Palabras de GRACIELA ESPERANZA, Directora del IOM 2, para CIUDALITICA

Palabras de GRACIELA ESPERANZA, Directora del IOM 2, para CIUDALITICA

Queridos colegas del CID Santiago del Estero perteneciente al IOM 2,

Con mucha alegría me sumo a mis colegas de Santiago del Estero en este brindis, en un momento tan especial como lo es el lanzamiento de la página del CID Ciudalítica. La comunidad analítica del IOM 2 celebra así un acontecimiento que esperábamos.  El IOM 2 esperaba a Ciudalítica, el Cid Santiago del Estero, que la crea, también.

Cada vez que algo nuevo se produce en algún punto de este inmenso territorio lacaniano como lo es el IOM 2, alcanza a cada uno de los muchos puntos que lo componen, más cercanos, más lejanos. Red en constante movimiento que experimenta esas ondas de invención que repercuten, se expanden y atraviesan ese territorio.

Es un hecho que nos servimos de los dispositivos que la tecnología nos ofrece y que ponemos estos dispositivos al servicio del discurso analítico, no obstante lo cual debemos estar advertidos del buen uso a hacer de ellos.

¿Cómo entiendo el buen uso de estos dispositivos? Me valgo en esta ocasión de un elemento muy apreciado y valorado por Lacan, citado al menos dos veces por Lacan en sus Seminarios X y XI: El collage surrealista.

El collage surrealista es evocado por Lacan para hablar del desmontaje de la pulsión y del deseo del enseñante. Su dimensión esencial es su carácter elusivo, (a este respecto hay un extraordinario texto de Octavio Paz La apariencia desnuda en el que trabaja con exhaustividad extrema el Gran Vidrio de Marcel Duchamp).

¿Cómo lee Lacan ese carácter elusivo del collage surrealista? Dirá que en todos los casos el collage surrealista evoca la falta.

Entonces, cuando nace un nuevo dispositivo de transmisión esperamos de él, -al contrario de la tendencia al llenado que tiene la tecnología-, que, al agregase al conjunto, que es abierto y que seguirá agregándose, produzca una sustracción, descomplete el saber y evoque la falta. Falta necesaria para que el No-todo se inscriba y una comunidad se sostenga viva.   

¡Bravo entonces por Ciudalítica que sin duda estará en ese camino!

Un fuerte abrazo

 

 

Graciela Esperanza

Directora del Instituto Oscar Masotta (IOM2)

Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL)

y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis

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Palabras de SUSANA AMADO, Directora del CID Santiago del Estero, para CIUDALITICA

Palabras de SUSANA AMADO, Directora del CID Santiago del Estero, para CIUDALITICA

Estimados amigos, Deseo compartir con Uds. este evento en el que vamos a presentar Ciudalítica a la comunidad y a nuestros colegas del Instituto Oscar Masotta del NOA y del resto del País. El nombre que nos convoca “Ciudalítica” es un llamado a los analistas, siguiendo la orientación de J-A. Miller, a dejar de ser extranjeros en la ciudad, a llevar a cabo un paso decisivo del psicoanálisis en el campo de la política y de la acción social, e incidir en el caos y malestar contemporáneo al que nuestra época nos impulsa.

“Hay que adentrase en el campo social, en el campo institucional, y prepararnos para la mutación de la forma del psicoanálisis. Su verdad eterna, su real transhistórico no serán modificados por esta mutación. Por el contrario, se salvarán, si captamos la lógica de los tiempos modernos “.

No es posible contentarse con darle su lugar a una verdad nueva señala Lacan, pues de lo que se trata es de tomar nuestro lugar en ella. “Ella exige que uno se tome la molestia”. (Jacques Lacan, «La instancia de la letra en el inconsciente).

Pero no debemos por un instante dejar de rendir homenaje en esta ocasión a nuestra querida Judith Miller, creadora del Campo Freudiano. ¿Quizás manteniendo viva su pregunta, “Cómo puede el psicoanálisis encontrar su lugar en el siglo XXI sin traicionarse y sin auto segregarse?”

El porvenir del psicoanálisis se sostiene en la formación de los analistas. Nada sorprendente decía Judith “ni nuevo, lo que es sorprendente y nuevo es la coyuntura en la cual este decir encuentra su efectividad»

Es la ética del psicoanálisis lo que supera cualquier traición y franquea todos los obstáculos si se sostiene firme en el principio enunciado por Lacan «no ceder sobre su deseo». Tal vez allí encontremos la respuesta a la pregunta mencionada por Judith anteriormente. Ella fue un ejemplo o como señala Miquel Bassols, una mujer que encarnaba “un deseo sin retroceso posible”.

Ella supo encarnarlo hasta el final bajo el nombre de “Campo Freudiano”. 

Quisiera también en esta ocasión hacer un reconocimiento al deseo fuertemente decidido del Equipo de publicaciones para sostener el proyecto de Ciudalítica hasta las últimas consecuencias. Hoy vemos el valor de esta decisión.

Me hubiera gustado mucho compartir en presencia este acontecimiento tan importante para el CID de Sgo del Estero, por el trabajo sostenido que realizan sus miembros, pero voy a brindar desde mi lugar a la hora en que Uds. levanten la copa. Con el orgullo del trabajo con Uds. desde hace varios años, los abrazo a cada uno.

 

 

Susana Amado

Directora del CID Santiago del Estero.

Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL)

y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

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«QUÉ CAMBIA Y QUÉ NO CAMBIA EN UN ANÁLISIS» – Entrevista a Patricia Moraga

"QUÉ CAMBIA Y QUÉ NO CAMBIA EN UN ANÁLISIS" - Entrevista a Patricia Moraga

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Gabriela Agostinelli: ¿Por qué Lacan aborda las pasiones?

Patricia Moraga: Las pasiones permiten conectar el inconsciente con lo real del goce. El goce es en el propio cuerpo, pero los afectos, que son efectos de lalengua en el cuerpo, conectan el goce (que es en el propio cuerpo) y el Otro. Entonces, los afectos conectan con lo que escapa al decir, y en este punto el inconsciente es, para Lacan, efecto de lalengua. Por eso él dice que el inconsciente está hecho de Unos y que en él está implicado el goce.

Al comienzo de su enseñanza, define el inconsciente diciendo que está estructurado como un lenguaje, el sujeto del inconsciente es un vacío, efecto de los significantes, y no tiene identidad. Lacan introduce el cuerpo mediante las pulsiones. Eso permite articular un inconsciente que no es solamente el que se descifra, un inconsciente que él llama parlêtre y que es el inconsciente más el cuerpo.

GA: ¿Qué lugar tiene el deseo en la última enseñanza?

PM: El deseo y el amor se articulan con el Otro, se dirigen al Otro. En el amor, el sujeto busca lo que le falta en el campo del Otro. El goce, en cambio –sobre todo, el goce presentado como un exceso, goce autista–, es en el cuerpo y puede prescindir del Otro. La interpretación, si conmueve la fijeza del goce (la fijeza del sentido fantasmático), produce un nuevo lazo con el Otro.

GA: ¿Cuál es la diferencia entre el goce y la satisfacción?

PM: Ésa es la hipótesis de mi tesis de maestría: interrogo qué es lo que cambia y lo que no cambia en el nivel del goce. La idea de que el goce y la satisfacción son distintos es algo que tomo del Prefacio al Seminario 11, de 1976, “El espacio de un lapsus”, donde Lacan dice que vamos al análisis por una urgencia, eso es lo que nos empuja a un análisis, y esa exigencia se experimenta como un goce en exceso que provoca sufrimiento y malestar. Esto lleva a preguntarse cómo se terminan los análisis. Y una de las claves por las cuales alguien da por terminado un análisis es haber logrado transformar lo que era un exceso (como insatisfacción) en otra cosa, y poder decir: “Estoy satisfecho”.

La satisfacción implica un cambio en el modo de gozar. Lo que se presentaba como padecimiento, mortificación y exceso, da lugar a un nuevo modo de gozar, permite al sujeto extraer de su goce una nueva satisfacción.

De hecho, en El lugar y el lazo Miller dice que los AE, que han hecho la experiencia de un final de análisis, tienen que incluir en su testimonio de qué está hecho su lazo libidinal con el psicoanálisis. Se espera que al final de un análisis se produzca un analista. Entonces, ¿de qué modo se sirve, como analista, de lo que extrajo de su análisis?

Ahora bien, la pregunta de la tesis era qué es lo que cambia y lo que no cambia en el modo de gozar. El análisis apunta a cernir un goce, ese goce singular opaco y fuera de sentido que se localiza en el síntoma. El síntoma del principio no es el mismo que el síntoma al final del análisis. Al respecto, Lacan decía, ya en 1974, que el síntoma tiene dos caras: una cara de sentido (la cara significante, que se articula con el Otro y se descifra) y la cara real, que es el goce opaco al sentido. Aquello que impide servirse del síntoma, hacer uso del mismo, es justamente el fantasma, el goce fantasmático. Construir y atravesar el fantasma implica, entonces, que el goce sentido y el goce en exceso fantasmático sea localizado y tratado, a fin de que el sujeto pueda desprenderse de ese goce que le suponía al Otro y que le provocaba padecimiento, lo cual habilita un uso del síntoma ya vaciado del sentido fantasmático. Hay que ver, caso por caso y puntualmente, qué fue lo que llevó a cada uno al análisis, cuál fue su urgencia, porque no esto es un “ideal del final del análisis”, no hay una norma, porque no hay “el” analista. Pero podemos decir que el goce sentido (o el sentido gozado) se reduce.

El goce fálico también está implicado en el síntoma, y es mortificante; va por el lado del Uno, y la interpretación apunta a equivocar ese Uno para reducir el goce fálico. J.-A. Miller propone reducir el síntoma al puro acontecimiento de cuerpo, como acontecimiento de goce que se produce por un decir. Eso implica también tomar una distancia del sinthome, de tal manera que uno puede saber que no es idéntico al sinthome. La distancia permite manipularlo, servirse de él.

¿Qué es lo que no cambia? La investigación de la tesis deja la pregunta abierta. Si tomamos los testimonios del final de análisis, hay analistas que muestran, por ejemplo, que lo mortificante del goce se perdió. Para otros, en cambio, la mortificación no se perdió, pero se redujo el dolor. Por ejemplo, Suzanne Hommel dice que el dolor se le redujo y que la mortificación no desapareció: no desapareció por completo el modo en que ella fue afectada por lalengua, pero el análisis se lo tornó más soportable, vivible. Entonces, se supone que el tratamiento de los diferentes modos de goce abre a un goce más vivible, a un goce de la vida, sin tanto padecer, sin utilizar el propio goce para sostener al Otro, para hacerlo existir. Es un goce a disposición, más libre, ligado a la vida.

GA: ¿Qué lectura puede hacer acerca del movimiento hacia el campo de la política propuesto por Miller?

PM: Miller observa que antes se pensaba que la posición del analista era la neutralidad, pero ésa es una utopía. Un analista en esa posición está muerto, como el sujeto del inconsciente, que no tiene vida si no es por el goce. Y Lacan señala justamente que la cuestión es que el analista opere de la buena manera con la función del deseo. Entonces el deseo del analista tiene que causar la máxima diferencia, apuntar a la máxima diferencia entre el ideal y el objeto a. En el Seminario 24, Lacan dice que un analista, para intervenir, se orienta por lo real, y en este punto no hay neutralidad. Miller lo retoma y dice que, así como la práctica analítica no se basa en un analista muerto, el psicoanálisis tiene que hacerle la contra a lo real de distintas maneras, y debe intervenir, desde el psicoanálisis, en la política, no desconocer lo real en juego en el lazo social. En la práctica analítica se pone en juego, cada vez, el encuentro con un deseo decidido, con un cuerpo vivo.

GA: Teniendo en cuenta que el psicoanálisis se diferencia de otros modos de investigación donde los criterios de validación científica se basan en lo comprobable o empírico, ¿cómo funcionan en la investigación psicoanalítica la rigurosidad y la precisión epistémica?

PM: Esta pregunta no sólo atañe a saber si una tesis sería válida o no según los requerimientos de las ciencias, sino que es más amplia y más profunda: ¿qué es lo que valida o no al psicoanálisis?

El psicoanálisis no es una ciencia. Lacan muchas veces lo dijo. Esto no implica que carezca de principios. Los tiene, y son fundamentales. El psicoanálisis tiene un método, y ese método es riguroso. Pero como no apunta a lo universal, no puede haber una casuística universal. Es imposible que la haya, lo que no implica que no pueda ser validado y argumentado, lógica y rigurosamente, caso por caso. Entonces, mi tesis parte de una hipótesis, la diferencia entre el goce y la satisfacción, y de un problema: cuál es el tratamiento que el psicoanálisis da al goce –porque todas las estructuras clínicas ya son tratamientos del goce.

Me refiero al goce que Freud denominaba traumático, el encuentro con lo sexual. Para Lacan, lo traumático es el lenguaje, el choque de las palabras contra el cuerpo. Ese encuentro tiene efectos, un efecto de agujero y un efecto de goce. Lo traumático tiene un tratamiento dado por las estructuras. Un tratamiento del goce traumático es el síntoma, otro es el fantasma, y también el Nombre-del-Padre es algo que permite significar ese goce como fálico y abrochar el significante y el significado. Cada estructura (neurosis, perversión y psicosis) trata el goce a su manera. Si no cuenta con el Nombre-del-Padre, es una invención singular del sujeto. Por eso la ultima enseñanza de Lacan se orienta por la psicosis. En ese punto, las invenciones son singulares, como el sinthome de cada uno, que no vale para todos.

De ahí la pregunta: ¿Cuál es el tratamiento especifico que da el psicoanálisis al goce sin ley (traumático), diferente al que le dan las estructuras (el síntoma y el fantasma)? Ése es el punto. Para poder saber cuál es el tratamiento especifico que da el psicoanálisis, primero situé distintos paradigmas del goce en la enseñanza de Lacan. Por ejemplo, cuando Lacan propone el pase para el analista de la Escuela en 1967, busca resolver el problema que lo acompañó durante toda su enseñanza: ¿Cómo se articula el significante con la libido? Son problemas cruciales. En esa proposición dice que se articula en el objeto a y la castración. Es un modo de articular el efecto mortificante del significante (la castración, la pérdida de goce) con un plus-de-gozar (el objeto a). Es una forma de resolverlo.

Es el problema del psicoanálisis: cómo incidir en el modo de gozar con la palabra, ya que el psicoanálisis no tiene otro instrumento que el significante. El Uno no tiene sentido, pero es el lenguaje. El sujeto es efecto del lenguaje, el trauma es efecto del decir, y el inconsciente son los efectos del lenguaje en un sujeto.

En síntesis, creo que la rigurosidad en la investigación psicoanalítica está en situar un problema, rastrearlo a lo largo de la enseñanza de Lacan, y hacer una hipótesis. Si queremos sostener la validez del psicoanálisis en relación con la ciencia (las neurociencias, por ejemplo), hay que hacerlo desde la rigurosidad propia de nuestro campo.

Nuestras joyas, nuestra manera privilegiada de encarar una investigación, son los testimonios de los AE (Analistas de la Escuela), porque son los que ponen a prueba el psicoanálisis. El pase no pone a prueba al pasante, sino al psicoanálisis. Las respuestas deben rastrearse una por una.

GA: ¿Cuáles han sido las dificultades durante este proceso de investigación?

PM: Hay dificultades que tienen que ver con lo metodológico, porque no estamos acostumbrados a hacer tesis de maestría o de doctorado, y eso exige cumplir con ciertos requisitos.

El metodólogo dice hay que circunscribir un problema. Es importante cernir, lo más posible, el problema que queremos investigar. Cuanto más acotado esté, mejor es. Cuanto más amplio sea, más posibilidades de perderse hay. Hacer las hipótesis, situar nuestras preguntas, nos orienta. Deleuze decía que solamente vale la pena escribir una tesis si tenemos una pregunta, un problema que resolver. Si no hay pregunta ni problema, no hay para qué escribir una tesis.

Hay momentos en que nos topamos con problemas y no sabemos para dónde ir. En esos momentos, me sirvió tomar distancia de la tesis, y luego leerla de otro modo, con cierta ajenidad. Hablar con el director también puede orientarnos. Mi mayor dificultad surgió de tener la costumbre de hablar a otros que hablan la misma jerga. Cuando eso ocurre, damos ciertas cosas por sentadas, pero en una tesis no hay que dar nada por sentado, hay que explicar todo como si el otro no conociera nuestro idioma ni supiera nada del tema: no sabe qué es el significante, ni el objeto, ni la pulsión. Entonces, tenemos que explicarlo, y eso requiere un esfuerzo de formalización y de argumentación.

En particular, me sirvió mucho hacer un índice. En el proyecto de tesis, explicitamos la hipótesis, el problema, y los objetivos que queremos alcanzar, y eso nos sirve como guía para hacer la tesis. Porque a veces nos extraviamos. Graciela Brodsky, mi directora de tesis, a veces me decía: “Pero ¿cuál era la hipótesis? ¿No era otro el problema? Volvamos”.

Hice un primer índice que me sirvió como esqueleto. Yo escribía y luego metía esos escritos en el índice como si estuviese formado por casilleros, cajones, en los cuales ubicaba el contenido. No escribí todo de un tirón. Un día escribía algo del capítulo 5, otro día algo del 1, o del dos… Una vez concluida la tesis, notamos que hay que modificar el índice, ordenarlo de otro modo. Pero el índice es como el esqueleto, la estructura del edificio. Por eso vale la pena hacerlo. Cuando notamos cierto extravío, retomamos el índice.

GA: Ayer dijiste que has trabajado mucho en las conclusiones.

PM: Si. Como es una tesis, hay que explicitar qué se confirmó y qué no se confirmó de las hipótesis. También cuáles quedan como preguntas abiertas y como posibilidades de investigación. Que una tesis deje preguntas abiertas y abra posibilidades de investigación es bueno. Entonces fue necesario un esfuerzo, en las conclusiones, para cernir a qué impasses había arribado la tesis. Allí advertí que me faltaba dar otra vuelta al problema de la interpretación, porque era importante la pregunta por el tratamiento, que el psicoanálisis hace del goce. Eso abre el campo a investigar la doctrina de la interpretación.

En mis conclusiones, quien empujó y puso en tensión los problemas fue Graciela Brodsky. Cuando yo quería soltar la tesis y decir basta, ella me empujó de la buena manera.

* Patricia Moraga es psicoanalista, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela de la Orientación Lacaniana, docente de la Facultad de Psicología (UBA), y magister en Clínica psicoanalítica de la Universidad Nacional de San Martin. Es además autora del libro “El goce y el tratamiento de la satisfacción”.

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«LA ÉPOCA ACTUAL COMO TIEMPO DE POSIBILIDAD E INVENCIÓN» – Entrevista a Roxana Chiatti

LA ÉPOCA ACTUAL COMO TIEMPO DE POSIBILIDAD E INVENCIÓN - Entrevista a Roxana Chiatti

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Francisco Ruiz: Mario Elkin Ramírez, psicoanalista colombiano, dijo alguna vez que existía en su país y en la época en general, lo que se llama la adolescencia satanizada. Hay una especie de empecinamiento, desde los medios de comunicación, en brindar una imagen del adolescente como un sujeto violento, peligroso, siempre al borde de los excesos ¿Cómo ve usted, a propósito de las tribus urbanas, la subjetividad y los fenómenos adolescentes en la actualidad? 

Roxana Chiatti: Sin remitirme mucho a las tribus urbanas, que serían un modo de agruparse, yo en general tengo una idea de la época, sin desconocer los efectos de la pulsión de muerte, del desamarre de lo simbólico, una idea de posibilidad. En el sentido de que puede haber lugar para la invención, puede haber lugar para un uso singular de las reglas, para los sujetos que puedan un poco consentir con eso.

 La adolescencia es un tiempo del sujeto donde se sufre mucho. Sumado al momento actual donde no hay una figura de orientación, pero aún antes habiéndola en otra época, es un tiempo de transformación donde no sólo hay cambios a nivel del cuerpo que implican procesos de acomodación, de elaboración, sino también de discursos, se cambia de discurso. Es un tiempo donde no se es niño y a la vez se pasa a adolescente… Es un momento donde hay que volver a ubicarse, e insisto, con el plus de que no hay nadie para decir “así o asá, para dónde, cómo”. Es un momento difícil y hay las diversas posiciones, las diversas respuestas de los jóvenes que buscan orientarse inventando cada uno su propio modo.

 Entonces, creo que es muy importante cómo hablarles, saber hablarles. Porque también en este cambio de discurso, de cuerpo, de pensamiento, tenemos que buscar el modo de hablarles, incluirnos en su lengua que es una lengua otra que la del adulto.

FR: Cuando dices “posibilidad” ¿Aludes a estos nuevos modos de relación, nuevos modos de lazo y no esa posición nostálgica de ciertos discursos de añorar un tiempo que ya no es?

 RCH: La posibilidad lo digo en el sentido de libertades, que pueden tener un buen o mal uso. Pero en el sentido de libertades. También podemos pensar en el costado más desamarrado de la posibilidad. De la posibilidad en qué sentido. En que ahora hay muchas. Entonces eso lleva, voy a hablar un poco de eso en la conferencia, a que la cosa se dilate. Porque hay tanto, que se evalúa cuál es la mejor y eso puede infinitizarse y dilatar un poco la asunción de una posición.  Pero con posibilidades me refiero a libertades, a modos de inventarse otros lazos.

FR: Sobre las prácticas actuales de violencia que se observan en todos los ámbitos: institucional, escolar, laboral, urbanas, domésticas. ¿Qué puede aportar el psicoanálisis para comprender estos fenómenos?

 RCH: La violencia primero no creo que sea una práctica, porque la práctica es una práctica de goce. Y la violencia me parece que es algo que se desregula, una respuesta imprevista. No un modo de vivir o una práctica que aporta una satisfacción, sino que es algo que irrumpe como respuesta a algo del otro o de uno mismo.

 ¿Qué puede aportar el psicoanálisis? Creo que lo que aporta el psicoanálisis siempre es hacerle lugar a que el sujeto emerja, se localice. ¿Y qué quiere decir eso? Hacerle lugar a la palabra, porque la violencia por lo general es algo del orden del pasaje al acto, del acting out, de la angustia, del rechazo. Entonces por un lado darles la palabra a los sujetos me parece primordial.

FR: No es una práctica, pero hoy en día se ha vuelto algo cotidiano y masificado podríamos decir.

 RCH: Sí, pero es un modo de respuesta a algo del orden de la exclusión, de la segregación, del rechazo de algo en el otro que es de uno mismo en realidad. Práctica sería algo del orden de la rutina ¿no? Y la violencia no es de rutina, si bien es algo frecuente, insistente, no es de rutina sino, insisto, un modo de respuesta.

FR: En relación a darle al sujeto la palabra, en los discursos de corte cientificista, que tienen otras vertientes teóricas más ligadas a lo biológico o a lo neurológico ¿Cuál es el debate entre el psicoanálisis y estas vertientes teóricas como pueden ser las neurociencias por ejemplo?

 RCH: Lacan habla de la forclusión del sujeto por el discurso de la ciencia. Es decir, de ningún modo se lo hace aparecer porque no hay lugar a la palabra. Hemos visto en el film, en esta serie de proyecciones que los colegas del campo freudiano están haciendo circular, una de las primeras películas (que no me voy a acordar el nombre ahora) es un recorrido de científicos que daban cuenta de sus investigaciones a nivel cerebral, a nivel de encontrar el punto de las emociones en el cerebro, el test de Sofía, experimentos en Francia, en donde sus conclusiones eran llegar a nada, no había resultados. En ese momento mi idea era que más bien se trataba de una cuestión del goce del experimentador, del goce del científico en la búsqueda de algo que no encontró nunca, más que de provocar algún efecto en el sujeto.

FR: Sin embargo, desde la ciencia se afirma que se ha encontrado algo, siempre se encuentra algún gen, o se ha descubierto algo nuevo….

 RCH: Bien, pero eso es a nivel del organismo, a nivel de lo biológico, no a nivel de la subjetividad y de los efectos de la palabra sobre el sujeto. Nosotros constatamos los efectos de la palabra sobre el sujeto sobre todo a nivel del cuerpo. Entonces me parece que hay más una perspectiva de la objetalización del lado de las neurociencias que del lado de hacer aparecer la subjetividad.

Sabrina Romera: Roxana podrías comentarnos qué es la política para el psicoanálisis.

 RCH: Bueno, la política para el psicoanálisis es el síntoma, es la política del síntoma. ¿Y qué es la política del síntoma? Podríamos decir que por un lado es aquello que hace límite a la pulsión de muerte, que genera un enigma para el sujeto mismo que sabe que eso quiere decir algo, pero no sabe qué, pero que de alguna manera en eso se dirige al otro.

FR: El síntoma para el psicoanálisis entonces no es algo que habría que eliminar o anular…

 RCH: No, una cosa son “los síntomas” de los que el sujeto se cura o los curamos, y otra es “él” síntoma para el psicoanálisis, que es el modo de gozar de cada quien, ese que le permite al sujeto vivir, hacer, lo edifica, le da un estilo.

FR: Generalmente se piensa al síntoma como algo que hay que corregir, y diversos discursos contemporáneos son prácticas o políticas que tienen esa dirección.

 RCH: Bueno nosotros también curamos a los sujetos de “sus síntomas”, pero “él síntoma” analítico es otro tipo de formación que por el contrario los ayudamos a cernirlo, a ubicarlo, a localizarlo, a identificarse con él para tomar un poco de distancia, pero es la esencia del sujeto, es lo singular de cada quien. Es un síntoma del que no lo curamos, porque no se cura, es un resto que es ineliminable, como lo enseña Lacan.

Gabriela Agostinelli: Es interesante esa diferenciación porque muchas veces se entiende que el goce es malo…

 RCH: Y hay un goce malo, y lo que hacemos es ayudar a que el sujeto pueda vaciarse de eso que lo hace sufrir. Pero queda el goce que se positiviza, el goce positivo que siempre estuvo y que acompañamos al sujeto a que lo pueda elevar. Lo ayudamos a que pueda regular los excesos del goce, a que pueda con su cosa mala hacer algo, pero resta el goce positivo.

FR: ¿Hay que regularlo con más ley, más orden, más reglas o cómo lo propones?

 RCH: No, con más ley no. Con invenciones, con la reducción del sufrimiento, la reducción de los excesos de goce porque como nos enseñaron Lacan y Freud, una copa de vino es placer, toda la botella es goce y de eso se sufre. Es un ejemplo muy naif el que acabo de dar, pero se sufre del exceso, entonces reducir el sufrimiento a medidas vivibles satisface.

FR: Hoy en día ¿hay un exceso de goce?

 RCH: Hay un imperativo de goce que es superyoico, que pide más y más para nunca satisfacerse. Entonces a eso también hace falta decirle basta. Que el sujeto pueda encontrar una satisfacción de alguna manera.

GA: ¿Qué lugar para el deseo hay?

 RCH: Es un problema con el que nos encontramos en los análisis. ¿Qué lugar para el deseo cuando hay tanta preeminencia del goce? Bueno hay que hacerle lugar, hacer operar la castración. Es justamente la castración la que tiene que ver con lo que dije recién de reducir el goce. Producir una falta de ese goce para que se deslice hacia lo positivo, para poner en relieve lo positivo que está de entrada. Hay que hacerlo existir al deseo, que no va de suyo sobre todo en esta época, y lo mismo con el inconsciente. Cuesta hacer existir el inconsciente en los análisis actuales, lleva un tiempo. Es más bien una cosa de la urgencia, del ¡ya!, de las respuestas, de los tips… y hay que abrir, hay que hacer existir el inconsciente.

SR: Roxana en relación al psicoanálisis en su vertiente institucional ¿cuál sería la diferencia entre la escuela y los institutos?

 RCH: Es algo que siempre decimos, que la escuela está habitada por un agujero al que siempre hay que estar atentos a no taponarlo. Todos los que habitamos la escuela bordeamos ese agujero, cada uno con su síntoma bordea el agujero que habita la escuela atravesada por la pregunta “¿qué es ser un analista?”

Esa pregunta en el instituto circula de otra manera, más bien circula la pregunta ¿qué es el psicoanálisis? El instituto crece y crece, cada vez más grande. En la escuela se cierra un poquito más la entrada porque hay que dar cuenta…, ya no es el trabajador decidido el que la escuela de Lacan convoca, sino más bien cuál es la relación al inconsciente que tiene ese sujeto, cuál es el deseo de escuela que ese sujeto tiene, qué puede aportar a la escuela.

 La diferencia con el instituto la sitúo más bien en relación con esas dos preguntas ¿qué es el psicoanálisis? en el instituto, que hace funcionar esa máquina que es cada vez más gigante. Podemos pensar en esa misma perspectiva al grupo de investigación y al cartel; en el grupo de investigación hay la pregunta común, la investigación de los textos, se llega a un escrito, no cambia demasiado en ese punto. Pero en el cartel hay la remitencia cada vez al rasgo, que es una investigación, pero a partir de alguna otra pregunta. Es una investigación…

  1. ¿…Más íntima?

 RCH: Más íntima depende del momento en el que uno haga un cartel, por ahí en los primeros carteles uno va con una pregunta de su propio análisis. En los carteles también hay la lectura de algún texto que te cause, o la pregunta por la clínica para leer con otros. Pero hay una dialéctica del saber que es distinta…

 GA: …la función del más uno…

RCH: …la función del más uno horizontaliza un poco los lazos. Aunque haya un más uno, que en realidad es un menos uno como nos enseña Miller en su texto Cinco variaciones de la elaboración provocada, es un más uno porque se suma al trabajo, pero es menos porque se resta en su lugar.

FR: Siendo la segunda vez que visitas Santiago ¿Cómo ves el desarrollo del psicoanálisis en general en nuestra provincia?

 RCH: Santiago del Estero es particularmente un CID numeroso, que va sumando miembros a su conjunto, eso llama la atención. Ha de haber algo de la transmisión de un deseo, deseo de formación, de inclusión que convoca.

 Yo escucho que es una comunidad muy entusiasta, siempre digo que son muy orientados. Al menos el trabajo de preparación de estos momentos del seminario donde vienen invitados, se lee en lo que le piden al docente una orientación, un deseo de hacer escuchar algo en particular. En los casos de supervisión se escucha la formación de cada uno, entonces lo celebro y los felicito.

 FR: El entusiasmo es una cualidad que motoriza muchas cosas.

 RCH: Motoriza, sí. Si bien Lacan y Miller no hablan tan bien del entusiasmo (aunque lo dije en sentido positivo) porque es algo que no perdura, algo que es fugaz. Pero motoriza si alguien está advertido de que no concluye ahí. Yo estoy a favor del entusiasmo sobre todo orientado, no el entusiasmo inopinado, sino el entusiasmo de algo bien hecho, una celebración de lo que se hizo bien, de lo que empuja hacia delante de la buena manera advertidos de que eso continúa.

El modo de funcionamiento de los CID en general en esta nueva etapa, que no es tan nueva ya, tiene de característico a todos los institutos la heterogeneidad. Ya invitar a distintos docentes en el transcurso del año y de un año al otro hace que eso se airee, que no se estanque, que no se produzca la inercia. Viene uno de aquí, otro de allá; que con sus distintos estilos hace que, si se lo sabe llevar, eso cause y nos guste venir.

 FR: Roxana muchas gracias por tu tiempo y tu disposición para esta entrevista, ha sido un gusto escucharte.

RCH: Muchas gracias a ustedes.

Agosto, 2017

* Roxana Chiatti es Licenciada en Psicología (UNC); Psicoanalista; Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis; Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana; Directora de la EOL Sección Córdoba (gestión 2015 – 2017); Adherente al CIEC – Centro de investigación y estudios clínicos; Responsable del Departamento de investigación Psicoanálisis y cuerpo del CIEC; Docente del NPE (Nuevo programa de Enseñanzas), CIEC.

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