Antes que nada, agradecemos la amable invitación de A.P.S.A. a través del Presidente de este congreso, Dr. Gastón Noriega. Nuestro instituto funciona en Santiago del Estero hace más de 15 años, dedicado a la investigación y docencia en psicoanálisis.
Qué puede aportar el psicoanálisis a este congreso. Un congreso donde se aborda la cuestión de la salud mental y la integración de visiones. Desde ya que el dialogo entre diferentes enfoques nos parece muy fructífero, celebramos estos encuentros porque quiere decir que hay una disposición a escuchar al otro, que tal vez no tienen todos la misma orientación, pero justamente ahí reside la riqueza y la posibilidad de poder trabajar interdisciplinariamente, si tolero que mi campo disciplinar tiene sus límites. Si acepto que mi disciplina tiene sus límites, puedo aceptar y solicitar el trabajo del otro.
Queremos comentarles un poco qué es el psicoanálisis, qué es a lo que nos dedicamos. Y para ser didácticos diremos que el psicoanálisis tiene tres dimensiones: clínica, es decir, un dispositivo; epistémica, como conjunto de saberes; y política, esto es, un conjunto de intervenciones en el campo social.
Empecemos por lo primero. Un dispositivo. Un dispositivo es algo construido, pensado. Nuestro dispositivo es un dispositivo clínico donde hay un sujeto que habla y otro que escucha. Esto que parece simple o básico, se ha mantenido por más de cien años. Un dispositivo que permite, nada más y nada menos, que el sufrimiento se detenga. No es algo menor. No es un ideal de este dispositivo que una persona sea exitosa, o bien que sea competente, o más inteligente, o que aprenda correctamente. Lo que Sigmund Freud crea, inventa, es un dispositivo que tiene una sola regla. Hablar. Y lo inventa porque se produce un hallazgo allá por 1880, primero con su colaborador Breuer. El hallazgo es que había pacientes que, al relatar ciertos sucesos de su vida, estas pacientes se aliviaban y sus síntomas desaparecerían. Freud no hace esto por una convicción o un prejuicio, sino que lo constata luego de una extensísima casuística. Por supuesto esto no es todo, sino que también está la cuestión de que los sucesos que relataban sus pacientes eran sucesos no accesibles a la conciencia, el médico escuchaba e interpretaba los síntomas. Entonces en principio el psicoanálisis es una práctica de la palabra. Practicamos la escucha de un paciente que relata su padecer y que nunca lo comparamos con otro paciente, cada tratamiento es único, cada sesión es única. Un tratamiento caso por caso. No buscamos promedios ni generalizaciones, sino al contrario, lo particular de cada caso.
Pasemos al segundo punto, un conjunto de saberes. ¿Es el psicoanálisis un saber científico? ¿El psicoanálisis dice algo verdadero? Esto constituye todo un campo de discusión en el ámbito científico, pero podríamos decir desde el psicoanálisis, que Freud inventa el psicoanálisis por la imposibilidad de la ciencia de su época de ofrecer respuestas al problema de la histeria. No le eran suficientes las respuestas sobre la concepciones hereditarias ni congénitas sobre los síntomas histéricos. Freud era neurólogo, alumno de Charcot, traductor de sus obras, pero se desprende del campo biológico. Freud constata evidencias que no pertenecían al campo biológico. El inconsciente no tiene localización cerebral. El inconsciente, según nuestra orientación que es la de Jacques Lacan, psicoanalista francés, continuador de la obra de Freud, tiene localización en el lenguaje y en la palabra. Para el psicoanálisis la vida subjetiva no se reduce a estructuras cerebrales, aunque por supuesto no hay subjetividad sin un cerebro. Y por supuesto hay consecuencias en la subjetividad a partir de modificaciones cerebrales. Pero no está ahí nuestra práctica. Y observamos en relación a este tema una fuerte tendencia a la biologización de la vida humana. No negamos los avances de la química y de la genética en el siglo XXI, pero sí afirmamos que el inconsciente es un saber, efecto de la palabra. Y así como no hay localización cerebral tampoco hay medida sobre el sufrimiento. Cuál es la regla para medir la angustia de un sujeto.
Por último, el psicoanálisis en el campo social, podríamos decir en la época contemporánea. El psicoanálisis no queda confinado solo al dispositivo analítico, la prueba es que estamos hoy hablando en esta mesa. Como psicoanalistas tenemos el deber de participar en el debate público. En el argumento de este congreso se menciona un punto que atañe al psicoanálisis de manera central, la influencia de la vida política en la salud mental. Es interesante este punto porque ya se deja entrever que el campo social tiene efectos sobre los sujetos, y hoy en día el efecto es de angustia. El siglo XXI nos encuentra con cierto desarreglo simbólico difícil de abordar, proliferación de excesos nunca antes vistos, la subjetividad actual no encuentra límites precisos para regularse. Estados de angustia que el sujeto no puede explicar. Él psicoanálisis lleva a la comunidad la constatación de que cuando el sujeto se encuentra con su palabra, perdida o ausente hoy en día por la alianza entre capitalismo y ciencia, se producen efectos terapéuticos que permiten al sujeto vivir un poco mejor. Muchas gracias.
*LIC. EN PSICOLOGIA. RESPONSABLE DEL CID SANTIAGO DEL ESTERO (CENTRO DE INVESTIGACION Y DOCENCIA PERTENECIENTE AL INSTITUTO OSCAR MASOTTA 2) ESPECIALISTA EN SALUD SOCIAL Y COMUNITARIA
2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental – “FORUM” Santiago del Estero, 17 y 18 de agosto de 2018.
Ciudalitica | 2018
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