Teresita Ruiz: En el día de hoy, esta conferencia se titula…
* Roxana Chiatti: “¿Qué ha cambiado en la sexualidad?”.
Teresita Ruiz: A mi me salía “nuevas sexualidades” (Risas)
RC: Lo vamos a cuestionar un poco
TR: Era uno de los interrogantes que me provocaba el título, qué ha cambiado en la sexualidad. Precisamente, quería introducir con esa pregunta qué hay de nuevo en la sexualidad. ¿Hay algo nuevo, qué es, que es lo antiguo, o lo de antes, que todavía podemos ver hoy? Seguramente algo de eso nos va a hablar Roxana. Roxana es psicoanalista de Córdoba, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, miembro adherente del Centro de Investigación y Estudios Clínicos y docente del Instituto Oscar Masotta y también responsable del Departamento de Psicoanálisis y Cuerpo del CIEC. Bueno, los dejo con ella
RC: Gracias Teresita. Buenas tardes, buenas noches. Venía contándoles un poco a Teresita y a Gabriela Agostinelli, que ser docente del IOM implica una itinerancia, nos designan el lugar, no elegimos dónde ir, pero a veces nos sentimos mejor en algunos lugares que en otros, este es uno de ellos, he sido muy bienvenida, lo agradezco.
¿Qué ha cambiado en la sexualidad? Decidí titular esta conferencia en un modo interrogatorio, pero además hay una afirmación, es decir, algo ha cambiado en la sexualidad. Veremos qué, por qué. Voy a usar algunos términos de la orientación lacaniana que los he tratado de trabajar sencillamente para dialectizarlo con Uds., al final pueden ir haciéndome preguntas si les parece.
Entonces, si tenemos tiempo, les voy a leer un caso clínico también, está publicado en una revista que leemos mucho, que se llama “Lacaniana”, de Susana Amado. Espero que lleguemos con el tiempo para trabajarlo.
Como transmitía la difusión, si la han podido ver, de esta conferencia, la pregunta “¿Cuántos sexos llegarán a contarse en este nuevo siglo?” enmarcará en parte aquello de lo que voy a hablarles. Por otro lado el título incluye una afirmación, es decir, efectivamente algo ha cambiado en la sexualidad, sería importante saber qué y por qué.
Podemos empezar de a poco, definiendo por ejemplo qué es la sexualidad desde donde les hablo: el psicoanálisis. En primer lugar para hablar de sexualidad hace falta una idea del cuerpo del que hablamos. La sexualidad, podríamos decir, se instala, se representa, se apoya en el cuerpo. Hay la diferencia sexual en los cuerpos, los caracteres secundarios, lo que decimos masculino y femenino, tiene su soporte en el cuerpo, aún tratándose de semblantes que nombran la diferencia, aún tratándose de eso, tienen su soporte en el cuerpo. Con Freud, lo podríamos decir, castrado-no castrado, pasivo-activo, poseedor del falo o su ausencia, modos de decir la diferencia. Ahora bien, para que esa diferencia se instale, para que eso ocurra así, es necesario distinguir el cuerpo del organismo. Al cuerpo, nos enseña Lacan, hace falta tenerlo. Su adquisición no va de suyo. Hace falta que la estructura del lenguaje se incorpore en el sujeto para que este se constituya, y no solo sea el organismo de la biología. Esta incorporación de las palabras facilita que cada uno pueda, mínimamente, ubicarse como hombre o mujer. Sin embargo, Freud nos hace una aclaración: la anatomía no es el destino. Es una sentencia de Freud. Es decir, que se puede nacer con caracteres masculinos pero ubicarse del lado femenino y viceversa. Lo que nombra una posición es lo simbólico y lo pulsional, lo que tiene que ver con un estilo y un modo de satisfacción. Lo que nombra una posición es lo simbólico y lo pulsional de un cuerpo, no su anatomía, no el imaginario de los caracteres sexuales, no la biología. Los casos de público conocimiento dan cuenta de ello, me refiero a Flor de la V, al artista de la foto de la difusión, a la protagonista real de la película “Princesita”, tenemos infinidad de ejemplos para citar.
Ahora bien, para definir la sexualidad podemos conmover un poco lo que es común escuchar cuando se habla de Freud y su descubrimiento: el inconsciente y el psicoanálisis. Se dice frecuentemente que el psicoanálisis explica la vida psíquica y todas sus manifestaciones por la sexualidad. ¿No? ¿Se dice eso? Todo es sexual, se dice, como si ese fuera su axioma. Pero la sexualidad freudiana no se reduce a las prácticas sexuales observables o a lo que se consigue durante el encuentro de dos cuerpos en una cama. Nunca es en bruto, podríamos decir, aislable en un laboratorio, sino inseparable de una ficción, de una historia que cada uno se arma a su alrededor. Una teoría sexual, término freudiano, que designa las teorías que los niños elucubran para explicarse los enigmas de la concepción, el nacimiento y la diferencia de los sexos, teorías sexuales infantiles dice Freud. Como ejemplo les traigo la teoría sexual infantil de una paciente adulta que ella había escuchado de su madre que había nacido de nalgas. Nación de nalgas le decía la madre, vos naciste de nalgas. Nacer de nalgas es el bebé que nace con la cola, ella había interpretado, digamos, su elucubración de la teoría infantil era que nacer de nalgas era nacer de las nalgas de la madre. Que puede resultar un poco gracioso, pero eso marcaba toda una posición, porque nacer de las nalgas de la madre es identificarse a las heces, al excremento, ¿No es cierto? Esa teoría sexual infantil no es sin toda una posición posterior sobre esa interpretación. Me enseña mucho esa paciente siempre, traigo ese ejemplo porque es precioso para explicar la teoría sexual infantil, nacer de nalgas de la madre.
Luego lo sexual se distingue también de lo genital. Freud ha desbaratado la creencia de una sexualidad unificada bajo el primado de lo genital, con miras a la reproducción que la expresión instinto sexual esté lista para el mundo animal. La definición freudiana de sexualidad es más amplia. Todo no es sexual y lo sexual no se reduce a lo genital. Digamos que por habitar el lenguaje, por ser seres hablantes, para los hombres y las mujeres la sexualidad plantea dificultades. Nunca resulta el encuentro logrado del hilo y la aguja. Para los hombres y las mujeres la relación problemática con la sexualidad no es una eventualidad, es un dato al que nadie escapa. Existe una subjetivación problemática del sexo anatómico para los seres hablantes que somos. Como escucharán no tengo la misma posición que Alessandra Rampolla o Pilar Sordo para quienes la sexualidad es un poco más feliz. Más bien adhiero a lo que dice Freud en 1914 en una carta a su colega Ernest Jones con quien intercambiaban correspondencia intelectual. Como ahora conversamos por internet, Freud con su colega se mandaban cartas. Freud le decía a Ernest Jones: “Cualquiera que prometa a la humanidad liberarla de las pruebas del sexo será acogido como un héroe. Lo dejarán hablar y se despachará seguro con alguna burrada”. En criollo sería: “en la cancha se ven los pingos”, como dice la sabiduría popular, o como decimos en psicoanálisis, “en la cama se verifica el síntoma”. Poniéndonos serios de nuevo, la sexualidad en su estado natural, como se observa en los animales con su ritmo, su período, su sistematicidad, su fijeza repetitiva es un mito. Es un mito. Lo sexual freudiano es psíquicamente traumático, y se encuentra prioritariamente bajo esa forma. Por traumático debemos entender una experiencia vivida que manifiesta una excitación tan fuerte, que ninguna elaboración puede tratarla. Por lo tanto perturba duraderamente la circulación de la energía psíquica. Es algo que queda inasimilable. Eso siempre, siempre, siempre produce síntomas en los sujetos.
Se me ocurre traerles, no se si aclara u oscurece, el caso Juanito, los estudiantes de psicología seguro lo conocerán, y quienes no, les cuento, es el caso Juanito, muy famoso que lo trabajan Freud y Lacan. No era paciente de Freud, pero intercambiaban correspondencia con el padre de Juanito, Freud y el padre de Juanito, para saber que hacer con el niño. El síntoma de Juanito se desencadena cuando empieza su órgano sexual, el de Juanito, muy pequeño, empieza a erectarse, digamos, algo que Juanito vive de forma extraña y no sabe qué hacer con eso. Un poco es el paradigma del ejemplo que no se sabe qué hacer con lo sexual. Entonces, es esto acaso que les estoy diciendo una maldición sobre lo sexual]? es esto acaso una idea pesimista de lo sexual? Podríamos decir que no porque tener un síntoma es lo que nos permite vivir una vez que despojamos al síntoma de su cara de sufrimiento, y ese síntoma que es nuestro rasgo más singular, que es nuestro estilo, tiene que ver con esa discordancia en lo sexual. Se va complicando un poquito ahora…
Esta idea freudiana, en parte, podemos pensarla vigente. Pero no podemos desconocer que ha pasado más de un siglo de esta genial teorización. Hoy, un siglo después, más, el avance de la ciencia de la tecnología de la biología de la ciencia médica y sus productos ha provocado grandes cambios en los discursos, que no son sin consecuencia sobre los cuerpos y sobre los modos se habitar lo sexual y sus diferencias. Ana Simonetti, una colega muy conocida en Santiago, psicoanalista de Córdoba, en un trabajo precioso que escribió en Córdoba, para un seminario en Córdoba, nos decía que la civilización ha cambiado los saberes que se ocupan de resolver los problemas que en ella se presenta, también han cambiado, los saberes. Esos discursos no cuentan que los cuerpos que ellos tratan no se reduce solamente al cuerpo, sino que las palabras que lo atraviesan también lo afectan. No cuentan con que el cuerpo es hablante y en el hay algo que escapa a cualquier saber. En nuestro tiempo, sin embargo, en que la palabra ha perdió su peso, ha perdido el poder de nombrar y simbolizar, ha perdido su eficacia tanto que en psicoanálisis hemos nombrado eso como aversión por el lenguaje, rechazo, aborrecimiento. Ubiquemos un poco de que se trata ese rechazo por la palabra que se pone hoy en evidencia. ¿Me van siguiendo?
Público: ¿Se puede parar?
RC: ¿Si puedo parar? ¿Hay alguna pregunta?
Público: Sí. Si se puede parar.
RC: ¡Ah! Que yo me pare
Público: La quieren ver, Roxana
RC: Esperen que me acomode (Risas)
TR: El goce de la mirada, no solo las palabras
RC: El goce de la mirada lo íbamos a trabajar mañana en la clase del seminario (Risas). Consentimos. Creía que me decía si puedo parar de leer…Entonces, rechazo por la palabra que se pone hoy en evidencia. Este punto puede resultar problemático para nosotros que trabajamos con la palabra como instrumento, ay que los psicoanalistas, por ejemplo, que nos ocupamos de lo que no anda, de lo que se sufre, y de lo que de esto se puede traducir en palabras, pero también para otras disciplinas que diagnostican el mismo mal de la época. Todos podemos denunciar de un modo u otro el empobrecimiento del lenguaje. ¿Qué efecto tiene este empobrecimiento y rechazo del lenguaje sobre el cuerpo del ser hablante? ¿Qué efectos tiene sobre la sexualidad? Ya volvemos a ese punto. Ahora bien, al producirse otros modos de convivir con los unos y con los otros, donde la tendencia es que cada uno haga a su modo y donde los fenómenos de masa, las comunidades, tienen el rasgo de lo transitorio, de lo que se liga y se desliga rápidamente, esta modalidad hace que los lazos no se presenten sólidos, sino que van y vienen, sin algo que agrupe en torno a un ideal o una meta. Si es una constatación entonces que lo simbólico como orden ha perdido su potencia, entonces no alcanza a que las personas lo usen para asumir el cuerpo, como decíamos al comienzo, no alcanza para hacer lazo los unos con los otros, lazo que se produce si algo se cede. Así, si nada agrupa, hay lo múltiple, y encontramos entonces algo nuevo en el cuerpo, nuevos usos del cuerpo, nuevos usos de la sexualidad. Un subtítulo: “algo nuevo en la sexualidad”.
Hay algo que aun no les he dicho de Freud. Para el en el inconsciente de cada una hay una sola inscripción sexual. ¿Cuál es? El falo decía Gabriela, es decir, una sola inscripción sexual que es la masculina. Todos habrán escuchado la palabra falo. Falo que da sentido a las cosas, falo da el sentido sexual. Pero es un término que asociamos a lo masculino propiamente dicho, y es un término que interviene, como decía al inicio en la distribución de los sexos en estos términos: tenerlo-no tenerlo, castrado-no castrado, lo que nombra hombre o mujer, según se trate. Hoy el falo depende de una transmisión simbólica hecha por el Padre en el complejo de Edipo, hoy dijimos lo simbólico desfalleciente no alcanza para introducir esa diferencia a nivel sexual. Lo que otrora producía la identificación a un tipo sexual, y que orientaba por ende el deseo parar el lado que tenía cada tipo, hoy eso falta. Si bien es una referencia, no se reduce sólo a ella.
Hay la multiplicación. La no definición. La escasa identificación a un tipo sexual, más que escasa, la identificación pobre, podríamos decir, a un tipo sexual. a falta de ese soporte simbólico, de ese soporte simbólico, el falo, que marca la diferencia, es el cuerpo del sujeto el que vendrá a ser soporte de la diferencia sexual que no puede ser simbolizada, es decir, a través de las cirugías de cambio de sexo por ejemplo, el transexualismo. El resultado es una suerte de transformación continua de un cuerpo en otro que aboliría la diferencia, un hombre que se opera para ser mujer o viceversa, que aboliría la diferencia, una especie, como dicen los autores, Miquel Bassols, una especie de transformación del falo, y usa un término en inglés que lo dice mejor, un “morfing fálico”, es decir algo que del falo, que no se ausenta pero cambia de forma. Conocemos esos casos donde en una pareja es el hombre que antes era mujer que se embaraza, cuya mujer es un transexual, un hombre que se hizo mujer, ¿no? Morfing fálico. Morfing, en sentido de la forma, pero incluye el ing del inglés que incluye el movimiento, algo que va cambiando de forma.
¿Podemos decir entonces que a falta de la diferencia introducida por el falo en lo simbólico, lo que aparece es una transformación propuesta en los cuerpos? ¿Será el futuro de la sexualidad una sexualidad que no se refiere al falo, que no sea esa la referencia? Podemos decir que no. No muy fuerte, pero podemos decir que no. En la promoción de la multiplicidad de las identidades sexuales de los géneros posibles, se trata más bien entonces como les decía recién de nuevas formas del falo. Nuevas formas. Son modos de borrar la diferencia sexual. Pero no todo termina en este punto. ¿Es suficiente la referencia del falo para dar cuenta de esta inercia a la disolución de la diferencia y de la multiplicación de las identidades sexuales? ¿Qué sostiene esa multiplicación? Ustedes saben que ahora se dice Queers, bisexuales, asexuales, transgéneros, transexuales, pansexuales, todo eso. Con multiplicación me refiero a eso. Multiplicidades de identidades sexuales, me refiero a esos nombres. ¿Qué sostiene esa multiplicación? Sostiene lo que desde el psicoanálisis llamamos el derecho al goce, el derecho a una satisfacción que el sujeto actual ve como un derecho insoslayable. Hay que satisfacerse de la forma que sea, imperativamente. Hay que hacerlo. Ahora bien cuando hablamos de satisfacción no se trata más del falo, sino que la diferencia se plantea en otros términos. A nivel de la satisfacción se trata más bien de uno mismo. Eso no se relaciona con los otros. Allí somos solitarios, onanistas en el sentido amplio, autistas en sentido amplio. Somos solos. Piensen en la idea de la masturbación. Es esa orientación. Solos. Solos con nuestra satisfacción. La satisfacción no hace diferencia. Allí no se es hombre o mujer, sino que cada uno se satisface de la manera que quiere y puede. Es una satisfacción asexuada. No está significada por la diferencia sexual. Este régimen entonces es nuevo. Este régimen, entonces, que no es fálico, sitúa algo nuevo en la sexualidad que es innegable.
Voy a presentarles algunas viñetas que corresponden a un trabajo que presenté en otro lado, quizá algunos ya hayan escuchado, pero son pequeñas enunciaciones que recibo en mi consultorio. Una adolescente, cuya demanda inicial enunciaba la dificultad en elegir un compañero. Conmovida, dadas las coordenadas de su historia, por el trato amoroso de uno de ellos, elige a una mujer. Me aclara que la condición es que la traten bien, no importa cual sea el sexo, si es hombre o mujer, le da lo mismo. Esto es nuevo, al menos en mi consultorio es nuevo.
Una joven homosexual, y este es un dato que se repite en la homosexualidad femenina, consulta por la agresividad que se instala en su relación actual y a la cual no puede ponerle freno. Podemos leer ese detalle a partir de la distribución de la comedia de los sexos, hombre – mujer, que aquí se encuentra desdibujada, y en consecuencia aquí los lugares se superponen. Dice lacan que la agresividad se desencadena en una relación especular de uno con el otro, cuando los dos quieren ocupar un mismo lugar, una cosa imaginaria con el otro que desencadenan en agresividad.
Otro punto, escuchamos a sujetos completamente normales, tradicionales, hablarnos de propuestas recibidas de sus compañeros (compañero sexual, pareja, novio), que acceden a escuchar sin la menor conmoción, la propuesta. Es el caso de una joven estudiante, que su novio le propone un trío con otra mujer. Esto no produce su negativa a pesar de su perfil tradicional, ni su rechazo. El problema se presenta al momento de pensar quién podría ocupar ese lugar. La propuesta de un nombre no anónimo, de él, que es la amiga de ella, le dispara a mi paciente en forma horrorosa los celos que decía no tener. Muchas sesiones tomó ese tema de los celos que recientemente han cedido, porque ha tomado ella la responsabilidad de esa elección a su cargo con un efecto pacificador, reconoce que es a ella en realidad a la que le excita que sea su amiga la que se sume, no a su novio.
Tríos, cuartetos, publicaciones sexuales en las redes sociales que nos hacen ver que los tan afamados swingers, de una época no muy lejana, ya están pasados de moda. Antes había cierta privacidad con los swingers, se intercambiaban las parejas pero no era abierto a todo público. Alguna privacidad había, un resto de represión, podríamos decir, funcionaba. Fiestas llamadas “todo vale”, no se si las han escuchado los jóvenes – o no tan jóvenes – estas fiestas “todo vale”, en Córdoba al menos existen, en las que no se distingue claramente si hay un consentimiento o un forzamiento de quienes participan en ellas. Hay un caso de público conocimiento que paso a contarles, de una joven en Córdoba, violada a repetición por varios sujetos bajo el entendido, bajo el malentendido, perdón, de que había un acuerdo, dejando bajo su peso la responsabilidad subjetiva. Otro testimonio de la época en que vivimos. El malentendido fue que los jóvenes, a los que metieron presos, en sus testimonios decían su malentendido, de que creían que ella había aceptado, que ella había aceptado, como estaban en la fiesta “todo vale” creían que había aceptado, y a nadie le resultaba raro eso que estaba ocurriendo. Entonces, digo, deja eso en suspenso la responsabilidad subjetiva.
Otro punto, un modo de nombrar lo sexual actual, también, que ha trabajado nuestro colega Gustavo Stiglitz, en un articulo , es “Sex less”, que quiere decir “Menos sexo”, es una práctica sexual con muñecas inteligentes, no la vieja muñeca inflable, algo más sofisticado, con cierta temperatura, cierta textura de la piel, y Gustavo Stiglitz aclara, además no hablan… ¡Ideal! (Risas) que suplantan el encuentro con el Otro sexo. Suplantan el encuentro con el cuerpo del otro.
Público: ¿Hay en nuestro país eso? (Risas)
Roxana Chiatti: Depende, si abren las importaciones… (Risas)
Otro término en inglés que dice un poco de la sexualidad en la época es “No sex”. Todas estas citas están en un texto que yo traje, para los que vayan mañana a la clase del IOM, que lo trabaja Fabián Fajnwaks, es un texto que publica el CIEC.
Bien, los “No sex” son otro agrupamiento de jóvenes, en una situación socioeconómica interesante – muy interesante – que tienen todo para vivir bien, y por eso buscan privarse del encuentro con el Otro sexo, y con el sexo mismo, como un modo de no dispersar su orientación hacia el bienestar económico
Gabriela Agostinelli: ¿No son los asexuales que tienen cada uno una carta y de acuerdo a la carta es?
Roxana Chiatti: No, pero…
Gabriela Agostinelli: No son esos, pero están dentro de lo mismo.
Roxana Chiatti: Y otra práctica que escuché el sábado en unas jornadas, un caso que se presentó, que se llama “Cross Dressing”, que quiere decir “montarse”, “montarse ropa”. Cross dressing, montarse ropa, es una práctica de hombres, sujetos masculinos, que se juntan en casa de algunos para solo vestirse de mujer. Aclaran que no se aplican hormonas, no son travestis, ni transexuales, ni homosexuales. La práctica es esa: vestirse de mujer.
Entonces podríamos situar un poco lo que escuchamos, la ausencia de represión. No se trata eso de un saber producto del inconsciente, lo que prima, sino más bien de una pragmática, un hacer, una pragmática a favor de la satisfacción. Eso opera. Eso es algo que se practica, que se hace.
En resumen, voy a citarlo de nuevo a Fabián Fajnwaks, del texto que les traje. En resumen, se trata de obtener una identidad sexuada, fundada en una práctica sexual, donde lo que está en juego cada vez es una modalidad de satisfacción singular que no tiene que ver necesariamente con lo sexual. Es decir, esas prácticas sexuales singulares que tienen que ver con un modo de satisfacción no definen una identidad sexual. Seguimos manejándonos con el binario hombre – mujer. Hay los modos de satisfacción que no definen una posición sexual.
Para finalizar, me parece que a pesar de todo hay una mirada positiva sobre la época ya que la posibilidad de lo nuevo incluye también lo que se puede inventar. Hay lo nuevo que permite habitar el cuerpo y la sexualidad de manera diferente. Para el psicoanálisis se trata de interpretar este síntoma de la época y darle un uso a favor del sujeto. Quizás les hago un pequeño aporte respecto de la práctica, quizá haciendo aparecer algo del orden de la vergüenza, del pudor, como límite al autoerotismo, que eso pueda pasar al Otro. El problema es que estos modos de satisfacción lo dejan al sujeto solo con su goce. No se relaciona con el Otro. O, ¿Por qué no? Provocando algo del amor, tan degradado en estos tiempos. El amor que proponga un uso distinto en la sexualidad, un modo que haga posible salir del autismo del uno solo para hacer lazo con el otro.
Bueno, gracias por escucharme.
Teresita Ruiz: gracias Roxana, la verdad me ha resultado sumamente clara tu exposición, pero (siempre hay un pero), hay unas cuestiones – después abrimos a las preguntas que a cada uno le haya suscitado la exposición de Roxana –, hay unas cuestiones en relación al síntoma que has dicho al comienzo y has dicho al final, has introducido ese término. Al comienzo lo introduces en relación a que se verifica, algo así como “en la cama se verifica el síntoma”, me gustaría si puedes explicar algo de esto porque me parece que el síntoma del que estás hablando no es el síntoma que uno asocia habitualmente con lo patológico. Y después más adelante hablas del síntoma, como una salida pareciera. Sobre eso, si puedes por favor ampliar un poquito más.
Roxana Chiatti: Me parece que ahora escuchando esta extracción que vos hacer, tres perspectivas se plantean ahora que vos lo extraes, me parece. La perspectiva del comienzo, lo de que “en la cama se verifica el síntoma”, ¿Qué decimos con eso? Lo decimos porque es ahí donde un sujeto en consulta, que habla de su relación con su compañero, tengo un ejemplo fresco: ella se quejaba de que él “no toma la iniciativa, que todo lo tengo que hacer yo, al final nunca me acompaña a ningún lado si no le pido”… La queja de la histérica. Cuando le pregunto cómo se llevan en lo sexual, en la cama, eso pasa exactamente al revés. Entonces: “en la cama se verifica el síntoma”, la pura queja es del orden de lo imaginario, en la cama pasaba exactamente al revés, es decir, ella sin ningún tipo de deseo, que es él quien siempre está avivando el fuego. Se dio cuenta. Es una perspectiva del síntoma que se verifica en lo sexual, en la cama.
La otra perspectiva fue cuando dije que el síntoma nos permite vivir. Lo aclaré un poquito ahí porque no hay sujeto, no hay ninguno que no lo tenga. No hay sujeto que sea sujeto que no tenga un síntoma. Porque cuando nacemos las palabras del Otro, Lacan dice, cuando la lengua toca el cuerpo, se produce un trauma, un agujero – lo digo lacanianamente, no me sale de otra forma – y a ese agujero lo velamos con un síntoma. Un síntoma que se va construyendo a lo largo de la vida, del cual sufrimos y a la vez nos satisfacemos. Nos permite vivir cuando a ese síntoma lo despojamos del sufrimiento y nos queda un estilo, un modo de vivir.
Y bueno, el otro es el síntoma de la época. Interpretar el síntoma de la época. Bueno, les diría en el mismo sentido, porque Lacan nos enseña a pensar que el síntoma del sujeto tiene su pata en lo social, es decir, los síntomas de los sujetos no están desenlazados de lo que pasa en lo social. Eso tiene efectos. Lo que pasa en lo social tiene efectos en los cuerpos, en el modo sexual, no está el síntoma del sujeto desenlazado de lo social.
Teresita Ruiz: Bueno, hay otras preguntas debido a la claridad de tu exposición, a uno se le ocurren preguntas, cuando uno entiende algo, algo más quiere saber. Me gustaría más que ustedes puedan participar, que puedan plantear sus interrogantes y poder hacer una especie de conversación. Es un poco la idea de esta actividad, a pesar de ser una conferencia.
Roxana Chiatti: Por allá, a ver.
Público: Creo que hay un, no se si llamarlo, confusión o mezcla, melange, entre lo que es sexualidad y lo que es género. Creo que género como posición performática, social y cultural, y sexualidad, van por caminos diferentes. Los conflictos y síntomas, como los llamas vos, surgen a partir de estas cuestiones de género y de prácticas sexuales. Una cosa es una práctica sexual, otra es una relación sexual. Estas cuestiones, me parece, tienen el mismo flyer, digamos, es totalmente performático porque ahí lo único que aparece es género, no hay una sexualidad, es imagen. Porque la imagen es performática. Todos nosotros cuando nos levantamos todos los días nos levantamos, nos vestimos de mujer o nos vestimos de hombre y salimos al escenario diario como lo que nos auto percibimos. Teóricamente. Que puede o no tener que ver con nuestra sexualidad. Los conflictos surgen ahí, cuando la sexualidad y el género no tiene que ver con lo establecido. Y de ahí lo que vos decías, de tener práctica con esa muñeca inteligente.
Roxana Chiatti: Sí, exacto. Así se llaman. Muñecas inteligentes… ¡Porque no hablan! (Risas)
Público: Bueno, ahí tiene mucho que ver el peso de la palabra, y esta cuestión que decías vos también, que hay que gozar sí o sí. Hay un teórico Queer, español, muy importante que les recomiendo que lo lean, se llama Beatriz Preciado, que habla de que nosotros permanentemente tenemos que gozar. Eyacular, digamos, orgasmear, como lo quieran llamar. Tendemos al orgasmo permanente, y no siempre el orgasmo pasa por lo genital, pasa por lo sexual, puede pasar por un montón de otros lugares, y hay que aprender a ver esas cuestiones de por dónde puede pasar esa potencia, que tiene mucho que ver con la pornografía, con la química, la ciencia y la técnica hoy. Creo que los conflictos se mueven en esos niveles. Nada más.
Teresita Ruiz: Muchas gracias por su intervención
(Aplausos)
Público: Otra preguntita. El rol de los padres en relación con esta nueva mirada de la sexualidad, y más que todo los padres que tienen una generación bastante diferente a la generación de sus hijos, padres mayores con hijos muy jóvenes, que por ahí no pueden interpretar o decodificar estas nuevas sexualidades. A veces el rechazo hacia su hijo, de la nueva identificación, el malestar que se produce en la familia. Quiero saber cómo se puede tratar. Y saber cuáles son los modos en que los padres deberíamos intervenir, o ayudar, o posicionarnos para colaborar, facilitar, digamos una salud mental, de aquellos hijos que decidieron tomar, o han decidido por una sexualidad diferente que es, quizá, criticada, o no aceptada, o quizá no, porque es como que de pronto la sociedad está teniendo un cambio, pero no todas las personas lo aceptan. ¿Cuál sería el papel que tienen que cumplir los padres para, en cierto modo, no estar divorciados del hijo o de la hija en esta situación?
Roxana Chiatti: yo la verdad no sé cuál es “él” papel, habrá cada padre con su papel. Pero lo que se me ocurre decirle es que los padres no porque leamos y entendamos la época, es decir, no importa de qué generación seamos, no porque leamos y entendamos la época vamos a estar más abiertos o más cerrados. Se puede no estar aggiornado a lo que pasa, y sin embargo, poder, más que hablarles, escucharlos a los hijos. Porque una orientación sexual no es un problema, el que un sujeto elija una orientación sexual, no es un problema. En todo caso es un poco, como decía al principio, nunca lo sexual es, nunca deja de ser discordante, todo lo que tenga que ver con el tema de lo sexual, para los jóvenes, los viejos, los más o menos jóvenes o viejos, es un tema que no va de suyo, que nunca se toma normal, pero la posición más que, primero le diría: saber de los síntomas de la época no nos garantiza nada como padres, puede uno estar más abierto, comprender lo que pasa, pero cuando le pasa al hijo de uno, ¡Le pasa al hijo de uno! Pero, una orientación sexual, si eso no va para un costado de sufrimiento, de puesta en riesgo del joven, no es un problema. Digo, más que hablarles, escuchar si sufre de eso e intervenir. Si sufre, acompañarlo. Te diría eso.
Público: ¿Qué pasa con los padres que se niegan a esta postura?
Roxana Chiatti: Y yo les sugeriría que puedan hablar con un profesional, que puedan acompañar el proceso, ¿no?
Público: Parece que el problema son los padres…
Roxana Chiatti: Insisto, la sexualidad para todos es problemática, porque una orientación sexual fuera de la “norma hétero”, también para el que la elige no va de suyo, también le plantea problemas, pero bienvenido cuando eso se decide, porque se deja de sufrir un poco, podríamos decir.
Público: Me parece muy interesante el aporte que haces de Ana Simonetti, toda esa cuestión de un siglo después, de cómo el lenguaje ha cambiado, esa aversión que hay en la palabra. Eso, como para profundizarlo un poquito más. Qué pasa con ese lenguaje, el atravesamiento del lenguaje, en cuanto al rechazo.
Roxana Chiatti: Son los síntomas actuales, de los que estamos un poquito hablando. Lo simbólico es un orden, es un ordenamiento lo simbólico. Cuando ese ordenamiento no pasa por el decir, prevalece lo que es del orden de la imagen y del cuerpo en su real, el cuerpo un poco desordenado, porque el orden simbólico ya no acota, no da forma. Entonces hay como la excitación de los cuerpos, los desbordes del cuerpo, síntomas a ese nivel, como también en lo sexual, que es lo que estaba hablando hace un rato. El orden simbólico no tiene ese ya esa potencia de ordenamiento en los cuerpos. Pero lo puedes leer un poco más en el libro que vas a comprar mañana… (Risas)
Público: No se si estaría este comentario dentro de la competencia, pero se me ocurre pensar que hablando de todo lo simbólico, el tema de los whatsapp, donde no se ponen palabras, sino imágenes, y yo creo eso también influye en todas las cirugías plásticas. Hoy todo es la imagen, la imagen física, tanto del hombre como de la mujer, el hombre metrosexual, la vagina perfecta porque hoy se hacen hasta cirugías de vagina, hoy debe presentarse la imagen en todos lados, y menos la palabra. La aversión a la palabra, justamente, hoy no nos expresamos con palabras sino con íconos, eso lo manifestamos en la parte física de las personas, les exigimos, estamos perdiendo el vocabulario. No se si va al tema, pero creo que es importante.
Roxana Chiatti: Sí Claro
Publico: No prima la parte espiritual de la persona, sino la imagen. No se si aporto…
Roxana Chiatti: Si, aporta, aporta. Gracias.
Público: (Pregunta Inaudible)
Roxana Chiatti: ¿Vos decís que yo subvertí el enunciado de Freud? ¡Es un pecado que he hecho! (Risas). Lo que quise transmitir con los casos… Abolir la diferencia quiere decir desmentir la castración, es decir la transformación de un cuerpo en otro también es abolir la castración, rechazo a la diferencia, no es lo contrario
Público: Eso en Freud estaba todavía presente. La diferencia, estaba presente en Freud.
Roxana Chiatti: Sí. Estaba presente pero en relación al falo. Castrado, no castrado. Activo del lado del hombre, pasivo del lado de la mujer. Bueno Lacan hace otro aporte respecto a la lógica femenina. Pero seguimos diciendo: abolir la diferencia es un rechazo a la castración.
Teresita Ruiz: Por un lado has planteado que el falo es lo que sostenía la diferencia entre los sexos. El falo no es precisamente el órgano masculino sino que el falo a nivel simbólico introduce una diferencia. Si bien no es sin relación al cuerpo, no es necesariamente el órgano. Ahora bien, esta multiplicidad de la que estás hablando, estas nuevas formas de la sexualidad, las articulabas a un derecho al goce, donde todo es posible y todos tenemos derecho a satisfacernos del modo que queramos. Siempre y cuando, podríamos decir, tomando las preguntas que hacía el público, hasta el sufrimiento, siempre y cuando no haya sufrimiento, del otro o de uno. Tal vez eso podría ser como cierto límite.
Roxana Chiatti: Es un límite. No sé si lo dije, pero era la idea… es un límite
Teresita Ruiz: Bien, el sufrimiento como límite al goce. Ahora, también vemos en la actualidad que la sexualidad siempre produce sufrimiento, que no funciona, que es problemático y nos hace sentir mal. Siguiendo esa línea del sufrimiento tanto en la sexualidad binaria, como en las múltiples, ¿Qué salida podemos pensar desde el psicoanálisis?
Roxana Chiatti: Salidas desde el psicoanálisis, en tanto haya algo en esa práctica que deje de funcionar un poco, porque sino no son sujetos que vayan a consultar. Se procuran una satisfacción tal, que a menos que haya alguna pérdida, algo que disfuncione esa práctica, no van a consulta. A partir de allí, escucharemos. Pero si ello no procura un malestar, no van a ir. Por ejemplo, el caso que presentaban de donde tomé lo de “Cross dressing”, juntarse solo para eso, el paciente que fue, lo había descubierto la esposa. A partir de algo del orden de la vergüenza, algo se desarmó ahí para él, algo se disfuncionó en la práctica y consultó
Público: o sea que mientras no haya vergüenza, no hay una falta de funcionamiento
Roxana Chiatti: no es que tendría que haber, es un modo, es algo que se presenta como algo que disfunciona, cuando el sujeto se avergüenza porque introduce al otro. la vergüenza de que alguien le vio, produce al otro…
Gabriela Alluz: Quería hacer un aporte, un comentario que viene al caso. Me acordaba de una película que hemos proyectado en nuestro ciclo de cine, “Lawrence Anyways”. Realmente toma este tema, me parece muy interesante el planteo en cuanto a los cambios que hay en la sexualidad, porque de pronto el hombre de la pareja empieza a vestirse de mujer, era el semblante femenino, pero a la vez él en la pareja estaba posicionado de una manera masculina. Y a ella se le plantea todo un dilema esto, se le hace insoportable esto de su pareja, pero él seguía eligiéndola. Es una historia de amor, realmente es muy linda la película, el después de cortar con ella seguía eligiendo mujeres como pareja. No tenía relación esto del semblante, el necesitaba vestirse o travestirse, pero él estaba posicionado masculinamente
Roxana Chiatti: Me sirve mucho ese ejemplo. Ahí ven. Hay la orientación y la posición sexual. Está la posición sexual – masculina. Lo otro es una práctica, no define su sexo. Lo otro es una práctica de satisfacción asexual. Su posición es respecto de las mujeres. Algo de él.
Teresita Ruiz: Agradecemos a Roxana, su presencia, su conferencia. Agradecerles a ustedes su presencia y su participación.
Roxana Chiatti: Muchas gracias.
*Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL). Córdoba. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Adherente al C.I.E.C. Responsable del Departamento de “Psicoanálisis y cuerpo” del C.I.E.C.
Conferencia dictada en la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE). El 9 de Octubre.