Acerca del film “Good luck to you, Leo Grande”.

Marita Salgado

Algunas puntualizaciones de Lacan nos orientan en el comentario de este film.

“El significante no está hecho para las relaciones sexuales. Desde el momento en que el ser humano habla, estamos perdidos, se acabó la perfección armónica de la copulación.” Dado que la pulsión no es el instinto, sino el rodeo, el trayecto zigzagueante, que es la base del malentendido que constituyen  en la experiencia humana las relaciones sexuales,[1].

El film muestra el desencuentro, el malentendido que se produce a partir de lo real del sexo en la época, en la era marcada por internet y las Redes sociales. La oferta de objetos listos para ser usados que la web ofrece para ser consumidos por los sujetos a su vez consumidos también por los objetos. Mostrando a su vez, la posibilidad de un encuentro.

Si nos vamos interiorizando en su trama descubrimos los personajes y la trama de sus vidas.

La mujer protagonizada por Emma Thompson, marcada por una posición de rechazo del inconciente y por lo tanto de su deseo, encarnando una posición de renuncia pulsional , con su consecuencia de una moral acentuada.

Tomada por las Sagradas Escrituras por la filosofía de San Agustin, que habiendo renunciado al amor y a la concupiscencia es llevado a la fe luego de renunciar al maniqueísmo.

Esta mujer se decide a buscar en internet la posibilidad de un encuentro sexual, despojado de afecto, -quizá sus lazos anteriores,  su formalidad matrimonial y hasta su maternidad lo habían sido también-. Quiere, busca, un encuentro con un hombre joven, con un cuerpo firme y musculoso intento quizá incestuoso.

Sus nombres inventados develan el pathos de cada uno, su división subjetiva. Ella en su intento de saberlo todo averigua, también en internet el verdadero nombre de él, provocando su angustia, su división, develando la historia de Leo Grande, respecto del rechazo materno.

Este relato de Leo Grande, protagonizado por Daryl Mc Cormack, muestra además su fijación respecto de la mirada materna de una escena adolescente erótica, su congelamiento respecto de la elección de Leo de su oficio: un objeto sexual ofrecido al mercado. Ella pregunta, por la vida de él, especialmente respecto de su madre, no se separa de una posición materna, siendo quizá esa posición la causa de la inhibición sexual en la que sumió su vida.

Ella soporta y soportó su frigidez estoicamente dice que no le interesa el orgasmo, sino la experiencia sexual para la cual realiza una lista de actividades. Es posible pensar respecto de su rechazo del Inconciente y consecuentemente de la castración, agujero que reviste de moral y religión teniendo como efecto el cercenamiento de su deseo.

Es posible además pensar el film desde “no hay relación sexual”, ¿no es acaso que el personaje femenino hace existir la relación sexual en el relato de su vida matrimonial? Hacer existir lo que no existe, parece haber sido su recorrido en la vida, en un intento de prescindir del cuerpo.

Leo, sostiene una posición de objeto del Otro, él se adapta a las fantasías sexuales de cada partenaire ocasional que lo requiera y asi lo relata, hasta que se divide como sujeto en su angustia.

Se ubica como semblante de objeto del fantasma de cada partenaire que lo contrate, pago, por adelantado mediante, siendo quizá el pago mismo el que lo enmarca en el orden fálico en la época actual.

Una escansión, en el film, es el encuentro con una ex-alumna de ella a quien denigra de algún modo y ésta le replica el maltrato moral que ella les propinaba cuando era su profesora, repentinamente cambia de posición, revela la relación con Leo y se disculpa por sus admoniciones morales pasadas.

Es posible pensar en la cárcel fantasmática en la que transcurría la vida sexual de ella, cárcel que intentó abrir con la llave de internet, encontrando a Leo Grande y un goce inédito. Leo por su parte permaneció a partir de un encuentro Traumático con la mirada materna encuadrado en el fantasma de ser objeto del goce del Otro.

Esta mujer que se sostenía en el goce fálico fuera del cuerpo, en el empuje al todo teñido de moral superyoica, accede a un encuentro con un goce inédito en el cuerpo más allá del partenaire sexual que le había realizado un recorrido por su lista de sus actividades sexuales que se había confeccionado minuciosamente. Accede en su cuerpo a un goce desconocido, sola, reconociéndolo además en el espejo.

El encuentro, mas allá de internet, no fue para cada uno sin consecuencias.

[1] Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El Reverso del psicoanálisis, 1992, Buenos Aires, Paidos, p.34

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