Freud y su modo de operar.

Freud y su modo de operar.

Freud y su modo de operar.*

Por Francisco Ruiz

El modo de actuar, el modo de operar de Freud, así lo dice Lacan en el seminario 1, ha sido al inicio del psicoanálisis, un trabajo en progreso, construcción e invención, no era una simple aplicación de un método. Este modo de abordar un tratamiento, realizar una clínica, diríamos mejor, crear una clínica lo podemos ver claramente en los primeros historiales clínicos, Lucy R, Emmy de N, por ejemplo, por nombrar algunos. Allí Freud encuentra resultados, resultados terapéuticos. Se encuentra con ciertos efectos que sus propias intervenciones producían. Hay que prestar atención a sus intervenciones, a su posición de médico frente al paciente, porque hay un cambio de posición como médico que él mismo decide y particularmente en estos dos casos, Lucy y Emmy.

Las intervenciones de Freud en el caso Emmy de N, de 1895, tienen dos rasgos que se podrían subrayar. Son intervenciones que si seguimos una línea de investigación pueden ser antecedentes, quizás, de la interpretación en sentido psicoanalítico.

Son dos los rasgos en sus intervenciones. Primero, según lo dice el mismo Freud son de carácter instructivo, es decir son indicaciones precisas al paciente tanto en estado consciente como en estado hipnótico. La paciente Emmy de N era una paciente a la que Freud hipnotizaba siguiendo el método que practicaban Charcot y Breuer. Segundo, las intervenciones de carácter «asociativo». Freud en este caso de Emmy ya habla de «análisis psíquico», es decir habilita que la palabra del paciente pueda ser remitida a sucesos anteriores, ya sean recientes o de la infancia, y más precisamente a recuerdos de sucesos anteriores. Lacan dice «reintegración de la historia», un pasado «historizado en el presente».

Resulta interesante la atención que presta Freud a su propia conducta como médico frente al paciente, y que su conducta, sus indicaciones, sus gestos hacia el paciente están determinados por la relación con este último. Es decir, es la relación que Freud tiene en carácter de médico, construyendo quizás lo que conocemos ahora como posición analítica, lo que imprime una cierta eficacia o no de sus intervenciones, ya sean instructivas o asociativas.

Con respecto a las de carácter instructivo son las que lleva a cabo como médico, indicándoles las terapias de masajes, baños de agua caliente, pero además las que realiza en la sugestión hipnótica. Por ejemplo: «Le mando no asustarse más de las estampas de los indios. Lo que deben causarle es risa». Otra por ejemplo, durante una hipnosis le pregunta cuál ha sido el suceso en su vida que más ha dejado en ella un efecto duradero en su memoria, a lo que responde «la muerte de su marido». A este suceso la paciente enlaza otro recuerdo que es la enfermedad de su hija de quien los médicos sospechaban que podía tener meningitis. Freud la interrumpe diciéndole que su hija goza hoy de excelente salud y le pide a la paciente en hipnosis que expulse de su memoria todo recuerdo sobre ella y de este modo «se desvanecerá la temerosa espera de sucesos desgraciados que la atormentan». Son  indicaciones que apuntan a borrar un recuerdo desgraciado que surja en hipnosis.

 Las que son de carácter asociativo, cito a continuación: – «Le pregunto por qué se asusta con tanta facilidad, y me responde «son recuerdos de mi primera infancia. – ¿De qué época? – Primeramente de cuando tenía cinco años y mis hermanos me asustaban arrojándome bichos muertos». Otra cita puede ejemplificar este punto: – «Le pregunto también qué otros acontecimientos de su vida la han asustado igualmente»,  es decir Freud tenía cierta suposición de que el ataque histérico estaba encadenado a sucesos de la historia del sujeto, o mejor dicho a recuerdos de sucesos que no accedían al campo consciente. Dice Freud «los relatos hechos por los enfermos en la hipnosis carecían, cuando eran incompletos, de todo efecto curativo…» Más adelante también afirma lo siguiente: «Con frecuencia sucedía también que al preguntarle yo, en el sonambulismo, de dónde procedía determinado fenómeno arrugaba el entrecejo y contestaba tímidamente «no lo sé». En estos casos acostumbraba yo a decirle «reflexione usted un poco y en seguida lo sabrá», como así sucedía, en efecto, pues al cabo de algunos instantes de reflexión me proporcionaba casi siempre la respuesta pedida».

Este cambio en la posición de Freud, el pasaje de una posición médica, de tener el saber sobre el padecimiento del paciente, hacia una posición analítica, en el sentido de que instaura la dimensión distinta de la causa del síntoma, es a mi modo de ver lo que resulta un modo operativo. Operativo porque permite, a través de la reconstrucción y reintegración de la historia, que el paciente asuma una posición más cercana a lo que hoy llamamos analizante. Si bien estamos hablando de un caso como el de Emmy de N, donde Freud todavía trabajaba con hipnosis, sus preguntas apuntan a provocar la asociación libre. Dejar de lado la intervenciones instructivas y pasar un cierto «diálogo corriente» en donde pueda haber un «análisis psíquico». La pregunta ¿De qué época?, es decir,  “desde cuándo”, permite la articulación del síntoma a una escena de la historia del sujeto, lo que posibilita el surgimiento de un significante nuevo. Esto es, ubicar el síntoma dentro de la dimensión de lenguaje y de discurso.

Para concluir, Freud encuentra un modo de operar que implica una cierta “docta ignorancia”. Interrogar al sujeto, hacer que el sujeto se interrogue sobre el síntoma. Esto es, una operatividad en el no comprender.

Queda para la conversación en el seminario, es una pregunta que me realizo, qué diferencia hay de esta posición primera de Freud con lo que conocemos hoy como el deseo del analista, despojado de la intención de curar y teniendo en cuenta también la distinción trabajada por Miller entre el psicoanálisis y las prácticas psicoterapéuticas.

Citas.

Lacan J. Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud, 1953, Paidós

Estudios sobre la histeria (1895). cap E, Historiales clínicos, ob.com. Bl nueva, T1.            

* El presente escrito fue parte del desarrollo de la clase 1 La operatividad del discurso analítico del Módulo 1 Psicoanálisis y psicoterapia del Seminario de Formación Permanente 2024 Los escritos técnicos del Freud leídos desde Lacan.

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NO QUERIA SABERLO. Dimensión significante del síntoma y curación

NO QUERIA SABERLO. Dimensión significante del síntoma y curación.

Por Francisco Ruiz.

Es posible realizar cierta lectura del caso Miss Lucy R. teniendo en cuenta la posición de Freud, su actitud como médico, posición de la que él mismo siempre estuvo atento. Podríamos decir, el psicoanálisis fue siempre desde sus inicios una práctica que requiere la indagación de la propia posición del analista, en su relación con el paciente. Además, es la indicación de Lacan en varias oportunidades a los asistentes a sus seminarios de que hay que estar dispuestos como analistas a interrogarse su propia práctica. Y esto en Freud tiene su razón de ser, porque es la atención a su propia conducta frente al paciente la que le permite descubrir algo nuevo en el tratamiento.

Una característica de la posición de Freud en el tratamiento de estas primeras histerias es la intención de curar el síntoma. La curación del síntoma está como objetivo en el tratamiento de la histeria, aunque Freud introduce formas novedosas. Primero hipnotizaba, luego empieza abandonar la hipnosis de a poco hasta convertir el tratamiento en lo que él mismo dice un «diálogo corriente». La hipnosis era un recurso con el que se intentaba curar el síntoma, aunque sus efectos terapéuticos no eran duraderos. Empiezan a ser duraderos cuando en el diálogo corriente se lograba el relato y el recuerdo de los contenidos que habían sido expulsados de la conciencia. Recién ahí el efecto tera-péutico, la desaparición de los síntomas, eran totalmente duraderos.

Podríamos decir entonces que las intervenciones de Freud en forma de sugestiones, preguntas, intervenciones asociativas o instructivas, estaban orientadas a lograr la curación del síntoma. En la forma instructiva, que Freud llevaba a cabo por ejemplo en la hipnosis, el objetivo era borrar un pensamiento perturbador, «Le mando no asustarse más de las estampas de los indios. Lo que deben causarle es risa». Porque Freud tenía la hipótesis, y antes de él también, que el síntoma histérico podía ser curado a través de la sugestión en estado de sonambulismo.  En la forma asociativa, en cambio, que Freud llama también «análisis psíquico», la duración del efecto terapéutico era prolongado y es ahí donde va construyendo su teoría del síntoma como producto o resultado de fuerzas contrarias. La curación en este caso no se realiza por medio de instrucciones, sino a través del seguimiento del hilo de las palabras y de la conversación con el paciente, hasta llegar al relato de la escena de tipo traumática que ha quedado expulsado de la conciencia.

 

Ahora bien, la curación del síntoma y la noción misma de curación es parte del psicoanálisis como discurso, que intenta hacer que las cosas marchen y funcionen. Y es de alguna manera parte de la entrada en análisis, ubicar el síntoma dentro de la dimensión de lenguaje y de discurso. Es la dimensión del síntoma que J-A. Miller ubica como una dimensión clínica, diferente a la dimensión clínica del fantasma.

En Miss Lucy R. se observan una serie de síntomas ubicados en el cuerpo, por ejemplo, pérdida del olfato, y otros de carácter subjetivo como ser sensaciones olfativas. Es interesante que Freud nombra el síntoma de Lucy como «símbolo» y localiza, a través de preguntas a la paciente, la sensación olfativa de «harina quemada». Si Freud pregunta desde cuándo es que siente ese olor, de dónde procede, es porque supone que esa sensación olfativa tiene un origen y que ese origen no es una disposición hereditaria, aunque no niega que las haya. Supone un origen pero de carácter subjetivo y que implica un cierto saber. Freud mismo lo dice «decidí adoptar como punto de partida la hipótesis de que mi paciente sabia todo lo que había podido poseer una importancia patógena». Supone entonces que hay un saber no aceptado por la paciente, en calidad de olvido, de rechazo y de conservación en la memoria, aunque parezcan olvidadas.

Ante la pregunta sobre la primera vez del olor a harina quemada, la paciente logra ubicar una respuesta (la recepción de una carta), que no convence a Freud, el cual insiste en una segunda respuesta, que es el suceso que sí tiene para él valor traumático verdadero. Esta carta le abría la posibilidad a Lucy de abandonar su puesto de institutriz actual y volver a vivir con su madre, es decir, abandonar la casa donde vivía actualmente y en donde cuidaba unas niñas. Esto implicaba también romper la promesa que había hecho a la madre de esas niñas, la cual murió un tiempo atrás. Es decir, Lucy era por su propia promesa una especie de madre sustituta, era el lugar que ella sentía que debía ocupar. Pero Freud se pregunta por qué surge en este caso la conversión, y por qué elige el olor a harina quemada como símbolo. Razón por la cual Freud aventura una sospecha «Ud. está enamorada del padre, quizás sin darse cuenta exacta de ello», a lo que Lucy responde «no lo sabía hasta ahora, o mejor dicho, no quería saberlo».

Pero la escena-recuerdo final, que la paciente relata y que produce la desaparición de los síntomas en forma total, es aquella que describe Lucy en relación a una reprimenda que le hace a ella el padre de las niñas. Esta reprimenda le significaba a ella que su deseo amoroso hacia este padre no iba ser correspondido: «Esta violenta escena se desarrolló en la época en que Miss Lucy se creía amada y esperaba la repetición de aquel primer dialogo intimo, y agotó en flor todas sus esperanzas …». Luego de este relato y sólo después de esto, el síntoma desaparece por completo.

Lo que acabamos de ver en Lucy pertenece a lo que J-A. Miller llama la dimensión clínica del síntoma, que es una dimensión significante. Una prevalencia del síntoma en su vertiente significante y que permite la entrada en análisis. Esta dimensión del síntoma implica la representación del sujeto por el significante. Para Miller esta dimensión del síntoma implica una cuestión terapéutica, es lo que Freud intenta todo el tiempo, el levantamiento del síntoma. Esta dimensión del síntoma para Miller es también algo que concierne al analista, su deseo, pero subrayemos, en la creación del psicoanálisis, en los inicios donde Freud va inventando el método. A él lo orienta un «deseo terapéutico», que es a la vez un «deseo del médico». Sin embargo, lo que hoy conocemos con Lacan como “deseo del analista” no puede ser reducido a un deseo terapéutico. Queda la pregunta si existe continuidad o ruptura entre el deseo terapéutico de Freud con el deseo del analista desde Lacan.

 

Citas

  1. Freud: Estudios sobre la histeria (1895). cap E, Historiales clínicos, ob.com. Bl nueva, T1.       
  2.  J-A. Miller: Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma. Fund. Campo Freud. Manantial

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Acerca del film “Good luck to you, Leo Grande”.

Acerca del film “Good luck to you, Leo Grande”.

Marita Salgado

Algunas puntualizaciones de Lacan nos orientan en el comentario de este film.

“El significante no está hecho para las relaciones sexuales. Desde el momento en que el ser humano habla, estamos perdidos, se acabó la perfección armónica de la copulación.” Dado que la pulsión no es el instinto, sino el rodeo, el trayecto zigzagueante, que es la base del malentendido que constituyen  en la experiencia humana las relaciones sexuales,[1].

El film muestra el desencuentro, el malentendido que se produce a partir de lo real del sexo en la época, en la era marcada por internet y las Redes sociales. La oferta de objetos listos para ser usados que la web ofrece para ser consumidos por los sujetos a su vez consumidos también por los objetos. Mostrando a su vez, la posibilidad de un encuentro.

Si nos vamos interiorizando en su trama descubrimos los personajes y la trama de sus vidas.

La mujer protagonizada por Emma Thompson, marcada por una posición de rechazo del inconciente y por lo tanto de su deseo, encarnando una posición de renuncia pulsional , con su consecuencia de una moral acentuada.

Tomada por las Sagradas Escrituras por la filosofía de San Agustin, que habiendo renunciado al amor y a la concupiscencia es llevado a la fe luego de renunciar al maniqueísmo.

Esta mujer se decide a buscar en internet la posibilidad de un encuentro sexual, despojado de afecto, -quizá sus lazos anteriores,  su formalidad matrimonial y hasta su maternidad lo habían sido también-. Quiere, busca, un encuentro con un hombre joven, con un cuerpo firme y musculoso intento quizá incestuoso.

Sus nombres inventados develan el pathos de cada uno, su división subjetiva. Ella en su intento de saberlo todo averigua, también en internet el verdadero nombre de él, provocando su angustia, su división, develando la historia de Leo Grande, respecto del rechazo materno.

Este relato de Leo Grande, protagonizado por Daryl Mc Cormack, muestra además su fijación respecto de la mirada materna de una escena adolescente erótica, su congelamiento respecto de la elección de Leo de su oficio: un objeto sexual ofrecido al mercado. Ella pregunta, por la vida de él, especialmente respecto de su madre, no se separa de una posición materna, siendo quizá esa posición la causa de la inhibición sexual en la que sumió su vida.

Ella soporta y soportó su frigidez estoicamente dice que no le interesa el orgasmo, sino la experiencia sexual para la cual realiza una lista de actividades. Es posible pensar respecto de su rechazo del Inconciente y consecuentemente de la castración, agujero que reviste de moral y religión teniendo como efecto el cercenamiento de su deseo.

Es posible además pensar el film desde “no hay relación sexual”, ¿no es acaso que el personaje femenino hace existir la relación sexual en el relato de su vida matrimonial? Hacer existir lo que no existe, parece haber sido su recorrido en la vida, en un intento de prescindir del cuerpo.

Leo, sostiene una posición de objeto del Otro, él se adapta a las fantasías sexuales de cada partenaire ocasional que lo requiera y asi lo relata, hasta que se divide como sujeto en su angustia.

Se ubica como semblante de objeto del fantasma de cada partenaire que lo contrate, pago, por adelantado mediante, siendo quizá el pago mismo el que lo enmarca en el orden fálico en la época actual.

Una escansión, en el film, es el encuentro con una ex-alumna de ella a quien denigra de algún modo y ésta le replica el maltrato moral que ella les propinaba cuando era su profesora, repentinamente cambia de posición, revela la relación con Leo y se disculpa por sus admoniciones morales pasadas.

Es posible pensar en la cárcel fantasmática en la que transcurría la vida sexual de ella, cárcel que intentó abrir con la llave de internet, encontrando a Leo Grande y un goce inédito. Leo por su parte permaneció a partir de un encuentro Traumático con la mirada materna encuadrado en el fantasma de ser objeto del goce del Otro.

Esta mujer que se sostenía en el goce fálico fuera del cuerpo, en el empuje al todo teñido de moral superyoica, accede a un encuentro con un goce inédito en el cuerpo más allá del partenaire sexual que le había realizado un recorrido por su lista de sus actividades sexuales que se había confeccionado minuciosamente. Accede en su cuerpo a un goce desconocido, sola, reconociéndolo además en el espejo.

El encuentro, mas allá de internet, no fue para cada uno sin consecuencias.

[1] Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El Reverso del psicoanálisis, 1992, Buenos Aires, Paidos, p.34

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La histeria: cuerpo, sexualidad y pregunta por la femineidad. -Francisco Ruiz-

La histeria: cuerpo, sexualidad y pregunta por la femineidad. -Francisco Ruiz-

 

Los tres puntos mencionados arriba son coordenadas que nos permiten abordar la cuestión de la histeria, tanto en Freud como en Lacan. Respectivamente se refieren a la conversión como mecanismo de producción del síntoma, a un afecto de contenido sexual que se rechaza y a la pregunta histérica ¿qué es ser una mujer?

Son cuestiones organizadas conceptualmente en un registro psicopatológico, clínico, como discurso y como modo de subjetividad (1)

El cuerpo en la histeria

Los casos de psicoterapia de la histeria de Freud muestran principalmente las formaciones sintomáticas alrededor del cuerpo, que no corresponden a una causa orgánica sino a un contenido psíquico. Sensaciones olfativas en el caso de Miss Lucy, que se constituyen como un símbolo mnémico. En Miss Lucy se destaca el conflicto amoroso. Qué era lo que justificaba la conversión, se pregunta Freud. “…en los casos de adquisición de la histeria es indispensable la existencia de una previa condición: la de que una representación sea expulsada voluntariamente de la conciencia (reprimida) y excluida de la elaboración asociativa”. La cuestión del cuerpo en la histeria queda muy bien expresada en el siguiente párrafo: “la magnitud de excitación que no puede entrar en asociación psíquica encuentra, con tanto mayor facilidad, el camino equivocado, que conduce a una inervación somática” (2)

La sexualidad

El caso Catalina, a diferencia del de Miss Lucy nos muestra claramente el elemento sexual, cuando la paciente es perseguida con fines sexuales. El síntoma se produce, no en un primer momento, sino en escenas que suceden en años posteriores. Freud desarrolla aquí su teoría del trauma, planteando que los efectos sobre la paciente “adquieren más tarde poder traumático” (3)

La pregunta histérica: qué es ser una mujer.

El caso paradigmático de Freud, Dora, extenso y por momentos complejo nos deja múltiples líneas de investigación: el amor al padre, el deseo insatisfecho, la identificación al hombre, pero nos centramos en la pregunta que organiza el síntoma y es qué puede ser deseable en una mujer. Es Dora la que se pregunta, sin hacerse esa pregunta explícitamente, pero sí en la fascinación por la vecina amante del padre. La histérica se pregunta sobre qué es ser una mujer por intermedio de la mirada masculina, de ahí la identificación al hombre, para saber qué desea un hombre en una mujer. Dice Lacan: “Toda la historia de Dora cabe en esta oscilación por la cual ella no sabe si solo se ama a sí misma, a su imagen magnificada en la señora K, o bien si desea a la Sra. K” (4)

*Texto que contiene alguno de los puntos desarrollados en Taller sobre la Histeria en el CID Santiago en el mes de Noviembre del 2022.

Citas

  1. Mazzuca, Roberto y otros: Las diferencias entre la histeria freudiana y la histeria lacaniana. (XV Jornadas de Investigación y Cuarto Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur. Facultad de Psicología – UBA) en aacademica.org
  2. Freud S: Miss Lucy R, en Estudios sobre la histeria (1893), Ob. Comp. tomo 1, ed. Biblioteca Nueva – El Ateneo, 2008, Pág. 95
  3. Idem: Catalina. Page. 107
  4. Lacan J: Freud y Dora, en Seminario 1 Los escritos técnicos de Freud, Ed. Paidós, 2021, Pág. 273

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ANALISIS DE FRAGMENTOS DE LA PELICULA ON BODY AND SOUL (NETFLIX).- María de los Ángeles Amestegui

ANALISIS DE FRAGMENTOS DE LA PELICULA ON BODY AND SOUL (NETFLIX).- María de los Ángeles Amestegui*

 Desde el libro de Daniel Millas tomo la siguiente afirmación: “reconocer como propio un afecto, una palabra o el cuerpo mismo, no es…un dato dado. Es el resultado de una constitución subjetiva compleja…la tesis de Lacan es que antes que nada está la presencia del sujeto para el Otro…por eso se interesa tanto en el fenómeno alucinatorio”. En “el fenómeno alucinatorio, se produce una ruptura de la cadena significante y el sujeto no puede asumir su palabra como propia.” (1) Apunta así al lugar que el sujeto tiene asignado por el Otro en la cadena significante y en la medida que lo acepta puede asumir como propios sus dichos. Se trata que el sujeto es constituido por la cadena significante y no su constituyente. El sujeto se vuelve receptor de la misma.

En la psicosis en cambio, se experimenta la palabra como ajena. “el Otro está excluido verdaderamente en la palabra delirante, no hay verdad por detrás, hay tan poca que el sujeto mismo no le atribuye verdad alguna, y esta frente a este fenómeno, bruto, a fin de cuentas, en una realidad de perplejidad… estando pues verdaderamente excluido el Otro, lo que concierne al sujeto es dicho realmente por el pequeño otro, por sombras de otro.” (2)

 Se necesita recurrir al concepto de forclusión para entender esta exclusión del Otro en la psicosis. Lacan dice que la simbolización necesita un comienzo y que puede producirse en cualquier momento algo que es lo contrario a la behajung (afirmación primordial), un rechazo al significante que viene del Otro. De este modo lo simbólico estructurante que fue dejado en el exterior retorna en lo real. Páginas más adelante dirá: “de qué se trata cuando hablo de verwerfung? se trata del rechazo, de la expulsión, de un significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de entonces faltará en ese nivel. Este es el mecanismo fundamental que supongo está en la base de la paranoia” (3). En su escrito De una cuestión… puntualiza “la verwerfung será pues considerada por nosotros como preclusión del significante. En el punto donde, es llamado el Nombre- del- Padre, puede pues responder en el Otro un puro y simple agujero, el cual por la carencia del efecto metafórico provocara un agujero correspondiente en el lugar de la significación fálica.” (4)

¿Con estos conceptos como guía como podemos entender la secuencia que se desarrolla a partir de la entrevista en la película por parte de la psicóloga al personaje masculino?  Durante esta entrevista enfrenta al personaje a su sexualidad infantil, de la cual él poco o nada recuerda, logrando solo una repulsa defensiva por parte de Endre. En la misma también logra un relato de un sueño del personaje donde él es un ciervo que comparte su vida diaria con una cierva. Sueño por demás despoblado de emociones humanas, donde lo que se destaca es ese encuentro “natural” entre animales de la misma especie y distinto sexo, con conductas ya definidas instintivamente. Luego pasa a entrevistar a María, quien relata un sueño parecido. La psicóloga realiza una segunda entrevista compartida con ambos donde los acusa de burlarse de ella y confabular al relatar el mismo sueño. Esto sume en la perplejidad a los personajes que asumen que el sueño es el mismo y que eso tiene una significación particular para ellos. A partir de este momento vemos a los personajes forzarse a estar juntos, a pesar de que en la primera parte de la película el encuentro entre ellos no había funcionado.

Mi hipótesis es la siguiente: la sanción de la psicóloga vuelve a los sueños de los protagonistas un delirio compartido. La relación entre los sexos se vuelve posible vía la palabra impuesta del otro.

 Podríamos pensar esto como lo plantea Millas, frente al vacío de saber sobre la relación sexual surge el enigma, no se sabe que es eso, sume al sujeto en una perplejidad que luego será certeza. “la certeza no implica una demostración, no resulta de la elaboración delirante, la certeza no se deduce. La certeza es también una relación con el sin sentido…primero es la certeza, luego el intento de demostración, la búsqueda de sentido y el armado de aquello que llamamos delirio” (5).

*Integrante del CID Santiago del Estero

  Trabajo presentado para el Cartel “Las psicosis” 2021

 

 

Bibliografía

  • Millas, D. (2015) El Psicoanálisis pensado desde la psicosis. Edit. Grama ediciones. Pág. 49 y 50
  • Lacan, J. (2020) Las psicosis. Seminario 3. Edit. Paidós. Pág. 81
  • Lacan, J (2020) Las psicosis. Seminario 3. Edit. Paidós. Pág. 217
  • Lacan, J. (2008) De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. Escritos 2. Edit. Siglo XXI. Pág. 534
  • Millas, D. (2015) El Psicoanálisis pensado desde la psicosis. Edit. Grama ediciones. Pág.69

 

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LA OBSESIÓN – 3° parte. La destrucción del Otro.- Francisco Ruiz

LA OBSESIÓN – 3° parte. La destrucción del Otro.- Francisco Ruiz

*Texto desarrollado en Taller introductorio “La obsesión”, realizado en el mes de Junio del 2022 en la sede del CID Santiago del Estero.

En el seminario 5 Lacan dedica varias clases a la histeria y la obsesión. Tomaremos tres breves pasajes para intentar comentarlos y articularlos con lo que venimos desarrollando de Miller Contribución del obsesivo y con Freud sobre el hombre de las ratas. Estos pasajes de Lacan están en “El obsesivo y su deseo” y “El deseo del Otro” y contienen algunas claves de la posición del sujeto obsesivo, por ejemplo el fantasma sádico y la destrucción del Otro .

El fantasma sádico

Lo que pudimos ver en el hombre de las ratas y que aparece frecuentemente en el caso es la presencia constante de pensamientos agresivos del sujeto, por nombrar algunos, el castigo de atarle un balde con ratas a los prisioneros, castigo que cuenta el capitán y que el paciente escucha atentamente. Cuando relata eso el paciente, dice Freud, se nota un “horror ante un placer del que no tenía la menor conciencia” (1) Freud describe en el entramado de conexiones de pensamientos que se superponen en el sujeto, ese castigo sería aplicado a su amada y a su propio padre. Podemos ver también estos componentes agresivos del obsesivo cuando Freud habla sobre el impulso hostil dirigido al padre por haberse opuesto a su inclinación amorosa hacia la mujer humilde. Dice Freud, reformulando los dichos del paciente:  “si mi padre viviera, mi propósito de casarme con esa mujer le haría encolerizarse tanto como en aquella pretérita escena infantil, de manera que también yo me enfurecería de nuevo contra él y le desearía terribles males que la omnipotencia de mis deseos haría caer inmediatamente sobre él” (2)

 

Y el otro pasaje que podemos citar en relación con la agresividad del sujeto es cuando relata su impulso suicida, que es a la vez uno de los motivos por los que consulta la primera vez a Freud: “…se le ocurrió de pronto [al paciente]…¿qué sucedería si se le impusiera la decisión de cortarte el cuello con la navaja de afeitar?; …En el acto advirtió que aquella decisión se le acababa de imponer efectivamente; … Aterrado ante tan criminales estímulos, le flaquearon las piernas y cayó redondo al suelo”.(3) Desplegada la asociación libre se revela el deseo ligado a un afecto hostil separado de su verdadera representación, separación que es característica de la neurosis obsesiva. El afecto hostil era dirigido a la abuela de su amada por haber enfermado una noche. Esa noche en que enferma la abuela, su amada se encontraba a solas con el paciente y lo tiene que dejar solo. Lo tiene que dejar solo por tener que ir a cuidar a su abuela. Esto provoca el afecto hostil hacia esa abuela y el impulso de cortarse el cuello con una navaja es producto de un autocastigo por haber deseado matar a la abuela: “Mátate tú para castigarte de tales impulsos coléricos y asesinos”. (4)

Esta serie de ejemplos en el hombre de las ratas nos muestran lo que Lacan habla sobre el obsesivo. En El deseo del Otro (Seminario 5) Lacan discute con psicoanalistas que habían tratado también la neurosis obsesiva en terminos de fase sádico anal por las tendencias destructivas hacia el objeto. Aquí es con Maurice Bouvet con quien discute. Y en la clase siguiente El obsesivo y su deseo Lacan afirma la centralidad de los fantasmas sádicos en el obsesivo.

Cito a continuación:

                              “Es un dato de la experiencia común, y ocupa el primer plano de la investigación analítica de los obsesivos, la confirmación del lugar que tienen en el obsesivo los fantasmas sádicos”. (5)

Estos fantasmas, esta vida fantasmática del obsesivo, si bien están en primer plano, no se encuentran en forma manifiesta, dice Lacan, sino que “cuando vemos un obsesivo en bruto…, vemos a alguien que nos habla ante todo de toda clase de impedimentos, de inhibiciones, de obstáculos, de temores, de dudas, de prohibiciones. También sabemos de entrada que no será en ese momento cuando nos hable de su vida fantasmática, sino gracias a nuestras intervenciones terapéuticas o sus tentativas autónomas de solución…; Entonces nos confiara la invasión, más o menos predominante, de su vida psíquica por fantasmas”. (6)

La destrucción del Otro

Puede ser esta una de las afirmaciones que más anudan todos los aspectos de la neurosis obsesiva señalados por Miller, desde los pensamientos agresivos dirigidos siempre a sus objetos de amor (por ejemplo su amada y al padre), pasando por la fórmula si…entonces, donde todo acto que pueda realizar siguiendo su deseo tendría como consecuencia la muerte de alguien querido, hasta llegar a la cuestión de la anulación del deseo. Lo más importante de todo en el hombre de las ratas, dice Lacan, es el “antagonismo odio –  amor”. (7). Es lo que vimos a lo largo del caso del hombre de las ratas, la mezcla y pugna entre el odio y el amor, y el síntoma de la duda es expresión de que su amor está inhibido por su odio. Pero es sobre todo la presencia de un deseo, el deseo del propio hombre de las ratas, y algo que se opone a ese deseo. Intentaremos con esto comprender por qué Lacan afirma que el obsesivo apunta a la destrucción del Otro.

 

   A continuación tres pasajes:

            “Cuando digo que el obsesivo hace pasar su deseo por delante de todo , quiere decir que va buscarlo más allá, poniendo la mira en él, propiamente, en su constitución de deseo, es decir, en la medida en que, en cuanto tal, destruye al Otro”. (8)

               “…el obsesivo, en tanto su movimiento fundamental se dirige hacia el deseo en cuanto tal y, ante todo, en su constitución de deseo, se ve llevado a apuntar a lo que nosotros llamamos la destrucción del Otro”.

 

                     “Así, para el obsesivo todo el problema es encontrarle un soporte a este deseo – que para él condiciona la destrucción del Otro, con la cual el propio deseo desaparece”. (9)

 

Hay varios momentos en el hombre de las ratas que nos mostrarían por qué el obsesivo es llevado a apuntar a la destrucción del Otro. Estos momentos en el hombre de las ratas se refieren al padre como perturbado del goce sexual.

Nombremos tres de estos momentos:

  1. Hay un deseo (ver muchachas desnudas) y el solo hecho que ese deseo aparezca surge el temor de una consecuencia perjudicial (alguien querido morirá).  Freud hace precisar aún más en la sesión quién sería ese alguien indeterminado. Y es el padre. Entonces, si tengo el deseo de ver desnuda una mujer, mi padre morirá.
  2. O casarse con la designada por la madre, con la joven rica, y así hacer lo mismo que hizo su padre, o bien lo contrario, casarse con la mujer que él amaba que era la mujer pobre. Freud dice que para no resolver este dilema el sujeto enferma. El padre tiempo antes de su muerte le dice que se oponía a su inclinación amorosa hacia esa mujer humilde. El padre no aprobaba su amor a la mujer pobre, el padre entonces se opone a su deseo.
  1. Dice Freud: “Años después de la muerte del padre, y cuando el hijo conoció por primera vez el placer del coito, surgió en él la idea de que aquel goce era algo tan extraordinario, que merecería la pena de asesinar a su padre para conseguirlo”. (10)

Lo que se deduce de esto, y que permite comprender cuando Lacan dice que el obsesivo apunta a la destrucción del Otro, es que el Otro aquí, el padre como perturbador del goce del sujeto, impide al sujeto realizar su deseo. Solo eliminando al Otro, eliminando al padre, como muestra el deseo de muerte dirigido al padre, el sujeto realizará su deseo.

Citas

  1. Freud, S: Análisis de un caso de neurosis obsesiva (caso el hombre de las ratas), 1909. Ob. Comp. tomo 2, ed. Biblioteca Nueva – El Ateneo, 2008, pág 1447
  2. Freud, S: Idem pág 1475
  3. Freud, S: Idem: Pag 1457
  4. Freud, S: Idem: Pag 1457
  5. Lacan J: Seminario 5 Las formaciones del inconsciente, 1957-1958. ed. Paidós, 2007, pag 419
  6. Lacan J: Idem, pag 419
  7. Lacan J: idem: pag 407
  8. Lacan J: idem: pag 410
  9. Lacan J: idem: pag 411
  10. Freud, S: Análisis de un caso de neurosis obsesiva (caso el hombre de las ratas), 1909. Ob. Comp. tomo 2,ed. Biblioteca Nueva – El Ateneo, 2008, pág 1464

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LA OBSESIÓN – 2° parte. Anulación del deseo.- Francisco Ruiz

LA OBSESIÓN* – 2° parte. Anulación del deseo.- Francisco Ruiz

*Texto desarrollado en Taller introductorio “La obsesión”, realizado en el mes de junio del 2022 en la sede del CID Santiago del Estero.

 

J-A. Miller en Contribución del obsesivo… concluye que la posición obsesiva anula el deseo, y todo el caso del hombre de las ratas es la constante relación entre aparición del deseo, por un lado, y una oposición al mismo, por otro.  En las primeras sesiones ya Freud tiene el diagnóstico cuando dice “no es el comienzo de la enfermedad sino la enfermedad misma, una neurosis obsesiva completa […] el nódulo y el prototipo del padecimiento lo ulterior […].” (17). Afirma eso porque el paciente cuenta que a sus seis años tenía la convicción que sus padres conocían sus pensamientos, por haberlos revelado en voz alta. Tenía frecuentes erecciones que le molestaban y le confesaba a su madre pero con cierto temor. El paciente temía que la madre sepa de sus curiosidades sexuales e imaginaciones. En la actualidad, dice el paciente, deseaba ver muchachas desnudas, pero ese deseo estaba acompañado de inquietud. Inquietud que se traducía en términos de “si…entonces”. Si tengo el deseo o pienso en ver muchachas desnudas, entonces algo malo sucederá. De hecho en la primera entrevista con Freud, el hombre de las ratas lo primero que le dice es su temor a que le sucediera algo a las dos personas que más quería, su madre y su novia. Lo que aquí se observa, y lo destaca Freud, es que cada vez que en el sujeto aparece un deseo, en ese mismo momento aparece algo que se opone o contradice ese deseo. O sea, algo que no permitiría que ese deseo se realice, y si se realiza, algo perjudicial sucederá. Deseo y oposición al deseo es una cuestión permanente en el obsesivo. Aparece un conflicto ya desde niño. Hay un deseo (ver muchachas desnudas) y el solo hecho que ese deseo aparezca surge el temor de una consecuencia perjudicial (alguien querido morirá). Freud hace precisar aún más en la sesión quién sería ese alguien indeterminado. Y es el padre. Entonces, si tengo el deseo de ver desnuda a una mujer, mi padre morirá. Hay entonces elementos que describen la neurosis obsesiva: un instinto erótico y una rebelión contra el mismo, es lo mismo que decir, hay un deseo y un temor.

Es crucial la frase que tiene la forma de una proposición lógica, si… entonces. Miller lo señala como una fórmula lógica del obsesivo, es una oración condicional, y atraviesa todo el caso del hombre de las ratas, por ejemplo de la sesión en que el paciente dice “si tengo el deseo de ver desnuda a una mujer, mi padre morirá”. Esta oración condicional “si… entonces”, se repite más adelante en otra sesión en la que el paciente habla sobre la pérdida de sus anteojos. El paciente le cuenta a Freud que mientras hacía el servicio militar había perdido sus lentes. Manda a comprar unos nuevos, cuando le traen los nuevos el que le entrega es un capitán del ejército. Cuando le entrega el paquete le dice “Tienes que entregar el dinero al teniente A, él ha pagado el reembolso.” (18). En ese momento que el capitán dice eso el paciente tiene la sensación de que eso no debía hacer, pues si lo hacía, si hacía lo que el capitán le había dicho, que era devolver el dinero al teniente A, iba a recibir una sanción. Entonces, en ese momento el paciente se dice a sí mismo lo siguiente: “No devolveré el dinero, pues si lo hacía, sucedería aquello (se realizaría en su padre y en la señora la fantasía de las ratas).” (19). Estos tormentos se refieren a castigos que el capitán que le entrega los anteojos había comentado días atrás y el paciente había escuchado atentamente y hasta angustiosamente. El tormento es el castigo que era aplicado a los prisioneros y consistía en atarlos a un balde con ratas en el trasero. El capitán había contado eso noches atrás en una reunión de descanso, el paciente había escuchado, y es el mismo capitán que ahora le entrega sus anteojos y le dice “tienes que devolver el dinero al teniente A”. Esta indicación del capitán “tienes que devolver las 3,80 coronas al teniente A” provoca en el paciente una serie de combates internos bastantes atormentadores en una secuencia que va más o menos así:

1: tienes que entregar el dinero al teniente A (indicación del capitán)

2: “si devuelves al teniente A serás sancionado y te sucederá lo de las ratas”

3: debo combatir esta idea y cumplir la indicación del capitán, Entonces me pondré un mandato y un juramento y es “tienes que devolver las 3,80 coronas”.

Esta serie de mandatos y sanciones se explica muy bien cuando Lacan dice que en el obsesivo hay una prevalencia de la dimensión intrasubjetiva. Pero esta secuencia se vuelve un circuito todavía más infernal cuando el paciente al querer cumplir su mandato de devolver el dinero al teniente A, en el momento en que encuentra al teniente A, éste le dice que él no ha pagado ese paquete, no es a él a quien debe devolver el dinero. Esto que le dice el teniente A lo deja perplejo al pobre sujeto, que ya tenía bastante con tener que devolverle el dinero, y ahora el teniente A le dice yo no pagué eso, no debes devolverme a mí, sino al teniente B. Se suceden una serie nueva de acciones posibles, nuevamente unos planes, algo así como darle el dinero al teniente A, que este le entregue el dinero a la empleada de correo, la empleada al teniente B.

Por último y para ir terminando, tenemos que centrarnos en los aspectos del caso que especifican aún más la cuestión de la anulación del deseo. Es el punto central del caso. Es un caso muy largo, tiene muchos detalles, pero podemos centrarnos en este punto que anuda todos los otros. Que el deseo del sujeto se ve obstaculizado por la intervención de su padre. Su padre es aquel, que si bien es su mejor amigo y a quien más ama en el mundo, es a la vez el que no permite que su deseo se realice, es decir, perturba su deseo. Y es lo que nos posibilita decir que el deseo en el obsesivo se convierte en un deseo imposible. El temor de que su padre muera, tantas veces surgido en el paciente, que Freud traduce como deseo de muerte y odio al padre es un afecto que acompaña al paciente desde muy pequeño. El paciente describe una situación que le sucedió de joven, y es lo que desencadena el conflicto de angustia, cuando la madre le dice a él, al paciente, que un miembro de la familia le daba la mano de su hija rica, acaudalada. El estaba enamorado de otra, de una mujer humilde, pero la madre le dice más o menos que ya tenemos una mujer para vos y es rica. Esta indicación de la madre lo ubica al sujeto en la misma posición, exactamente, en que se hallaba su propio padre cuando se casó con su madre. Su propio padre en su juventud estaba enamorado de una mujer humilde y por tener que pagar una deuda se terminó casando con una mujer rica que es ahora la madre del paciente. Es exactamente la misma disyuntiva. Un conflicto entre dos elecciones: o casarse con la designada por la madre, con la joven rica, y así hacer lo mismo que hizo su padre, o bien lo contrario, casarse con la mujer que él amaba que era la mujer pobre. Freud dice que para no resolver este dilema el sujeto enferma.

El odio al padre también está relacionado a que tiempo antes de su muerte éste le dice que se oponía a su inclinación amorosa hacia esa mujer humilde. El padre no aprobaba su amor a la mujer pobre, el padre entonces se opone a su deseo. La oposición del padre no es de ahora sino de bastante tiempo atrás en la historia del sujeto. El padre le dice que se aleje de esa mujer, de la mujer que el paciente amaba, porque sino “se vería ridículo”. Este es uno de los puntos centrales del caso, los que desencadenan el conflicto. El conflicto central, entonces, es mantenerse fiel a la mujer modesta que amaba o bien seguir las huellas del padre. Porque el padre no sólo le había dicho al paciente que se vería ridículo con la mujer modesta, sino también que el padre mismo cuando era joven tuvo que abandonar el amor a una mujer modesta y casarse con una rica, la madre del paciente, para poder pagar unas deudas que tenía. Freud dice que el paciente está en identificación con su padre.

En este sentido podemos entender cuando Miller afirma la anulación del deseo, el sujeto anula su propio deseo, su deseo por la mujer modesta, para cumplir el deseo paterno. Su propio deseo se vuelve imposible. Es imposible porque alguien exterior lo prohíbe o le demanda otra cosa. También dice Miller que el obsesivo está casado con la muerte y el caso del hombre de las ratas describe este estado de cosas. El impulso hostil hacia el padre es un tema crucial en el hombre de las ratas. Su odio, su deseo de muerte justamente dirigido a quien más ama. Justamente es el afecto que no admite, y Freud se detiene varias veces en ese punto. La idea obsesiva principal, que tenía como fórmula lógica si… entonces, era la siguiente: “si me caso con la mujer a la que amo, le sucederá a mi padre una desgracia (en el más allá)” (20). La interpretación sería la siguiente: “si mi padre viviera, mi propósito de casarme con esa mujer le haría encolerizarse tanto como en aquella pretérita escena infantil, de manera que también yo me enfurecería de nuevo contra él y le desearía terribles males que la omnipotencia de mis deseos haría caer inmediatamente sobre él” (21). Entonces, el deseo se vuelve imposible de satisfacer porque hay un padre, en el hombre de las ratas, que es perturbador del goce sexual. Esta figura del padre como perturbador del goce sexual que impide la satisfacción del deseo del sujeto, no es sólo la figura del padre de la realidad, sino además, una figura de la relación del sujeto con el Otro, o sea, una construcción imaginaria y simbólica que Lacan llamó fantasma.

El conflicto que no resuelve el paciente y por el cual enferma, porque enferma para no resolver este conflicto, es cuál mujer elegir. Por eso los actos del obsesivo son siempre vacilantes e inseguros. Hay una imposibilidad de decidir sobre todo en cuestiones amorosas, “precisan la posibilidad de la muerte para resolver los conflictos que ellos dejan insolucionados” (22). En todo conflicto vital, dice Freud, acecha la posibilidad de la muerte y casi siempre de la muerte de alguien querido por él.

Dudar del propio amor

Para concluir, es al final del texto sobre el hombre de las ratas que Freud hace aseveraciones sumamente interesantes sobre la vida del obsesivo, qué sucede con la actividad del obsesivo, con sus acciones en la vida en general. Para explicar un poco esto hay que desarrollar también, además del odio al padre que antes hemos trabajado, esto es el afecto hostil al padre por haberse opuesto al amor que el paciente tenía a su amada, además de este afecto hostil al padre también tenemos el afecto hostil a su propia amada, la mujer pobre. Es decir, no sólo está el odio al padre, sino el odio a la amada misma. Freud dice “pugna entre el amor y el odio” (23). Los diversos síntomas obsesivos del paciente tienen como motor el odio a su amada: “El odio contra su amada hubo de sumarse a su adhesión al padre, e inversamente”. Los poetas, dice Freud, nos han hablado siempre de la yuxtaposición de ambos sentimientos contradictorios, pero en el obsesivo esa yuxtaposición, o sea, esa mezcla entre amor y odio es crónica. Hay una acción inhibitoria del amor hacia el odio, el amor intenta extinguir el odio pero no lo logra. Sólo logra rechazarlo de la conciencia. Freud hace referencia a la histeria y a la paranoia en relación al amor y afirma que hay un componente sádico de la libido, esto es, un componente sádico del amor. Lo interesante aquí es que el obsesivo, por esa yuxtaposición de amor y odio, se encuentra ante una ”parálisis parcial de la voluntad, una incapacidad de adoptar resolución alguna en cuanto a todos aquellos actos cuyo móvil haya de ser el amor” (24). La duda y la indecisión se extienden a toda la actividad del sujeto, pues qué actos de un enamorado, dice Freud, no se relacionan con su motivo capital. En cuanto se propone realizar algún acto empieza a dudar, duda porque percibe internamente la indecisión. Duda porque su amor está inhibido por su odio. De lo que duda, dice Freud, es de su propio amor, y esta duda se traslada y se desplaza hasta las cosas más nimias e indiferentes. Aquel que duda de su amor, solo le queda dudar de todo.

Notas

  1. Freud, S: Análisis de un caso de neurosis obsesiva (caso el hombre de las ratas), 1909. Ob. Comp. tomo 2, pág 1445. ed. Biblioteca Nueva – El Ateneo, 2008, pág 1444
  2. Idem pág. 1447
  3. Idem pág 1447
  4. Idem pág. 1475
  5. Idem pág. 1475
  6. Idem pág. 1480
  7. Idem pág. 1481
  8. Idem pág. 1482

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LA OBSESIÓN – 1° parte.- Francisco Ruiz

LA OBSESIÓN* - 1° parte.- Francisco Ruiz**

Introducción

Antes de entrar en el tema de la obsesión me gustaría comentar lo que implica este taller. Primero, es introductorio porque pretendemos que permita una aproximación a la cuestión de la obsesión, que si bien es un tema muy amplio es también central para la clínica del psicoanálisis. Segundo, es un tema que calculamos va a interesar a aquellos que están comenzando su formación, ya sea profesionales o bien estudiantes, por la frecuencia de las consultas en relación con síntomas obsesivos. Tercero, nos gustaría con esta actividad acercar a los interesados en psicoanálisis, que no son integrantes del CID, ni participan del seminario, ni están en los grupos de investigación, a que conozcan nuestro instituto centro de investigación, y acercarlos también al seminario central anual. Por último, en relación con nosotros, los que organizamos este taller, el hecho de prepararlo nos ha hecho aprender algo más sobre la obsesión, sorprendernos con algunas cosas, ha sido realmente una instancia de aprendizaje, cada uno de nosotros se ha detenido en detalles o aspectos que le han interesado. Este es el movimiento de investigación que tiene nuestro instituto y que se dirige como un circuito hacia una actividad de docencia como la de hoy. Docencia que implica exponer un saber, argumentarlo, conectar referencias y autores, relacionar conceptos, mostrar claridades y oscuridades de un planteo de Lacan o de Freud. Esperamos entonces que esta actividad se desarrolle en esta dirección.

Como dije anteriormente, la elección del tema responde a una necesidad de la práctica clínica, extraer un saber sobre la neurosis obsesiva nos permite orientarnos un poco mejor en la dirección de la cura, y esto esclarece en parte nuestra posición como analistas.

El texto central por la precisión de la descripción es Contribuciones del obsesivo al descubrimiento del inconsciente, que se encuentra dentro de Introducción a la clínica lacaniana (1) de Jacques Alain Miller, allí describe una serie de puntos que son claves en el sujeto obsesivo, alguno de ellos son: desafectación de la palabra, consistencia del pensamiento, órdenes absurdas, la proposición “si…entonces” y la anulación del deseo.

Nos basaremos también en el caso de Freud El hombre de las ratas (2), texto indispensable para abordar la neurosis obsesiva. Y en articulación con estas dos referencias el planteo de Lacan en el seminario 5 (3) sobre el sujeto obsesivo, al cual define como aquel que apunta a la destrucción del Otro.

Desafectación de la palabra

J-A. Miller destaca en la neurosis obsesiva la desafectación de la palabra, esto es en Freud la separación afecto-idea. Hay una idea cuyo afecto es extraído, extraviado y separado. Un afecto que se desprende de la idea hasta el punto de que el obsesivo puede comunicar una idea, relatar su síntoma por ejemplo, su historia familiar, nombrar elementos como si no tuvieran ninguna importancia. En el hombre de las ratas Freud se detiene por ejemplo en el autorreproche del paciente, un autorreproche que lo atormentaba al paciente hace años. El paciente se reprochaba a sí mismo haber delinquido contra su padre. Relata el paciente que mientras su padre estaba muy enfermo el médico le había dicho que en 48hs se recuperaría. El paciente decide ir a dormir una hora, pero en esa hora el padre muere. Primero se reprocha no haber estado en ese momento, pero dice, su reproche no fue doloroso. No fue doloroso, dice Freud, porque no aceptó como algo real la muerte de su padre. Solo un año después se despertó en él el recuerdo de su negligencia. Recién un año después y sucede cuando muere su tía. En el momento del pésame el viudo dijo al pasar “otros hombres hacen lo que quieren, pero yo he vivido para esta mujer”. (4) Ante esta frase del viudo, de su tío, dicho sin ninguna intención ni dirigida hacia él sino un comentario al pasar, el paciente lo escucha como dirigida a él mismo, y más precisamente como si se refiriera a su propio padre. Como si ese comentario dicho al pasar hubiera sido para cuestionar la fidelidad de su propio padre. Tenemos aquí dos momentos. Primero cuando muere el padre y segundo cuando muere la tía, y el tío dice ese comentario otros hombres hacen lo que quieren. El afecto no emerge en el primer momento, cuando muere su padre, que es donde debería haber surgido, sino un año después cuando muere la tía y el viudo dice esa frase.  Pero este afecto, que surge ahora con la frase del tío, resulta exagerado a la vista de todos. Exagerado a la vista de todos, pero no para el sujeto. Además, el afecto mismo de reprocharse haber delinquido contra su padre alguna vez es a la vista de todos exagerado con respecto a lo que él realmente hizo, que es ir a dormir una hora mientras su padre estaba enfermo. Digámoslo otra vez, exagerado para la vista de todos pero no para el sujeto.

Entonces vemos aquí como hay afectos que surgen con determinada situación y asociados a determinadas representaciones pero no justifican su surgimiento, y es porque el afecto está separado de la verdadera representación. De su representación original primera está desprendido. En este sentido podemos entender lo que Miller plantea sobre la desafectación de la palabra. Freud dice en este caso: “En lugar de olvidar el trauma, le ha despojado de su carga de afecto”. (5) Solo queda en la conciencia el contenido ideológico, y este contenido ideológico queda indiferente y considerado insignificante. Dice Freud: “el afecto está justificado, la conciencia de culpabilidad que atormenta al sujeto corresponde en realidad a otro contenido desconocido, inconsciente. El contenido ideológico conocido ha pasado a ocupar ese lugar por una asociación errónea. Por eso el sujeto no podía explicar la razón de su reproche de haber delinquido contra su padre si sabía que no había hecho nada contra él”.(6)

 

Deseo y temor

Freud describe el caso del hombre de las ratas muchas situaciones que tienen relación con afectos no reconocidos en la conciencia por el paciente. Y así como Freud habla de afectos no reconocidos en el campo de la conciencia, también va hablar de deseos no reconocidos. Vamos a comentar una situación que relata el paciente a Freud y que dan cuenta de esto. A sus doce años, dice el paciente, se enamoró de una niña, y se le ocurrió que si le sucediera una desgracia a él, esta niña lo trataría con ternura. Esta desgracia, se le ocurre al paciente, podría haber sido la muerte de su padre. Es decir, que su propio padre muera, así esta desgracia motivara a la niña a quererlo a él. En el momento que cuenta esto en la sesión con Freud el paciente rechaza esa idea, rechaza ese pensamiento que tuvo de la muerte de su padre como medio de lograr el amor de la niña, y dice, “es solo una asociación mental”. (7) Pero Freud está convencido de que esa simple asociación mental no es solo una asociación sin importancia sino que la idea de que el padre muera es efectivamente algo que el paciente desea. Y el hecho de que el paciente rechazara enérgicamente esa idea absurda, la idea que el padre tendría que morir o de que él ganaría algo si el padre muere, ese rechazo enérgico es la expresión justamente de que no solo es una simple asociación mental sino algo que compromete su deseo, un deseo que resulta incompatible con su conciencia moral y ética, e incompatible con el amor que él mismo sentía hacia su padre.

Otra situación en la misma dirección. Seis meses antes de que muriera el padre se le cruzó una idea parecida. Enamorado de una joven señorita, al no poder casarse supuestamente por razones de orden material (económico) le surge la idea que la muerte de su padre lo haría rico. Esta idea le causaba rechazo, repulsa, al punto que le surgió por eso el anhelo de que su padre no le dejara ningún dinero. Al morir su padre le surge una idea similar, una idea que indicaba un afecto contra el padre:  “No, hay todavía otra persona cuya muerte sería más dolorosa para ti”.(8)

La “idea” de muerte del padre, Freud pone entre comillas esa idea como simple asociación, porque con respecto a esa idea hay un extrañamiento del sujeto. El sujeto lo siente extraño, no la reconoce y la considera incompatible, y aún más lo siente como un “temor”. La muerte del padre para el paciente no es algo querido, conscientemente, sino contrariamente algo temido. La contestación de Freud al paciente ante su extrañamiento es justamente que su intenso amor al padre le impide reconocer que también puede odiarlo y desear la muerte. Dice Freud: “El sujeto dice “idea”: la designación “deseo” o correlativamente “temor”, más energética e importante quedan encubiertas por la censura”. (9) La pulsión de vida inhibe el deseo de muerte. Entonces tenemos aquí, una desafectación de la palabra y de la representación, porque afecto-deseo de muerte quedan reprimidos. En la neurosis obsesiva, dice Freud, “la represión no se produce por medio de la amnesia, sino de la destrucción de las relaciones causales mediante la supresión de los afectos”. (10) Y el tratamiento analitico, la terapéutica analítica, que precisamente Freud en el apartado Naturaleza de la cura lo señala, es dominar por medio de la labor analítica el afecto en cuestión.

La obsesión y la densidad del pensamiento

Es interesante y pertinente recurrir a la etimología de la palabra “obsesión”, que tiene entre sus orígenes en latin el significado de “sitiar”, “asediar” (11), y también “apoderarse de”. “Sedere” significa “estar sentado” (12) y “estar quieto”,  también “establecerse”. Es decir, la obsesión es una idea que se establece y se entroniza sobre el sujeto.  Tiene mucho que ver con el sujeto obsesivo porque la imagen que nos queda del obsesivo generalmente es un sujeto aprisionado, en tanto duda todo el tiempo, reemplaza constantemente la acción por el pensamiento y tiene ideas y pensamientos que se instalan fijamente.

Siguiendo a J-A. Miller en Contribución del obsesivo al descubrimiento del  inconsciente podemos enfocarnos en la relación del obsesivo con el pensamiento. Si nos detenemos brevemente surge la pregunta qué es el pensamiento para el psicoanálisis. Si como dice Miller en Psicoanálisis <> filosofía el psicoanálisis ha traumatizado al saber filosófico, y es por eso que Lacan habla de antifilosofía, es porque el sujeto del inconsciente implica un cuerpo afectado, y el saber sobre ese cuerpo se encuentra en insuficiencia.

Por otra parte podemos decir que en los primeros casos de Freud, por ejemplo se ve claramente cómo un pensamiento, un contenido ideológico dice Freud, tiene un efecto sobre el cuerpo. Este contenido ideológico bien puede no tener una representación consciente para el sujeto. Tiene un efecto sobre el cuerpo como lo muestra por ejemplo la histeria de conversión.

La regla fundamental del análisis refleja exactamente un aspecto crucial sobre el pensamiento en Freud, esto es, hay pensamientos que se articulan entre sí, conectados de forma a veces absurda, como en el sueño, pero no sin razón. Lacan había dicho alguna vez, y sería una buena manera de nombrar el sujeto del inconsciente, soy donde no pienso. O como dice Miller parafraseando a Descartes pienso, luego gozoy.

Volviendo a la relación del obsesivo con el pensamiento, Miller dice que en el obsesivo el pensamiento tiene densidad y consistencia de cosa, y podemos ver claramente esto en el caso de Freud El hombre de las ratas. Tomaré algunos pasajes: “Un hombre joven, de formación universitaria, se presenta en mi consultorio manifestando padecer representaciones obsesivas ya desde su infancia, pero con particular intensidad desde cuatro años atrás. El contenido principal de su dolencia era el temor de que le sucediera algo a las dos personas a las que más quería: su madre y la dama de sus pensamientos”. (13)

Otro pasaje del caso nos dice también de esta densidad de los pensamientos del obsesivo, a tal punto que no es solo una idea sin importancia sino que el sujeto lo vive como una anticipación efectiva de lo que puede llegar a suceder, o bien, como este pasaje expresa, como una condición o premisa de que algo malo sucedería: “…andaba preocupado por la idea morbosa de que mis padres conocían mis íntimos pensamientos por haberlos revelado yo mismo en voz alta sin darme cuenta de ello; ….como si por pensar aquellas cosas hubiera de suceder algo y tuviera yo que hacer todo lo posible para evitarlo” (14) Dice Freud “siempre que el sujeto piensa algo relacionado con su deseo, surge en él el temor de que va a suceder algo terrible”. (15)

Entonces con densidad de pensamiento en el obsesivo nos referimos a lo que Freud describe como “idea obsesiva”, que es además, como señala Miller, intrusiva. Es intrusiva porque el yo no se reconoce en ella, no la reconoce como propia, y el sujeto se siente extraño ante ese pensamiento. Por otra parte, como también lo señala Miller, la idea obsesiva se presenta como fórmula: “si…entonces…”  Por ejemplo en el caso de Freud, si pienso tal cosa entonces algo malo sucederá. Y por último la forma en las que se presentan, esto es, de órdenes impuestas al sujeto. Cito un pasaje que expresa esto: “…se le ocurrió de pronto [al paciente]…¿qué sucedería si se le impusiera la decisión de cortarte el cuello con la navaja de afeitar?; …En el acto advirtió que aquella decisión se le acababa de imponer efectivamente; … Aterrado ante tan criminales estímulos, le flaquearon las piernas y cayó redondo al suelo”. (16) Se observa aquí este carácter intrusivo y bajo la forma de orden que presenta la idea obsesiva.

Notas

  1. Miller J-A: La contribución del obsesivo al descubrimiento del inconsciente, en Introducción a la clínica lacaniana, Conferencias en España, ELP, 2006
  2. Freud, S: Análisis de un caso de neurosis obsesiva (caso el hombre de las ratas), 1909. Ob. Comp. tomo 2, pág 1445. ed. Biblioteca Nueva – El Ateneo, 2008
  3. Lacan J: Seminario 5 Las formaciones del inconsciente, 1957-1958. ed. Paidós, 2007
  4. Freud, S: Análisis de un caso de neurosis obsesiva (caso el hombre de las ratas), pág 1445
  5. Freud, S:idem, pag. 1461
  6. Freud, S:idem, pag. 1451
  7. Freud, S:idem, pag.1452
  8. Freud, S:idem, pag. 1453
  9. Freud, S:idem, pag.1447
  10. Freud, S:idem, pag.1478
  11. Diccionario Etimologico Castellano en Linea (http://etimologias.dechile.net/)
  12. Corominas Joan: Breve diccionario etimologico de la lengua castellana, Ed. Gredos, 1987, pág 420
  13. Freud S: ibidem. Pág 1443
  14. Freud S: ibidem. Pág 1444
  15. Freud S: ibidem. Pág 1445
  16. Freud S: ibidem. Pág 1457

*Texto desarrollado en Taller introductorio “La obsesión”, realizado en el mes de Junio del 2022 en la sede del CID Santiago del Estero.

** Integrante del CID Santiago del Estero. Catedrático del Profesorado Provincial N°1.

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La palabra en el rock y en el psicoanálisis.- Francisco Ruiz

La palabra en el rock y en el psicoanálisis.- Francisco Ruiz*

Las letras del rock argentino suelen ser muchas veces enigmáticas, algunas, otras son un poco más claras, aunque aún así las comprensibles en realidad también pueden ser de  múltiple interpretación. Es la respuesta que muchas veces dio Gustavo Ceratti por ejemplo. Cuando le preguntan «Escribiste eso por tal cosa?, él suele decir «No lo sé,creo más en el sonido de las palabras que en su significado”  O bien que la interpretación de una letra la hace el que la escucha. ¿Qué querrá decir por ejemplo Divididos cuando cantan «Pistones de un curioso motor de humanidad, resortes viejos de un amor que va» (1). 

El vínculo significante – significado es puesto en cuestión en nuestra música rock. En cierto sentido, disolver la fijeza de los significados ha sido la tarea artística del rock. 

Spinetta constituye quizás una matriz, un buen ejemplo de esa tarea donde melodías y letras buscan disonancias, y es una búsqueda como dice el propio Spinetta, a propósito. La disonancia y la incomprensión son los puntos claves para un arte que libere al sujeto de las ataduras de la época, años 70, contexto político, dictadura militar. A costa muchas veces del éxito popular y de la venta de discos. Es el propio Spinetta el que reconoce el éxito popular de Sui Generis y Seru Giran, que eran los grupos de Charly Garcia.  Hay en el rock un trabajo con las palabras y las melodías, pero la particularidad que tiene Spinetta es que busca muchas veces adrede la disonancia, y por supuesto no adaptándose muchas veces a los moldes establecidos en la industria musical.

“Intentar comprender las letras de las canciones sólo racionalmente es aislarse sensitivamente. Y hay zonas que no entendemos bien de nuestro ser. Cuando uno se emociona con una poesía, por ejemplo, no es dueño de la idea que lo emociona ni resuelve el enigma de lo que lo emociona. Y además, ese ocultamiento ante la razón les da a las palabras el vigor artístico que deben tener». (2)

Manteniendo siempre la diferencia entre el psicoanálisis y el arte, podemos sin embargo encontrar ese procedimiento, si podemos llamarlo así, en Freud  sobre la palabra, sobre la materialidad significante, o como escribe Gustavo Ceratti, la piel del lenguaje (3). Freud en su trabajo sobre  el doble sentido antitetico de las palabras (4) habla sobre aquellas palabras que suenan iguales y que pueden significar cosas opuestas, y la cuestión de la escucha y la interpretación en Freud tiene que ver con el vínculo significante significado. En el obsesivo por ejemplo, Freud señala la verbalización despojada de afecto, es decir el paciente puede hablar sobre un elemento que se vincula a lo traumático de su historia y nombrarlo pero no sabe y no se da cuenta. 

 Cierta operación entonces del artista sobre el lenguaje, que es solidaria de la posición del analista, y que hace conservar cierto misterio o espacio sin sentido en el decir. Son solidarios en este punto también el psicoanálisis y el arte, como dice Spinetta:

 “La arboleda susurra su canto desigual, y parece callar”…”La condición de sentir casi todo sin decir”.(5)

  1. Divididos – Spaghetti del Rock – YouTube

2. Extracto de entrevista en www.instagram.com/algoflotaenlalaguna/

3. Gustavo Ceratti: “Otra piel” Gustavo Cerati – Otra Piel – YouTube

4. Freud S: El doble sentido antitético de las palabras primitivas (1910). Obras Completas

5. Canción “Cisne”: 02) Cisne – L.A. Spinetta (Para los árboles) – YouTube 

 

*Extraído de: http://notasanaliticas.blogspot.com/2022/02/la-palabra-en-el-rock-y-en-el.html?m=1

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Goce, Repetición y Pulsión de Muerte.- Gastón E. Vallé Lipreri

Goce, Repetición y Pulsión de Muerte.- Gastón E. Vallé Lipreri

Goce, Repetición y Pulsión de Muerte, la revisión de estos conceptos resulta pertinente para caracterizar la subjetividad de la época. En un mundo globalizado, en constante «desarrollo», en permanente cambio aparente, la ciencia haciendo uso de la técnica y sus instrumentos de medición propone la homogeneización de los sujetos produciendo un atentado a la singularidad y al orden simbólico que brindaba cierta orientación. Sin embargo, aunque se trate de velar la falta con proliferación de objetos novedosos o construidos en serie, algo del orden de la repetición siempre aparece e insiste, siguiendo la perspectiva de Jacques Alain Miller, «algo que ha proporcionado efectivamente el psicoanálisis es que la vida es fundamentalmente una repetición, que nos damos la ilusión de lo nuevo, pero que de hecho, la vida está constituida por la repetición.» (1986, p. 73). Hay algo del orden de la repetición que insiste, aunque no es más que el retorno del mismo objeto con el disfraz de la novedad, se trata del objeto perdido mítico de la primera experiencia de satisfacción, el denominado objeto a.

En este contexto los sujetos se ven empujados a consumir con la creencia de apresar o reencontrar el ágalma. Esta búsqueda no finaliza nunca, porque se trata de un objeto perdido por estructura y la pulsión se satisface en su recorrido mismo. Por ello, el deseo es siempre insatisfecho, en su búsqueda de repetir el placer original, mientras que la pulsión siempre se satisface.

Lacan decía, «el análisis más que ninguna otra praxis, está orientado hacia lo que, en la experiencia, es el hueso de lo real.» (1964, p. 61). La dirección de la cura apunta a que el sujeto construya su propia respuesta, su sinthome. Es decir, como refiere José Pablo Feinmann (2016) recuperando a Sartre en su programa Filosofía aquí y ahora, “se trata de saber hacer con lo que hicieron de nosotros”. De ese modo, se restituye la responsabilidad del sujeto en lo que le pasa y se ubica su posición, desde la cual contribuye él mismo, de alguna manera, en su padecimiento.

El camino a seguir en la clínica es a través de la palabra, es decir, por vía de lo simbólico, para circunscribir ese real y para acceder al inconsciente estructurado como un lenguaje, para acceder a la dialéctica del deseo. «La regla analítica, para Freud, no consistía sino en recomendar al sujeto dejar venir sus pensamientos y convertirlos de inmediato en enunciados dirigidos a su analista convertidos en mensaje.» (Miller, 1999-2000, p. 242).

Para que el sujeto advenga como tal, hay que seguir la red significante, automatón,

donde uno regresa, vuelve, se cruza con su camino, los cruces se repiten y son siempre los mismos, y no hay en ese capítulo 7 de la interpretación de los sueños otra confirmación sino ésta: Hablen de azar, señores, si les da la gana, yo en mi experiencia, no encuentro en eso nada arbitrario, pues los cruces se repiten de tal manera que las cosas escapan al azar. (Lacan, 1964, p. 53).

Quiere decir que hay un entramado entre los elementos significantes, que tienen leyes que estructuran el discurso, éstas son la metáfora y la metonimia; equivalentes a la condensación y desplazamiento en la concepción freudiana.

En el camino hacia el deseo nos hallamos con un escollo, se podría decir, con un opositor al deseo, éste es el goce. «El goce no es una función dialéctica […] el goce no es el goce de Otro.» (Miller, 1986, p. 149). No tiende al lazo, es del orden auto-erótico, no dialéctico, incluso puede prescindir del Otro.

«El deseo está ligado a la cadena significante y por ende a sus permutaciones, por eso es muy móvil, es dúctil, plástico al significante. Por el contrario, las relaciones del goce con el significante son relaciones de exclusión.» (Miller, 1986, p. 150). Entonces, surge la pregunta ¿cómo incidir sobre el goce mediante el significante?

El goce es una perturbación del cuerpo y el deseo es una defensa contra él. «El goce no proporciona placer, el goce es antinómico con el bienestar, puede incluso confinar con el dolor.» (Miller, 1986, p. 152). Sin embargo, la anulación total del goce implicaría el fin de la vida, no se puede vivir sin gozar. El goce es del orden pulsional, sin medida, sin ley, por ello la propuesta de un análisis es artesanalmente construir diques, acotar el goce y lograr que sea los más vivificante posible.

Se infiere cierto parentesco entre Goce y Pulsión de Muerte a partir de la lectura de Lacan. Freud no empleó el término Goce a lo largo de su obra, e incluso expresa que el concepto de Pulsión de Muerte se le impuso por su práctica clínica, donde captó que su hipótesis de que el aparato psíquico se regía por el principio del placer se refutaba. El síntoma presenta una contracara al placer, una cara de goce, además evidenció la dificultad de algunos pacientes de ceder ante el displacer, ante el goce en el transcurso de la cura lo que lo llevó a teorizar sobre la reacción terapéutica negativa.

En nuestra época también se impone hablar de Pulsión de Muerte, para elucubrar sobre el atentado sobre sí mismos de los sujetos. Freud decía, «[c]ontra el exterior existe una protección […]. Mas contra las excitaciones procedentes del interior no existe defensa alguna.” (1920, p. 2520). Las prácticas suicidas, toxicomanías, el consumo de aparatos tecnológicos, los nuevos monosíntomas, anorexias, bulimias y obesidades, ludopatía. Además, las inscripciones en el cuerpo, tatuajes, cirugías estéticas, aros, etc. dan las coordenadas de la época y los recursos de los que se sirven los sujetos para paliar el malestar, el punto común es el desenganche del Otro y el propio cuerpo como instrumento. Miller denominó la época que asistimos como del Otro que no existe. Ante lo cual el sujeto responde como puede, puesto que los ideales parecen haber caducado o, por lo menos, perdieron su efectividad, a partir de la debilidad de la medida fálica a partir de la pérdida de potencia del Nombre del Padre.

No obstante, no se trata de añorar al padre, ni restituirlo, debemos ir más allá de esa función y valernos artesanalmente de nuevos recursos. Cada uno irá construyendo su solución singular, a partir de encontrar cómo se articula en su economía psíquica su síntoma y qué función en su subjetividad, transferencia mediante con un analista. Los analistas no debemos perder de vista la singularidad de los sujetos y tener en cuenta que el sujeto hace uso de los objetos de un modo particular e inconmensurable.

«La sesión analítica […] induce una experiencia de la extimidad, a saber, que en el seno mismo de aquello que es para mí más interior aparecen elementos de los que no puedo responder y, que están allí, que eventualmente se encadenan, me faltan o, por el contrario, afluyen y me despojan, en ese punto, de mi iniciativa.» (Miller, 1986, p. 243). Se trata en la práctica analítica de saber hacer con esos elementos, se trata de poder apropiarse entre saber y verdad de esos significantes e instrumentarlos con una respuesta única e irrepetible frente al malestar en la cultura, se trata de una praxis que incide sobre el sufrimiento.

 

Bibliografía

  • Feinmann, José Pablo. 21 de septiembre de 2016. Programa: Filosofía aquí y ahora. ¿Qué hacemos con lo que hicieron de nosotros? [Archivo de video]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=bzzsoMyO_VU
  • Freud, Sigmund (1920), «Más Allá del Principio de Placer». Obras completas -1ª. Ed., 4ª reimpr. – Buenos Aires: Ed. El Ateneo, 2011.
  • Lacan, Jacques, (1964), El Seminario libro 11. -1ª ed. 20ª reimp. – «Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis». Ed. Paidós, Bs. As 2013.
  • Miller, Jacques-Alain, (1986), «Recorrido Lacan» Conferencias Caraqueñas, Cap. IV «La Transferencia de Freud a Lacan”. Ed. Manantial, Bs. As.
  • Miller, Jacques-Alain, (1999-2000), «Los usos del lapso”, Cap. III, V y XII. Ed. Paidós.

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