay cierto rechazo a la castración, al agujero, y sobre ese punto pretenden ese vaciamiento de goce, recuperarlo. Algo de eso funciona, yo no tengo una clínica de las toxicomanías, pero me parece que son tratamientos posibles de ese vacío, con lo cual se escucha como escuchas a cualquier paciente, aportando ahí los elementos que son necesarios, cuando percibís que hay algo más cuidado de cómo se arma eso. Hay muchos psicóticos que consumen, se exceden con eso. Se estabilizan si tienen un buen acompañamiento. En general, el recurso es la manía, una especie de metonimia infinita. La adicción genera ese sin límites. Hay que ver cómo se maneja porque es cierto que es irrefrenable, no se domestica, pero se puede tratar, ver en lugar de qué cosa está.

Gabriela Maidana: Muchas gracias Susana por la clase y al público por las preguntas.

Ciudalitica | 2018

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Clase n°3: «PERVERSIÓN Y PSICOSIS. RENEGACIÓN Y FORCLUSIÓN». Docente: Patricia Moraga

Clase n°3: "PERVERSIÓN Y PSICOSIS. RENEGACIÓN Y FORCLUSIÓN". Docente: Patricia Moraga

Psicoanalista, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Magister en Clínica psicoanalítica de la Universidad Nacional de San Martín y docente de la Facultad de Psicología de la UBA.

 

El retorno sobre el propio cuerpo, la voz media o refleja y la pasividad es en el hacerse. Lacan dice “recién en el tercer tiempo de la pulsión, en la voz pasiva, el circuito de la pulsión termina su recorrido”. Qué quiere decir. Si bien esto es en la voz pasiva, Lacan resalta siempre -leyendo Pulsiones y destinos de pulsión- que en la pulsión hay un primer tiempo, por ejemplo, pegar. ¿Se acuerdan del texto Pegan a un niño? Bueno, voz activa. En el segundo, tenemos pegarse como voz media o refleja. Es tomarse a si mismo como objeto en el cuerpo. En el tercero se tiene que buscar a otro que ejerza la función de sujeto, dice Freud. El sujeto se coloca en el fantasma en el lugar de objeto, haciéndose pegar por el Otro. Entonces, en el tercer tiempo gramatical, es la voz pasiva, pero Lacan dice que la pulsión no es pasiva, la pulsión siempre es activa y, en lugar de decir como Freud, “soy pegado por el Otro”, que sería el tercer tiempo de la pulsión, dice “hacerse pegar por el Otro”, donde resalta lo activo de la pulsión. Este tercer tiempo, el hacerse pegar, Lacan dice es masoquista.

 Por medio de la pulsión Lacan introduce algo que había dejado fuera de su enseñaza y es que para gozar se necesita tener un cuerpo. El goce es siempre en el propio cuerpo, no es en el cuerpo del Otro, por eso llama a ese goce, autista, porque es en el propio cuerpo. Se goza en el cuerpo, el cuerpo se goza, no es que gozamos del cuerpo, el cuerpo se goza. Este tiempo es fundamental. Pero esto es la pulsión, no es la perversión. La pulsión necesita hacer surgir al Otro por medio del masoquismo, en el hacerse pegar. Lo que hace la pulsión es ir a buscar un objeto en el campo del Otro para luego extraer ese objeto del campo del Otro, dar una vuelta en torno al objeto y satisfacerse en el propio cuerpo. El goce es en el cuerpo. ¿Qué quiere decir? Por ejemplo, hacerse pegar por el Otro, hacerse mirar por el Otro, extraer una mirada del Otro, hacerse chupar por el Otro, todas las pulsiones. Quiere decir que, si no hay Otro, la pulsión no puede terminar su recorrido, entonces necesita hacer surgir el campo del Otro y el modo de satisfacción de la pulsión siempre es masoquista. El modo de satisfacción de la pulsión es masoquista, porque es el hacerse. Esto es la pulsión. Lacan dice, la perversión no es la pulsión, la pulsión no es perversa, su modo de satisfacción es masoquista. ¿Cuál es la diferencia?

Volvamos al significante de una falta en el Otro, esto es, el significante de una falta en el Otro es lo mismo que decir no hay Otro del Otro, o el Otro no existe. Porque si existiese el Otro del Otro seria completo, pero si en ese Otro hay una falta eso instaura que el Otro no es completo, pero, además, que no existe. Cuál es el significante que Lacan había dicho que era el significante que hace existir a la batería de los significantes: el Nombre del Padre. Después va a decir, el significante de la falta en el Otro pone en cuestión al Nombre del Padre, no es que el Nombre del Padre es el Otro del Otro, o la garantía. Entonces el Otro no existe, esto es una barra (pizarrón) en el Otro, estructuralmente, hay una falta. Lo que distingue a las estructuras clínicas, a la psicosis no, pero a la neurosis y a la perversión, es qué solución o qué tratamiento se hace, cuál es la respuesta que las estructuras, dan a esta falta en el Otro.

La perversión. Hay dos momentos, el momento en que Lacan trabaja en el Seminario 10 donde él lee la perversión al mismo modo que lo hace Freud. Dice, en el encuentro con la castración del Otro, en el encuentro con la castración materna, el perverso lo que hace es obturar esa castración materna, desmentir esa castración materna, por medio de fijar una imagen que intenta colmar la castración del Otro desmintiéndola: el fetiche. Entonces dice, el menos phi de la castración, como lo escribe Lacan, es colmado para obturar la falta con un objeto a que cumple la función de fetiche. Pero lo gracioso del asunto, esto es, desde el punto de vista del falo, es que ese objeto que va a ir a decir “no, no esta castrado” o “ahí no hay falta”, al mismo tiempo que intenta colmarla resalta que hay castración. Tiene ese doble juego. Pero es una imagen, eso es lo interesante. Es como si el perverso se quedase detenido en un momento anterior dice Freud. Antes sabe que está la castración, no es que no lo sabe, lo sabe, pero lo desmiente y se queda detenido un momento antes, preñado de una imagen que va a venir a ese lugar. Entonces, en el Seminario 10 Lacan sigue a Freud y dice el objeto a, el objeto fetiche, viene al lugar de la falta, viene a tratar de obturar la falta, pero no la colma. En el Seminario 11 Lacan da una vuelta más a la perversión y en el Seminario 16 hay un capítulo que se llama la clínica de las perversiones, que es precioso y fundamental sobre el tema.

En el Seminario 11 Lacan, va a analizar la perversión, pero no la articula con el falo. Va a situar la diferencia con la neurosis, porque si ustedes ven el matema: el menos phi y arriba el a, esto es, la condición neurótica de elección de objeto. Digo, un hombre elije, porque la condición fetichista es del lado masculino, no es del lado femenino, Lacan lo señala, un hombre elije a una mujer por un rasgo, no la elije en su totalidad, la elije por un rasgo. Ese rasgo es lo que determina la elección de objeto. Entonces, en el fantasma se comprueba, del lado masculino, cómo el objeto, que es colocado acá, es colocado en tanto que tiene algo en sí, el falo, que lo hace deseable. Pero este objeto es la condición de deseo y de goce para un hombre. Esto es general, es la condición fetichista general. Un rasgo que tiene que tenerlo, que desencadena el deseo del lado masculino y la condición de goce, pero que tiene que estar presente. Si no esta presente, desaparece el deseo y desaparece el goce del lado masculino. Entonces Lacan dice que lo que caracteriza a la perversión, es la voluntad de goce. Eso es lo principal, que en el perverso hay voluntad de goce.

Lo que me interesa señalar, acá hay una falta (pizarrón), Lacan va a decir que ésta falta que hay acá es como la estructura misma, topológica, que lo que produce es una atracción de goce. Lo que va a ir a este lugar es el objeto a, para tratar de colmar esa falta en el Otro. La diferencia, entre la pulsión y la perversión, es que la posición del sujeto está en el lugar del objeto, él se hace objeto para producir la división en el Otro, para llevar el objeto a, al campo del Otro. Esa es la diferencia. Es la instrumentalización que el perverso hace del objeto.

Los perversos en general no van a análisis primero, si van a análisis duran dos o tres sesiones, porque el perverso sabe como alcanzar el goce, no esta desorientado como el neurótico. Su pregunta no es qué deseo, qué quiero, cómo lograrlo, no. Él sabe cómo lograrlo, sabe cómo alcanzar el punto. Pueden ir a análisis, pero porque tal vez su perversión le ocasiona demasiados problemas, cuando de repente se descubre algo en relación a la mujer, los hijos y demás, en lo social. Pero no van a ir a cuestionar su perversión. Si van a cuestionar su perversión no es un perverso. Seguramente el que se va a cuestionar y se va a angustiar es el analista, no el perverso. Entonces, hay una orientación de Lacan y es que, en la perversión, si uno tiene un encuentro con un perverso, no hay que ir por el lado de señalarle el goce porque eso ya lo sabe, lo sabe mejor que uno, nos puede dar una lección. Sino ir por el lado del deseo y por el lado de la falta, tratando de ubicar lo que no sabe, no el lado del goce, no orientarse por el goce. Lacan dice hay que orientarse por el goce, siempre hay que orientarse interpretando el goce. En el caso de la perversión no, sino nos puede dar la clase y no se modificaría nada.

Lacan sitúa cuatro pulsiones. La pulsión oral con el objeto, siempre es un semblante, un representante, que es el pecho porque como el objeto primero se perdió todo lo que viene después son representantes. Segundo, la pulsión anal -estas dos están en relación a la demanda del Otro-, con las heces como objeto. Tercero, la pulsión escópica, la mirada. Y la pulsión invocante, la voz, el objeto voz.

La mirada, la pulsión escópica, se divide en dos según el tratamiento que se haga del objeto: hacerse ver por el otro, es decir, hacer surgir la mirada en el campo del Otro exhibicionismo, o mirar. Mirar lo imposible de ver, porque el objeto está perdido, imposible de ver, voyeurismo. Esta tiene como objeto la mirada y se trata siempre de, por un acto exhibicionista, por ejemplo, hacerse ver por el otro, hacer surgir la mirada del Otro es hacer surgir el objeto en el campo del Otro. En el mismo lugar donde está la falta en el Otro se hace surgir ese objeto. El exhibicionismo lleva la mirada al campo del Otro, haciéndola surgir. Se podría decir que lleva el goce al campo del Otro. No es una ficción, no es que el Otro goza, el hace surgir la división en el campo del Otro y hace surgir el objeto a mirada en el campo del Otro. Si el Otro no se barra, si el Otro cuando ve un exhibicionismo no hace nada, el perverso exhibicionista fracasa. Es importante el efecto de sorpresa, porque si uno ya sabe que va a pasar eso fracasa. Él es el efecto de sorpresa que produce en el Otro y lo barra. La división es del Otro y el objeto aparece en el campo del Otro.

En la pulsión invocante tenemos dos, como en el objeto voz, el sadismo y el masoquismo como estructura perversa. Lacan introduce una ironía, una ironía terrible y una ironía que interpreta cuando dice que Kant es un perverso, cuando lee el imperativo categórico kantiano que es la ley universal, la ética kantiana. Para Kant hay una ley universal que rige para todos sin excepción, el único que se salva de esta ley es la voluntad santa o la voluntad buena, es una ficción. Pero para Kant para que esta ley se cumpla hay que dejar por fuera, y este es el punto, todo lo que es del orden de lo patológico. La ley no se puede determinar por lo patológico. Pero qué es lo patológico, es el deseo. O, determinar la ley “bueno voy a hacer una ley universal ahora” tiene que ir en contra de eso. No voy a robar, por ejemplo. El imperativo categórico dice que no voy a robar, podría robar en esta situación, pero esta situación se va a convertir en una cuestión universal, voy a hacer una ley de esto “no robaras” y demás. Kant dice no, la ley no puede estar determinada por el gusto, por el placer, por lo estético. Eso es del orden de lo patológico. La ley se determina en sí misma. Entonces Lacan dice que el imperativo categórico kantiano es un imperativo de goce, es a todos el mismo goce, voy a aplicarles a todos la voluntad de goce. Interpreta la voluntad kantiana como voluntad de goce. Porque en especial, esto lo dice en relación al sadismo, cuando uno lee el marques de Sade, Sade escribía y era un teórico, lo libros que escribe son muy aburridos. Bueno, los libros que escribe son sádicos, es más, Krafft-Ebing que es un psiquiatra, clasificó, inventó una perversión y a esa perversión le dio el nombre de sadismo, le puso el nombre del Marqués de Sade; así como a otra perversión le puso masoquismo, y ese masoquismo viene de otro escritor que se llama Leopoldo Sacher-Masoch, que es quien escribió La Venus de las pieles y después se hizo una película. Sacher-Masoch es mucho más divertido porque es otra literatura, es otro el modo de decir, porque son dos estructuras diferentes. Pero Sade, en la vida, como sujeto, no era un sádico, era un masoquista. Estuvo encerrado, pobre, su obra se quemo, desapareció, y fue encerrado por la suegra. Fue una tragedia la vida de Sade.

Lacan dice que el sádico produce la división en el campo del Otro, produce el cuerpo dividido en su existencia en el cuerpo de la victima que es aquel que sufre todos los actos del libertino sadeano. Pero todas las torturas que el libertino realiza sobre sus victimas tienen que ser dichas. El goce que alcanza el sádico no está en el hecho mismo de pegar o de hacer sufrir al Otro, está en el razonamiento que acompaña todos los actos. Por eso lacan dice que el sádico es frío, es analítico, como Kant. Es frío y es analítico porque si hay un goce, es el goce en el pensamiento, es el goce en el razonamiento. Todos los actos violentos, todos los actos que se ejercen, de tortura sobre las victimas, tienen que ser hablados, razonados, tienen que ser justificados. No puede haber ningún goce que esté implicado en hacer la tortura en sí misma, tiene que tratar de vaciar eso del objeto, no tiene que haber nada, no tiene que haber un goce, no tiene que haber un placer, la cuestión está en el razonamiento, en lo analítico de la demostración. Por eso Lacan dice “lo propio del sadismo es la apatía”, uno se aburre, hay un momento en el que uno se aburre, es apático, el texto es apático. Lo propio del sádico es la ironía. Un sádico, dice Lacan, no temería que aquellos sufrimientos o torturas que ejerce sobre el Otro sean ejercidos sobre sí mismo, porque seria alcanzar el colmo de la realización.

George Bataille, que tiene un texto que se llama El erotismo. Bataille decía el Marqués de Sade nos enseña el exceso que nos funda en tanto sujetos, que siempre el goce se presenta bajo la forma del exceso. Dice que no hay ninguna relación entre el lenguaje de los victimarios y el lenguaje de las victimas. En el nivel del goce, esto lo dice Bataille, no hay comunicación posible. Una cosa es lo que dicen los victimarios y otra cosa es lo que dicen las victimas. No hay relación. Lacan señala que la perversión que llega más lejos es el masoquismo. El masoquista, la perversión masoquista nos enseña la importancia que para el masoquista tiene el partenaire, el Otro. El masoquista, como Sacher-Masoch, tiene que encontrar a un partenaire al cual él enseña lo que tiene que hacer, las torturas que le tiene que aplicar a él mismo. Tiene que ser una mujer que se presente como débil, como que no sabe mucho, y él hace de esa mujer débil una mujer poderosa, la convierte en un tirano. Le da el objeto a ella, traslada el objeto al campo del Otro. Cuál es ese objeto, la voz. Y cómo lo hace. Deleuze, en Lo frío y lo cruel, dice que el masoquista es un pedagogo porque tiene que educar a la mujer que va a ser su partenaire. No es que la mujer que es su partenaire es sádica en su naturaleza o tiene un gusto en pegar, no. Él la educa, la convence, le sugiere de tal modo que ella actúe como partenaire de él. Wanda la heroína, de La venus de las pieles, de Sacher Masoch, lo tenía que mantener como mayordomo en su propia casa durante seis meses, pero por contrato, le tenía que dejar dos horas para trabajar, para escribir. El segundo contrato era más estricto, tenía que estar como un perro, iba a dormir al establo, tenía que comer en el piso.

Entonces, en resumidas cuentas, Lacan lo que dice es, el masoquista le da el objeto voz al Otro, lleva el objeto voz al campo del Otro, se queda sin palabras, es ella la que habla y ordena, pero toda la operación es del masoquista. Es ella la que habla y la que ordena y él obedece como un perro, como Sacher-Masoch. La perversión parte de que en el Otro hay una falta y a partir de eso lo que hace es completar al Otro, introduciendo en el Otro un goce por medio del objeto a. Es decir, que hace existir al Otro, le da consistencia. Pero lo que no sabe el perverso y es lo que señala lacan, es que el perverso cree que goza cuando en realidad trabaja para el Otro, trabaja para producir la barradura y el goce en el Otro. Y eso es lo que el perverso desconoce. Lo que desconoce es que es él un objeto, un instrumento del goce del Otro, trabaja para hacerlo gozar y dividirlo, para que el Otro se angustie.

Si el significante del Nombre del Padre es el significante, como decía Lacan en el Seminario 5, es el significante del Otro, es el significante que hace existir al Otro de los significantes. El significante del NP, es el Otro, del Otro.  Si hay forclusión del significante del NP, entonces, lo que hay de entrada es la inexistencia del Otro, el Otro no existe, como lugar del saber. La psicosis no consiente a la impostura paterna, no consiente al semblante del Nombre del Padre. Uno cuando escucha a los psicóticos, escucha una versión del padre delirante, pero no escucha la versión, de que él crea en el padre. El no cree en el padre porque no el significante del NP no opera, no cree en él, y tiene razón, porque está forcluido. No cree en el saber del Otro, de ahí toda la ironía del psicótico, pero sí cree en su voluntad de goce, ese es el problema. No cree en el Otro como saber, no cree en la infatuación del padre. Lo que dice Joyce de su padre. Su padre era carente, era impotente, no le transmitió nada, eso lo dicen los psicóticos, no me dio herramientas, no era un padre, y tiene razón, porque no funciono así, el Nombre del Padre. Pero sí, el goce aparece en el campo del Otro para la psicosis y el sujeto puede quedar como un mero objeto a merced a ese goce. En la psicosis no hay un no querer saber, porque un no querer saber es la neurosis, no hay nada ahí, el psicótico al no tener el NP tiene que inventarlo. Entonces mucho más rutinario es el neurótico, porque el psicótico, al no tenerlo, tiene que inventar las respuestas, las soluciones.

El analista se orienta tratando de ubicar si hay signos forclusivos o no, no lo sabe de entrada. Pero si notas que hay signos forclusivos no hay que seguir por esa vía porque él te lo dice. Vos le haces un equivoco y te mira “¿y qué?” y hay que detenerse porque ahí hay un agujero, no es el no querer saber de la neurosis. Hay que tener cautela, porque el analista con la psicosis, pero también con la neurosis, tendría que ser la posición del analista, dejarse enseñar sobre eso, sobre cuáles fueron los recursos que encontró y acompañarlo de una manera activa en esas soluciones, pero no forzar porque detrás no hay nada.

Al no haber NP lo que hay es el Ideal, funciona el Ideal del yo pero que no es el NP. Entonces, el analista si esta en lugar del Ideal del yo, el peligro es que rápidamente puede virar a la erotomanía, “el Otro me ama”, como en el caso de Schreber, “el Otro quiere tener algo conmigo”, o a la persecución, el analista lo persigue. Y entonces es complicado cómo maniobrar en la transferencia, a qué lugar nos convoca el analizante, porque hay que ir al lugar que nos convoca el analizante, pero sabiendo no caer en el lugar del Otro del saber, porque si no puede aparecer la erotomanía o la paranoia.

Yo había pensado cuando tenía que preparar lo de psicosis, hacer la distinción entre lo que es la psicosis ordinaria y la extraordinaria y lo que me intereso investigar es el concepto de enganches y desenganches. Primero voy a contextualizar el problema.

La investigación de la psicosis ordinaria se inscribe en un programa de investigación que tiene una temporalidad. En 1997 hubo un encuentro clínico que es en Arcachon, que se llamó la conversación de Arcachon y un año antes el conciliábulo de Angers que es de 1996. Esos dos encuentros, que son conversaciones clínicas están agrupados en un libro que se llama Los inclasificables de la clínica psicoanalítica. El tercero que fue en 1998 en Antibes, es de donde proviene el titulo de otro libro que continua estas conversaciones anteriores y que se llama Psicosis ordinaria. En estas dos conversaciones -la de Arcachon y la de Angers- de lo que se trataba era de investigar nuevas formas de presentaciones clínicas que aparecían como siendo atípicas y difíciles de clasificar, eran casos raros. Estaban clasificados como casos raros y que presentaban un problema de diagnóstico para el analista. Esos casos, que eran casos raros, pasaron a ser casos frecuentes. Cuando se empezó a investigar sobre estos casos, lo que se encontró fue que había muchos casos que eran difíciles de diagnosticar, si se trataban de una psicosis o si se trataba de lo que el DSM clasificaba como categorías clínicas difusas, si eran neurosis, si eran borderline.

El concepto de psicosis ordinaria, que no es una categoría clínica, intenta precisar el diagnostico estructural entre neurosis y psicosis, es decir, salir de la nebulosa. Y es además una respuesta política de la AMP en relación a los DSM y a las clasificaciones diagnosticas propuestas por las neurociencias. Entonces, es una cuestión ética y es además una cuestión política porque exige de parte del clínico un esfuerzo por diagnosticar la presencia o ausencia del Nombre del Padre cuando se encuentra con un caso clínico raro. Esto tiene un antecedente. Las formas raras clínicas se las trato de investigar a la luz de dos conceptos, el concepto de sinthome y el lazo social, el problema del lazo social. El antecedente es Joyce porque en el Seminario 23 Lacan dice que la forclusión del NP en el caso de Joyce está probada, pero que sin embargo Joyce no presenta una psicosis clínica, no está desencadenado; como si presenta su hija Lucia que era una esquizofrénica que estuvo internada. Pero es el caso Joyce el que permite investigar la diferencia entre un diagnostico de psicosis estructural y una psicosis desencadenada, porque en el caso de Joyce no esta desencadenado porque hay algo que viene a suplir -estamos en la clínica nodal- la falla en el anudamiento de los tres redondeles. Lo que suple en Joyce, es un invento de Joyce, es la falla en el anudamiento, es el sinthome que inventa Joyce, que es hacerse un nombre, en el lugar de la forclusión del NP, y se hace un nombre por medio de la escritura, ese es el punto en Joyce. Entonces, el sinthome en Joyce es una suplencia del Nombre del Padre que se muestra sólida, se muestra solida porque en Joyce no hay desencadenamiento, no se produce la separación de los nudos, se mantienen unidos por este cuarto que suple la función del NP.

En esta investigación se retoman conceptos lacanianos y se ubica que lo que determina la diferencia entre la neurosis y la psicosis, ya no la perversión, es si hay o no hay inscripción del NP. Si no hay inscripción del NP lo que hay es forclusión, y la forclusión del NP es el diagnostico estructural de psicosis. Lacan en De una cuestión preliminar a todo tratamiento de la psicosis de 1958 dice que el diagnostico de psicosis se comprueba con la forclusión del NP. Y cómo se comprueba. Ubica el desencadenamiento de la psicosis que él llama típico. El desencadenamiento típico es que hay una relación especular imaginaria entre el yo y el otro, a y ‘a, y aparece en posición tercera el un padre. Aparece el un padre en la psicosis -es llamado en esa posición tercera el significante del NP- como hay un agujero que es forclusivo del NP lo que responde en ese lugar es el un padre. Este desencadenamiento es lo que Lacan denomina desencadenamiento típico por el encuentro con: un padre. En el lugar donde es llamado el NP al estar forcluido, aparece, un padre en lo real.

Pero en los casos que se presentan en Los inclasificables de la clínica se constata el agujero forclusivo, que no está inscripto el NP, pero sin embargo en muchos casos no se puede ubicar en la clínica esta forma típica de desencadenamiento. Se produce un desencadenamiento muchas veces por el encuentro con un goce, por ejemplo, ante un encuentro sexual, que se presenta sin poder ser simbolizado para el sujeto. Entonces, Lacan dice, si no puede ser simbolizado por el sujeto, el sujeto no puede significar ese encuentro sexual dándole una significación fálica.  Entonces ubica dos tipos de desencadenamiento, pero los dos son de psicosis. El desencadenamiento típico, que es Po (Pi sub cero) porque lo que está forcluido es el NP, y el segundo desencadenamiento que es el encuentro con el goce, que se presenta como otro goce y que no puede ser significado por el falo porque esta forcluido, y denomina Fi sub cero. Estos dos desencadenamientos producen síntomas diversos.

El desencadenamiento por Po, la forclusión del NP, dice lacan, lo que produce son alucinaciones auditivas, pero además lo que se encuentra como presente es la significación personal, me quiere tal cosa, pero lo que aparece en primer termino son los trastornos del lenguaje, los neologismos. Mientras que en el encuentro con Fi lo que aparecen son los fenómenos en el cuerpo y otros tipos de síntomas que son más difíciles de localizar porque aparecen en otras estructuras que uno no puede comprobar que sea una psicosis, como por ejemplo las alucinaciones visuales, olfativas y demás, que no solamente aparecen en la psicosis, pueden aparecer en otras estructuras. Pero lo propio de este segundo desencadenamiento por Fi es que lo que aparece es una experiencia en el cuerpo que no puede ser localizado, aparece un goce en el cuerpo deslocalizado, los fenómenos de cuerpo. Además, en los relatos que hacen los sujetos, se localiza ese momento por ejemplo de separación del cuerpo, de despersonalización, de verse como separado del propio cuerpo o una invasión de goce que no tiene limites y que no puede ser localizado cuando está el desencadenamiento por Fi, la forclusión del falo.

Ahora bien, cuando Lacan conceptualiza la forclusión del NP está hablando al nivel de los matemas, porque lo que toma como referencia es la metáfora paterna. La metáfora paterna: está el deseo de la madre que es un significante y no se sabe el valor de ese deseo de la madre, es un enigma, es una x que hay que descifrar. Lo que responde por este deseo de la madre es el significante del NP que sustituye al significante del deseo de la madre y significa éste deseo como deseo de falo, le da una significación fálica al deseo. Quiere decir que el Nombre del Padre tiene dos funciones ya en 1958. Por un lado, abrocha el significante y el significado, detiene la significación, y toda significación va a ser fálica, y por el otro lado, significa el goce dándole un valor fálico, es decir, la parte de goce, que puede ser significada como goce fálico.

En 1970 Lacan produce un viraje porque va a pasar de la estructura lingüística a la estructura nodal o topológica. Va a pensar la estructura a partir de los nudos. Va a ubicar tres redondeles de cuerda que son real, imaginario y simbólico. Ya no se trata de la primacía de lo simbólico sobre el registro de lo imaginario y lo real, los tres son unos, los tres tienen existencia y consistencia. Entonces va a decir que en la neurosis el nudo es borromeo. Los tres redondeles están sueltos y lo que los anuda es un cuarto, este cuarto que anuda los tres en la neurosis es el NP. Si se corta el NP los tres se sueltan. En la psicosis el nudo no es borromeo. Qué significa. Que pueden estar dos nudos, dos redondeles de cuerda anudados entre si y un tercero suelto, por ejemplo, como en el caso de Joyce, está anudado el simbólico con el real pero el imaginario está suelto, y lo que anuda, engancha el imaginario a los otros dos es el sinthome como cuarto nudo. Sinthome es lo que remeda el lapsus en el nudo, lo que no está anudado, va a ir al lugar exactamente de la falla en el nudo, del anudamiento.

Cuando Lacan plantea la clínica nodal parte de una forclusión, que no es la forclusión del NP. Lacan dice que hay una forclusión, que es una forclusión generalizada, que vale para todo ser hablante. Esa forclusión generalizada es que la relación sexual no puede escribirse en el inconsciente. No hay escritura de la relación. Esto lo dijo siempre, lo único es que en 1970 dice está es la forclusión generalizada. Porque Freud también lo decía “en el inconsciente solo hay un termino que es el falo”, no hay escritura de lo femenino en el inconsciente, la oposición es fálico-castrado, pero no hay escritura de lo femenino. Si hay escritura de lo femenino podríamos tener la relación escrita pero no la hay, y Lacan viene sosteniendo esto de entrada. Ya en el Seminario 4 dice “para constatar que no hay relación sexual no hace falta más que escuchar las peleas de pareja o lo que hablan las mujeres o los hombres en relación a las parejas, el malentendido es estructural”. Ahora va a decir hay algo que es una forclusión generalizada, se parte de una forclusión generalizada, que es que no se puede escribir la relación sexual. Eso es lo que Lacan denomina lo real como lo imposible de escribir. El NP, por ejemplo, en relación a lo real, “no hay relación sexual”, es un semblante, esto es un cambio.

El NP es el modo en que el neurótico trata lo real. El modo en que significantiza el goce es por medio del NP. Pero no es el único. Lacan va a establecer una equivalencia entre el NP y el sinthome. El sínthoma cuando anuda, cuando cumple una función de anudamiento, es equivalente a la del NP. En la función de anudamiento -yo dije el NP anuda significante y significado- ahora el NP o los síntomas anudan los redondeles de cuerda, abrocha, cumplen una función de broche. Entonces Lacan dice que hay equivalencia entre el significante del NP y el sinthome. Que el sinthome como cuarto tiene una función de anudamiento de los otros tres y que este sinthome en la neurosis es el NP y en la psicosis hay invención. El psicótico nos enseña qué invento para anudar esos tres a falta del NP.  

Y aquí nos encontramos con un pequeño problema porque Lacan en el Seminario 23 dice el sinthome tiene una función de anudamiento y también enlaza, anuda al ser hablante con el Otro sexo, quiere decir que el Otro sexo es puede ser un síntoma para el ser hablante. Miller dice la psicosis ordinaria es una psicosis, es una distinción que hacemos en el interior del campo de la psicosis. ¿Cómo se hace esa distinción? En base a la presencia o ausencia del punto de basta, o a la presencia o ausencia del NP. Pero en el caso de la psicosis ordinaria el asunto es si hay o no hay un síntoma que haga de punto de capitón, que abroche. Entre que haya y no haya, hay toda una gradación. Dice, si no hay punto de basta estamos en la nebulosa. Entonces, si alguien quiere saber lo que es una psicosis ordinaria, lean en Los inclasificables. La nebulosa, un texto que se llama La nebulosa, un paciente que se nombra como tengo una nebulosa, que es de Castanet o De Georges.

Entonces Miller dice el sinthome es el lazo al Otro, nombra a ese Otro como un Otro social, el sinthome anuda y es el lazo al Otro social. Y uno acá puede decir ¿es lo mismo el Otro social que el partenaire, el Otro sexo? Acá empiezan las investigaciones. ¿Es equivalente lo que dice Lacan a lo que dice Miller? Cuando uno dice anuda al Otro social está metiendo un término que es de la primera enseñanza de Lacan, está el sujeto y el Otro; entonces, ¿es lo mismo decir anuda al Otro sexo? ¿Qué es el partenaire sinthome? ¿Qué es el Otro social? No tengo la respuesta. Esto es una investigación.

A partir de considerar que el sinthome permite un lazo al Otro social entonces se puede decir que con el sinthome el ser hablante está en relación a los discursos, hace lazo con el Otro social. Lacan solamente nombró el discurso universitario, el discurso de la histeria, el discurso del amo y el discurso del analista. Dijo que la psicosis no estaba en los discursos, estaba cortado del lazo al Otro. Entonces la psicosis no hacía discurso -y tenía su razón-. Si uno nombra al sinthome como lazo al Otro social, cuando hay sinthome, entonces, hay lazo al Otro y es cierto que sirve. Podemos ponernos rigurosos para pensar si es o no lo mismo, pero es cierto que Joyce estaba en el discurso. Joyce escribía, era escritor, se hizo leer por todos y siguen leyéndolo. No se podría decir que no está en el discurso.

Entonces, cuando Lacan sitúa la forclusión generalizada, el sinthome viene a cumplir la función de anudamiento, como el NP, uno puede decir que se pasa del matema, que es la fórmula de la metáfora paterna, a los nudos. Entonces en este sentido, desde este punto de vista, hay continuidad entre la primera clínica y la segunda. Lo que Miller y todos los clínicos discuten en Los inclasificables y en La psicosis ordinaria es que hay en principio dos clínicas. Una clínica que es discontinuista, que es la clínica estructural, hay o no hay nombre del padre inscripto, esa es discontinuista porque nos da neurosis o psicosis, porque perversión esta con la neurosis, en el sentido que tiene NP-; o es una clínica continuista como es la clínica nodal. Y qué quiere decir que es continuista, no es que se puede pasar de la neurosis a la psicosis, eso no -no piensa nunca que se trate de eso, ni nadie lo piensa-. Lo continuista está dado por el concepto mismo de sinthome, porque si el sinthome es lo que anuda, a veces, el sinthome puede fallar y se produce el desanudamiento y, otras veces entonces, hay que encontrar otras formas de anudamientos. Entonces, es una clínica que permite pensar los sucesivos anudamientos y desanudamientos, o los posibles arreglos y desarreglos que va encontrando un sujeto. En este sentido es continuista, pero no es continuista en el sentido de que no se pasa de una neurosis a una psicosis. Para hablar de psicosis hay que comprobar que haya forclusión del NP. En esta conversación dice, está bien, en la neurosis la forclusión generalizada se suple con el NP, así que el NP es lo que anuda. Cuenta con el Nombre del Padre. Mientras que en la psicosis lo que viene a ese lugar es el sínthoma. Es verdad, hay equivalencia como función entre el NP y el sínthoma. Pero Miller dice, esto no exime al analista de hacer la precisión y la diferencia entre anudamiento por el NP, de una suplencia que no cuenta con el NP, que es otra clase de suplencia. Cómo mantener la rigurosidad, sino entramos en el DSM, dónde tenemos los border. Entonces, en esta conversación surgen términos que tienen que ver con esta definición del sínthoma como lazo al Otro social. Surgen nuevas definiciones. Por ejemplo, hablan de desarraigo-arraigo, en relación con el Otro social, inserción, desinserción, reinserción. Son términos que surgen para tratar de hacer el diagnostico de psicosis y fundamentalmente pensar el tratamiento en cada caso. La clínica es quien lo exige, por eso es investigación.

Surge entonces un concepto que muestra sus frutos, pero también sus problemas, que es el concepto de enganche. El concepto de enganche se puede pensar que es lo mismo que el sinthome porque engancha los tres. Cuando uno empieza a trabajar los textos, estos textos, no es exactamente lo mismo enganche que sinthome. El enganche cumple la función de sinthome, pero el sinthome muestra ser, como en el caso de Joyce, mucho más sólido y firme que un enganche. Cuando es un sínthoma lo que cumple esa función de enganche la estructura se muestra firme. Joyce no se desencadena. Entonces, junto con el enganche surge otro concepto que es desenganche. Y hay un sinónimo que es trabajado en la conversación de psicosis ordinaria que es el neodesencadenamiento. Porque no es el desencadenamiento típico. Estos neodesencadenamientos son sinónimos de desenganche.

 

Enganche

Voy a dar mecanismos de compensación: enganche.

Miller en 2008 presento un texto en un encuentro de la NLS, el texto es muy interesante, es el texto que se va a trabajar y se esta trabajando, en relación al próximo congreso en Barcelona que se llama Efectos retorno sobre la psicosis ordinaria. Es sumamente importante porque cuando ustedes lo lean van a encontrar que hay muchas de las definiciones que trabaja Miller en ese texto, que les va a servir para las nuevas presentaciones clínicas. Se presenta un caso clínico para uno, siempre es la clínica bajo transferencia, y entonces uno duda en el diagnostico. Es una histeria, después dice no es una histeria, para mi es una psicosis, pero no puedo ubicar el desencadenamiento y entonces, no hay fenómenos elementales explícitos, no hay trastornos del lenguaje explícitos, y entonces qué hacemos, es una psicosis, es una neurosis, y estamos todo el tiempo dando vueltas sobre eso. Miller en ese texto trabaja eso exactamente, que son estas nuevas formas de presentaciones clínicas atípicas.

En la conversación del texto de La psicosis ordinaria, un analista por ejemplo presenta un caso de histeria de cinco años. En la conversación surge que eso no es un caso de histeria, sino que es un caso de psicosis ordinaria diagnosticado, y tienen que dar las pruebas de por qué. Pero hay otro caso, por ejemplo, de alguien que atiende a una persona y no puede hacer el diagnostico y dice dudo todavía el diagnostico. Miller le pregunta hace cuánto que lo atiende, cinco años. Dice ya es raro, si cinco años atendiendo a alguien y duda del diagnostico es porque podemos pensar que es una psicosis ordinaria. Entonces, se trata de buscar en el caso los signos de la forclusión, cernir los agujeros, cernir los signos de la forclusión y una vez hecho el diagnostico de psicosis ordinaria -que no es como el de las extraordinarias- una vez hecho el diagnostico ya sea por fenómenos en el cuerpo o por constatar la forclusión, aunque no sea un desencadenamiento, hay que, hacer el diagnostico de psicosis. No sólo lo dice Miller, lo dicen todos, Castanet, De Georges, Maleval, que tienen muchísima clínica. Hay que hacer el diagnostico de qué psicosis se trata, si es una paranoia, una esquizofrenia y demás. Porque podemos pensar que si no se produce un desencadenamiento es porque es una psicosis compensada, es una psicosis sintomatizada. Hay un arreglo que permite el no desencadenamiento. Son psicosis bajo transferencia, o psicosis analizadas o medicalizadas. Son psicosis que se presentan como compensadas.

En ese texto Miller habla de un mecanismo de compensación. Dice, podemos pensar que hay un mecanismo de compensación que evita el desencadenamiento, o que inhibe la producción de los síntomas psicóticos, las alucinaciones, los fenómenos elementales. Lo llama make believe. Encontramos los antecedentes de ese mecanismo en Lacan.

 En el Seminario 3 de la psicosis Lacan analiza, toma los casos que había trabajado Helene Deutsch, donde ella dice que son casos que se presentan como compensados. Lacan habla de identificaciones conformistas. Dice que hay identificaciones que son conformistas, en 1956, la falta en lo simbólico produce un desorden en lo imaginario. Cuando falta no la imago paterna, sino el significante del NP el sujeto tiene que compensar esta falta por medio de una identificación imaginaria. Para esto dice que Helene Deutsch aisló un mecanismo que es el “como si”. Ciertos sujetos que no tienen la virilidad que hubieran recibido por parte del padre, por los emblemas simbólicos, y remedian esa falta por medio de una identificación imaginaria, se identifican con un semejante que le da el “como si”, de lo que tienen que hacer para asumir la virilidad. Es una muleta imaginaria. Encontramos esto en la página 275: “así el mecanismo del como sí que Helene Deutsch destacó como una dimensión significativa de la sintomatología de las esquizofrenias” -él está hablando de un caso de esquizofrenia-, “es un mecanismo de compensación imaginario. Verificaran la utilidad de la distinción de estos tres registros, compensación imaginaria del Edipo ausente”.

 Lacan porque interpreta estas identificaciones imaginarias como compensatorias, del significante del NP que les falto. Entonces, dice, esta falta del significante del NP, es algo que el sujeto deberá asumir largamente en su vida -en el mismo texto- a través de una serie de identificaciones puramente conformistas a personajes que le darán la imagen de qué hay que hacer para ser hombre. Encontramos en muchos casos, cómo la identificación al otro es una identificación que resulta compensatoria para el sujeto, y que le funciona durante un tiempo.

Lacan dice, que se puede producir un cataclismo en el sistema significante, y en lo imaginario por el encuentro del sujeto -esta es la forma de decirlo que tiene en 1956- con un significante que para él es inasimilable, que es el significante del Nombre del Padre. Y dice así, en el mismo Seminario 3, en la página 292, el psicótico vive compensado, tiene comportamientos aparentemente normales y ordinarios y de golpe se descompensa, es decir que eso que le funcionaba como enganche, la identificación imaginaria, en un momento deja de funcionar. Qué vuelve súbitamente insuficientes las muletas imaginarias que permitían al sujeto compensar la ausencia del significante. Cómo interroga o interviene lo que le faltó al sujeto. Cuando tiene que confrontarse con ese significante del NP y no está, eso que le podía funcionar como mecanismo de compensación deja de funcionar. Entonces, las identificaciones imaginarias funcionan como mecanismo de compensación.

En 1974 Lacan responde a esta pregunta de otro modo. ¿Qué es lo que puede funcionar como muleta imaginaria, como compensación? En el seminario 21, Lacan interpreta la civilización del momento, como una época del Otro que no existe. Hay una declinación del padre y lo social puede cumplir una función de anudamiento para el sujeto. Quiere decir que lo social puede cumplir la función para un sujeto de compensación, de mantenerlo sin desencadenarse. Dice, constatamos en la época actual una modificación en lo que hace al modo en que la época vive el amor. Estamos, en un régimen del amor que podríamos decir un régimen de hierro. Se constata la forclusión del NP en el nivel de lo social, en el nivel del discurso, dice, un modo de vivir el amor como un régimen de hierro, es signo de una degeneración catastrófica, porque es signo de la forclusión del NP.

Y entonces uno se encuentra con esto en la clínica. Sujetos que dicen, que no entiende nada cuando el Otro pide cosas en el nivel amoroso, no puede metaforizar, no puede entender, son pequeños signos, tienen que cuidar al hijo de una determinada manera, tienen que levantarlo de una determinada manera, todo lo que es higiénico, todo lo que es del orden de los ideales ellos pueden cumplirlo, pero no pueden ir más allá de los ideales. Si se rompe la relación al ideal, que ordena de manera rígida, se angustian con un goce que les vienen en exceso y no encuentran que hacer, como ser útiles.

Lacan dice: ¿qué es lo que suple esta degeneración catastrófica, que es la forclusión del Nombre del Padre en el nivel de la civilización, no sólo en el nivel del sujeto? Lo que suple, lo que puede suplir esa forclusión es un “ser nombrado para”. Este “ser nombrado para” no proviene del significante del NP, sino que es un ser nombrado que proviene del deseo, solo de la madre. Dice, se constata en una serie de casos donde el sujeto fue nombrado para, “fui nombrado para ser médico, mi madre quería que fuera médico, soy médico, no puedo salir de ahí”. Si el sujeto pierde la profesión de médico se puede producir un desencadenamiento, y así un montón de cuestiones. Entonces dice, es la madre sola, el deseo de la madre el que transmite, el “ser nombrado para” al hijo. Ese “ser nombrado para” cumple una función de suplencia. Lo señala con un detalle: en el caso del amor como régimen de hierro, el “ser nombrado para” es sin el NP.

La madre transmite el NP con el “no”, en el decir “no” con su pequeño cabeceo, al hijo. Y en ese decir no, amoneda, abrocha, el significante del NP y el amor. Entonces hace del amor, un amor vivible. En la clínica con los niños, lo que aparece muchas veces, es esa falta del “no”, que abrocha el NP, y nos encontramos con un amor mortificado, el régimen de hierro.

 

Maleval en un texto dice que las identificaciones imaginarias pueden funcionar como compensación, evitando el desencadenamiento, si están articuladas al ideal. Cuando se articulan al ideal demuestran ser sólidas, pero pueden duran un tiempo. Se produce un desenganche y después hay que buscar otra vez el enganche. Es importante clínicamente tratar de ubicar qué produjo el desenganche. Porque si uno puede ubicar el desenganche, puede orientar el tratamiento en relación con un enganche nuevamente.

Ejemplo de esto, de cómo la identificación imaginaria, articulada al ideal, permite localizar un goce. Les doy un ejemplo de Rousseau. Rousseau se desencadena como una psicosis paranoica, un delirio paranoico persecutorio mucho tiempo después, un primer enganche encontramos que es compensatorio y es mucho anterior al desencadenamiento. Rousseau no sabía qué hacer con su vida, andaba por todos lados, había sido relojero, carpintero, copista de partituras.

Tenía un amigo -en esa época se tenían amigos importantes- que era Diderot. Diderot había sido encarcelado. Lo va a ver a Diderot a la Bastilla, estaba encarcelado. Se angustia mucho por Diderot, el dice en su texto Las confesiones, que había sido encarcelado injustamente. Cuando regresa caminando –hasta ese momento él no sabia qué hacer con su vida–, dice tener una revelación.

Lo que se le impone como revelación es que él va a ser escritor. Esa es su revelación. Había encontrado qué hacer con su vida. Cómo es que se produce esto. Rousseau se identifica con Diderot, el otro imaginario es Diderot. Diderot era victima del Otro, de la maldad del Otro. Quiere decir que Diderot era el objeto de la maldad del Otro. Eso le permite a Rousseau localizar el objeto de goce en el campo del Otro. Y eso desencadena una identificación con Diderot, pero porque estaba articulado a un ideal.

¿Cuál es el ideal? El ideal es que Rousseau se va a convertir en el virtuoso que le va a dictar las leyes al Otro: escribe El contrato social en Francia, para regular la maldad del Otro, para regular el goce del Otro. Esta compensación, que es imaginaria articulada con un ideal, le dura un tiempo. Después se produce un desenganche. Va a dejar toda la ropa que tenía, todo lo que le daba un prestigio, un estatus en lo social y se va a vivir al campo.

Entonces, vuelve al estado de naturaleza y escribe el texto Sobre el origen de la desigualdad entre los hombres.

Rousseau desencadena un delirio paranoico, muchos años después, es muy interesante ver el contexto del desencadenamiento.

Rousseau se desencadena cuando es tocado su lugar de ser el virtuoso que le dicta las leyes al Otro. Él tenía el lugar ideal de dictar las leyes al Otro. El Otro para Rousseau no sabía nada, él le tenía que dar las leyes. Para Rousseau el Otro tenía una voluntad mala. Pero encontraba una forma de tratamiento con la literatura y en especial con la política. Escribe un libro que es su libro más preciado y querido que es el Emilio. Él dice que es su hijo ese libro. Hay una referencia al padre ahí. Ese libro, no es un delirio paranoico, sucedió de verdad, cuando ese libro sale publicado es censurado, no se permite su publicación, por los padres jesuitas. Segundo, se le cuestiona a Rousseau, el estatuto que Rousseau tenía en lo social, como virtuoso. En ese mismo momento se denuncia que Rousseau -que estaba escribiendo un libro sobre pedagogía, que era cómo educar a los niños, que era el Emilio-, había dejado a sus cinco hijos en un orfanato. En ese momento tiene el desencadenamiento. Desencadena un delirio paranoico que es perseguido por los jesuitas y además tiene que abandonar Paris. Es decir, desencadena un delirio paranoico, dice “estoy sometido a la mirada del Otro, tengo que dar continuamente testimonio de todo lo que soy por temor a que el Otro me juzgue, el Otro es un malvado que tiene malas intenciones, yo soy puro e inocente”.

Pero como muchos paranoicos, tiene razón. Digo, tiene razón de que el libro fue censurado, se prohibió su publicación y además se le ordena a Rousseau que debía abandonar Paris, y Francia. Recién puede volver a Francia muchos años después con una condición: no publicar más. Desde ese momento vive desencadenado porque la escritura sola, no le sirve.

Hume lo invita a su casa en Inglaterra. Hume, se vuelve su perseguidor. Al que llamaban el bueno de Hume, porque era correcto, generoso. Pero claro, Hume le da su lugar en el escritorio, que Rousseau llena todo con sus escritos. Hume dice, que en un momento que Rousseau no estaba, y teniendo alojado en su casa, a la pluma más importante de este siglo, no pudo controlar la tentación de entrar y mirar los papeles –no tocó nada–, mirar lo que había ahí. Rousseau se da cuenta de que habían entrado y dice, “Hume quiere perjudicarme”.

En ese momento, cuando está en el escritorio, Hume dice que lo notó a Rousseau sumamente angustiado, que de repente Rousseau se sube a upa de Hume, lo abraza llorando y le pide perdón. En ese momento tenemos, la única alucinación auditiva comprobada en el caso de Rousseau. Rousseau dice que lo que escucha de Hume -es una alucinación auditiva-, es tengo a Jean-Jacques Rousseau. En ese momento en la angustia, lo abraza a Hume y luego se va.

Entonces, en este caso se puede ver bien cómo una identificación al lugar de la victima de la maldad del Otro sirve como compensación en Rousseau y cómo esa identificación sirve en tanto esta articulada con un ideal, él es el virtuoso que va a dictar las leyes, va a hablar sobre la moral y las costumbres, la pedagogía al Otro, porque el Otro no sabe. El Otro no sabe, pero de lo que no duda, es de la maldad del Otro, o sea, no duda del goce del Otro, duda del saber del Otro.

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«QUÉ CAMBIA Y QUÉ NO CAMBIA EN UN ANÁLISIS» – Entrevista a Patricia Moraga

"QUÉ CAMBIA Y QUÉ NO CAMBIA EN UN ANÁLISIS" - Entrevista a Patricia Moraga

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Gabriela Agostinelli: ¿Por qué Lacan aborda las pasiones?

Patricia Moraga: Las pasiones permiten conectar el inconsciente con lo real del goce. El goce es en el propio cuerpo, pero los afectos, que son efectos de lalengua en el cuerpo, conectan el goce (que es en el propio cuerpo) y el Otro. Entonces, los afectos conectan con lo que escapa al decir, y en este punto el inconsciente es, para Lacan, efecto de lalengua. Por eso él dice que el inconsciente está hecho de Unos y que en él está implicado el goce.

Al comienzo de su enseñanza, define el inconsciente diciendo que está estructurado como un lenguaje, el sujeto del inconsciente es un vacío, efecto de los significantes, y no tiene identidad. Lacan introduce el cuerpo mediante las pulsiones. Eso permite articular un inconsciente que no es solamente el que se descifra, un inconsciente que él llama parlêtre y que es el inconsciente más el cuerpo.

GA: ¿Qué lugar tiene el deseo en la última enseñanza?

PM: El deseo y el amor se articulan con el Otro, se dirigen al Otro. En el amor, el sujeto busca lo que le falta en el campo del Otro. El goce, en cambio –sobre todo, el goce presentado como un exceso, goce autista–, es en el cuerpo y puede prescindir del Otro. La interpretación, si conmueve la fijeza del goce (la fijeza del sentido fantasmático), produce un nuevo lazo con el Otro.

GA: ¿Cuál es la diferencia entre el goce y la satisfacción?

PM: Ésa es la hipótesis de mi tesis de maestría: interrogo qué es lo que cambia y lo que no cambia en el nivel del goce. La idea de que el goce y la satisfacción son distintos es algo que tomo del Prefacio al Seminario 11, de 1976, “El espacio de un lapsus”, donde Lacan dice que vamos al análisis por una urgencia, eso es lo que nos empuja a un análisis, y esa exigencia se experimenta como un goce en exceso que provoca sufrimiento y malestar. Esto lleva a preguntarse cómo se terminan los análisis. Y una de las claves por las cuales alguien da por terminado un análisis es haber logrado transformar lo que era un exceso (como insatisfacción) en otra cosa, y poder decir: “Estoy satisfecho”.

La satisfacción implica un cambio en el modo de gozar. Lo que se presentaba como padecimiento, mortificación y exceso, da lugar a un nuevo modo de gozar, permite al sujeto extraer de su goce una nueva satisfacción.

De hecho, en El lugar y el lazo Miller dice que los AE, que han hecho la experiencia de un final de análisis, tienen que incluir en su testimonio de qué está hecho su lazo libidinal con el psicoanálisis. Se espera que al final de un análisis se produzca un analista. Entonces, ¿de qué modo se sirve, como analista, de lo que extrajo de su análisis?

Ahora bien, la pregunta de la tesis era qué es lo que cambia y lo que no cambia en el modo de gozar. El análisis apunta a cernir un goce, ese goce singular opaco y fuera de sentido que se localiza en el síntoma. El síntoma del principio no es el mismo que el síntoma al final del análisis. Al respecto, Lacan decía, ya en 1974, que el síntoma tiene dos caras: una cara de sentido (la cara significante, que se articula con el Otro y se descifra) y la cara real, que es el goce opaco al sentido. Aquello que impide servirse del síntoma, hacer uso del mismo, es justamente el fantasma, el goce fantasmático. Construir y atravesar el fantasma implica, entonces, que el goce sentido y el goce en exceso fantasmático sea localizado y tratado, a fin de que el sujeto pueda desprenderse de ese goce que le suponía al Otro y que le provocaba padecimiento, lo cual habilita un uso del síntoma ya vaciado del sentido fantasmático. Hay que ver, caso por caso y puntualmente, qué fue lo que llevó a cada uno al análisis, cuál fue su urgencia, porque no esto es un “ideal del final del análisis”, no hay una norma, porque no hay “el” analista. Pero podemos decir que el goce sentido (o el sentido gozado) se reduce.

El goce fálico también está implicado en el síntoma, y es mortificante; va por el lado del Uno, y la interpretación apunta a equivocar ese Uno para reducir el goce fálico. J.-A. Miller propone reducir el síntoma al puro acontecimiento de cuerpo, como acontecimiento de goce que se produce por un decir. Eso implica también tomar una distancia del sinthome, de tal manera que uno puede saber que no es idéntico al sinthome. La distancia permite manipularlo, servirse de él.

¿Qué es lo que no cambia? La investigación de la tesis deja la pregunta abierta. Si tomamos los testimonios del final de análisis, hay analistas que muestran, por ejemplo, que lo mortificante del goce se perdió. Para otros, en cambio, la mortificación no se perdió, pero se redujo el dolor. Por ejemplo, Suzanne Hommel dice que el dolor se le redujo y que la mortificación no desapareció: no desapareció por completo el modo en que ella fue afectada por lalengua, pero el análisis se lo tornó más soportable, vivible. Entonces, se supone que el tratamiento de los diferentes modos de goce abre a un goce más vivible, a un goce de la vida, sin tanto padecer, sin utilizar el propio goce para sostener al Otro, para hacerlo existir. Es un goce a disposición, más libre, ligado a la vida.

GA: ¿Qué lectura puede hacer acerca del movimiento hacia el campo de la política propuesto por Miller?

PM: Miller observa que antes se pensaba que la posición del analista era la neutralidad, pero ésa es una utopía. Un analista en esa posición está muerto, como el sujeto del inconsciente, que no tiene vida si no es por el goce. Y Lacan señala justamente que la cuestión es que el analista opere de la buena manera con la función del deseo. Entonces el deseo del analista tiene que causar la máxima diferencia, apuntar a la máxima diferencia entre el ideal y el objeto a. En el Seminario 24, Lacan dice que un analista, para intervenir, se orienta por lo real, y en este punto no hay neutralidad. Miller lo retoma y dice que, así como la práctica analítica no se basa en un analista muerto, el psicoanálisis tiene que hacerle la contra a lo real de distintas maneras, y debe intervenir, desde el psicoanálisis, en la política, no desconocer lo real en juego en el lazo social. En la práctica analítica se pone en juego, cada vez, el encuentro con un deseo decidido, con un cuerpo vivo.

GA: Teniendo en cuenta que el psicoanálisis se diferencia de otros modos de investigación donde los criterios de validación científica se basan en lo comprobable o empírico, ¿cómo funcionan en la investigación psicoanalítica la rigurosidad y la precisión epistémica?

PM: Esta pregunta no sólo atañe a saber si una tesis sería válida o no según los requerimientos de las ciencias, sino que es más amplia y más profunda: ¿qué es lo que valida o no al psicoanálisis?

El psicoanálisis no es una ciencia. Lacan muchas veces lo dijo. Esto no implica que carezca de principios. Los tiene, y son fundamentales. El psicoanálisis tiene un método, y ese método es riguroso. Pero como no apunta a lo universal, no puede haber una casuística universal. Es imposible que la haya, lo que no implica que no pueda ser validado y argumentado, lógica y rigurosamente, caso por caso. Entonces, mi tesis parte de una hipótesis, la diferencia entre el goce y la satisfacción, y de un problema: cuál es el tratamiento que el psicoanálisis da al goce –porque todas las estructuras clínicas ya son tratamientos del goce.

Me refiero al goce que Freud denominaba traumático, el encuentro con lo sexual. Para Lacan, lo traumático es el lenguaje, el choque de las palabras contra el cuerpo. Ese encuentro tiene efectos, un efecto de agujero y un efecto de goce. Lo traumático tiene un tratamiento dado por las estructuras. Un tratamiento del goce traumático es el síntoma, otro es el fantasma, y también el Nombre-del-Padre es algo que permite significar ese goce como fálico y abrochar el significante y el significado. Cada estructura (neurosis, perversión y psicosis) trata el goce a su manera. Si no cuenta con el Nombre-del-Padre, es una invención singular del sujeto. Por eso la ultima enseñanza de Lacan se orienta por la psicosis. En ese punto, las invenciones son singulares, como el sinthome de cada uno, que no vale para todos.

De ahí la pregunta: ¿Cuál es el tratamiento especifico que da el psicoanálisis al goce sin ley (traumático), diferente al que le dan las estructuras (el síntoma y el fantasma)? Ése es el punto. Para poder saber cuál es el tratamiento especifico que da el psicoanálisis, primero situé distintos paradigmas del goce en la enseñanza de Lacan. Por ejemplo, cuando Lacan propone el pase para el analista de la Escuela en 1967, busca resolver el problema que lo acompañó durante toda su enseñanza: ¿Cómo se articula el significante con la libido? Son problemas cruciales. En esa proposición dice que se articula en el objeto a y la castración. Es un modo de articular el efecto mortificante del significante (la castración, la pérdida de goce) con un plus-de-gozar (el objeto a). Es una forma de resolverlo.

Es el problema del psicoanálisis: cómo incidir en el modo de gozar con la palabra, ya que el psicoanálisis no tiene otro instrumento que el significante. El Uno no tiene sentido, pero es el lenguaje. El sujeto es efecto del lenguaje, el trauma es efecto del decir, y el inconsciente son los efectos del lenguaje en un sujeto.

En síntesis, creo que la rigurosidad en la investigación psicoanalítica está en situar un problema, rastrearlo a lo largo de la enseñanza de Lacan, y hacer una hipótesis. Si queremos sostener la validez del psicoanálisis en relación con la ciencia (las neurociencias, por ejemplo), hay que hacerlo desde la rigurosidad propia de nuestro campo.

Nuestras joyas, nuestra manera privilegiada de encarar una investigación, son los testimonios de los AE (Analistas de la Escuela), porque son los que ponen a prueba el psicoanálisis. El pase no pone a prueba al pasante, sino al psicoanálisis. Las respuestas deben rastrearse una por una.

GA: ¿Cuáles han sido las dificultades durante este proceso de investigación?

PM: Hay dificultades que tienen que ver con lo metodológico, porque no estamos acostumbrados a hacer tesis de maestría o de doctorado, y eso exige cumplir con ciertos requisitos.

El metodólogo dice hay que circunscribir un problema. Es importante cernir, lo más posible, el problema que queremos investigar. Cuanto más acotado esté, mejor es. Cuanto más amplio sea, más posibilidades de perderse hay. Hacer las hipótesis, situar nuestras preguntas, nos orienta. Deleuze decía que solamente vale la pena escribir una tesis si tenemos una pregunta, un problema que resolver. Si no hay pregunta ni problema, no hay para qué escribir una tesis.

Hay momentos en que nos topamos con problemas y no sabemos para dónde ir. En esos momentos, me sirvió tomar distancia de la tesis, y luego leerla de otro modo, con cierta ajenidad. Hablar con el director también puede orientarnos. Mi mayor dificultad surgió de tener la costumbre de hablar a otros que hablan la misma jerga. Cuando eso ocurre, damos ciertas cosas por sentadas, pero en una tesis no hay que dar nada por sentado, hay que explicar todo como si el otro no conociera nuestro idioma ni supiera nada del tema: no sabe qué es el significante, ni el objeto, ni la pulsión. Entonces, tenemos que explicarlo, y eso requiere un esfuerzo de formalización y de argumentación.

En particular, me sirvió mucho hacer un índice. En el proyecto de tesis, explicitamos la hipótesis, el problema, y los objetivos que queremos alcanzar, y eso nos sirve como guía para hacer la tesis. Porque a veces nos extraviamos. Graciela Brodsky, mi directora de tesis, a veces me decía: “Pero ¿cuál era la hipótesis? ¿No era otro el problema? Volvamos”.

Hice un primer índice que me sirvió como esqueleto. Yo escribía y luego metía esos escritos en el índice como si estuviese formado por casilleros, cajones, en los cuales ubicaba el contenido. No escribí todo de un tirón. Un día escribía algo del capítulo 5, otro día algo del 1, o del dos… Una vez concluida la tesis, notamos que hay que modificar el índice, ordenarlo de otro modo. Pero el índice es como el esqueleto, la estructura del edificio. Por eso vale la pena hacerlo. Cuando notamos cierto extravío, retomamos el índice.

GA: Ayer dijiste que has trabajado mucho en las conclusiones.

PM: Si. Como es una tesis, hay que explicitar qué se confirmó y qué no se confirmó de las hipótesis. También cuáles quedan como preguntas abiertas y como posibilidades de investigación. Que una tesis deje preguntas abiertas y abra posibilidades de investigación es bueno. Entonces fue necesario un esfuerzo, en las conclusiones, para cernir a qué impasses había arribado la tesis. Allí advertí que me faltaba dar otra vuelta al problema de la interpretación, porque era importante la pregunta por el tratamiento, que el psicoanálisis hace del goce. Eso abre el campo a investigar la doctrina de la interpretación.

En mis conclusiones, quien empujó y puso en tensión los problemas fue Graciela Brodsky. Cuando yo quería soltar la tesis y decir basta, ella me empujó de la buena manera.

* Patricia Moraga es psicoanalista, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela de la Orientación Lacaniana, docente de la Facultad de Psicología (UBA), y magister en Clínica psicoanalítica de la Universidad Nacional de San Martin. Es además autora del libro “El goce y el tratamiento de la satisfacción”.

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