Reseña Clase 4: “Lo que ellas saben”.- Roxana Chiatti

Reseña Clase 4: “Lo que ellas saben”.- Roxana Chiatti*

Seminario teórico-clínico 2021 “Entre el Uno y el Otro: el amor”. Clase 4: “Lo que ellas saben”.- Roxana Chiatti

 

La docente inicia la clase haciendo referencia al título de la misma: Lo que ellas saben,  el que podría tomarse en las perspectivas de ironía o de pregunta. ¿Qué saben ellas? Las que tienen relación con el no todo.

Ubica la propuesta de J. Lacan en el cap. VII del Seminario XX centrada en la construcción del Uno solo,   que abre la perspectiva a su última enseñanza. S1 solo al que el saber no le hace mella. S1 solo, desprovisto del sentido.  El saber del que se trata es el del goce. El camino de lo que hay.  No hay relación sexual,  hay goce,  tal como lo enuncia el primer capítulo.

Retoma una pregunta fundamental de Lacan en el cap. VI acerca del goce del cuerpo ¿El goce del cuerpo, si no hay relación sexual, para qué puede servir?  El goce del cuerpo como un real sin ley, se impone al sujeto como su mayor desafío subjetivo. No es posible controlarlo, comandarlo, no hay ese saber, es opaco el sentido. Frente a ese goce del cuerpo al sujeto le queda: defenderse o consentir a experimentarlo.   Lacan formuló que las estructuras; neurosis,  psicosis y perversión se sustentan como tres modos de defensa contra ese goce real del cuerpo. Mientras que consentir a experimentarlo, consistiría en sumergirse en una zona donde fácilmente se pierden las referencias simbólicas e imaginarias, sin representación. Lo que angustia al sujeto como si se perdiera a si mismo;  pierde el eje donde alguien se nombra yo, se pierde el control de decidir, porque se está dominado por impulsos gozosos.

Sitúa  ejes de las fórmulas de la sexuacion: Del lado hombre, específica siguiendo a Lacan,  no existe posibilidad de que goce del cuerpo de la mujer, a menos que haya castración, un límite, algo que dice no a la función fálica. Esta impide que la desee como objeto a, causa de su deseo. Solo así puede el hombre abordar a la mujer, como objeto a causa de su deseo.

Mientras que del lado mujer, La /  tachada, es no toda, si bien están excluidas del todo, no hacen conjunto, pero hay las mujeres en plural, una por una.

Al sintagma de que la mujer no existe, propone que hay un goce que es suplementario, un goce de más, adicional. Eso no implica que las mujeres no se atengan al goce fálico, ya que no aguantan ser no todas, el falo no le es indiferente, pero cada posición tiene distintos modos de abordarlo. Entonces la mujer está de lleno en la función fálica, pero hay algo de más. Un goce del cuerpo que está más allá del falo, no se cierne a esa localización del goce del falo, es otro. Hay un goce,   suyo del que nada sabe, solo que lo siente. Nada sabe porque no hay el  significante de  la mujer que la represente. Hay el goce opaco al sentido  Solo  sabe que lo siente cuando ocurre. ¿De qué estatuto sería ese saber?

La idea de este goce del que nada se sabe, Lacan la toma de los místicos.

Lacan   hace referencia en este Seminario a las posiciones de los Estoicos y Epicureos, critica el modo de la moral epicúrea, de estar siempre en el justo medio, a distancia de las pasiones y de los excesos, y dirá que el psicoanalista no puede sostener esta posición.

En el Seminario “Aún” aborda la temática de las pasiones místicas como éxtasis. Otro goce y su irrupción. La pasión y el éxtasis  están del mismo lado, en relación con el Otro como tal, radicalmente diferente. Goce fundamental de la posición femenina que viene a perturbar el equilibrio. Un goce centrado en lo real, opuesto al romanticismo No es del lado del amor sublime. Es testimonio de  hay goce, no solo de lo perdido., sino de lamentarse de no volver a encontrar las mismas sensaciones, presencia fuera de toda representación del órgano adecuado, Para Lacan consta como el Otro goce. En este sentido se ubica este Seminario XX como reescritura de una ética definida a partir de una experiencia del cuerpo, que no es la pasión narcisista autoerótica, es otra.

Las tablas de la sexuacion indican como algo que resulta imposible de escribirse,  lo femenino,   pueda tener una existencia inconsciente. Hay escritura solo de la libido masculina o del goce fálico,  el goce femenino permanece  ignorado.

Del lado del uno, lado hombre: función paterna. Límite al todo por la castración. Se lee, hay al menos uno que no está castrado, aunque todos los seres que hablan se inscriben allí.

Quien se inscriba  del otro lado,  vetará el todo.  Vetará el universal. Lado derecho, lado femenino,  Allí la orientación es lo singular. Hay de ese lado, algo que nunca podrá decirse porque escapa al discurso, eso nos lo subraya ese matema del S de A barrado / La tachado, S de A/ barrado,  límite en el decir, agujero en lo simbólico, lo femenino queda ignorado.

La mujer es radicalmente Otra, ella que no existe, nunca deja de ser el Otro, en tanto que hay algo que nunca podrá decirse, por eso su pata en el S (A)/

Matema lacaniano: la relación sexual no existe, y cada quien se inventa un semblante para abordar lo sexual, un modo de hacerla existir velándola. Cada uno se inventa su modo de hacer con la sexualidad.

 ¿Qué función tiene el amor en este asunto?

Entre otros aspectos destacados al final de su recorrido la docente nos deja precisiones sobre el amor al término de un análisis, momento en el cual el Otro inexiste, inconsiste, cae, y descubrimos que en ese lugar está el a, un pequeño a, un vacío. Dice Lacan que desde allí, desde ese vacío, se habla de amor, desde allí algo puede inscribirse. Señalando que en el discurso analítico lo único que hacemos es hablar de amor, lo que quiere decir que este discurso apunta a ese consentimiento, a producir ese agujero. Entonces eso es hablar de amor, porque el amor se dice, intenta decirse, con palabras, con canciones, con cartas de amor, mostrando que la verdadera cuestión que ubica el amor no se sitúa en el narcisismo, sino en lo real, indecible, que va al encuentro del sujeto, y la carta de amor intenta evocar. Son las palabras de amor que apunta a decir lo que no puede decirse.

 

                                                                               Área de Investigación y Docencia

*AP. Miembro de E.O.L y A.M.P

Adherente del C.I.E.C

Licenciada en Psicología

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Esperamos tanto a María Moreno… – Área de biblioteca del CID Sgo. Del Estero.

Esperamos tanto a María Moreno… - Área de biblioteca del CID Sgo. Del Estero.

Estrechos vínculos unen a la literatura con el psicoanálisis. Desde el recurso literario en Freud para el desarrollo de su cuerpo teórico hasta las conceptualizaciones desarrolladas por Lacan, (tales como el parlètre, la estética, la letra, la escritura y la lalengua, entre otros) dan cuenta que, la literatura es un arte vinculado a la elaboración y transmisión del psicoanálisis.

Por lo tanto, escuchar lo que el artista tiene para decir al psicoanálisis (que, como decía Lacan, «nos lleva la delantera») provoca en cada quien interrogantes y resonancias en dirección a la formación del analista y la política de la cura. A continuación, compartimos una breve reseña de la ensayista, periodista y crítica cultural, María Moreno, invitando a disfrutar de su lectura.

María Moreno con su escritura desafía. Su estilo, dificulta catalogarla estrictamente dentro de un género ¿Acaso novela, narrativa, periodismo, autobiografía, critica cultural, ensayos, textos psicoanalíticos, filosóficos, políticos, feministas? Es más bien en el entre de estos discursos que se ubica su escritura.  

Sus libros publicados (entre los cuales podemos mencionar El petiso orejudo, El affair Skeffington, Black Out, Oración, Panfletos) no se dejan encasillar en un género específico. Su pluma transita eso sí, entre poética y verdad, bajo la forma paradójica de la no ficción.

Vinculada a los movimientos sociales y a la militancia de los años setenta, María deliberadamente se mantiene fuera de la política revolucionaria activa al tiempo que se acomoda en el diván. Esto no será sin consecuencias para propios y ajenos, ya que le valió ese lugar inclasificable, incómodo que habita desde su estética. En esta línea, la autora expresa:

“…el psicoanálisis lo impregnó todo: lo abordé con una vehemencia de afiliada, menos como una estudiosa que como una grupie adelantada que (…) Era evidente que me atraía más la teoría del Complejo de Edipo en las niñas que la de la plusvalía, pero, mientras escuchaba los atractivos silogismos de unos lacanianos en situación, me preguntaba en silencio ¿y la historia? Como en el otro lado, el de los militantes comprometidos, me había preguntado ¿y las mujeres?, ¿y el deseo? Desde los bordes en uno y otro espacio, yo tenía una objeción – no la misma- que me hacía faltar en cada uno algo del otro” Oración, p. 146.

Perejila para militantes revolucionarios, analista de los goces para las mujeres de la lucha armada, en María Moreno la libertad de la lengua es el rasgo que persigue animada por un deseo vinculado a la lectura y la escritura, y que se traza al pulso de una letra que resta. Desde allí, testimonia sobre aquella división estructural entre la vida animal, orgánica y la del hablante, viviente: aquella socavada por el trasfondo de su propia imposibilidad. En este cortocircuito del lenguaje se aloja su posición ética y estética, teniendo al arte, en sus palabras, como “coartada primera”.

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