Estados de trabajo. Mesa del Cartel

Presentación a cargo de Inés Contreras*

Sabedores que los que asistimos al Cid-Sgo. Queremos continuar con la formación en psicoanálisis. Aquí en nuestra provincia, la tarea en su mayoría la realizamos en Instituciones de educación, en clínicas privadas o en hospitales públicos, donde formamos parte de un equipo con profesionales de otras disciplinas, se trata entonces en el día a día, de establecer una ética, ante el malentendido que habita en las Instituciones. ¿Cómo hacer?

Recordamos que fue siempre la preocupación de Lacan: la formación en psicoanálisis, ¿cómo resolver esto singular en lo colectivo? Así inventó el Cartel y nos dice: “Para la ejecución del trabajo (de la Escuela) adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en un pequeño grupo. Cada uno de ellos-tenemos un nombre para designar a esos grupos- se compondrá de tres personas al menos, de cinco como mucho, cuatro es la medida justa.4+1.  Más una, es encargada de la selección, de la discusión y del destino que hay que reservar al trabajo de cada cual. Después de un cierto tiempo de funcionamiento, a los elementos de un grupo se les propone que permuten en otro” (Brodsky, 2024)

En su origen 4+1. Hoy Cartel fulgurante, ampliado, virtuales. El Cartel, es un dispositivo inédito, de formación desde la Escuela.

En el Cartel podemos interrogar al psicoanálisis, trayendo cada vez esos saberes diferentes que nos interpelan en las instituciones donde trabajamos. 

Es en el Cartel donde cada uno pueda elaborar, hacer algo con su propio estilo, con su propio deseo de saber. Se trata de ingresar a una Escuela de trabajadores que sostienen con su formación en psicoanálisis, la presencia de psicoanalistas en cada lugar, donde habitamos.

 

Referencia Bibliográfica

 

Brodsky, B. (2024). «El problema de Lacan».

 

*EOL-AMP- Integrante del CID Santiago-IOM3



Provocadores-provocados.

Gabriela Agostinelli*

 

¿Qué compartir de la experiencia en los carteles? Lo primero que me gustaría decir es que no es saberlo todo, ni tener mucho recorrido teórico o práctica clínica, he hecho cartel siendo estudiante. Lo que sí considero como condición es que se tenga una relación con el psicoanálisis. Entiendo al cartel como un dispositivo de elaboración de saber, no académico aunque se trabajan conceptos. ¿Cómo se arma? Se elige un más uno, Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana, (que es quien hace lazo con la Escuela y quien lo inscribe en la misma) y 4 o más cartelizantes. En lo colectivo ubicamos el título del cartel, ese proyecto en común pero hay también lo que cada integrante de este cartel ubicara como rasgo, algo que nos hace pregunta, que nos interroga, que implica el momento de cada quien en esta relación al psicoanálisis, en ese momento de formación, en ese momento del análisis. El más uno no es ni maestro, ni amo, porque sí así fuera sólo pondría a trabajar el saber que está ahí, tampoco es analista, su función es mantener viva la pregunta de cada uno, lo singular, incluso el mismo tiene una pregunta a trabajar. ”La función del más uno es que cada quien tenga su propio rasgo, esto es lo que hace a un equipo” (1) Pero como antes mencione cada quien con su rasgo es responsable del cartel. El más uno entonces es un agente provocador, esto me remite a ubicar la “elaboración provocada”, presente en este dispositivo, y en el análisis mismo. “si hay provocación al trabajo, a la elaboración, es que no hay ninguna vocación al trabajo, habría más bien, vocación a la pereza” (2). 

Si logramos desperezarnos, se logra de cada cartel un producto, uno propio, nuevo, original que responde a esa experiencia, cada vez, que indicará también el momento de cada quien en su relación al psicoanálisis. 

 

Referencia Bibliográfica

 

  1. J.A.Miller (1986) “5 variaciones sobre el tema de la elaboración provocada”.
  2. Idem

 

*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3





Cartel Fulgurante.

 Patricia Soto*

 

La experiencia que quiero compartir es la de un cartel fulgurante.  Si bien todo cartel  como Lacan lo creo tiene esta modalidad, como una acepción del término lo connota “que es espectacular por su éxito o su rapidez”. El cartel  tiene desde su inicio un tiempo para  su funcionamiento y disolución. Leyendo sobre ésta modalidad de cartel fulgurante, como yo la conocía,  encontré que en el año 2008, D. Millas (EOL) Secretario de Carteles de la Escuela en ese momento,  propone a E. Laurent (en funciones como Delegado General de la AMP), la posibilidad de conformar carteles ampliados en número de integrantes. Recibió su apoyo, estimulando además la constitución de carteles (fulgurantes) destinados a la participación en J de Carteles, Encuentros Americanos y otros eventos de la AMP. 

El cartel al que me refiero se conformó en oportunidad del último ENAPOL (E. Americano del Psicoanálisis de la  Orientación Lacaniana) Bs As 2023 “Empezar a Analizarse” 

Lo integramos practicantes de 3  provincias de la Argentina (2 de Tucumán,  2 de Sgo del Estero y la analista  Más Uno de Bs As) 

Al tratarse de un tema eminentemente clínico el que nos convocaba,  y advertidas de que el cartel se diferencia de la práctica del control, este espacio pudo  alojar interrogantes e impasses, así como avances y progresos de nuestras experiencias como practicantes del psicoanálisis.  

En mi recorrido me interrogué  sobre  la clínica con niños. ¿Cómo operar con la transferencia con padres,  cuando su falta de consentimiento interrumpe el trabajo con el niño a pesar de éste consentir a la experiencia? En relación a un tratamiento en curso.

 

*Integrante del CID Santiago del Estero






¿Qué es un cartel?

Sabrina Romera*

 

“El cartel es una microsociedad”, dice Miller. Nos buscamos, nos elegimos, nos hacemos preguntas en relación a un tema en común que nos entusiasma, cada uno desde lo propio. El más uno, no-semejante, está fuera de serie pero al mismo tiempo le pertenece, 4+1, no es un docente, también investiga lo suyo. Eso sí, ningún cartel es igual a otro. 

Encuentro allí una herramienta para dirigir y desplegar una pregunta. Una enunciación propia que surge en lo colectivo. Esas preguntas estuvieron, cada vez, atravesadas por mi transferencia de trabajo en el CID. También por mi práctica y el momento de mi análisis. Una vez formulada e inscripta bajo la forma del “rasgo” en la Escuela, se inaugura un camino, cada uno, con otros. Después, hay también la separación y su producto. 

Más que encontrar una respuesta última, creo que ese breve tiempo que es el recorrido por un cartel es una posibilidad de formalizar, bien decir, incluso soportar, esa pregunta que está en el interior mismo de la Escuela y que sólo puede ser respondida uno por uno.

 

Referencias bibliográficas:

 

Miller, J. A. (2010) El banquete de los analistas. P. 142

 

*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3

 

 

¿Cómo resolver lo singular en lo colectivo? 

 

María de los Ángeles Améstegui*

 

Siguiendo un texto de Graciela Brosky donde plantea que “el problema de Lacan que pone de manifiesto el cartel es cómo resolver lo singular en lo colectivo”, una respuesta posible que me surge después de haber participado en varios carteles y en una jornada anual de los mismos es que el deseo de saber circula de una manera tan horizontal entre quienes aceptan el desafío de realizarlo que vivifica la enseñanza del Psicoanálisis.  Allí está cada sujeto con su rasgo y su escritura, ya sea un AE o un novel practicante. 

Lo singular del rasgo y de la enunciación propia sostiene lo colectivo que es la Escuela a través del deseo de saber que la recorre.

 

Referencias bibliográficas:

Brodsky, B. (2024). «El problema de Lacan».

 

*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3



Algo nuevo cada vez.

                                                                       Luciana Pereyra*

 

Si se piensa al cartel como un dispositivo original, edificado sobre el principio de una elaboración sostenida, tal como lo planteaba Lacan en su “Acto de fundación” (1964), puede establecerse aquí el aporte distintivo que el cartel realiza a la formación: originalidad, invención… pero teniendo siempre en cuenta, tomando las palabras de Mauricio Tarrab, que es un saber que no está listo, por lo tanto, hay una elaboración en cada encuentro, una invención que, como se viene planteando, rescata lo singular dentro de lo colectivo. Y doy una vuelta más: se provoca a los otros integrantes de este 4 (o a veces un poco más) +1. En mi experiencia en distintos carteles, cuando alguien encuentra un texto o una frase que tiene que ver con mi rasgo, lo comparte y se crea un intercambio, una charla, algo nuevo cada vez… con ánimo y provocación, es el espíritu de un cartel.

 

Bibliografía

Lacan, J. Acto de fundación de junio de 1964. Documento de sitio web: www.eol.org.ar

Tarrab, M. En el cartel se puede obtener un camello. Documento de sitio web: www.wapol.org

 

*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3



Experiencia del Cartel en la Escuela de la Orientación lacaniana.

 

Daniela Lescano*

 

Allá por fines del 2003. El deseo por aprehender algo del fantasma, del propio, del otro, de nuestros pacientes, aun siendo niños, nos lleva a juntarnos y prepararnos, para un viaje, con objetivos en común y con objetivos particulares, un viaje con un tiempo determinado. Lo individual y lo colectivo, enlazado en una transferencia de trabajo. Al principio sólo teníamos como seguro el lazo al psicoanálisis y a la escuela y el deseo que este no sucumba. Nuestro cartel es interprovincial (Mendoza, Misiones, Santiago del Estero) y la más uno (Buenos Aires), y con una modalidad virtual. 

En el 2004, inscribimos nuestro cartel en la EOL, cada uno con su rasgo.

Osvaldo Delgado, rescata que: 

“El cartel implica tanto el juntarse como el separarse. También la dialéctica del “con otros con la responsabilidad del cada uno”. El producto no es para sí mismo sino para el conjunto. A esto lo llamamos, “transferencia de trabajo””. El “juntarse-separarse”, opera tanto contra el efecto masa, como contra el efecto cínico. (Delgado, 2003)

Atentos a la invitación de Jacques Lacan, a conformar carteles, rescatamos que no es sólo un problema de responsabilidad puede convertirse en una práctica inseparable de las verdaderas cuestiones que hacen a la formación y la transmisión en Psicoanálisis porque tiene una intervención sobre la rutina de los analistas para acotar y limitar los efectos imaginarios del grupo y producir efectos de discurso (Santesteban, 2008).

 

Referencias bibliográficas:

 

De Santesteban, O. M. (2008). El dispositivo del cartel: Invención de Jacques Lacan.

Delgado, O. (2003). El cartel hoy. Virtualia, 7(II). Disponible en 

https://www.revistavirtualia.com/articulos/693/dossier-carteles/el-cartel-hoy

 

*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3

 

 

En el aparatito Lacaniano cada uno cuenta.

 Agustina Luque*

 

Hay muchas formas de entrar al psicoanálisis, o de que el psicoanálisis entre en nosotros, quizás una por cada analista en el mundo. Ese encuentro es variado y siempre singular.  Esa puerta se puede abrir en el propio análisis o por un libro, en la universidad o porque viste al Dr. Chinaski por streeming.

Ahora bien, respecto de la formación del analista y de cómo formar parte de esa comunidad de trabajo que Lacan inventó y que prefirió llamar Escuela para diferenciarla del grupo, las sociedades, las fundaciones, etc.  Para ser parte de esa Escuela que tiene sus particularidades, Lacan inventó también un modo específico de trabajo, una entrada, el cartel.

Tenemos entonces a la entrada el cartel, que es sobre todo un dispositivo de elaboración, de construcción colectiva, no menos que singular. Un modo de trabajo que tiene sus reglas, una cantidad de integrantes, funciones diferenciadas, un tiempo para acercarse y otro para separarse… Reglas y principios que no obedecen a un capricho o una burocracia, sino a una lógica y una ética. A una forma de interpretar y entender el psicoanálisis y de contribuir a la formación de los analistas y también de hacer avanzar el psicoanálisis, su doctrina y su praxis. 

Es decir, que con ese aparatito que es el cartel Lacan intenta resolver varias cuestiones,incluso responder, en parte, a esa pregunta que atraviesa su enseñanza de punta a punta, qué es un analista, cómo se forma un analista. No hay una sola respuesta a eso, pero el cartel es una. 

Me interesaba por eso diferenciar el cartel de otras modalidades de trabajo y de otros modos de relación al saber. 

Sería muy largo de desarrollar aquí, pero sí quisiera dejar planteado al menos que el cartel no obedece a la lógica de la formación universitaria, donde hay jerarquías y están establecidos los lugares y las funciones del docente y del alumno, es decir donde hay alguien que sabe y traslada ese saber a otro que no sabe y escucha y toma notas o pregunta al que sabe. Luego, llegado un determinado momento y una cantidad de clases, cursos, etc. el alumno sabe, obtiene los títulos y entonces toma la posta, enseña o se recibe de analista o de lo que fuera. En esta lógica, si un alumno falta a una clase, esa clase puede funcionar perfectamente, siempre que no falte el docente, el que sabe.  A diferencia de este funcionamiento, en el cartel cada uno cuenta, no da igual si alguien falta. 

Hace un tiempo, mientras teníamos reuniones con miras a cartelizarnos, una de las compañeras faltó dos veces seguidas a los encuentros. Recuerdo que nos conectamos a la última reunión y quien habíamos invitado como Más-Uno preguntó por ella. Le respondimos que no podría estar. La Más-Uno marcó esa ausencia y su repetición, insistiendo en, no da lo mismo si está o no. Señalamiento que, lejos de apuntar a una razón moralizante del tipo debería estar, se dirige a poner en evidencia el valor del trabajo de cada quien en el cartel. 

Esta advertencia me enseñó en acto, varias cosas muy valiosas, de las que ahora rescato el cada uno cuenta que el cartel reivindica cada vez, como también la dimensión libidinal y deseante en juego en este dispositivo que, como el amor, a veces funciona y otras no. Hay algo de contingencia en ello, con eso también toca hacer. 

 

*Integrante del CID Santiago del Estero

Ciudalitica | 2023

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