Amores y ficciones
De la literatura al psicoanálisis: resonancias, derivas.
Sabrina Romera*
“Puedo decir lo que quiera, nunca sabré por qué se escribe ni cómo no se escribe”
Marguerite Duras
Desde el 2021 funciona en el CID el espacio de psicoanálisis <> literatura “De amores y ficciones”. Comenzamos leyendo a Marguerite Duras, Un dique contra el pacífico fue el primero, después El amante y por último El arrebato de Lol V. Stain. También leímos “Escribir”, una especie de ensayo donde aborda cómo piensa ella la escritura. El año pasado las lecturas fueron «El corazón del daño», de Maria Negroni. Y ahora estamos con “Una temporada con Lacan”, de Pierre Rey, quien fue paciente de Lacan.
Eran muchas las preguntas que tuve al iniciar este espacio ¿qué relación hay entre la literatura y el psicoanálisis? ¿Qué lee el psicoanálisis en un libro de literatura? ¿Para qué sirve leer literatura en psicoanálisis?
En el libro Mujeres de Papel, Graciela Brodsky señala conveniente partir “del uso que algunas mujeres y algunos hombres le dan a la escritura para empujar lo que no se sabe al límite de lo que se escribe” (p.11).
Debo reconocer, cuando empezamos yo discutía bastante… Quería que debatamos, que definamos desde dónde estábamos leyendo lo que leíamos, cuál era la relación –¿proporción?- entre el psicoanálisis y la literatura. Fue necesario cierto tiempo hasta captar que, en principio, relación no hay, o al menos que psicoanálisis y literatura pertenecen a campos distintos. Así, fue posible a partir de la lectura despojada de sentido, arribar, encontrar algunas resonancias, con conceptos del psicoanálisis. En particular, permitió la formulación de la pregunta por lo que se lee y lo que se escribe en un análisis.
Sobre la escritura en psicoanálisis
Litoral, es el término que Lacan utiliza en Lituraterre para referirse a la letra. De regreso de su viaje por Japón, Lacan sobrevuela la región de Siberia. La vista aérea de la planicie lo impacta: desolada, sin vegetación, sin imagen, sólo reflejos y sombras, hilos de agua que se dibujan como ideogramas. La tierra en su litoral se le presenta como “la tachadura de ninguna huella previa”, un puro trazo. A diferencia de una frontera que separa dos partes haciendo límite, en el litoral se trata de un territorio o espacio compuesto por elementos heterogéneos donde no es posible establecer un adentro y un afuera, un interior y un exterior.
A ese territorio litoral lacan lo equipara al lugar de la letra en psicoanálisis. “Entre el goce y el saber, la letra traza el borde de un agujero” (Camaly, p.150).
Así, la escritura, para el psicoanálisis, está en relación a la destitución significante y no a la proliferación de sentido que se desprende de él. La escritura denota el contorno de un espacio vacío. Mantiene una íntima relación con el goce, la escritura indica un goce o, como dice Lacan, “lo escrito es el goce”. Pero no lo traduce ni lo explicita. Lo que se escribe no descifra el goce sino la ausencia de significante que permita nombrarlo de una vez y para siempre (Camaly). Si el significante pertenece al orden de lo simbólico, el lugar de la letra estaría en relación a lo real.
Este “vacío intermedio” (nombre que Lacan toma prestado del poeta chino Francoise Cheng), posibilita mantener junto lo que no se mantiene junto: lo real y el sentido o, el goce y el saber.
Así lo reflejan algunos pasajes de El corazón del Daño, de María Negroni**. Allí dice: “Un libro es una perplejidad de la claridad (…)/ Escribir sería, en tal sentido, enfrentarse a un rostro que no amanece. O, lo que es igual: esforzarse por agotar el decir para llegar más rápido al silencio. / Saber o no saber. Saber y no saber.” (p.17)
En otra cita podemos leer lo siguiente: “La escritura es un asunto grave. No basta con recoger los restos del naufragio. / Hay que instalar en medio de las ruinas, las marcas de una obsesión. / Y después dejarse embeber, eludiendo el tedio de cualquier presente. / Todo lo que pide es ser la intemperie misma. / Tirar el hilo de la madeja de lo que no sabe, para hilar con eso un pensamiento ciego. / A veces, por esos vericuetos se llega lejos. / Se abandona la estupidez. / Se tolera el peso de lo escaseado.” (p. 21)
*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3
** Negroni, M. (2022) El corazón del daño. Ed. Literatura Random House, 4ta edición.
Ficciones de Vidas.
Patricia Soto*
Obra: El Corazón del daño. Autora: María Negroni.
“…el psicoanalista sólo tiene derecho a sacar una ventaja de su posición, (…) la de recordar con Freud, que en su materia el artista siempre le lleva la delantera, y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le esboza el camino”. J. Lacan en su Homenaje a Marguerite Duras. ( Otros Escritos)
El Corazón del daño transita por los enigmas de lo femenino, el valor del lenguaje, la poesía y la escritura, la relación madre/hija. Las respuestas que no se encuentran, las carencias que no se cubren, hilados por la poética de María Negroni.
Me interesó situarme en dos interrogantes que atraviesan la vida de la protagonista quien transitando el duelo por el reciente fallecimiento de la madre, se preguntará por su relación con esta, y por el lugar de lo femenino en la vida de una mujer escritora. Lo femenino como lo que está más allá del falo, ese goce imposible de atrapar con las palabras, porque justamente se ubica en ese lugar donde el significante falta para nombrarlo.
Anticipa así lo que Lacan formulará tiempo después; el hecho de que no hay el significante que nombre lo que es La Mujer …ellas son una por una, dirá.
Otro de los señalamientos que nos deja Freud es el hecho de que no se puede comprender a una mujer sino se pone de relieve la primera fase preedípica de “ligazón-madre” más intensa y duradera en la niña que en el niño. La niña, que se encuentra castrada de entrada a diferencia del varón, hace responsable a la madre de su falta fálica, apartándose de esta por todo lo que no le dio con una gran hostilidad.
Leemos en el Corazón del Daño:
Preguntas en el hogar mental:
¿Yo te resultaba extraña y por eso me atacabas?
¿Me mirabas como envidiosa o desconfiada?
¿Por qué competías conmigo?
¿Por qué te obedecí toda la vida?
¿Le debo a esta zozobra la escritura?” (pp. 133)
Por su lado, la madre escribió:
Querida hija, mi gran ilusión realizada, mi única posesión enteramente mía. ( pp. 15)
Para concluir, la obra nos enseña que, con el lenguaje como instrumento la protagonista armó su ser de poeta, con el interrogante sostenido por el cómo conciliar escritura y feminidad, la biblioteca y la vida, la poeta y la mujer.
Nos cuenta:
“Me transformé en lectora empedernida de mujeres”
Consulté biografías.
Armé mi propio canon, o anticanon de poetas norteamericanas del siglo XX…
No faltó nada.
Las había suicidas, solteras recalcitrantes, jóvenes hermosas y sensuales, viajeras, madres…
Les preguntaba cosas.
¿Cómo se concilian escritura y pulsión sexual, maternidad y ambición, talento y hogar?
….
¿Qué tienen que ver el amor con la biblioteca, la biblioteca con la incapacidad de vivir?
Así me estuve un buen tiempo.
…
Muy pronto me di por vencida.
…
Pensé: ¿y si la locura de escribir nos viene de no aliarnos con las madres?” (pp. 98-99)
Cabe preguntarnos si encontró la respuesta que buscaba, incluso, si la hay. O ¿podemos pensar que sostener el interrogante abierto, dando lugar a su división, al No-toda; poeta, mujer, madre, hija, etc. es “su respuesta” que la vivifica?
Bibliografía
-Freud, S. “La feminidad”. Conferencia 33. Tomo 22. Obras Completas. Editorial Amorrortu.
-Negroni, M. “El corazón del Daño”. Editorial: PRH grupo editorial. 2.022
-Barros, M. “La madre”. Editorial Grama.2018
*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3
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