Introducción
Antes de entrar en el tema de la obsesión me gustaría comentar lo que implica este taller. Primero, es introductorio porque pretendemos que permita una aproximación a la cuestión de la obsesión, que si bien es un tema muy amplio es también central para la clínica del psicoanálisis. Segundo, es un tema que calculamos va a interesar a aquellos que están comenzando su formación, ya sea profesionales o bien estudiantes, por la frecuencia de las consultas en relación con síntomas obsesivos. Tercero, nos gustaría con esta actividad acercar a los interesados en psicoanálisis, que no son integrantes del CID, ni participan del seminario, ni están en los grupos de investigación, a que conozcan nuestro instituto centro de investigación, y acercarlos también al seminario central anual. Por último, en relación con nosotros, los que organizamos este taller, el hecho de prepararlo nos ha hecho aprender algo más sobre la obsesión, sorprendernos con algunas cosas, ha sido realmente una instancia de aprendizaje, cada uno de nosotros se ha detenido en detalles o aspectos que le han interesado. Este es el movimiento de investigación que tiene nuestro instituto y que se dirige como un circuito hacia una actividad de docencia como la de hoy. Docencia que implica exponer un saber, argumentarlo, conectar referencias y autores, relacionar conceptos, mostrar claridades y oscuridades de un planteo de Lacan o de Freud. Esperamos entonces que esta actividad se desarrolle en esta dirección.
Como dije anteriormente, la elección del tema responde a una necesidad de la práctica clínica, extraer un saber sobre la neurosis obsesiva nos permite orientarnos un poco mejor en la dirección de la cura, y esto esclarece en parte nuestra posición como analistas.
El texto central por la precisión de la descripción es Contribuciones del obsesivo al descubrimiento del inconsciente, que se encuentra dentro de Introducción a la clínica lacaniana (1) de Jacques Alain Miller, allí describe una serie de puntos que son claves en el sujeto obsesivo, alguno de ellos son: desafectación de la palabra, consistencia del pensamiento, órdenes absurdas, la proposición “si…entonces” y la anulación del deseo.
Nos basaremos también en el caso de Freud El hombre de las ratas (2), texto indispensable para abordar la neurosis obsesiva. Y en articulación con estas dos referencias el planteo de Lacan en el seminario 5 (3) sobre el sujeto obsesivo, al cual define como aquel que apunta a la destrucción del Otro.
Desafectación de la palabra
J-A. Miller destaca en la neurosis obsesiva la desafectación de la palabra, esto es en Freud la separación afecto-idea. Hay una idea cuyo afecto es extraído, extraviado y separado. Un afecto que se desprende de la idea hasta el punto de que el obsesivo puede comunicar una idea, relatar su síntoma por ejemplo, su historia familiar, nombrar elementos como si no tuvieran ninguna importancia. En el hombre de las ratas Freud se detiene por ejemplo en el autorreproche del paciente, un autorreproche que lo atormentaba al paciente hace años. El paciente se reprochaba a sí mismo haber delinquido contra su padre. Relata el paciente que mientras su padre estaba muy enfermo el médico le había dicho que en 48hs se recuperaría. El paciente decide ir a dormir una hora, pero en esa hora el padre muere. Primero se reprocha no haber estado en ese momento, pero dice, su reproche no fue doloroso. No fue doloroso, dice Freud, porque no aceptó como algo real la muerte de su padre. Solo un año después se despertó en él el recuerdo de su negligencia. Recién un año después y sucede cuando muere su tía. En el momento del pésame el viudo dijo al pasar “otros hombres hacen lo que quieren, pero yo he vivido para esta mujer”. (4) Ante esta frase del viudo, de su tío, dicho sin ninguna intención ni dirigida hacia él sino un comentario al pasar, el paciente lo escucha como dirigida a él mismo, y más precisamente como si se refiriera a su propio padre. Como si ese comentario dicho al pasar hubiera sido para cuestionar la fidelidad de su propio padre. Tenemos aquí dos momentos. Primero cuando muere el padre y segundo cuando muere la tía, y el tío dice ese comentario otros hombres hacen lo que quieren. El afecto no emerge en el primer momento, cuando muere su padre, que es donde debería haber surgido, sino un año después cuando muere la tía y el viudo dice esa frase. Pero este afecto, que surge ahora con la frase del tío, resulta exagerado a la vista de todos. Exagerado a la vista de todos, pero no para el sujeto. Además, el afecto mismo de reprocharse haber delinquido contra su padre alguna vez es a la vista de todos exagerado con respecto a lo que él realmente hizo, que es ir a dormir una hora mientras su padre estaba enfermo. Digámoslo otra vez, exagerado para la vista de todos pero no para el sujeto.
Entonces vemos aquí como hay afectos que surgen con determinada situación y asociados a determinadas representaciones pero no justifican su surgimiento, y es porque el afecto está separado de la verdadera representación. De su representación original primera está desprendido. En este sentido podemos entender lo que Miller plantea sobre la desafectación de la palabra. Freud dice en este caso: “En lugar de olvidar el trauma, le ha despojado de su carga de afecto”. (5) Solo queda en la conciencia el contenido ideológico, y este contenido ideológico queda indiferente y considerado insignificante. Dice Freud: “el afecto está justificado, la conciencia de culpabilidad que atormenta al sujeto corresponde en realidad a otro contenido desconocido, inconsciente. El contenido ideológico conocido ha pasado a ocupar ese lugar por una asociación errónea. Por eso el sujeto no podía explicar la razón de su reproche de haber delinquido contra su padre si sabía que no había hecho nada contra él”.(6)
Deseo y temor
Freud describe el caso del hombre de las ratas muchas situaciones que tienen relación con afectos no reconocidos en la conciencia por el paciente. Y así como Freud habla de afectos no reconocidos en el campo de la conciencia, también va hablar de deseos no reconocidos. Vamos a comentar una situación que relata el paciente a Freud y que dan cuenta de esto. A sus doce años, dice el paciente, se enamoró de una niña, y se le ocurrió que si le sucediera una desgracia a él, esta niña lo trataría con ternura. Esta desgracia, se le ocurre al paciente, podría haber sido la muerte de su padre. Es decir, que su propio padre muera, así esta desgracia motivara a la niña a quererlo a él. En el momento que cuenta esto en la sesión con Freud el paciente rechaza esa idea, rechaza ese pensamiento que tuvo de la muerte de su padre como medio de lograr el amor de la niña, y dice, “es solo una asociación mental”. (7) Pero Freud está convencido de que esa simple asociación mental no es solo una asociación sin importancia sino que la idea de que el padre muera es efectivamente algo que el paciente desea. Y el hecho de que el paciente rechazara enérgicamente esa idea absurda, la idea que el padre tendría que morir o de que él ganaría algo si el padre muere, ese rechazo enérgico es la expresión justamente de que no solo es una simple asociación mental sino algo que compromete su deseo, un deseo que resulta incompatible con su conciencia moral y ética, e incompatible con el amor que él mismo sentía hacia su padre.
Otra situación en la misma dirección. Seis meses antes de que muriera el padre se le cruzó una idea parecida. Enamorado de una joven señorita, al no poder casarse supuestamente por razones de orden material (económico) le surge la idea que la muerte de su padre lo haría rico. Esta idea le causaba rechazo, repulsa, al punto que le surgió por eso el anhelo de que su padre no le dejara ningún dinero. Al morir su padre le surge una idea similar, una idea que indicaba un afecto contra el padre: “No, hay todavía otra persona cuya muerte sería más dolorosa para ti”.(8)
La “idea” de muerte del padre, Freud pone entre comillas esa idea como simple asociación, porque con respecto a esa idea hay un extrañamiento del sujeto. El sujeto lo siente extraño, no la reconoce y la considera incompatible, y aún más lo siente como un “temor”. La muerte del padre para el paciente no es algo querido, conscientemente, sino contrariamente algo temido. La contestación de Freud al paciente ante su extrañamiento es justamente que su intenso amor al padre le impide reconocer que también puede odiarlo y desear la muerte. Dice Freud: “El sujeto dice “idea”: la designación “deseo” o correlativamente “temor”, más energética e importante quedan encubiertas por la censura”. (9) La pulsión de vida inhibe el deseo de muerte. Entonces tenemos aquí, una desafectación de la palabra y de la representación, porque afecto-deseo de muerte quedan reprimidos. En la neurosis obsesiva, dice Freud, “la represión no se produce por medio de la amnesia, sino de la destrucción de las relaciones causales mediante la supresión de los afectos”. (10) Y el tratamiento analitico, la terapéutica analítica, que precisamente Freud en el apartado Naturaleza de la cura lo señala, es dominar por medio de la labor analítica el afecto en cuestión.
La obsesión y la densidad del pensamiento
Es interesante y pertinente recurrir a la etimología de la palabra “obsesión”, que tiene entre sus orígenes en latin el significado de “sitiar”, “asediar” (11), y también “apoderarse de”. “Sedere” significa “estar sentado” (12) y “estar quieto”, también “establecerse”. Es decir, la obsesión es una idea que se establece y se entroniza sobre el sujeto. Tiene mucho que ver con el sujeto obsesivo porque la imagen que nos queda del obsesivo generalmente es un sujeto aprisionado, en tanto duda todo el tiempo, reemplaza constantemente la acción por el pensamiento y tiene ideas y pensamientos que se instalan fijamente.
Siguiendo a J-A. Miller en Contribución del obsesivo al descubrimiento del inconsciente podemos enfocarnos en la relación del obsesivo con el pensamiento. Si nos detenemos brevemente surge la pregunta qué es el pensamiento para el psicoanálisis. Si como dice Miller en Psicoanálisis <> filosofía el psicoanálisis ha traumatizado al saber filosófico, y es por eso que Lacan habla de antifilosofía, es porque el sujeto del inconsciente implica un cuerpo afectado, y el saber sobre ese cuerpo se encuentra en insuficiencia.
Por otra parte podemos decir que en los primeros casos de Freud, por ejemplo se ve claramente cómo un pensamiento, un contenido ideológico dice Freud, tiene un efecto sobre el cuerpo. Este contenido ideológico bien puede no tener una representación consciente para el sujeto. Tiene un efecto sobre el cuerpo como lo muestra por ejemplo la histeria de conversión.
La regla fundamental del análisis refleja exactamente un aspecto crucial sobre el pensamiento en Freud, esto es, hay pensamientos que se articulan entre sí, conectados de forma a veces absurda, como en el sueño, pero no sin razón. Lacan había dicho alguna vez, y sería una buena manera de nombrar el sujeto del inconsciente, soy donde no pienso. O como dice Miller parafraseando a Descartes pienso, luego gozoy.
Volviendo a la relación del obsesivo con el pensamiento, Miller dice que en el obsesivo el pensamiento tiene densidad y consistencia de cosa, y podemos ver claramente esto en el caso de Freud El hombre de las ratas. Tomaré algunos pasajes: “Un hombre joven, de formación universitaria, se presenta en mi consultorio manifestando padecer representaciones obsesivas ya desde su infancia, pero con particular intensidad desde cuatro años atrás. El contenido principal de su dolencia era el temor de que le sucediera algo a las dos personas a las que más quería: su madre y la dama de sus pensamientos”. (13)
Otro pasaje del caso nos dice también de esta densidad de los pensamientos del obsesivo, a tal punto que no es solo una idea sin importancia sino que el sujeto lo vive como una anticipación efectiva de lo que puede llegar a suceder, o bien, como este pasaje expresa, como una condición o premisa de que algo malo sucedería: “…andaba preocupado por la idea morbosa de que mis padres conocían mis íntimos pensamientos por haberlos revelado yo mismo en voz alta sin darme cuenta de ello; ….como si por pensar aquellas cosas hubiera de suceder algo y tuviera yo que hacer todo lo posible para evitarlo” (14) Dice Freud “siempre que el sujeto piensa algo relacionado con su deseo, surge en él el temor de que va a suceder algo terrible”. (15)
Entonces con densidad de pensamiento en el obsesivo nos referimos a lo que Freud describe como “idea obsesiva”, que es además, como señala Miller, intrusiva. Es intrusiva porque el yo no se reconoce en ella, no la reconoce como propia, y el sujeto se siente extraño ante ese pensamiento. Por otra parte, como también lo señala Miller, la idea obsesiva se presenta como fórmula: “si…entonces…” Por ejemplo en el caso de Freud, si pienso tal cosa entonces algo malo sucederá. Y por último la forma en las que se presentan, esto es, de órdenes impuestas al sujeto. Cito un pasaje que expresa esto: “…se le ocurrió de pronto [al paciente]…¿qué sucedería si se le impusiera la decisión de cortarte el cuello con la navaja de afeitar?; …En el acto advirtió que aquella decisión se le acababa de imponer efectivamente; … Aterrado ante tan criminales estímulos, le flaquearon las piernas y cayó redondo al suelo”. (16) Se observa aquí este carácter intrusivo y bajo la forma de orden que presenta la idea obsesiva.
Notas
*Texto desarrollado en Taller introductorio “La obsesión”, realizado en el mes de Junio del 2022 en la sede del CID Santiago del Estero.
** Integrante del CID Santiago del Estero. Catedrático del Profesorado Provincial N°1.
Ciudalitica | 2018
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