Atravesamos un colapso subjetivo por el avance mundial del virus Covid-2 (corona virus), que si bien ya había anuncios que algo podía ocurrir en cualquier momento, no se esperaba la velocidad de propagación que tiene hasta el momento. Las hipótesis del origen son de las más variadas y que suman argumento para películas de ciencia ficción, aunque en el mundo en que vivimos parece ser más impactante la ciencia real que la ciencia ficción. Las hipótesis de propagación están más claras, la velocidad de los viajes y el porcentaje de población que se traslada de un lugar a otro. Las líneas de abordaje para afrontar el virus son más que claras, basta comparar la cantidad de infectados y muertos en EEUU con los de Argentina.
Freud dijo que uno puede huir de un peligro exterior, pero no de uno interior. Cuando hay un peligro interior del que uno quisiera huir se activan mecanismos de defensas, angustias, miedos, tiemblan nuestras certidumbres, nuestros semblantes. Al punto que, paralelo al peligro exterior del corona virus corría rápidamente el peligro interior, que tiene que ver con el impacto en nuestra vida subjetiva, en nuestra vida anímica. Mientras escribo estas líneas veo el zócalo del noticiero «¿qué pasa con los pibes en aislamiento?». El peligro exterior ha despertado peligro interior. La angustia por la modificación de las formas de lazo social, no tanto por la desaparición del lazo, sino por el modo de relacionarnos, la angustia por el encierro que parecería ser un fantasma típico, el ahogo. Se ve hoy en día en forma bien manifiesta la función de lo extra familiar. Freud ponía el ejemplo de los puercoespines, si se alejan entre ellos tienen frío, si se juntan se hincan. Una constante en el lazo social.
No podemos eludir el hecho de que este virus tiene todas las características de algo incontrolado, incapturable y que fagocita al sujeto, anulando la vida. Paraliza y detiene el movimiento, al menos el movimiento físico. Y recuerden las palabras del presidente Alberto Fernández, el virus no viene a nosotros, nosotros vamos a él.
Dos peligros. Del exterior, vamos por buen camino. Del interior, un psicoanalista escuchará cada experiencia en particular para pasar del fantasma del encierro hacia la apertura del inconsciente.
*Integrante del CID Santiago del Estero
Coordinador de los grupos de lectura «Múltiple interés del psicoanálisis» y «La neurosis» del CID Santiago del Estero.
Fotografía: Mario Tama
Ciudalitica | 2018
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