En el marco del Seminario Clínico Anual «Los signos del goce en Freud y Lacan», tuvimos la oportunidad de conversar con Roberto Bertholet*. Docente a cargo de la clase 4 «El fantasma y el masoquismo», así como de la conferencia pública «Esas pasiones que nos habitan», a realizarse los días viernes 15 y sábado 16, en Santiago del Estero.
En esta oportunidad, la conversación surge a partir de algunos interrogantes en torno al lazo posible del psicoanálisis en el ámbito universitario.
-¿Cuáles son, si los hay, los avatares actuales del psicoanálisis en la Universidad? ¿Cómo piensa la transmisión del psicoanálisis en la Universidad?
Diferentes perspectivas se presentan, rápidamente, cuando intento responder a esta pregunta.
En primer lugar, esos avatares dependen del lugar geográfico y la tradición cultural en que se encuentre la Universidad. El ámbito universitario del «primer mundo» no aloja -salvo contadas excepciones- al Psicoanálisis en sus currículas. La estructura académica de EEUU -enorme en cantidad y, también, en calidad- sólo incluye al Psicoanálisis como un capítulo de la historia de la Psicología y sólo algunos pocos filósofos o historiadores académicos lo incluyen en sus investigaciones culturales.
Del mismo modo, ocurre en todos los países de Europa, salvo algunas Universidades de Francia, entre las que se cuentan las Universidades de París 5 y 7 (donde se incluye en el grado) y en la de París 8, en la que el Departamento de Psicoanálisis (creado por J. Lacan como una respuesta política al mayo francés) se inscribe en los estudios de Post-grado. En España la Complutense no brinda ningún tipo de enseñanza referida al Psicoanálisis. Y en general, las Universidades de todo el mundo, salvo algunas pocas de América Latina, rechazan lo que el Psicoanálisis enseña sobre la práctica clínica.
En América, contamos con algunas cátedras, no son pocas, con contenido psicoanalítico, tal como en México, Colombia, Ecuador, Chile, Brasil, Uruguay y Argentina.
Sólo en tres lugares del mundo, por lo que tengo entendido, hay Departamentos de Psicoanálisis de la Universidad: en la Universidad de París 8, Francia; en la Universidad de Antioquía, Medellín, Colombia; y en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario.
Por supuesto, en las Facultades de Psicología de la UBA, en la UNC (Córdoba) y en la UNR (Rosario) hay varias materias con contenidos psicoanalíticos, pero se hace evidente que, por diferentes razones -y, en gran parte, por decisiones de política educativa- van ganando un lugar preponderante otros discursos, con una posición opuesta a la ética del Psicoanálisis.
Éste sería un ángulo posible para responder a la pregunta por los avatares actuales del Psicoanálisis en la Universidad.
Otro ángulo posible, para responder a la pregunta, sería enfocar lo que podríamos nombrar «los síntomas de la relación con el saber en la Universidad del siglo XXI».
¿Cuáles son?
Partamos de que la enseñanza y -en el mejor de los casos- la transmisión del Psicoanálisis en el ámbito universitario conlleva necesariamente la invitación a un trabajo genuino. Trabajo de elaboración en el que cada estudiante adopte una posición crítica y comprometida, deseante, con lo que no-sabe. Es decir, que asuma un interés sostenido por hacerse responsable de un «sapere aude» -según reza la conocida sentencia del poeta latino Horacio, que se podría traducir por un “ten la audacia, el coraje, de saber; anímate a saber”-, cada vez más difícil en las condiciones de esta cultura y sus efectos alienantes, particularmente en la juventud. Uno de esos efectos alienantes es mantener en un «infantilismo», al decir de Freud, donde le resulta muy difícil al estudiante universitario hacerse «adulto». Recordamos el maravilloso escrito de Kant, un clásico de la filosofía, publicado en 1784 «¿Qué es la Ilustración?».
Frente a la invitación a ese trabajo de elaboración, al «sapere aude», hoy en día la respuesta suele ser la pereza y el aburrimiento -respuestas del estudiante universitario como efecto de su lugar en el discurso universitario, lugar de objeto frente al saber puesto en posición de agente, de acuerdo con la lectura que propone Jacques Lacan en el Seminario 17-. Esa pereza, en estos tiempos, se ve potenciada por la «locura» de esta civilización que, al decir de J. Lacan en «El saber del analista», rechaza la castración. No está de más recordar que la castración, lejos de ser un impedimento o una prohibición que limita, resulta ser la condición misma del deseo y del amor. Y para una relación fecunda, productiva, viva, con el saber es necesario poner en juego la propia castración; si no, resulta sólo parodia.
La pereza es una posición infantil, donde el poder y la responsabilidad de los actos se le atribuye al Otro. Como decíamos, «infantilismo», fijación a las condiciones infantiles de la vida.
A esto me refiero con «los síntomas de la relación con el saber en la Universidad del siglo XXI».
Por supuesto, en nada de lo que se diga de la vida humana se puede generalizar. Repetimos: se trata del caso por caso. Y sin dudas hay un cierto número de estudiantes universitarios muy interesados en construir su «ciudadanía universitaria» de modo activo y muy comprometidos con la enorme cantidad de tiempo de vida que le tienen que dedicar a su experiencia universitaria. Son quienes no quieren seguir viéndose como alumnos de la escolaridad primaria o secundaria, donde se trata de cumplir con el Otro. Ese cambio de posición siempre es conveniente que esté estimulado por quien quiere transmitir el psicoanálisis en el ámbito universitario. Se trata, entonces, no sólo de enseñar contenidos, sino de provocar que se pueda interrogar qué posición libidinal se tiene con relación al saber.
En ese punto, en relación con la segunda pregunta, tenemos la posición del psicoanalista en la Universidad, quien conviene que se ubique como enseñante, no como profesor que sabe mucho, sino como quien está afectado por una relación genuina y fecunda con la castración en relación al saber, por supuesto siempre con su rasgo singular y también con sus síntomas. Esto quiere decir que el enseñante del Psicoanálisis en la Universidad conviene que esté habitado por la pasión a la que invita a los estudiantes. Como dice Eric Laurent respecto del psicoanalista: que esté habitado, en la medida en que ha avanzado en su experiencia de análisis, por «una pasión esclarecida».
Hacer de la «carrera» universitaria otra cosa que una rutina tediosa y aburrida para convertirla en una «experiencia» transformadora, es un desafío muy valioso en estos tiempos.
Por último agrego un aspecto muy conveniente a considerar: cómo enseñar lo que el Psicoanálisis nos enseña, repitiendo la pregunta que Lacan hace en su texto publicado en Escritos 1. ¿Cómo enseñar lo que el Psicoanálisis nos enseña -quienes tenemos un recorrido de análisis personal, de experiencia clínica y de elaboración epistémica, más una posición política en la orientación lacaniana, a quienes no han tenido la experiencia de un análisis personal, ni se han encontrado con la demanda de un paciente que sufre, que presenta un real que se repite dolorosamente en su vida?
Mi criterio es que el síntoma más frecuente de la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad es pasar rápidamente del ver al concluir, sin la necesaria e indispensable comprensión. Es el tiempo de comprender el que conviene acentuar en la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad, para no generar efectos de fascinación, de logros narcisistas inconsistentes y de infatuaciones ridículas. Si el estudiante universitario permanece en el instante de ver, es la realización de la impotencia. Si pasa directamente al momento de concluir, la omnipotencia. El tiempo de comprender, que implica un cierto esfuerzo para evitar la solución rápida y engañosa, sí tiene chances de dejar una huella de la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad. Y la responsabilidad del enseñante está allí en juego. Claridad, precisión, rigurosidad y comprensión, creo que son los cuatro elementos convenientes a la hora de pensar la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad, para que el estudiar sea algo vivido con alegría y gusto.
*A. P. Miembro de la EOL-AMP
Docente del Instituto Oscar Masotta (IOM2). Profesor titular de «Psicoanálisis II» de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario.
Ciudalitica | 2018
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