Entrevista a Daniela Fernández: ¿Cómo se concibe el síntoma desde el psicoanálisis?

Entrevista a Daniela Fernández: El síntoma desde el psicoanálisis.

En ocasión de su visita a nuestro CID, preguntamos a Daniela (EOL – AMP) sobre el síntoma. ¿Cómo se concibe el síntoma desde el psicoanálisis? y ¿Qué lectura hace el psicoanálisis de los llamados síntomas actuales?

¡Les invitamos a escuchar lo que nos propone en torno a este nudo paradigmático del psicoanálisis!

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¿Puede el psicoanálisis incidir en el campo social? Coordenadas éticas y políticas.

¿Puede el psicoanálisis incidir en el campo social? Coordenadas éticas y políticas. Conversación con Marita Salgado.

¿Puede el psicoanálisis incidir en el campo social? Si es así, ¿de qué manera?

Freud dice que el psicoanálisis no es una cosmovisión. Tiene incidencia en el campo social porque está en el campo social, no está por fuera. Pero no es la política. Aunque hay una política del psicoanálisis.

No se dirimen las decisiones políticas desde el psicoanálisis, ni se deben hacer interpretaciones subjetivas desde el psicoanálisis, como hay muchas, al sujeto presidente p. e. porque son cuestiones de la política social. Tiene incidencia en el sentido de que es una práctica que incide en lo social, porque incide en las personas. Entonces, tiene una posición ética más que política. La política del psicoanálisis es la ética.

Justamente en este momento, la ética social está cuestionada.

La cuestión del psicoanálisis es una ética, no es una cosmovisión. Lacan dice que hubiera esperado un efecto más del psicoanálisis en la cultura, en lo social. Miller hablar de la acción lacaniana. Quizá la acción lacaniana es la que los psicoanalistas hacen todos los días, inciden en el campo social, trabajan en hospitales, en escuelas, salen del consultorio.

Freud, desde El malestar en la cultura, el por qué de la guerra, incidió con su investigación, con su obra en la cultura. Y Lacan anticipó asuntos que no estaban en el momento, que él las profirió, como p.e. la segregación, el niño generalizado, el porvenir de los mercados comunes. Todas cuestiones con las que él se adelantó. Con el psicoanálisis concluyó cuestiones que trascienden al psicoanálisis, y quizá inciden en la visión de la política que se puede tener, pero desde la ética del psicoanálisis de pensar la singularidad. A partir de pensar la singularidad desde una ética, se puede hacer una prospectiva, y Lacan pudo hacer una prospectiva y adelantarse a los hechos. Esa es una incidencia. Yo creo que es una incidencia muy importante, todas las anticipaciones que Lacan realizó y todo lo que dijo Freud en el malestar en la cultura, p. e.

Estudiamos el Seminario 17, vimos ahí cómo él interpreta, interviene, y no responde desde el lugar de amo, sino desde otro discurso.

Si, nunca se fue de la cuestión ética del psicoanálisis.

Es también una posición de ir en contra, el reverso, hacer una defensa, vamos a decir, ante cualquier discurso totalitario donde haya un aplastamiento del sujeto.

Si, es una ética antitotalitaria. Justamente, él incidió sobre lo que supuestamente es el totalitarismo. Además, el psicoanálisis atravesó el nazismo.

Por eso surgió el analista ciudadano, que retoma Laurent, que no es un lugar vacío. Es un lugar en donde se trata de colaborar con la civilización, entre las normas sociales y las particularidades individuales.

Claro, un analista que va a supervisar, que va a trabajar en relación a la transmisión del psicoanálisis está incidiendo.

Disolver las identificaciones, dice, las cuestiones imaginarias, para que se pueda operar.

Germán García decía que se puede hablar de todo con el psicoanálisis. Quiere decir, se puede analizar desde el psicoanálisis muchas cuestiones. El asunto es con qué fin. Un psicoanálisis aplicado a la personalidad de un político no tiene mucho efecto.

Quizá hay una incidencia que es a contrapelo de la política. Si pensamos la política como la configuración de lo común, a contrapelo viene la ética de la singularidad. Ahí podemos ubicar un terreno de la incidencia.

Si, más en este momento particular, en el que eso está absolutamente aplastado. El psicoanálisis ahí tiene un lugar. Y por supuesto que los analistas pueden pensar o escribir sobre la situación actual desde ese lugar, desde la ética del psicoanálisis.

Lacan dice el inconsciente es la política. No dice la política es el inconsciente. Lo dice en el contexto de El seminario 14, La lógica del fantasma, es en el contexto de la guerra de Vietnam. Donde él habla del rechazo. Por qué alguien tiene que insistir en ser aceptado por el amo. Por qué no pensar que es mejor el rechazo del amo. Esto lo liga a Vietnam, cómo ganó la guerra por tomar ese lugar de ser rechazado por el amo que lo vino a invadir. También en la clínica, quizá ese es el lugar que le conviene, más allá del lamento y el padecimiento, y no ir atrás del amo y someterse a los caprichos del amo. Eso es lo que dice Lacan de Vietnam. Y por eso dice el inconsciente es la política, dice “simplemente”, además, el inconsciente es la política.

¿Cuál es la ética del psicoanálisis?

Es una ética del deseo. No es una ética del hábito, no es una ética que tiene que ver con la moral. Sino es una ética de la singularidad, de tomar en cuenta fuertemente la palabra del sujeto. Por eso en El seminario 7, La ética del psicoanálisis, empieza por la ética de Aristóteles y cambia la cuestión de la moral por la ética. Aristóteles hablaba del hábito, de lo que se hace habitualmente como ético y Lacan lo lleva al orden del deseo. Se trata de una ética que tenga en cuenta la vida. No que el sujeto muera por el deseo, porque en definitiva el deseo es siempre deseo de muerte.

También Lacan dijo que la política es la política del síntoma. Que no es la política de la esfera, donde todo cuadra, sino justamente que la política es la política del síntoma de lo que no anda, de lo que se opone, viene a obstaculizar al amo, a lo que funciona en el asfalto.

Entonces, podemos ubicar la incidencia, por un lado, como lo que conversamos respecto de la ética que va a contrapelo de la política. Es decir, una política del psicoanálisis que va a contrapelo de la política del momento. El reverso de la biopolítica desde Freud a la actualidad. Por otro lado, el borde de la incidencia que tiene que ver con la posibilidad de leer. Esto que dice German García, hablar en realidad también es el leer, el interpretar la época. De una incidencia no sólo hacia afuera, sino hacia a dentro, en términos de intensión y extensión. Si podemos pensar eso como una banda de moebius. Qué de la lectura, de la interpretación del psicoanálisis le vuelve como una posibilidad de leer, desde Psicología de las masas y análisis del yo a los cuatro discursos de Lacan, a lo que hoy podemos leer de nuestra época. No tanto en términos de la psicología del líder, sino los modos en los que el lazo social hoy toma consistencia, está afectado, qué es lo que le da operatividad pulsional, de goce a modalidades políticas como las actuales.

¿Qué es lo que hace lazo?

El psicoanálisis no puede operar en un sistema totalitario, necesita para ejercer de la democracia. En ese sentido, es un defensor de la democracia. El psicoanálisis pasó por muchas condiciones, incluso de guerra. p. e. M. Klein con el caso Dick, era en plena guerra.

Ahí, podríamos decir, de lo que se trata es de la política del síntoma, en el sentido de lo que no funciona en un circuito más o menos totalizante. Y también poder leer lo que funciona, es decir, qué es lo que efectivamente da soporte a determinado discurso más o menos totalizante. Por ahí esa paradoja entre el no discurso capitalista y la totalización del efecto discursivo.

Claro porque totalitario también puede ser una práctica que no toma en cuenta la singularidad. La moral, lo que debe ser, hay muchos tratamientos en los que el sujeto debe hablar, debe hacer esto, lo otro, y tienen unas grillas a las que responder con las terapias. Eso también es una practica totalitaria y afín al mercado. En ese sentido, la ética del psicoanálisis es desobediente a los principios totalitarios del amo.

Hay una referencia de Zadig de España que dice que la democracia no es un ideal psicoanalítico, sino una condición de que exista el psicoanálisis.

Claro, el psicoanálisis tiene que reivindicar la política en realidad, porque justamente la política es quitada de las prácticas totalitarias. Porque implica diferencias, divergencias de ideas, y justamente es eso lo que da lugar a la posibilidad humana. Fíjense Grecia, la polis. Que se hable en la ciudad, que se diga.

Pero hay que advertir que no es una cosmovisión, la verdad de todo.

Sino la búsqueda de las pequeñas verdades de cada sujeto singular.

También hay algo respecto de cómo  se juega la vida del psicoanálisis en eso, no deja de estar concernido en el corazón de su existencia el hecho de cómo la época, lo que anda y lo que no anda, también hace eco en la gramática psicoanalítica. Es decir, eso se permea, se abre, en ese esfuerzo de poder decir algo de lo que pasa, del malestar en la cultura, es un modo de forzar la letra psicoanalítica.

Ese es el punto, un esfuerzo de poesía. Porque ahí, en Un esfuerzo de poesía, lo que dice es que el psicoanálisis hace con la pulsión de muerte, ese es su material. Tampoco es que la va a aniquilar, podemos decir, es su material de trabajo, porque en el lenguaje mismo se cuela la pulsión de muerte.

Es un momento difícil, en este momento pensar toda la cuestión política. En otras épocas el psicoanálisis fue muy cuestionado por los gobiernos militares. Entonces, es un filo que hay que respetar y tener en cuenta. 

¿Se podría ubicar la distinción entre “psicoanalista” y “analista”? No sé si estaría bien, lo pienso para poder introducir la distinción entre un sujeto que habla, que habita el discurso psicoanalítico y la posición del analista. Una cosa es el sujeto que puede hablar desde el discurso psicoanalítico, que no siempre es esa posición de analista.

Pero es un poco contradictorio.

Podríamos decir paradójico, no contradictorio. Cuando uno escribe un artículo, habla en nombre propio es un sujeto formado en la tradición psicoanalítica, habitando ese discurso.

Traigo un artículo de Javier Aramburu, Psicoanálisis y Derechos Humanos, que salió en la Revista Dispar 2. Habla de tres justificaciones de prácticas -la religiosa, la kanteana y la política-. Dice, de todas maneras, podemos sostener que sea por las razones que sean, esencialistas o políticas, metafísicas o posmetafísicas, hemos acordado sostener que vamos a privarnos del goce de aniquilar, explotar, segregar, gozar de los diferentes. El acuerdo básico es prohibir ese goce. El derecho básico humano es, entonces, el derecho a un goce limitado. Pero los derechos humanos no dicen, como la ley kanteana, que todos somos iguales, dice que todos renunciamos igualmente al goce de aniquilar las diferencias. En realidad, el derecho humano es el derecho a la diferencia limitada al espacio de la ley.

Renunciar a gozar del otro, esa es la ética.

Continúa, exaltar la diferencia no es lo importante, es necesario respetarla, al punto de concederle iguales derecho que los míos. Es decir, nuevamente aquí lo determinante es la igualdad de derechos para todas las diferencias limitadas a una ley igualitaria. Así derechos humanos es un nombre para ese lazo social que se funda en el límite al poder del Otro, como Otro de la ley.

Es muy interesante esto de la renuncia, me recuerda a El malestar en la cultura, es lo que cada uno sede de lo pulsional para estar en la cultura.

Retomemos el texto, esta pregunta, ¿se puede tomar a un torturador cómo analizante? Era una pregunta que en un momento surgió, después de la dictadura. El argumento para afirmar esto es que precisamente el análisis lo curaría de ello. Pero la pregunta es otra, ¿qué es un analizante? Un analizante es precisamente alguien que ha renunciado a ser un torturador, ha renunciado a ese goce y sufre por ello. Se culpa de ello, sin haberlo sido. -Sin haberlo sido, es interesante acá la cuestión del fantasma-. Para un torturador ese goce es real, no es prohibido, no es imposible. Y aún cuando se culpe por ello, en tanto no ha renunciado a él, su culpa es real. Él ha realizado el acto y esto le da otro estatuto. Un torturador es un culpable real, así como un torturado es una víctima real. Aquí no estamos aún en el espacio del inconsciente. Pero aún el argumento de si podría tomar a un torturador en análisis, porque es como un neurótico, o un perverso o aún un psicótico al que hay que curar, no valdría para un analista. […] yo insisto en que un torturador no puede ser analizante, mucho menos analista, aún cuando no torture a sus pacientes. El problema es si se puede pensar en un analista que conserve ese goce, aún cuando sea en las horas no analíticas y operar como si eso no ocurriera como analista.

Es muy interesante para pensar en estas horas el lugar del psicoanálisis en la cultura. Esa es la ética del psicoanálisis, la ética de lo singular es esa. Quizá la pregunta es si el psicoanálisis tiene lugar respecto de la perversión, no del rasgo perverso.

Ese pasaje entre lo real y el terreno del inconsciente queda abierto, entonces.

Lo real es sin ley, pero la ética del psicoanálisis es la ética del inconsciente. O sea que el psicoanálisis no es sin ley, por eso necesita de la democracia para ejercer, o para intervenir, para trabajar. Necesita un marco legal, hay una ley que separa los cuerpos, podemos decir, y el límite es el cuerpo del otro.

Lacan tiene un artículo muy interesante de psicoanálisis y criminología, donde dice el psicoanálisis irrealiza el crimen. El crimen está realizado, pero el psicoanálisis lo irrealiza. Pero, ¿en qué marco? En el marco de la ley. Hay psicoanalistas que trabajan en la cárcel. En ese marco se puede irrealizar el crimen quizá, pero tampoco se consiente a cualquier cosa. El marco de la ley. Por eso el psicoanálisis y la democracia.

En este punto, la pregunta acerca de la ética para el psicoanálisis toma la vía de la ética de las consecuencias, no la ética de las intenciones o de las buenas intenciones, sino la de la responsabilidad subjetiva.

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Entrevista a José Vidal: ¿Cuál es el éxito del psicoanálisis, hoy?

Entrevista a Susana Amado: De las nominaciones a lo que nombra la falla

Entrevista a Susana Amado: De las nominaciones a lo que nombra la falla.

 

– Hoy los sujetos vienen a consulta muchas veces con las nominaciones dadas por el Otro, en relación a esto ¿Con qué trabaja el psicoanálisis? ¿Cómo opera?

Susana Amado: Los sujetos vienen con la nominación de  “ataques de pánico”, “Yo tengo soledad”, “depresión”, es decir, que son todos los nombres que quizás, las psicoterapias plantean incluso a través  de los medios y redes sociales. Yo creo que es necesario ser pragmático como señala Miller, pero también no olvidar que el psicoanálisis  trabaja  sobre la singularidad, esa es su Orientación: El caso por caso y esperar que el síntoma se despliegue, cosa que no es tan fácil hoy lograr que un síntoma se despliegue. Se trata entonces de localizar el síntoma, es decir, que mucho más que la nominación con la que viene, es localizar cuál es el síntoma, en donde está la falla, no tanto el nombre de lo que trae sino en donde esta eso que nombre la falla. Y eso no se puede lograr en el análisis sino es a través del caso por caso, teniendo en cuenta la singularidad de cada sujeto. No es una tarea fácil actualmente porque la psicoterapia triunfa, a través de la despatologización, la ciencia provee un nombre para la clínica contemporánea. El psicoanálisis tiene que lograr de alguna manera que ese síntoma aparezca no siempre es fácil porque al mismo tiempo hay una urgencia subjetiva , de resolver los casos muy rápidamente, que es lo que ofrecen a veces las terapias cortas o las referencias a las prepagas o tratamientos acotados, es difícil localizar el síntoma, pero apacigua la palabra apacigua, y nosotros trabajamos con la palabra.

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Entrevista Marita Salgado: «Afecttio Societatis»

Entrevista a Marita Salgado: "Afecttio societatis"

 

Entrevistamos a Marita Salgado, Directora de nuestro CID, Miembro de la EOL – AMP, con motivo de su visita a la provincia para la segunda clase del Seminario Clínico Anual 2023.

En esta oportunidad, le preguntamos acerca del afecttio societatis, y esto fue lo que nos compartió.

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El Psicoanálisis en la Universidad. Entrevista a Roberto Bertholet

El Psicoanálisis en la Universidad. Entrevista a Roberto Bertholet

En el marco del Seminario Clínico Anual «Los signos del goce en Freud y Lacan», tuvimos la oportunidad de conversar con Roberto Bertholet*. Docente a cargo de la clase 4 «El fantasma y el masoquismo», así como de la conferencia pública «Esas pasiones que nos habitan», a realizarse los días viernes 15 y sábado 16, en Santiago del Estero.
En esta oportunidad, la conversación surge a partir de algunos interrogantes en torno al lazo posible del psicoanálisis en el ámbito universitario.


-¿Cuáles son, si los hay, los avatares actuales del psicoanálisis en la Universidad? ¿Cómo piensa la transmisión del psicoanálisis en la Universidad?

Diferentes perspectivas se presentan, rápidamente, cuando intento responder a esta pregunta.

En primer lugar, esos avatares dependen del lugar geográfico y la tradición cultural en que se encuentre la Universidad. El ámbito universitario del «primer mundo» no aloja -salvo contadas excepciones- al Psicoanálisis en sus currículas. La estructura académica de EEUU -enorme en cantidad y, también, en calidad- sólo incluye al Psicoanálisis como un capítulo de la historia de la Psicología y sólo algunos pocos filósofos o historiadores académicos lo incluyen en sus investigaciones culturales.

Del mismo modo, ocurre en todos los países de Europa, salvo algunas Universidades de Francia, entre las que se cuentan las Universidades de París 5 y 7 (donde se incluye en el grado) y en la de París 8, en la que el Departamento de Psicoanálisis (creado por J. Lacan como una respuesta política al mayo francés) se inscribe en los estudios de Post-grado. En España la Complutense no brinda ningún tipo de enseñanza referida al Psicoanálisis. Y en general, las Universidades de todo el mundo, salvo algunas pocas de América Latina, rechazan lo que el Psicoanálisis enseña sobre la práctica clínica.

En América, contamos con algunas cátedras, no son pocas, con contenido psicoanalítico, tal como en México, Colombia, Ecuador, Chile, Brasil, Uruguay y Argentina.

Sólo en tres lugares del mundo, por lo que tengo entendido, hay Departamentos de Psicoanálisis de la Universidad: en la Universidad de París 8, Francia; en la Universidad de Antioquía, Medellín, Colombia; y en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario.

Por supuesto, en las Facultades de Psicología de la UBA, en la UNC (Córdoba) y en la UNR (Rosario) hay varias materias con contenidos psicoanalíticos, pero se hace evidente que, por diferentes razones -y, en gran parte, por decisiones de política educativa- van ganando un lugar preponderante otros discursos, con una posición opuesta a la ética del Psicoanálisis.

Éste sería un ángulo posible para responder a la pregunta por los avatares actuales del Psicoanálisis en la Universidad.

Otro ángulo posible, para responder a la pregunta, sería enfocar lo que podríamos nombrar «los síntomas de la relación con el saber en la Universidad del siglo XXI».

¿Cuáles son?

Partamos de que la enseñanza y -en el mejor de los casos- la transmisión del Psicoanálisis en el ámbito universitario conlleva necesariamente la invitación a un trabajo genuino. Trabajo de elaboración en el que cada estudiante adopte una posición crítica y comprometida, deseante, con lo que no-sabe. Es decir, que asuma un interés sostenido por hacerse responsable de un «sapere aude» -según reza la conocida sentencia del poeta latino Horacio, que se podría traducir por un “ten la audacia, el coraje, de saber; anímate a saber”-, cada vez más difícil en las condiciones de esta cultura y sus efectos alienantes, particularmente en la juventud. Uno de esos efectos alienantes es mantener en un «infantilismo», al decir de Freud, donde le resulta muy difícil al estudiante universitario hacerse «adulto». Recordamos el maravilloso escrito de Kant, un clásico de la filosofía, publicado en 1784 «¿Qué es la Ilustración?».

Frente a la invitación a ese trabajo de elaboración, al «sapere aude», hoy en día la respuesta suele ser la pereza y el aburrimiento -respuestas del estudiante universitario como efecto de su lugar en el discurso universitario, lugar de objeto frente al saber puesto en posición de agente, de acuerdo con la lectura que propone Jacques Lacan en el Seminario 17-. Esa pereza, en estos tiempos, se ve potenciada por la «locura» de esta civilización que, al decir de J. Lacan en «El saber del analista», rechaza la castración. No está de más recordar que la castración, lejos de ser un impedimento o una prohibición que limita, resulta ser la condición misma del deseo y del amor. Y para una relación fecunda, productiva, viva, con el saber es necesario poner en juego la propia castración; si no, resulta sólo parodia.

La pereza es una posición infantil, donde el poder y la responsabilidad de los actos se le atribuye al Otro. Como decíamos, «infantilismo», fijación a las condiciones infantiles de la vida.

A esto me refiero con «los síntomas de la relación con el saber en la Universidad del siglo XXI».

Por supuesto, en nada de lo que se diga de la vida humana se puede generalizar. Repetimos: se trata del caso por caso. Y sin dudas hay un cierto número de estudiantes universitarios muy interesados en construir su «ciudadanía universitaria» de modo activo y muy comprometidos con la enorme cantidad de tiempo de vida que le tienen que dedicar a su experiencia universitaria. Son quienes no quieren seguir viéndose como alumnos de la escolaridad primaria o secundaria, donde se trata de cumplir con el Otro. Ese cambio de posición siempre es conveniente que esté estimulado por quien quiere transmitir el psicoanálisis en el ámbito universitario. Se trata, entonces, no sólo de enseñar contenidos, sino de provocar que se pueda interrogar qué posición libidinal se tiene con relación al saber.

  • -Tocas un punto nodal en relación a la posición singular que un psicoanalista puede aportar a esos espacios movidos por el discurso universitario, muchas veces en comunión con el discurso capitalista.

En ese punto, en relación con la segunda pregunta, tenemos la posición del psicoanalista en la Universidad, quien conviene que se ubique como enseñante, no como profesor que sabe mucho, sino como quien está afectado por una relación genuina y fecunda con la castración en relación al saber, por supuesto siempre con su rasgo singular y también con sus síntomas. Esto quiere decir que el enseñante del Psicoanálisis en la Universidad conviene que esté habitado por la pasión a la que invita a los estudiantes. Como dice Eric Laurent respecto del psicoanalista: que esté habitado, en la medida en que ha avanzado en su experiencia de análisis, por «una pasión esclarecida».

Hacer de la «carrera» universitaria otra cosa que una rutina tediosa y aburrida para convertirla en una «experiencia» transformadora, es un desafío muy valioso en estos tiempos.

Por último agrego un aspecto muy conveniente a considerar: cómo enseñar lo que el Psicoanálisis nos enseña, repitiendo la pregunta que Lacan hace en su texto publicado en Escritos 1. ¿Cómo enseñar lo que el Psicoanálisis nos enseña -quienes tenemos un recorrido de análisis personal, de experiencia clínica y de elaboración epistémica, más una posición política en la orientación lacaniana, a quienes no han tenido la experiencia de un análisis personal, ni se han encontrado con la demanda de un paciente que sufre, que presenta un real que se repite dolorosamente en su vida?

Mi criterio es que el síntoma más frecuente de la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad es pasar rápidamente del ver al concluir, sin la necesaria e indispensable comprensión. Es el tiempo de comprender el que conviene acentuar en la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad, para no generar efectos de fascinación, de logros narcisistas inconsistentes y de infatuaciones ridículas. Si el estudiante universitario permanece en el instante de ver, es la realización de la impotencia. Si pasa directamente al momento de concluir, la omnipotencia. El tiempo de comprender, que implica un cierto esfuerzo para evitar la solución rápida y engañosa, sí tiene chances de dejar una huella de la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad. Y la responsabilidad del enseñante está allí en juego. Claridad, precisión, rigurosidad y comprensión, creo que son los cuatro elementos convenientes a la hora de pensar la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad, para que el estudiar sea algo vivido con alegría y gusto.


*A. P. Miembro de la EOL-AMP

Docente del Instituto Oscar Masotta (IOM2). Profesor titular de «Psicoanálisis II» de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario.

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Marita Salgado.- Las publicaciones en el psicoanálisis de la orientación lacaniana.

Marita Salgado.- Las publicaciones en el psicoanálisis de la orientación lacaniana.

Marita Salgado, Directora del CID Santiago del Estero, Miembro de la EOL y la AMP, nos visitó con motivo de la realización de la primera clase del Seminario Clínico Anual 2022 «Los goces en Freud y en Lacan». Tuvimos entonces la oportunidad de conversar con ella, partiendo de la pregunta ¿qué función tienen las publicaciones en el psicoanálisis de la orientación lacaniana? y esto fue lo que nos dijo. 

Agradecemos su predisposición y generosidad en la transmisión.

 

 

*El texto de J. A. Miller al cual hace referencia, lleva por título «La salvación por los desechos», disponible en: https://tuxdoc.com/queue/miller-la-salvacion-por-los-desechos_pdf?queue_id=5f071269e2b6f5494d89f573

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Entrevista a Gabriela Salomón.

Entrevista a Gabriela Salomón *

¿Qué es la urgencia desde el psicoanálisis de la orientación lacaniana? ¿Qué escucha un practicante de psicoanálisis cuando atiende una urgencia?

Para pensar la urgencia desde la orientación lacaniana tomaré una definición de Lacan. Él decía una noche en Saint Anne que la urgencia es lo imposible de soportar para un sujeto al que ya nada divierte. Es decir, lo imposible de soportar –para nosotros lo real- que ya nada divierte, esto es, que hay algo que se repite, ya no hay nada diverso. J. A. Miller en el “Ultimísimo Lacan” dirá que la urgencia es una modalidad temporal con la inserción de un traumatismo. Se trata de un punto de partida que es anterior al significante de la transferencia en su relación con el significante cualquiera.

Por otra parte, Lacan, en el texto De un sujeto por fin cuestionado, decía:  …” mientras dure un rastro de lo que hemos instaurado habrá psicoanalista para tratar las urgencias subjetivas”. Es interesante porque es el único lugar en su obra en que aparece la urgencia subjetiva, pero Lacan fue alguien que desde el inicio y hasta el final de su obra mencionó que los casos de urgencia eran los que lo apremiaban, de los que él se ocupaba y de los que había que hacer el par. Me interesa, para pensar cómo nos posicionamos como psicoanalistas desde nuestra orientación, a qué apuntamos en una urgencia, en una entrevista a veces en un centro de salud o en un hospital.

Para empezar, tenemos dos modalidades en las que se presenta la urgencia: puede presentarse mayormente en forma de un acting o un pasaje al acto que son dos salidas frente a la angustia. Pero también vienen sujetos por supuesto angustiados y en nuestra época sujetos caídos del deseo del Otro, donde lo que vemos es que no funciona la autoridad paterna, hay una declinación del Nombre del Padre y un empuje al goce. J.A.  Miller lo describe como la ascensión al cenit del objeto a.

La posición del practicante en la urgencia es de la docta ignorancia. El saber está del lado de quien consulta. Esto no es sin consecuencias, ya que es muy habitual que p.ej. un paciente llegue ya con un diagnóstico “vengo por un ataque de pánico”. Para nosotros se trata de indagar de qué padece el sujeto. En general nos encontramos con una crisis de angustia.

Por otro lado, apuntamos a que aparezca la responsabilidad del sujeto, a que el sujeto se implique en sus dichos. Es muy importante, más allá del enunciado, la enunciación, la posición subjetiva. Decía Lacan en Ciencia y verdad: de nuestra posición de sujetos somos siempre responsables. Entonces, apuntamos a responsabilizar al sujeto y que pueda subjetivar la urgencia.

 ¿Cómo pensamos los analistas la urgencia social? Que efectivamente aparece en distintas manifestaciones.

En mayor de 2017 J. A. Miller en su conferencia, introdujo el psicoanálisis año cero. Toma una cita de Freud en Psicología de las Masas… “En la vida anímica individual aparece integrado siempre, efectivamente, “el otro”, como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado”

 J.A. Miller invita en esa misma conferencia a pensar cómo incidir desde el psicoanálisis en la política. Daré dos ejemplos que a mi entender muestran cómo poder intervenir desde el psicoanálisis en lo social. En un caso fue intervenir sobre la ley del autismo que pretendía dejar por fuera el psicoanálisis.  En otro caso se armó un foro sobre el feminismo, tema muy actual, y que atraviesa el campo social. Ese foro tuvo muy buenas resonancias, ya que de lo que se trató es que los analistas pudieran conversar con las distintas posiciones dentro del feminismo hoy.

Esa es una manera. Con respecto a la urgencia social propiamente dicha está por verse cómo poder intervenir desde el psicoanálisis.

Entrevista realizada el 26 de octubre de 1019, en Santiago del Estero

*Psicoanalista, Miembro de la EOL y de la AMP

Responsable de Asistencia en Pausa

Ex integrante del Dpto. de Urgencia del Hospital Fernández

JTP de la PP 821 y 822 de la Facultad de Psicología de la UBA

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Entrevista a Graciela Esperanza.

Entrevista a Graciela Esperanza*

Entrevistadores: Gabriela Agostinelli y Francisco Ruiz.

¿Qué es la Política del Psicoanálisis?

A mí me gustaría cambiar el articulo “la” por el articulo “una”, sabiendo que de todas maneras hay una política del psicoanálisis y que es la política que se sostiene y sirve al discurso analítico. Es decir, un discurso que, como dice Lacan, no tiene ninguna vocación de dominio. Cuando Lacan dice el inconsciente es la política es porque el inconsciente tiene que ver con el discurso del amo. Y, por otro lado, si la política desde Aristóteles es el arte de lo posible, una política para el psicoanálisis es aquella que, justamente, tiene en su seno lo imposible. Por lo tanto, lo específico de la política del psicoanálisis es estar al servicio de un discurso que sostiene el lugar de lo imposible como tal. Entonces, creo que todos los dispositivos de los que se vale el psicoanálisis en tanto y en cuanto estén al servicio del discurso para sostener ese imposible de saber, serán idóneos para una política del psicoanálisis.

Por eso los dispositivos se inventan. Por eso Lacan a lo largo de toda su enseñanza y Miller también, han ido inventando dispositivos que se descompletan unos a otros y que están al servicio del discurso analítico, y que cuando no lo están y no sirven caen y tienen que dar lugar a otra cosa. Por eso, en el caso de los CPCT (Centros de Psicoanálisis de Consulta y Tratamiento), cuando Miller ubicó que lejos de estar al servicio del discurso podían someterlo, degradarlo y volverlo otra cosa, dijo basta con esos CPCT. Entonces, los dispositivos están al servicio de ese discurso que tiene en su centro lo imposible de saber, lo imposible de escribir, sin ninguna voluntad de dominio. Esa es una política para el psicoanálisis. Y que respecto a la política en general, me parece que se inscribe en el punto en el que tiene que intervenir toda vez que la política pueda tener consecuencias contrarias a esa política del psicoanálisis. Es decir, en ese sentido, ningún discurso totalitario bajo ninguna de sus formas es compatible con una política del psicoanálisis, porque todo discurso totalitario obtura ese lugar de lo imposible.

¿Cuál es la diferencia entre escuela e institutos?

Bien. La escuela de Lacan tiene en su centro una pregunta: qué es ser analista. Una pregunta que al mismo tiempo se verifica imposible de contestar en términos universales. De paso digo que una política para el psicoanálisis es una política que no puede en ningún caso estar en relación a lo universal, siempre a lo singular. Entonces, en la medida en que la formación del analista se va encontrando con ese agujero, el instituto es el lugar, la instancia al lado de la Escuela, que en un principio aseguraría una formación. Como no hay una diplomatura del psicoanálisis, como el psicoanálisis no es un título, como el psicoanalista no es un profesional, sino que es el servidor de un discurso, la formación que dispensa el instituto es una formación parauniversitaria. Es decir, es como una mueca de la universidad. No por eso no tiene todo el rigor necesario para la transmisión del psicoanálisis.

Entonces, en el instituto se dispensa un saber, se ejercita una formación indispensable para la transmisión del Psicoanálisis. El lugar fundamental del instituto es el saber expuesto, es decir, para hablar de Escuela e instituto hay que poner el saber supuesto en relación o en oposición, un antagonismo al saber expuesto. No hay de lo uno sin lo otro. Es decir, un analista que sólo se autoriza por estar en el consultorio, adolece de una debilidad estructural. Un analista, si bien el saber siempre está en falla porque no hay saber sobre la relación sexual y hay una falla estructural en el saber, esto no quiere decir que no podemos saber psicoanálisis. Ese lugar del saber psicoanálisis como matema, como lugar de la transmisión, está asegurado en el instituto, no en la escuela. En la escuela es el psicoanálisis en la intención, más puro, que tiene que ver con el pase.

Recién decías, en oposición, el saber supuesto y el saber expuesto…

Es decir, el analista tiene que dar cuenta de que a pesar de la falla estructural en el saber, sabe. Sabe algo y lo puede transmitir para que el psicoanálisis se asegure su existencia también. Del lado del análisis en intención solamente no se asegura la sobrevivencia del psicoanálisis, del lado del psicoanálisis en extensión solamente tampoco. Por eso Lacan dice, en la proposición, que hay un anudamiento, una torsión y una hiancia entre ambos; entre el psicoanálisis en intención y el psicoanálisis en extensión. Que bien podríamos ponerlos en relación a la escuela y el instituto. Miller dice en algún lado algo que yo repito siempre, el instituto es el aguijón de la escuela, es decir, tiene que aguijonear la comodidad del saber supuesto. Tiene que aguijonear que el saber supuesto está habitado por la pulsión de muerte, que es algo que puede llevar a la muerte del psicoanálisis. Por eso, para que el psicoanálisis este vivo, necesita de un anudamiento a través de una hiancia.

¿Qué hay en común entre el Psicoanálisis y el arte? Entendiendo que el objeto artístico se crea desde un vacío.

No sé si sería esa la cuestión en común. Me parece que la cuestión en común yo la diría por el lado de que tanto el analista, que deviene analista por un análisis, como el objeto artístico son dos cosas que se ponen en el mundo que no estaban antes. Lo que el psicoanálisis aprende del arte, porque Lacan siempre dijo que el arte lleva la delantera -tenemos que tomar el ejemplo-, es que el arte pone objetos en el mundo. Le agrega objetos al mundo que antes no estaban y que, por supuesto, si provienen de un vacío; provienen de algo que no estaba en el Otro. Introducen una novedad. El analista como objeto también es algo que no estaba. El objeto analista es un invento de Freud y, al mismo tiempo, el analista como objeto es algo que se produce en un análisis, que no estaba, que nadie nace analista. Que no hay analista previo a un análisis, que el analista es producto de un análisis y como tal deviene un objeto que se agrega al mundo, eso diría para contestar tu pregunta. Que es un objeto inédito, como el saber psicoanalítico es un saber inédito porque habla de la falla. Entonces, el objeto analista también es un objeto inédito. Cuantos más analistas podamos agregar al mundo mejor será. El analista no es una esencia, no es un ser, es un devenir objeto producto de una cura.

En ese sentido, no sé si contesto tu pregunta pero lo pondría por ese lado, es un objeto. Es un objeto que tiene que ser versátil, que tiene que prestarse a ser objeto del fantasma del paciente;, para que a su vez el paciente pueda de suponer el saber y llegar a lo que él mismo es como objeto y, a partir de allí, saber si le interesa o no; o no le queda otra más que ser analista. Pero el objeto analista es un objeto versátil, apto para su uso. En ese sentido es distinto del objeto artístico, porque el objeto artístico no es un objeto de uso.  Pero comparten esta cosa de que son lanzados al mundo. Lacan en el seminario XXI dice: el analista no viene de la luz de Dios, sino que proviene del fuego fatuo. El fuego fatuo son esas cosas que se producen a partir de la muerte de los animales, esos humos que aparecen al lado del camino. Bueno, proviene de lo inmundo. Y no está para resolver el desorden del mundo, sino para leer en él el no-todo. Esa es la política del psicoanálisis. Para leer en el mundo el no-todo, por eso ningún discurso totalitario es compatible con el discurso analítico.

Me interesaba esta relación, de si el psicoanálisis puede ser, es digamos, un modo de que el sujeto puede bordear su pulsión también.

Si, si, esa es la practica analítica.

¿Al modo del arte? ¿Es lo mismo?

A modo de la sublimación ¿decís vos?

Sí.

Lo que pasa es que estamos hablando del objeto artístico, no del artista. Estamos hablando del objeto, jamás psicoanálisis del artista ni de la obra de arte. De lo que se agrega al mundo, de lo que está que antes no estaba. Ese es el lugar del analista, lo inédito.

Aunque Freud tiene los escritos sobre Da Vinci.

Pero Lacan no tiene esa posición, es un poco distinto de Freud en ese punto. Y Freud mismo trabaja la obra, pero no psicoanálisis del arte. Porque el psicoanálisis del arte sería el psicoanálisis aplicado al arte y ahí me parece hay un obstáculo. Es al revés, el arte nos enseña en tanto produce. El artista nos lleva la delantera y produce objetos que no son objetos de intercambio en el mercado. Aunque ahora el arte aparece cada vez más en serie, está en el mercado más que nunca y hay producción en masa de objetos de arte y los artistas ni siquiera trabajan ellos porque tienen toda una industria a su favor, que trabaja por ellos.

Entrevista realizada el 14 de septiembre del 2018 en Santiago del Estero.

*Graciela Esperanza es Psicoanalista, Médica Psiquiatra, Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (EOL-AMP). Directora del CID Bariloche, y Docente de la Maestría en Clínica Psicoanalítica de la UNSAM.

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