Algunas notas sobre el significante en Freud.- Francisco Ruiz

Algunas notas sobre el significante en Freud.- Francisco Ruiz*

Hay una línea de trabajo acerca del síntoma y en general acerca de las formaciones del inconsciente. En los historiales clínicos, los primeros casos publicados, se puede observar fácilmente. Freud mismo reconoce allí que va descubriendo esa línea de trabajo que le permite establecer una práctica y una terapéutica desde ese lugar. Esta línea de trabajo es la referida al significante.

Freud dice en varios lugares que los síntomas representan la actividad sexual de los enfermos, son representaciones disfrazadas de fantasías cuyo contenido es una situación sexual. En otro lugar habla de que los ataques histéricos son fantasías traducidas en actos motores (fantasías inconscientes). También va decir que en estos ataques la representación mímica y el acto motor han sufrido una deformación por la censura, mecanismo equivalente al sueño. En Vías de formación de síntomas, 1915, habla de- «forma expresiva transaccional» (1). Aquí el síntoma es «un producto deformado de una realización de deseos libidinosos».  Freud dice, entonces, que síntoma y sueño son equivalentes en cuanto a su formación y mecanismo. Y también dice Freud que síntoma – sueño son equivalentes a las lenguas antiguas.

Vemos hasta aquí, que cuando dice que los síntomas son representaciones, está diciendo que un síntoma pertenece a un orden distinto al congénito o al hereditario. Pertenece al orden del lenguaje. Puede ser una imagen, una palabra, o bien una escena que el paciente debe relatar. En Lacan será del orden significante.

Es muy interesante cuando Freud, en El doble sentido antitético de las palabras primitivas, de 1910, plantea que los elementos del sueño se combinan de la misma forma en que las lenguas antiguas, las que ya no se usan en la actualidad, se formaban, se empleaban al hablar, y de esta forma evolucionaban. Esta forma de evolución, tanto del sueño, como de las lenguas antiguas y del síntoma es la comparación por antítesis. Freud emplea también el término «metátesis», que es el cambio de sonidos en una misma palabra, por ejemplo, alimaña – animalia, o cambio en la escritura, pero sin cambiar su significado.  Estos fenómenos de lenguaje, dice Freud, son los mismos que se encuentran en la elaboración onírica: «Recordamos los aficionados que son los niños a invertir en sus juegos las palabras, y cuan frecuentemente emplea la elaboración onírica la inversión de su material de representación para diversos fines». (2)

En otro artículo que se llama El significado de la aliteración de las vocales, de 1911, Freud dice que en la antigüedad el Nombre de Dios no se podría nombrar ni escribir (3). Por eso se pronuncia, al modo de una sustitución, el nombre de Jehová (que tiene las mismas vocales que «señor»). En la biblia dice: “No dirás el nombre de YHWH tu Dios en vano”. YHWH fue reemplazada por otras palabras. También dice: «No usarás a la ligera el Nombre de יהוה tu Elohim, porque יהוה no dejará sin castigo a alguien que use Su Nombre a la ligera».

Me parece que lo que Freud está trabajando ahí es la propiedad de las palabras de poder ser sustituidas por otras, y sobre todo que hay palabras que son suprimidas, elididas, como enterradas. En psicoanálisis podemos decir que sufren la acción de la «represión». Freud siempre está interesado en la ciencia del lenguaje y en la cuestión de las palabras. En Múltiple interés del psicoanálisis, de 1913, tiene un apartado dedicado al interés filológico del psicoanálisis, es decir a las ciencias del lenguaje. Dice ahí que «las interpretaciones del psicoanálisis son en primer lugar traducciones». (4) 

En El doble sentido antitético de las palabras primitivas, desarrolla Freud el hecho de que en la antigüedad hay palabras que tienen dos significados distintos, por ejemplo, una sola palabra puede significar «débil» y a la vez «fuerte», o bien «luz» y «oscuridad». ALTUS por ejemplo puede significar «bass», bueno, y «bad», malo. Hay otras palabras que pueden ser compuestas de significados distintos, o sea una palabra puede estar formada por dos significados distintos, por ejemplo, «viejojoven», «lejoscerca». Hay otras palabras que con sólo cambiar una vocal pasan a significar lo contrario a la primera, por ejemplo «ken» fuerte, «kan» débil. Freud se interesa en esto porque lo que está presente aquí, en esta evolución de las palabras, esta formación de las palabras por antítesis o metátesis, esta formación por transposición de sonidos y fonemas, es lo mismo que se encuentran en la producción del sueño y del síntoma.

A mi entender, Freud se interesa por estos temas porque está interesado en las formaciones del inconsciente como fenómenos de lenguaje, y en el sujeto que habla como hablado por el lenguaje. Conocemos el célebre enunciado de Freud «el yo no es dueño de su propia casa», porque esa casa para Heidegger por ejemplo es el lenguaje, nuestra morada. Siempre está presente en Freud el debate sobre lo biológico, lo hereditario, lo congénito en la etiología de la neurosis. Cuál es el origen de un ataque histérico, ¿Es predisposición genética, hereditaria, o bien una verdad sexual y psíquica, una verdad que ha caído bajo la acción de la censura, del olvido, de la represión? Freud no evita este debate, pero se inclina a afirmar que en base a su experiencia los síntomas desaparecían cuando el paciente lograba cierto relato de sucesos olvidados, y de reintegrar a la conciencia un recuerdo que había sido expulsado de la misma, o sea, cuando la palabra se producía.

Además, la comprensión de las formaciones del inconsciente como formaciones de lenguaje, supone la entrada en análisis, la entrada al dispositivo analítico.

Luego tenemos que diferenciar «palabra» de «significante». Podríamos decir que Freud extrae de las palabras del paciente algunos significantes. Una palabra se convierte en significante cuando este significante implica al sujeto y lo sorprende. Recordemos que este significante ha quedado expulsado de la cadena asociativa, y el análisis produce su reintegración.

Notas.

  1. Freud: Vías de formación de síntomas, en Lecciones introductorias al psicoanálisis, 1915. ed. Bl. Nueva, T2. pág 2347
  2. Freud: El doble sentido antitético de las palabras, 1910. Ed. Bibl nueva. T2. Pág 1623
  3. Freud: El significado de la aliteracion de las vocales, 1911, T2, Pág, 1643
  4. Freud:Múltiple interés del psicoanálisis, 1913, T2, pág. 1858

*Integrante del CID Sgo. Del Estero

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero

Puntuaciones sobre el objeto y la angustia.- Ibañez Carlos Sebastián

Puntuaciones sobre el objeto y la angustia.- Ibañez Carlos Sebastián*

Pablo Picasso (1881-1973), "Jacqueline con sombrero de paja", Mougins, 14 enero 1962 © Museo Picasso Málaga. Foto: Equipo Gasull © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2016

 Antes de poder introducir algunos matices y variaciones en relación a la noción de  angustia, dentro de lo que podemos llamar el primer tramo de la enseñanza de Lacan hasta el seminario 10, considero importante poder interrogarnos por los distintos estatutos que  tiene el objeto hasta ese entonces. Teniendo en cuenta que según su estatuto derivará en  nociones distintas de la angustia. Tomaré como punto de partida el seminario 4 “La relación de objeto” para desde allí hacer una contraposición con el seminario 10 “La angustia” y poder vislumbrar así las distintas variaciones.

En el seminario 4 el objeto tenía estatuto de “objeto perdido”, la madre adquiría valor de objeto perdido. A partir de la interdicción del incesto se operaba la falta de ese objeto y el sujeto no hacia otra cosa que sustituirlo por otros, por lo tanto era un objeto dialectizable y  significantizable. La relación a la falta era lo que vinculaba el sujeto con el objeto, en este mismo seminario y hasta esta altura de su enseñanza Lacan dirá “nunca en nuestro ejercicio concreto de la teoría analítica podemos prescindir de una noción de la falta del objeto con carácter central. No es negativa, sino el propio motor de la relación del sujeto con el mundo” (Pag 38). A partir de esta noción  la angustia era angustia de castración y se desarrollaba dentro de  las coordenadas edípicas.  Esta operatoria angustiaba al sujeto.

Esta idea de “objeto perdido” Lacan la retoma de la lectura freudiana que tiñe toda su primera enseñanza. Recordemos que las elaboraciones teóricas del primer Lacan versan principalmente sobre una relectura de los textos Freudianos. Esa sí que a partir del escrito freudiano “Inhibición, síntoma y angustia” Lacan ubicará la angustia en relación a la castración. Aquí Freud dirá que se reprime la libido y eso genera la angustia, engendrando un displacer en el yo. La angustia era generada por el yo  “Dicha primera interpretación  se haya primero a considerar el impulso instintivo reprimido como fuente de la angustia. Según nuestra nueva teoría seríamás bien el yo dicha fuente”

Podemos ubicar, para un modo más ilustrativo, dos tiempos: el primero fundado a partir  de “Inhibición, síntoma y angustia” que toma al yo  como señal de peligro. Como el yo percibe este peligro, esta amenaza de castración, manda a reprimir.  Vemos esto por ejemplo en el síntoma de Juanito: la fobia a los caballos esconde en realidad una angustia a ser mordido por un caballo, no obstante el caballo es un sustituto del padre, sustitución fundada en una amenaza de  castración.

Entonces en el primer tiempo el yo reprime porque hay señal de angustia.Y un segundo tiempo que podríamos localizar a partir del seminario 10 en donde se toma  a la angustia como señal de lo real, pasando a primer plano la angustia, es decir, que se reprime porque hay angustia.

En el seminario 10  el objeto  ya no se juega en relación a una falta. Por lo tanto la angustia no es por una falta del objeto sino más bien por una  presencia del mismo“(…) la angustia no es objektlos, no es sin objeto” (pág. 171) y es señal de lo real. Es decir, que la angustia en el seminario 4 , es un angustia que supone ya una cierta representación, articulada al significante, en cambio la angustia como señal de lo real se encuentra por fuera de toda representación.

Esta pérdida es el núcleo nodal de la angustia de castración desplegada en el seminario 4, en cambio la angustia planteada en el seminario 10 no se encuentra tanto en relación a una pérdida producto de  un castigo, devenido de un otro,  o como producto de una transgresión. Sino más bien el objeto que se pierde aquí,  se encuentra  en relación a una parte de la libido del  propio  cuerpo  producto de la operatoria de la separación. Podríamos decir de una pérdida de goce. El agente aquí ya no será la amenaza de castración, Miller dirá al respecto “el órgano perdido, el órgano separado, no está separado por la castración, sino que se concibe como lo que se desprende de la sexuación de la vida en la medida en que esta se reproduce por la conjunción de dos sexos” (pág. 63)

Por lo tanto la angustia que se puede ubicar en el seminario 10 es una angustia más bien constitutiva, en tanto que se juega  a partir de la separación, Lacan afirmará “(…) la angustia aparece en la separación. En efecto lo vemos perfectamente, son objetos separables (…)”.A su vez, de esto se desprende el carácter  productivo de la misma, en tanto que es por la angustia que se separa del objeto, Miller la denomina Angustia motor. En un análisis tal vez se podría hacer de esa angustia algo productivo, para que el sujeto se separe de un cierto goce dejándolo caer cual resto libidinal.

Finalmente podemos inferir en el recorrido y tramo de estos dos seminarios que asistimos de alguna manera a un pasaje que va del Otro, en tanto que el objeto perdido que se suscita en las coordenadas edípicas, a un objeto separable del propio cuerpo.  Angustia que se juega a partir de las envolturas y del cuerpo, y no tanto a partir del Otro, aunque no sin él.

Bibliografía

  • Sigmund, Freud Obras completas tomo 3 “Inhibición, síntoma y angustia”. El ateneo, 2003.
  • Jaques Alain, Miller, “La Angustia Lacaniana”. Paidós, 2013.
  • Jaques, Lacan, seminario 4 “La relación de objeto”. Paidós, 1994.
  • Jaques, Lacan , seminario 10 “La angustia” .Paidós, 2018.

 

*Integrante del Cid Santiago del estero.

 

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero

Buscando tu mirada: análisis de un caso.- M. Celeste Roldàn, Rita Magalotti, Ana E. Figueroa y Paula Palavecino

Buscando tu mirada: análisis de un caso.- M. Celeste Roldàn, Rita Magalotti, Ana E. Figueroa y Paula Palavecino*

Como asistentes del *Grupo de Investigación de Psicoanálisis con Niños, el cual este año tomó como eje la angustia desde el Seminario X de J. Lacan, nos basaremos en el caso María de Ana Ruth Najles que articularemos junto a la teoría trabajada a lo largo de los encuentros para expresar en una síntesis lo aprendido. Antes de comenzar con el desarrollo del trabajo, creemos necesario definir brevemente la angustia. Desde el psicoanálisis, se considera que la misma representa lo que no se puede poner en palabras, lo que no se deja significantizar. ¿Qué es lo que angustia?: Lo que angustia es el deseo del Otro, es allí donde surge la pregunta ¿Qué me quiere el Otro?

A continuación, haremos referencia al caso María. Se trata de una niña de 6 años, que es traída por su madre a consulta debido a que sus maestras manifiestan que es muy inteligentepero sin embargo distraída, que esta “como en otro mundo”. También, según el discurso de su madre, María “llora por cualquier cosa, esta muy sensibilizada y siempre triste”, a lo cual su mamá cataloga como “problema”. Sus padres se encuentran separados hace dos años. Es necesario destacar que María expresa tener frecuentes caídas.

En una de las últimas sesiones la niña confiesa un secreto acerca de sus caídas y expresa “yo me caigo para que mi mamá esté conmigo. Cuando está con otra gente yo la llamo gritando, me hago la que me caigo pero no me golpeo nada”, la niña también cuenta que no se cae frente a su papá, y que solo lo hace en presencia de su mamá. A pesar que su analista la incita para que continúe hablando ella ya no lo quiere hacer. Luego de esto María decide voluntariamente no ir más a sesión. Se manifiesta de esta forma la emergencia de un saber sobre la posición de María como objeto caído en tanto mirada del Otro (Najles, 1996). Esta niña sorprendida de la confesión de su verdad, que se puede interpretar como una manifestación de su inconsciente, decide abandonar análisis, sin poder hacerse cargo, sin poder hacer un movimiento distinto ante este descubrimiento. En relación a esto la mamá de María expresa que su hija, ya no asistirá a sesión, debido a que la niña “se quiere quedar durmiendo”. Según Tarrab (2005) existe una angustia que moviliza, que conmueve el mundo subjetivo, que permite un “hacer”, que despierta. Contrario a esto, María decide ponerle fin a la terapia y “quedarse a dormir”, para seguir gozando de su seguridad. Se podría decir que en este momento que María decide concluir el análisis es cuando realmente se estaba dando comienzo al mismo. Sobre esto Miller (2009) sostiene que el análisis inicia cuando se dirige más allá de ese punto de supuesto bienestar. En este caso, no se debe pasar por alto que se trata de una niña en donde su subjetividad aún está en constitución, además que es ella misma la que decide dar por finalizado el tratamiento.

Centrándonos en las caídas, considerámos que las mismas se manifiestan como el síntoma de María, para profundizar nos basaremos en la lectura de Anibal Lesserre (2015) sobre Dos notas sobre el niño de Lacan. El síntoma se entiende como un mensaje dirigido al Otro, que a su vez responde a lo que hay de sintomático en la estructura familiar. El síntoma, es representante de la verdad en tanto la misma posee estructura de ficción, en la cual también encontramos el decir de los padres. Sobre estas caídas, la niña confiesa que no se cae, sino que “se hace la caída” para atraer la mirada de su madre cuando está distraída de ella en tanto objeto de su mirada. En referencia a esto, consideramos que María reconoce a su madre como un Otro que desea fuera de ella, lo que permitiría que la niña se posicione en lugar de sujeto faltante, evitando ubicarse como objeto que colma el deseo materno.Por lo tanto, se podría decir que la posición sintomática de María es efecto de la significación ante la falta, “Además, cuando el niño está en esta posición noes síntoma de la madre, sino del deseo de la madre en cuanto articulación del Nombre-del-Padre” (Lesserre, 2015)

Para finalizar, como grupo destacamos el aprendizaje en relación a las formas de manifestación de la angustia en los niños, las cuales generalmente, al igual que la subjetividad de los mismos, se verá atravesada por el discurso familiar.

Referencias bibliográficas

Lesserre, A. (2015). Una lectura de notas sobre el niño. Buenos Aires,   Argentina: Grama Ediciones.

Najles, A. (1996). Una política del psicoanálisis con niños. La paz, Bolivia: Plural Editores

Tarrab, M. (2005). Las certezas de la angustia. En Glaze, A. (Ed.), Una practica de la época. El psicoanálisis en lo contemporáneo (pp.47 – 53). Buenos Aires, Argentina: Grama Ediciones.

*Integrantes del Grupo de Investigaciòn de Psicoanálisis con Niños, perteneciente al CID Santiago del Estero**

**Coordinadoras del Grupo de Investigación de Psicoanálisis con Niños: Ruchelli, Cristina. Soto, Patricia. Zarba, Silvia.

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero

Los restos sinthomaticos y el deseo del analista. -María de los Ángeles Amestegui

Los restos sinthomaticos y el deseo del analista*. María de los Ángeles Amestegui**

En el escrito “La Dirección de la cura y los principios de su poder” Lacan nos invita a interrogarnos sobre el ser del analista en cuanto a su propio deseo.

Señala que el deseo se produce en el más allá de la demanda, poda de ella la necesidad, pero también se ahueca en su más acá pues demanda de presencia y ausencia evoca la carencia de ser del sujeto. Pone de ejemplo a Freud diciendo que él siguió su deseo contra su voluntad y así pudo develar el significante impar: el falo. Nos da además una indicación precisa, la cuestión es aceptar tenerlo o no a partir de descubrir que no se lo es vía el corte de la castración. La libra de carne que a raíz del corte se vuelve imposible de restituir, he ahí un resto… ¿con el cual trabajar en análisis?

Plantea que la dirección del análisis sigue el hilo del deseo pues él la mantiene. Otra indicación acerca del deseo es su incompatibilidad respecto a la palabra, siempre está más allá, cada vez que se lo quiere cercar con palabras ya no está ahí. El sujeto redobla la spaltung sufrida por ser hablante, deseo y palabra quedan así escindidos.

Miller en el texto “La Cura analítica” señala que al utilizar Lacan la palabra invisible en la Dirección de la Cura apunta al más allá del lenguaje y está dando lugar al objeto a, aun no teorizado a la altura de este escrito, que designara lo invisible del deseo, un invisible que vehiculiza la palabra y que solamente se puede aislar con la palabra.

En “El Seminario X La angustia” Lacan formaliza el objeto a como resto de la dialéctica entre el sujeto y el Otro y lo vincula a la función del corte, es lo que sostiene y anima el deseo.

Miller en 2012 expresa que el deseo del analista no es un deseo puro, no es pura metonimia infinita, se nos aparece como un deseo de llegar a lo real, de reducir al otro a su real y liberarlo del sentido.

Laurent en “El pase y los restos sintomáticos” nos aporta que el deseo del psicoanalista supone una caída de las identificaciones fálicas, la caída y el reemplazo por otra ligada al discurso analítico. Tal es la metáfora del pasaje del discurso del inconsciente al discurso analítico, tal metáfora no se realiza sin restos. Resto es lo que queda, lo irreductible, lo ineliminable aporta Ana Simonetti. Una cura psicoanalítica no se hace sin restos. Los  restos sintomáticos son restos reducidos a su real despojado de sentido que permiten un uso más sutil, más aliviado, más dispuesto a la dimensión contingente.

¿Por qué tenemos que hacer con los restos sintomáticos? Porque están asociados al goce, como nos señala Gregoret en Resto sintomático y deseo del analista, el goce  es imposible de negativizar, tiene que ver con lo vivo del cuerpo. Hablando del pase dice el programa de goce obtenido a la salida de la experiencia del analista permite estar advertidos, hacer un uso en su práctica.

Causar la división subjetiva del sujeto con la caída del resto, vía el corte, será entonces a la altura de este escrito lo que nos marca Lacan para el deseo del analista.

*Trabajo para el Cartel La Dirección de la Cura. 2019

**Integrante del CID Santiago del Estero

Bibliografía:

La Dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos 1  Jacques Lacan 1958 editorial siglo XXI

La Cura analítica  J. A. Miller 1992-1993

Seminario X la angustia Lacan 1962-1963 Paidós

Presentación del tema del IX Congreso de la AMP “Lo real en el Siglo XXI”, J. A. Miller 2012

El pase y los restos sintomáticos Eric Laurent lacaniana nº11 grama ediciones 2011

Desmontaje de la defensa Ana Simonetti. Enigmas del cuerpo Nº 5. 2014

Un resto que se hace vivo, Resto sintomático y deseo del analista Beatriz Gregoret. Enigmas del cuerpo Nº 5. 2014

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero

Notas sobre el Seminario X. Francisco Ruiz

Notas sobre el Seminario X (Reseña, comentario y preguntas)*.- Francisco Ruiz

“Este objeto a no está tranquilo

¿o habrá que decir mas bien: pudiera ser

que no les dejase tranquilo?”

(J. Lacan, 1965)

Dictado en el año 1964, este seminario sale bajo el establecimiento de Miller en el 2004. ¿Qué sucedía en los años 2003 y 2004 en Francia? Lo que nos dicen estos artículos seleccionados es que la Dirección General de Salud solicita al INSERM (Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica) la realización de una evaluación de diferentes psicoterapias aplicadas al cuidado de los trastornos mentales. El propósito es evaluar la eficacia de los tres grupos de psicoterapias: psicoanálisis, terapia cognitiva comportamental y terapias de parejas. El estudio da como resultado, entre otras cosas, la escasa y ninguna eficacia del psicoanálisis.

También tenemos en estos dos años, la “enmienda Accoyer”, que implica un plan de acción global que pretende imponer un orden en la Salud Mental en Francia, en beneficios de las clínicas privadas.

Ambos propósitos de imponer un orden en salud mental, por parte del INSERM y de la enmienda Accoyer, implican según lo referido en estos artículos la clara intención de  impedir la práctica del psicoanálisis, y a favor de intereses económicos en conjunción con determinadas ciencias.

Durante esos dos años, 2003-2004, Miller dedica su curso anual de Orientación Lacaniana al estudio de estos acontecimientos, impulsando los debates a nivel público y liderando al mismo tiempo el foro de los psi, formado por psicoanalistas, psicólogos y psiquiatras. “Psicoanálisis y política” constituye una compilación de las clases 6ª, 7ª y 13ª de las veinte clases que componen dicho curso. Es en la clase 15ª en donde Miller muestra a los asistentes un ejemplar del Seminario X.

La respuesta de Miller ante este contexto de evaluación se hace escuchar en un diario de Francia: “…el síntoma en sentido analítico no es objetivo, y no puede ser apreciado desde el exterior; la evaluación misma de la curación es también tributaria del testimonio del paciente”. Entonces, el establecimiento del seminario es la respuesta desde el psicoanálisis a la demanda de evaluación.

A partir de esta reseña surgen preguntas:

¿De qué se habla en el Seminario X, La angustia? Lacan en el cap. VIII dice que la angustia nos conduce hacia un objeto, el objeto a (1). Solo es posible hablar del objeto a partiendo de la angustia. La angustia, dice Lacan, es la única traducción subjetiva del objeto a.

 

¿Qué es el objeto para el psicoanálisis? O bien, ¿qué era el objeto en psicoanálisis antes del Seminario X? ¿Es el Seminario X, dictado allá en 1964 una respuesta ante algo? ¿Cuál es la concepción de objeto que se reelabora en el Seminario X?

La noción de “objeto”, es decir, aquello que definimos como un “objeto” es distinto según el lugar desde lo consideremos. Podríamos tener una noción si estamos en psicoanálisis. Podríamos tener otra noción distinta si estamos en el sentido común. Desde el sentido común podríamos decir: “…puedo conocer las cosas como son,…puedo entender lo que dices,….puedo saber qué tiene que tener una persona para que sea mi objeto de amor,…etc.”

Pero el psicoanálisis tiene otra consideración del objeto. Dice Lacan en el Seminario IV, Las relaciones de objeto, que para Freud el encuentro del hombre con el “objeto” es una continuación de una tendencia vinculada a un objeto perdido, un objeto que hay que volver a encontrar. Sujeto y objeto entonces se unen por una nostalgia y entre ambos habrá siempre una tensión, una relación profundamente conflictiva del sujeto con su mundo.

Esta consideración de Lacan sobre el objeto ya establece de por sí una ruptura con la teoría de las relaciones de objeto ideal, perfecto, que se venía manejando en la época de este seminario IV. Lacan critica esta noción de objeto ideal ya que nos conduciría a una fase de normalización del sujeto. La relación entre el sujeto y el objeto, por el contrario, está marcada siempre por una brecha, por una hiancia que impide la normalización de esta relación.

Este seminario IV es de 1957. El seminario X, de 1964. Sin embargo ya en el primero está el objeto y el sujeto en una tensión estructural. Ya ahí el psicoanálisis se desprende de toda práctica de normalización y por lo tanto de evaluación.

Notas:

-1º Miller, en Recorrido de Lacan, articula el objeto a al goce. Goce entendido como satisfacción de la pulsión, diferente del placer y que implica también al dolor.

-Boletín nº 1 del Foro Psi Americano – G. Brodski (NEL)

-Manifiesto Psy, Noviembre del 2003 – JAM (psicomundo.net)

-De la utilidad social de la escucha – JAM (AMP)

-Seminario X. Pag. 113

-Notas introductorias al estudio del objeto a en el Seminario X –  Carmelo Licitra Rosa

 (AMP)

– Psicoanálisis y política – JAM

 

*Aporte realizado en 2007 en ocasión del seminario anual del CID Sgo del Estero.

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero

RIEN. -María Amesteguí

RIEN. -María Amestegui

Quisiera detenerme en ese que Lacan aísla, en el caso el hombre de los sesos frescos  trabajado en La Dirección de la Cura, al respecto nos dice: «no es que el paciente no robe lo que importa…es que roba nada… no es su defensa contra la idea de robar lo que le hace creer que roba. Es que pueda tener una idea propia de lo que no tiene ni la menor idea o apenas…”.  Clasifica al caso como anorexia mental en cuanto al deseo del que vive la idea.

            En este caso el robar el objeto nada le permite al sujeto no tener una idea propia donde ponga en juego su deseo, ya que rien es el único objeto a que no es causa de deseo, por esa vía le posibilita al sujeto seguir alienado al Otro, rechazando el destete como trauma inasimilable.

*Integrante del CID Santiago del Estero

Bibliografía

-Lacan, Jaques. “La dirección de la cura y los principios de su poder”. 1958. Escritos 2. Editorial Siglo XXI.

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero

Un cuerpo, un afecto. – Ibañez Carlos Sebastián

Un cuerpo, un afecto. - Ibañez Carlos Sebastián

En reiteradas ocasiones nos encontramos en nuestra práctica clínica, en  presencia de cuerpos con sus distintas manifestaciones: cansados, adormecidos, doloridos, afectados por fenómenos psicosomáticos etc. Siendo el rasgo más común, que los sujetos no logran asociar o relacionar  dichas manifestaciones  con nada de lo que les sucede en su vida, en su acontecer psíquico, en su historia singular, tornándose el mismo en algo enigmático y padeciente, muchas veces encallados solamente en la queja por el dolor físico y orgánico.

Pero las preguntas que nos interpela son ¿Cuál sería la apuesta del psicoanálisis frente a estos cuerpos? ¿Qué nuevo estatuto para estos cuerpos?

En primer lugar  el psicoanálisis nos enseña de la importancia  de hacer  advenir allí un sujeto, es decir, que  esta noción de sujeto no es algo que esté dado de entrada, no va de suyo, sino más bien es algo a construir, a hacer existir. ¿Qué es un sujeto? El sujeto del que hablamos en psicoanálisis es un sujeto  dividido, entre lo que dice y lo que hace, entre lo que enuncia y su enunciación, un sujeto que dice cosas más allá de lo que cree decir.  Jacques Alain Miller psicoanalista francés dirá al respecto (…) El sujeto es esa caja vacía, es ese lugar vacío donde se inscriben esas modalizaciones. Ese vacío encarna ese lugar de su propia ignorancia (…), (…) Y en este sentido el lugar de la enunciación es el propio lugar del inconsciente (…).

No obstante la apuesta de un análisis no es únicamente la de hacer advenir un sujeto dividido, barrado, afectado por algo de lo cual no sabe sino también, tal vez en un momento posterior y según la lógica de una cura, la de conectar un sujeto  a un saber supuesto, es decir, que pueda construir un saber, allí donde desconoce. Un saber sobre ese cuerpo afectado seria la apuesta de un análisis, afectado por el significante y sus consecuencias como marcas de goce.

 En relación a esto se abren otros interrogantes ¿Cómo posibilitar el pasaje de un dolor orgánico: dolor en pecho, sensaciones de asfixia, dolores de cabeza variados, reacciones en la piel y otros innumerables síntomas físicos, a “un decir” en el cuerpo?, ¿Cómo hacer de esos dolores  signo de otra cosa? ¿No es acaso ese displacer, como lo nombró Freud,  y que conocemos en psicoanálisis como angustia lo que hace de ese organismo un cuerpo Otro? ¿Acaso no estamos llamados en nuestra ética, que es la ética del psicoanálisis, a diferenciar, discriminar el dolor físico, de la angustia en la clínica de estos cuerpos?, ¿Acaso un análisis no nos enseñaría a aprender a leer  esos cuerpos y sus acontecimientos?

Pero para aprender a leer el cuerpo, en los trazos y caminos de un análisis será condición de que un sujeto, se percate que ese dolor como mera queja de un disfuncionamiento físico y/u orgánico, es signo de la presencia de angustia. Realizar ese pasaje, ese viraje será una apuesta en un análisis. Digo trazos haciendo alusión a lo que se “traza”, a lo que se “contornea”, a lo que está “entre bordes”, es decir, que desde esa marca de un sujeto, marca que inscribe una modalidad de  goce, desde ahí se pueda trazar un borde al mismo.

Freud nos dice que la angustia es lo difícil de “aprender”, con Lacan comprendemos de que  solo se la bordea, no se la puede eliminar.

Lacan nos dirá que la angustia se siente en el cuerpo, es a través del cuerpo que tenemos registro de la angustia,  por ejemplo la relación de causalidad es inmediata entre un nudo en la garganta y una situación de examen, pero en el caso de las enfermedades físicas la relación tal vez es menos evidente. Con Freud  se descubrió que el cuerpo habla  y “donde eso habla goza”. El cuerpo humano está hecho de “sustancia gozante”,  con Lacan asistimos a la idea de que “un cuerpo se goza”, es decir, que gozamos porque tenemos un cuerpo y la angustia es signo de ese cuerpo gozante. Este cuerpo que habla, por el solo hecho de hablar ya supone una relación desde el momento que alguien viene a consultarnos, habla de una relación que ya no es solamente a nivel del cuerpo anatómico,  si alguien viene a contarnos sobre los malestares en su cuerpo es porque  partimos de la base y suposición de que hay allí una relación de ese cuerpo a un Otro, algo está puesto en palabras en ese cuerpo y se dirige a un Otro.

 Para hacer advenir en el horizonte del discurso de un sujeto la presencia de la angustia, es condición sine qua non introducir la presencia y la relación al Otro en ese malestar físico del que se queja, hacer de ese dolor físico el efecto de las marcas del Otro, incidencias de las palabras sobre el cuerpo. Para ilustrar esto, tomaré un fragmento del testimonio del pase de Mauricio Tarrab, analista de  la EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana), el cual comenta que  a propósito de “una angustia ligada al temor de morir joven, de un ataque al corazón y dejar huérfana a su hija”,  angustia que lo llevo a su primer análisis, del cual dirá (…) De inmediato un recuerdo precipita la construcción del fantasma. Es el recuerdo de un episodio de la vida de mi padre, quien en su infancia estuvo a punto de morir por una enfermedad pulmonar y que para recuperar el uso de  sus pulmones debía inflar con su soplido la cámara de una pelota de futbol (…). (…) Ser el soplo que le faltaba al padre. La fórmula identifica el ser del sujeto y define el objeto (…). (…) Un recuerdo lo mostraba casi a la letra: cuando el padre dormía la siesta el niño se acostaba a su lado atento a su respiración, en un juego donde se trataba de igualar su respiración a la del padre vigilando que la de este, no se interrumpiera (…) Se puede observar que esta fórmula de identificación, que como lo menciona el testimoniante le acarreaba una serie de síntomas como parálisis,  sensación de asfixia, y fobia en su infancia, ubicando un decir en su cuerpo.

Efectos  que como vemos, tienen como consecuencias un afecto que es la angustia, afecto que como dice Lacan “no engaña” y por lo tanto señal de lo real. Lo real en psicoanálisis es lo que no se deja tramitar ni dominar por el mundo simbólico de un sujeto, se presenta en la vida de alguien como una suerte de “palo  en la rueda” para que las cosas “no anden”, tiene la característica de una exigencia pulsional que produce una variedad de síntomas, inhibiciones, malestares y sobre todo angustia.

 Por lo tanto bordear esa angustia en un análisis, tramitarla, tendrá consecuencias en ese cuerpo gozante.

  • Integrante de CID Santiago del Estero.

 

Bibliografía

 

  • Jacques Alain-Miller, Introducción al método psicoanalítico. “Diagnostico psicoanalítico y localización subjetiva”. Paidós , 2012
  • Jacques Lacan, seminario “A Jakobson” .Paidós, 1975
  • Jacques Lacan, seminario La angustia, “Lo que no engaña” .Paidós, 2007
  • Mauricio Tarrab, Entre relámpago y escritura, testimonios de pase y otros textos. “Y el soplo de vuelve signo”. Grama, 2017

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero

La “elección” del sexo y las coordenadas de la sexualidad en el siglo 21 – Sebastián Ibañez

La “elección” del sexo y las coordenadas de la sexualidad en el siglo 21 Sebastián Ibañez*

El descubrimiento Freudiano no radicó esencialmente en el descubrimiento de la sexualidad humana sino más bien en su carácter indomeñable, ineliminable  para el yo. Sexualidad que no es del orden de una programación biológica ni instintiva, en tanto que el instinto está regido por un saber a priori por ejemplo el animal sabe cuándo aparearse, sabe cómo regular su organismo etc. En cambio la sexualidad humana se encuentra habitada por el mundo de las pulsiones que es de otro orden.  Freud definirá a la pulsión en su escrito Pulsiones y destinos de pulsión (1914)  como (…) un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma (…)  pulsiones que signaran la sexualidad humana como un terreno paradojal e imprevisible,  y por lo tanto del orden de lo indomesticable, en este mismo escrito Freud dirá respecto de la pulsión (…)  La pulsión en cambio, no actúa como fuerza de choque momentánea, sino siempre como una fuerza constante (…). Podríamos agregar una fuerza que no tiene ni alza ni baja,  ni son ni ton.

También establecerá que dicha pulsión es acéfala, asexuada, no tiene sexo, lo que hará que cada ser que habla tenga que “elegir” su sexo,  en tanto este no está “dado de antemano”. Elección que no es consciente, sino que es  del orden de lo inconsciente, Elecciones que marcaran e imprimen modos de goce distinto.

Jacques Lacan psicoanalista francés, a través de las llamadas “formulas de la sexuación”, planteadas en su seminario 20 “Aun” indica que, cualquiera sea su sexo (…) Todo ser que habla se inscribe en uno u otro lado (…). Del lado masculino tenemos un goce marcado por una lógica fálica y por una forma fetiche de amor, en cambio  del lado femenino tenemos por un lado el No –todo, es decir, que no todo en la mujer está regida por una satisfacción fálica, sino que hay una parte de ella que escapa a esta satisfacción, que es del orden de lo ilimitado, de lo que no se contabiliza, y su forma de amar adquiere la forma erotómana. Por lo tanto como vemos, no es lo mismo una posición de goce femenino que una posición de goce masculino, modalidades distintas que anudan en cada ser parlante el amor, el deseo y la  pulsión de un modo peculiar. Todo ello, independientemente del órgano genital, en tanto que la sexualidad excede lo genital, va más allá de él. No obstante tenemos un cuerpo, hay órganos genitales que imprimen satisfacciones distintas, Sigmund Freud dirá en su escrito “Sobre una degradación general de la vida erótica” (1912) (…) la anatomía  es el destino (…)

En el marco de esta perspectiva, la sexualidad transciende al género. La denominada “identidad de género”, plantea un identidad sexual como algo inherente a una suerte de “esencia humana”, fundamentalmente en relación a como uno ser percibe , que imagen capta de ello, como  se nombra y /o nomina, el psicoanálisis en cambio nos enseña que para el ser que habla no hay identidad, en el sentido de “uno mismo” de un “yo soy”, ya que el yo siempre está marcado por una profunda alteridad, es siempre un “yo-Otro” en tanto que,  en la constitución más temprana del niño, para que su yo se constituya, es necesario y fundamental que esta imagen del yo sea antes que nada una imagen que venga del Otro.

 En tal sentido allí donde se espera una identidad siempre habrá un vacío, y como tal el ser humano necesita identificarse a algo de afuera de sí mismo, es decir, que este vacío estructural hará que el ser que habla tenga que resolverse en algo que venga de afuera.

El psicoanálisis nos advierte que toda identidad es fallida, en tanto que desconoce de la alteridad y de la imposibilidad que la habita.  Vemos como en la actualidad los distintos modos de nombrar la sexualidad, de la mano del derecho y de la llamada identidad de género promulgada por éste,  han hecho existir una serie de nominaciones tales como: trans, neutro, queer, asexuado etc. Nominaciones que implican modos de gozar tomados en su singularidad y que ya no refieren a la norma fálica que estipula el nombre del padre, es decir, que no podemos pensar la sexualidad sin las coordenadas simbólicas de la época actual y sus consecuencias en la misma.

 La tradición como un modo de goce ya no opera, ya no está la tradición para poner límite a lo sintomático de cada uno, en tal sentido si el Otro de la tradición que regulaba los goces individuales ya no es lo que era, ya no opera, tomando las palabras  de Jacques Alain- Miller psicoanalista francés el “Otro que no existe”, signo de esta época, entonces será  lo de “uno mismo” lo que hará de síntoma para velar  la propia realidad psíquica de cada sujeto.

 En la época actual impera cada sujeto con su goce identificados a estos grupos. Podríamos pensar que son respuestas  a la imposibilidad de identificare con el sexo, de poder entablar ahí una adecuación, sin embargo un sujeto puede identificarse con una mujer pero su goce  puede seguir siendo masculino o viceversa. El psicoanálisis nos enseña la disyunción que hay entre la imagen y el goce, entre  lo que se dice y lo que es, entre la palabra y las cosas.

En tal sentido hay un empuje a  la singularidad que el derecho promueve “se puede gozar como quiera, cada uno a su manera”, sin embargo estamos advertidos que el querer de un ser humano no se corresponde con lo que desea, en ese punto la sexualidad humana se encuentra signada por una profunda inadecuación, por lo tanto habría una disyunción entre el deseo y el derecho.

 La pregunta que nos hacemos seria ¿Qué sucede  cuando el deseo se vuelve derecho? El deseo refiere a lo más singular de cada sujeto, es lo más individual de cada quien, el derecho en cambio es homogeneizante, dictando un “para todos por igual”. La paradoja que habita  las llamadas elecciones de género es que se tiene derecho a “ser individual” pero para caer automáticamente en una clase: queer, trans, neutro etc., un doble movimiento que nombra lo individual para rápidamente borrarlo. En tal sentido vale aclarar que este empuje a la singularidad de la época no es la misma “singularidad” que persigue el psicoanálisis, en tanto que la “singularidad analítica” por llamarla de algún modo, tiene que ver con el modo de gozar  más individual de un sujeto, lo que no se compara con ningún otro, ese  que no hace clase con otro.

Tal vez el psicoanálisis nos enseñe, en un dialogo con otros discursos, dos aspectos: por un lado que estas nominaciones constituyen “soluciones” o “salidas”, “semblantes”, “modos de hacer”  con el agujero que habita todo ser humano, el de la imposible relación sexual, de la imposible inadecuación con su sexo. Por otro, encontrar una solución a sabiendas de que no hay solución posible, solo hay modos de hacer, frente a un incurable propio de la realidad humana.

Bibliografía

  • Sigmund Freud Volumen XIV .Trabajo sobre metapsicologia y otras obras Pulsiones y destinos de pulsión. Editorial Amorrortu .Pag114
  • Sigmund Freud Obras completas 2. Sobre una degradación general de la vida erótica. Editorial El ateneo. Pag. 1716
  • Jacques Lacan Seminario XX Aun Una carta de Almor. Editorial Paidos. Pag. 96
 
 
*Trabajo inspirado en las XIV Jornadas regionales de los CID.

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero

2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental – Ibañez Sebastián

2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental - Ibañez Sebastián*

El  cuerpo de la salud mental

Con este concepto intento hacer referencia a la salud mental como un cuerpo, un “corpus teórico”, compuestos por múltiples y variadas perspectivas, cuya característica principal es estar atravesado por distintas practicas tanto teóricas como clínicas a la hora de abordar lo que llamamos salud mental. Un campo por cierto poli semántico, que no acaba en un sentido único sino que abre a la variedad de sentidos posibles, en el cual conviven y coexisten distintos paradigmas.

El cuerpo como sabemos está compuesto por múltiples y variados órganos y miembros que se relacionan y articulan entre sí. Pero para que sea posible dicha relación es de suma importancia  un sujeto que lo habite. Sin ese sujeto que habite el cuerpo, el mismo sería un mero aglomerado de partes fragmentadas y disociadas una de la otra. Sujeto que por el solo hecho de  portar ese cuerpo es  parlante, efecto y afectado por el lenguaje, pero que no es solo hablante sino también hablado, deseado, nombrado por otros. La existencia humana es inseparable de la presencia de ese otro que nos  significa antes de nuestra llegada biológica al mundo. Ex-sistimos antes de existir, en el deseo de los otros.

 Cuando nacemos lo que tenemos es un organismo, pero para que se convierta en un cuerpo son necesarias ciertas operaciones subjetivas. El estadio del espejo es una ellas, operación constitutiva fundamental en todo ser humano, que se caracteriza por que el niño jubiloso reconoce su imagen en la imagen y la mirada del Otro, en ese Otro materno primordial cuando lo levanta, lo mira, lo acaricia se ríe etc., posibilitándole al niño apropiarse de su propia imagen y de su cuerpo, en tanto adquiere forma de cuerpo humano, brindándole una unidad al cuerpo, ya que el bebé humano es un manojo de pulsiones desestructuradas sin unidad, en donde se supone una vivencia de fragmentación corporal inherente a todo lactante, de modo tal que este estadio es importante para la constitución del psiquismo.

Si hiciéramos una analogía con el cuerpo de la salud mental diríamos que también es de suma importancia un ordenador que de sentido y unidad a las distintas visiones, concepciones, paradigmas, más allá de las diferencias que habitan el campo de la salud mental. Encuentros como este II Congreso de Psiquiatría y Salud Mental, Integración de visiones,  nos permiten ir en ese camino.

Como profesionales de la salud mental nos encontramos en nuestra práctica clínica  tanto individual como institucional con la presencia de cuerpos mutilados, autolesionados, agitados, tomados por sustancias, en ocasiones aquietados por estas, cuerpos con sobrepeso o en su vertiente anoréxica, cuerpos incontrolables, con intervenciones quirúrgicas  de modos compulsivos como si el cuerpo solo ordenara,  afectados por fenómenos psicosomáticos, asistimos a numerosas consultas por gastritis, reacciones  en la piel, fibromialgias que “aparecen” y “desaparecen” sin que el sujeto se percate de ello.

Pero ¿con que estatuto del cuerpo nos encontramos cuando hablamos de esto? Podemos corroborar en nuestro trabajo clínico personas que vienen  a consultarnos por la presencia de cuerpos padecientes, doloridos, sintomáticos, con irrupciones que se expresan en una variedad de enfermedades, pero que el rasgo más común es que los mismos no logran asociar o relacionar  dichas enfermedades  con nada de lo que les sucede en su vida, en su acontecer psíquico, en su historia singular, dejándolos sin palabras , sin posibilidad de subjetivar el mismo y al  asecho de un cuerpo que padece en  silencio, tornándose el mismo en algo enigmático y padeciente.

Pero ¿qué sucede si abordáramos estos fenómenos en el cuerpo únicamente como fenómenos de un cuerpo biológico­? ¿o si hiciésemos una lectura de los mismos solamente como determinado por procesos neurobiológicos ?¿y el otro cuerpo?

El psicoanálisis nos enseña que hay la diferencia entre el cuerpo y el organismo. El cuerpo no es algo dado, no va de suyo, sino más bien implica una construcción constante desde nuestra llegada al mundo. Y ¿qué es lo dado?, diría simple y sencillamente que es el organismo y sus necesidades biológicas  tales como el dormir, el respirar, el comer, el defecar etc., ¿Pero qué sucede cuando no es la comida lo que satisface al organismo? o ¿cuándo no hay el hambre sino la devoración?, o más aun ¿cuándo la devoración no sólo se encuentra  en relación a la alimentación sino en otros aspectos de la vida de un sujeto tales como sus vínculos interpersonales, en su familia, pareja etc.?

El cuerpo del que se ocupa el psicoanálisis es un cuerpo marcado por satisfacciones inconscientes, que escapan al saber médico, y que en ocasiones lo ponen en jaque. Satisfacciones que tienen la paradoja de hacer sufrir ahí donde se goza y que le imprimen su marca singular. Poner a hablar a ese cuerpo  en su singularidad será la apuesta del psicoanálisis, para que el sujeto se percate de que en su sufrimiento, más allá de los etiquetamientos y de los rótulos,  habita una satisfacción que le compete al sujeto, posibilitando de este modo la responsabilidad subjetiva necesaria  y de vital importancia  para el trabajo terapéutico.

En tal sentido el aporte del psicoanálisis al campo de la salud mental será el de poder orientar en la escucha  de ese “otro cuerpo” presente en quienes nos consultan, y por otro, y en una labor más institucional  hacer resonar que  ante el “para todos” de la medida universal que promueve el discurso de la ciencia, desde el psicoanálisis respondemos desde el uno por uno, haciendo emerger en cada caso la dimensión subjetiva.

Bibliografía

 

*Lic. en Psicología. Especialista en salud social y comunitaria. Miembro del CID Sgo del Estero. Coordinador del grupo de investigación «Psicoanálisis y Cuerpo».

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero

2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental – Romera Sabrina y Agostinelli Gabriela

2do Congreso Regional de Psiquiatría y Salud Mental - Romera Sabrina y Agostinelli Gabriela

¿Cuáles son las coordenadas de nuestra época y cómo influyen en la producción de subjetividades? ¿Por qué decimos que el sujeto toxicómano es quien mejor representa la época?

  1. Freud escribe un texto en el año 1929 titulado El malestar en la cultura, para dar cuenta de que el malestar es inherente a la existencia humana. Este malestar que se encuentra en cada cultura, en cada sociedad, dirá que es estructural e ineliminable. Ensaya entonces diferentes recursos que las culturas han ido inventando para hacer con él, y nombra: el amor, la religión, el arte, incluso el consumo de narcóticos, pero nos advierte al final que no hay un modo mejor o único de hacerlo, sino que cada sujeto deberá encontrar su solución.

En la época freudiana el malestar social, el sufrimiento, se encontraba vinculado a las renuncias que la vida en sociedad exigía. Época en que la familia, las prohibiciones y el amo funcionaban como ordenadores. Como reverso, en la actualidad nos encontramos con un imperativo: un empuje a gozar cada vez más, sin límites.

Aquí es importante aclarar de qué hablamos cuando decimos goce en psicoanálisis, ya que no se refiere al uso habitual que solemos hacer de él. Esto tiene que ver con algo que descubre Freud, y es que el sujeto no siempre busca su bien. Más bien, nos dice, del sufrimiento se puede obtener una satisfacción, que no es lo mismo que el placer. Esta idea de cierta satisfacción en el sufrimiento, es lo que Lacan denominará goce.

Entonces decíamos que en la actualidad, y agregamos, como un efecto del discurso capitalista, nos encontramos con un sin freno, un imperativo a gozar que resulta mortificante. Se trata entonces de tener cada vez más, de consumir más, de ser más feliz, de rendir más y mejor… El discurso capitalista produce lo que Lacan denominó “la caída del Nombre del Padre”, es decir, de ese punto de amarre que ordena y organiza un discurso. Implica la caída de los grandes relatos, de aquellos ideales que antes orientaban los modos de vivir. Se trataría de una crisis con respecto a la autoridad simbólica y a su credibilidad.

Estamos en la época hipermoderna; el prefijo hiper da cuenta ya de este exceso donde en principio, y cabría preguntarse si es así, pareciera no haber frenos ni cortes.

El modo de hacer con el malestar propuesto en esta época, es por la vía del objeto de consumo, un modelo de vida igual para todos, con la promesa de que así se lograría alcanzar la tan anhelada felicidad. Estos objetos tienen la característica de proveer una satisfacción fugaz que reanima de inmediato la insatisfacción, es un círculo. Entonces, quien no alcanza este ideal, no pone en cuestión este modelo sino que se cuestiona a sí mismo: no se esmera lo suficiente, debe esforzarse más, aparece la exigencia. Aunque este ideal sea imposible de alcanzar, comanda las subjetividades y como consecuencia encontramos su contracara: la depresión, el cansancio, el consumo de psicofármacos, ciertas patologías del acto como anorexia, bulimia, obesidad, ataques de pánico, entre otras. Pocas veces nos percatamos que en este circuito el sujeto ha devenido un objeto más del mercado, o como dirá J. A. Miller en “consumidores consumidos”.

Ahora bien, con este panorama ¿Cómo traducir esta problemática del consumo a nuestra práctica profesional? ¿Cuáles son los paradigmas y leyes vigentes en relación a las adicciones? Nos encontramos en la actualidad con un debate que gira en torno a dos grandes ideas: el de la “tolerancia cero” y el de “reducción de daños”.

El paradigma de la tolerancia cero tiene como objetivo la abstinencia total del sujeto, donde el acento está puesto en el objeto droga, desconociendo los efectos que tal prohibición puedan tener para cada sujeto en particular. Estamos ya advertidos de que esta vertiente prohibitiva en muchos casos empuja al sujeto a un consumo aún más feroz. Se habla entonces de “guerra contra las drogas” como si el problema, el mal, estuviera en el objeto.

Por su parte, el paradigma de reducción de daños es solidaria con la Ley de Salud Mental y Adicciones 26.657, que especifica en el artículo 4 que “Las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de la salud mental (…)”. Vemos en este punto, que se produce un pasaje que permite desligar al sujeto consumidor del estereotipo del delincuente.

Podría decirse que este paradigma se encuentra más próximo a la lectura que desde el psicoanálisis podemos hacer. Se habla aquí de “uso” problemático, de reducción de daños, lo cual ya nos da la pauta que implica un trabajo de escucha, para precisar cuál es el daño en cada quien, en cada uso de sustancias, en cada cultura.

Pero entonces ¿qué es lo que el psicoanálisis en su especificidad puede aportar al tratamiento de las toxicomanías?

Vamos a empezar a adentrarnos en las coordenadas de la posición del psicoanálisis en la clínica con esta problemática.  La palabra Pharmakon, de la que deriva fármaco, que viene de la cultura grecorromana, en su etimología encontramos  un doble sentido: de remedio y de veneno, una cara tóxica o benéfica. Debatían en ese entonces, aquí  en relación al vino, si el problema estaba del lado del sujeto o del lado de la sustancia. Debate aún actual. Con relación a esto diremos que la posición del psicoanálisis es que la problemática está del lado del sujeto.

Lo primero que habría que ubicar es que, hablamos de fenómeno toxicómano, éste no es una categoría clínica, sino que es transclínico, esto quiere decir que puede presentarse en lo que conocemos como estructuras psíquicas a saber: neurosis, psicosis y perversión, cumpliendo una función diferencial en cada una de ellas.

Desde el psicoanálisis utilizamos la palabra toxicomanía, es una palabra que al descomponerla ya nos da un indicio de lo que se pone en juego: por un lado la manía que hace referencia a un sin freno, un exceso, un no poder parar, y por el otro el tóxico. ¿Qué es lo tóxico? Se habló de goce, hay algo tóxico ahí por no ser un bien para el sujeto. Pero ¿es eso suficiente para hablar de toxicomanía?

Esto nos lleva a ubicar un concepto, que no tiene solo importancia epistémica sino clínica, el de la función del tóxico, que se refiere a la relación particular de un sujeto con el objeto droga. Y podemos agregar, sus efectos en la economía psíquica. Hacemos una aclaración, es relevante el objeto droga, las cantidades, la frecuencia, de hecho Freud hablaba en malestar en la cultura como característica del uso de narcóticos, que estos tenían la capacidad de influir en el quimisimo, esto significa que no se pueden negar los efectos del objeto droga, de algo externo que produce sensaciones en el cuerpo del sujeto. Si bien esto está, pero no es desde ahí desde donde trabajamos.

No todo aquel sujeto que consume sustancias es un sujeto toxicómano, retomando función y economía psíquica vamos a hacer una diferencia. Un consumidor: es un sujeto que usa el objeto droga, para paliar el malestar, para aliviar el sufrimiento, para estar a la altura de la época y rendir más o ser feliz, como un recurso entre otros. Este consumo no rompe lazos, de hecho a veces los favorece, el acto del consumo es dentro del campo del Otro. Regulado, acotado con medida. Si pensamos en el pharmakon sería en su vertiente de remedio, como una muleta. Ahora bien, cuando esta muleta que antes se podía manejar, se vuelve siniestra, camina sola, es inmanejable, aquí podríamos decir, se produce un desencadenamiento a la toxicomanía, quedando por fuera del campo del Otro simbólico, también del otro, del par (familia, pareja, amigos), su trabajo, su estudio etc.  Dejando afuera hasta el sujeto como sujeto mismo, en el sentido de que nada falta, se produce un rechazo al inconsciente, lo único que parece importarle es su pasión por el objeto droga. En esta pasión podemos ubicar el aspecto económico, el sin freno, sin límite y el cada vez más, quedando el sujeto reducido al acto de intoxicación, del cual se obtiene una certeza de goce, es decir, el saber sobre el objeto droga y sus efectos en el cuerpo: “Yo tomo esto y me produce esto”. Acto silencioso, sin dudas, sin preguntas, sin palabras, porque hablar ya significa restituir algo de lo simbólico que este sujeto rechaza.  Acto que no puede parar de hacer.

Lo visible entonces en la toxicomanía es este cuerpo, ubicado en un lugar central en el acto de intoxicación, que se muestra agitado, transportado, marcado, caído. Es un cuerpo que sigue el camino de la pulsión de muerte.

Con este panorama ¿Cómo llegan a consulta? Una de las modalidades puede ser por sobredosis. Cuando llegan a las instituciones, éstas funcionan como límite. Al decir de Silvia Botto, “Las intervenciones van en el sentido de instalar un No desde lo real, en las intervenciones en el cuerpo, impidiendo lesiones, intoxicaciones”. Agregaré evitando la muerte. Este tratamiento es preliminar y se resalta la importancia del abordaje entre varios, en equipo, para asistir en esta urgencia.

Otra manera en que llegan a la consulta es por sus padres, parejas, amigos, personas significativas, ahí sí encontramos la preocupación, la pregunta en el no saber qué hacer. Esto deja claro cómo esta problemática afecta al entorno del sujeto, también necesitan contención, implica un abordaje también con ellos, por supuesto.

¿Pero cómo se hace con este sujeto toxicómano? Lo primero que queremos ubicar es el caso por caso, porque no hay reglas para todos igual. Sí podemos decir, que lo primero es hacer existir un Otro, encarnado por el practicante analista, desde un lugar que no implique el saber absoluto. Un Otro incompleto, reverso a la posición de certeza de goce que el sujeto toxicómano obtiene en su acto. Cuando nos ubicamos ahí, es posible que permitamos que advenga un sujeto, orientándolo a que hable de otra cosa que no sea del objeto droga, tan certero para él, porque lo que no sabe es por qué lleva adelante este acto. Se trata de restituir la palabra, para que aparezca este sujeto cuya problemática es anterior al objeto droga con el cual busca taponarla. Una dirección posible en la neurosis, sería ir en contra de la identificación “soy drogadicto”, que provocaría como consecuencia, que el sujeto culpe a los otros. Una vez destituida esta ficción, se trata de que la responsabilidad recaiga en el sujeto.

 En definitiva, ir más allá de la droga, para descubrir las coordenadas de los verdaderos conflictos que atraviesan su subjetividad, a partir de lo cual podría encontrar modos de satisfacción más vivificantes.

BIBLIOGRAFÍA

Freud, Sigmund. (1929) El malestar en la cultura en Obras completas, tomo XXIII, Amorrortu

Freud, Sigmund (1920) Más allá del principio de placer en Obras completas, tomo XVIII, Amorrortu

Lacan, Jacques (1938) La familia, Ed. Argonauta.

Lacan, Jacques (1972) Conferencia de Milan, inédito.

Ley Nacional de Salud Mental  y Adicciones N° 26.657 (2011)

Andreani, Natalia (2014) Apostillas TyA Córdoba: Efectos tóxicos de la tolerancia cero, Publicación del CIEC.

Miller, Jacques Alain (1993) Para una investigación sobre el goce autoerótico en Sujeto, goce y Modernidad, Ed. AtuelTyA.

Naparstek, Fabián (2005) Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo I, Ed. Grama.

Botto, Silvia (2003)El psicoanálisis en las instituciones. Un tratamiento de las Toxicomanías en El psicoanálisis aplicado a las toxicomanías, Ed. TyA Buenos Aires.

AUTORAS

AGOSTINELLI, GABRIELA: Lic. en Psicología. Integrante del CID-SGO DEL ESTERO. Docente en Licenciatura en Psicología de UCSE. Coordinadora del grupo de investigación «Las toxicomanías» perteneciente al CID -SGO. DEL ESTERO.

ROMERA, SABRINA: Lic. en Psicología. Integrante del CID-SGO DEL ESTERO. Integrante del grupo de investigación «Las toxicomanías» del CID-SGO. DEL ESTERO. Psicóloga en Dirección de género perteneciente a la Secretaría de DDHH de la provincia.

Ciudalitica | 2018

Sitio Virtual del CID Santiago del Estero