Notas polifónicas en torno a la relación Psicoanálisis y Política: lo femenino en cuestión*
Por el Grupo de lectura Psicoanálisis y Política 2019**
Este espacio de lectura y formación del Centro de Investigación y Docencia de Santiago del Estero se propone explorar los cruces y los puntos de contacto que atraviesan al psicoanálisis en su relación con otros discursos. Este fructífero diálogo que, a lo largo de las obras de Freud a Lacan, el psicoanálisis ha entablado con el pensamiento intelectual, estético y filosófico-político ha permitido a través de diferentes artificios esclarecer su orientación ética tanto en su práctica como en su transmisión. Es justamente su conjunción con otros discursos (señalado a través del y que aquí articulamos al término política), que el psicoanálisis se nutre en su doble dimensión: esto es, intensiva, orientada a la formación del analista, y extensiva, haciéndose presente en la cultura de cada época.
En relación a esta primera cuestión, fue posible aislar ciertas puntas puestas a trabajar singularmente pero también en común sobre la relación entre la política del psicoanálisis y el deseo del analista. Compartimos a continuación algunos trazos desplegados a partir de la lectura de Miller en “El banquete de los analistas” (cap. 1 y 2) en el marco de nuestras reuniones durante 2018-19:
El concepto de “deseo del analista” surge siempre que se interroga la especificidad de la práctica psicoanalítica y los límites de su campo.
El deseo del analista marca una orientación para la clínica, justamente sirve para orientar a una clínica tan particular que no se permite tener por principio ni por finalidad ningún tipo de ideal, sea este humanitario, terapéutico, institucional, asistencial, etc. A esta perspectiva del deseo del analista como orientación clínica Lacan la llamaba política del psicoanalista, en tanto que sirve de soporte para la transferencia (estrategia) y la interpretación (táctica). Sin entrar demasiado en detalles, puede decirse que le permite al analista ubicarse en la transferencia por una vía distinta a la de ejercer un poder, y posibilita que la interpretación del analista emerja como enunciado sin enunciación, es decir, que dicha interpretación no se tiña de la subjetividad misma del analista. Por lo tanto, la política del psicoanálisis que orienta la clínica, vincula el concepto de deseo del analista con la abstinencia del analista (falta en ser, destitución subjetiva). En otras palabras, es lo que permite la extensión del psicoanálisis, abrir la orientación psicoanalítica a prácticas diversas, pero sin atentar contra su especificidad.
La otra cara de este concepto de deseo del analista es la de la intensión. La intensión, según Miller, tiene que ver con los “requisitos” para ser psicoanalista y por lo tanto los límites de este campo. Aquí el deseo del analista aparece como el producto de una trayectoria por la experiencia analítica que se caracteriza por el pasaje de analizante a analista, lo que Miller llama “carrera analítica”. Este pasaje que se expresa como deseo del analista a su vez cuenta con una instancia de “certificación oficial” denominada pase (“consentimiento de los especialistas”).
Miller afirma (siguiendo a Lacan) que a medida que crece la extensión, decrece la intensión. En su momento Lacan apostó por la extensión, incluyó a los no analistas en su escuela; también Miller desarrolló en esta misma línea la idea del psicoanálisis aplicado como forma de orientar la práctica en dispositivos que no son el psicoanalítico. Con este movimiento, por lo tanto, la cuestión de la intensión queda cada vez más desdibujada y por lo tanto el concepto del deseo del analista, concebido como producto, fin o “título” se vuelve menos consistente. Sin embargo, apostar por reafirmar el deseo del analista en su vertiente de intensión puede conducir al problema del aislamiento o “extraterritorialidad” del psicoanálisis.
En este punto es que la conjunción enunciada como psicoanálisis y política asume relevancia. En la medida en que el deseo de trabajo del analista se sostiene y adviene a partir de su lazo con la comunidad analítica, pero asimismo de su cultura y época. Ambos, tensan las coordenadas del dialogo que el psicoanálisis mantiene con otros discursos y sus efectos de incidencia.
Al respecto y siguiendo a Freud, quien en “Psicología de las masas y análisis del yo” advierte que “toda psicología individual es simultáneamente psicología social”, podemos decir que el psicoanálisis tiene algo que decir frente a las problemáticas actuales, al interpelarlo al modo de un síntoma social, aportando a los debates que los mismos suscitan. Por ello, para el trabajo del primer semestre del corriente año definimos una serie de lecturas en torno al diálogo posible entre psicoanálisis y feminismos. A la luz de los acontecimientos recientes que han tenido presencia significativa no sólo en el marco del escenario nacional sino global, resulta pertinente volver sobre algunas contribuciones y precisiones conceptuales del psicoanálisis respecto a la sexualidad, lo femenino, el deseo, el goce, las lógicas de la sexuación. Aportes que han modelado en parte el pensamiento y activismo de las diferentes olas feministas a lo largo del tiempo y en el que el psicoanálisis no ha quedado indemne. Por el contrario, sus intercambios han generado importantes implicancias éticas y resonancias nutritivas para la práctica analítica. Algunos de los horizontes que abre este encuentro consiste en restituir el lugar de las paradojas para pensar la sexualidad y las posiciones subjetivas en torno a ello.
Respecto a este segundo tópico de nuestro argumento, partimos de la lectura freudiana Sobre de la sexualidad femenina (1931) ubicando cómo, para Freud, la vida sexual parte de la creencia universal del falo (todos lo tienen). Respecto de la mujer dirá que la característica principal es el particular vínculo que establece con la madre, vínculo pre-edípico y del cual deberá realizar un viraje de objeto de amor, viraje hacia el padre. Establecerá además cómo en la mujer el Edipo queda “incompleto”, no logra su salida y nombra: la represión de la sexualidad en modo general (anular la sexualidad) y la homosexualidad (retiene la masculinidad bajo la creencia de tener el falo). Para Freud, la salida del Edipo en la mujer estará determinada por la maternidad: tomando al padre como objeto de amor, la mujer esperará un subrogado fálico en el hijo.
Esto plantea un inconveniente al momento de pensar la sexualidad femenina en tanto que queda reducida a la maternidad, y esto no debe confundirse. Siguiendo a Eric Laurent en Posiciones femeninas del ser, podría plantearse que fue Lacan quien reformula la teoría acerca de la sexualidad femenina, a partir también de las críticas del feminismo en su época a las teorizaciones freudianas y su reducción de un asunto aún más complejo.
Fue a partir de la elaboración en el Seminario Aún, que Lacan hablará no ya de la sexualidad (concepto freudiano ligado a la vida pulsional) sino más bien la sexuación.
A diferencia del sexo que podemos pensarlo como el dato biológico, orgánico, o del género, entendido como una identidad efecto de construcciones sociales que establecen modos de ser y de comportarse (significantes amos a los que un sujeto se identifica), la sexuación según desarrollará Lacan planteará dos posiciones respecto de la manera de gozar que pueden tener los sujetos: del lado del tener (masculina), del lado del ser (femenina), ambas posiciones no se confunden con el género en tanto no se trata de la identidad sino de dos modos de gozar según cómo se ubique un sujeto en relación al campo fálico.
No hay nada pre-establecido que nos indique qué es lo que se tiene que hacer como hombre o como mujer, eso lo aprendemos por entero del Otro, en este punto hay coincidencia con las teorizaciones de género, pero entendemos que hay algo que va más allá del género y del sexo, que es el modo singular en que cada sujeto goza, esto es, más allá de las identificaciones. El goce femenino es un goce que no estaría limitado por el campo fálico, recortado, medible, cuantificado, significante. Goce que se siente en el cuerpo y para el cual no hay palabras, no hay representación posible en imágenes o palabras. Surge entonces la pregunta ¿es lo mismo goce femenino que lo femenino?
Siguiendo a Miquel Bassols en Lo femenino, entre centro y ausencia indicará lo femenino como un espacio topológico que no puede ser pensado desde la lógica fálica, dirá que está “fuera del mapa del falocentrismo” (pág. 20), de la lógica de la presencia – ausencia, del Uno y el Otro. Lo femenino entonces como un espacio, espacio “entre”, entre el centro simbolizado por el falo y la ausencia más radical que se produce en la soledad del goce femenino, en tanto que, lo que está en juego en lo femenino es una Otredad: “la mujer es Otra para sí misma como lo es para él” (Otro), punto en que el sujeto se ausenta para sí mismo. (pág. 22).
Cabe entonces investigar en el desarrollo de éste concepto, por un lado, qué vinculación es posible establecer entre lo femenino y la posición del analista, como así también, cómo interpretar las lógicas sociales a luz de dicho concepto, en tanto que, lo femenino es lo que se rechaza estructuralmente por carecer de representación posible. Entonces ¿Qué es lo femenino? ¿Qué vinculación posible entre lo femenino y los femenismos? ¿Qué aportes e intervenciones en el campo social son posibles a partir de dicho recorrido?
* Trabajo presentado en las IV Jornadas locales de Estado de trabajos de los Grupos de lectura e investigación del CID Santiago del Estero
** Integrantes: Sabrina Romera, Leandro Burgos, Antonio De Matos Figueiredo, Silvina Trejo, Mercedes Vargas (Coord.).
Asesor José Vidal (Miembro de la EOL y la AMP).
Bibliografía
Freud, S. “La Femeneidad”. 33° Conferencia (1932), Tomo XXII, Amorrortu, Buenos Aires.
Freud, S. “Sobre la sexualidad femenina” (1931), Tomo XXI, Amorrortu, Buenos Aires.
Freud, S. “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos” (1921) y “El sepultamiento del complejo de Edipo” (1924), Tomo XIX, Amorrortu, Buenos Aires.
Freud, S. “Pegan a un niño” (1919), Tomo XVII, Amorrortu, Buenos Aires.
Lacan, J. La angustia. Seminario 10, Paidós, Buenos Aires.
Lacan, J. Aún. Seminario 20, Paidós, Buenos Aires.
Miller, J. El banquete de los analistas. Cap. 1 y 2. Paidós, 2000
Miller, J.A. (Comp.). Feminismos. Variaciones. Controversias. Grama, España. 2018
Laurent, E. Posiciones femeninas del ser. Del masoquismo femenino al empuje de la mujer (cap I, III, IV y V), Editorial Tres Haches, 1999, Buenos Aires.
Bassols, M. Lo femenino, entre centro y ausencia, Grama. 2017
Bassols, M. “El psicoanálisis y lo femenino: Freud, misógino contrariado”, Entrevista. Disponible en: https://redpsicoanalitica.org/2016/04/07/el-psicoanalisis-y-lo-femenino-freud-misogino-contrariado/
Bassols, M. Psicoanálisis en intensión y en extensión: los tres puntos de fuga, Psicoanálisis lacaniano. Escritos de Psicoanálisis de orientación lacaniana, 19 de Septiembre de 2007, disponible en http://psicoanalisislacaniano.blogspot.com/2007/09/psicoanlisis-en-intensin-y-en-extensin.html?m=1
Barros, M. “Hay algo antipolítico en la sexualidad”, Entrevista. Disponible en: http://www.telam.com.ar/notas/201506/107301-hay-algo-antipolitico-en-la-sexualidad.html