Maria Rosa:
Un pasaje y un movimiento interesante que hay en el Seminario 10, para mí ha sido una experiencia novedosa, ya lo habíamos leído en el CID, ya lo habíamos trabajado, pero encontrar algunos conceptos que Lacan después los trabaja en su última enseñanza, encontrarlos aquí, ubicados de esta manera, como un esbozo de lo que después va a trabajar ya más adelante, es también un hallazgo interesante para ver cómo Lacan va trabajando y va construyendo los conceptos.
Bueno, para empezar, pensaba decir un poquito de la historia y el momento que rodea este seminario, el contexto digamos. Este Seminario 10, de 1962-1963. El eje del seminario en realidad es la construcción del objeto a y cómo esta construcción repercute en la manera de pensar el cuerpo a partir de este momento.
Este seminario se desarrolla en un momento muy singular de la relación de Lacan con la IPA, ya que se hace cada vez más evidente el conflicto en la posición de Lacan por fuera de los estándares. De alguna manera, este seminario lleva a Lacan a una ruptura con la IPA, no ya desde lo político sino desde su concepción de la teoría psicoanalítica. No es casual que el problema fundamental -digamos- y la causa de la ruptura haya sido la divergencia y la diferencia de la duración del tiempo de sesión, que para la IPA estaba establecido en 45 minutos y para Lacan era la expresión de la aplicación del tiempo lógico del inconsciente en lo real. La sesión analítica debía tener en cuenta esto y ubica el corte de sesión, que provoca el despertar en el sujeto, y también la puntuación sobre el discurso del analizante. Bueno, esto no es casual -digamos-, el corte, la separación, son dos conceptos principales del Seminario 10 y un poco voy a hacer el recorrido de cuáles son estos movimientos conceptuales tan importantes que se producen a lo largo del seminario. Voy a hacer este recorrido con la ayuda de Miller en su libro La angustia lacaniana, que es una brújula muy importante para poder seguir estos ejes.
Entonces, en el Seminario 10 el cambio de movimiento que tenemos es una desmitificación de la castración, un nuevo estatuto de la castración, ya no por la angustia de la castración ni por la amenaza de otro, sino por un hecho biológico: la detumescencia de la copulación. Lacan lo toma -digamos- como paradigma, hace de un órgano como tal el principio de la angustia de castración. De esta manera, desinscribe el concepto edípico, término fundamental del psicoanálisis. En este seminario Lacan relativiza y resitúa el concepto de Edipo. Lo llama -de hecho- el seminario del anti-edipo.
Bueno, ha sido difícil para nosotras ubicar ciertos conceptos principales en este seminario separándolos de la conceptualización que después va a hacer Lacan. Pero vamos a tratar, por lo menos en los esquemas que tenemos, ir ubicando estos conceptos. Nos vamos a centrar en cómo presenta Lacan este seminario.
Entonces, en el Seminario 10, tanto el deseo como la ley tienen el mismo objeto. La ley prohíbe el objeto de deseo y dirige el deseo sobre este objeto. Este objeto órgano, el a, no está determinado en ningún nivel por la prohibición sino por la pura y simple separación. El Seminario 10 es una descripción naturalista del cuerpo y de sus órganos, extremadamente sofisticada, basada pese a todo en el recorrido de varios tratados de Anatomía y Embriología.
El Edipo aparece como una elucubración de saber sobre la separación. Es más bien del registro de la auto-mutilación. En cambio, la prohibición y la castración en cuestión siempre eran una hetero-mutilación. O sea que hay un pasaje de la hetero-mutilación. Así se lo entendía, son padres que prohibían, el padre castrador. Aquí Lacan va a hablar de la auto-mutilación. Entonces, este estatuto del objeto anterior a la ley y al deseo desemboca, en el último capítulo del Seminario 10, en un cuestionamiento del padre.
También tiene una serie de nuevas conceptualizaciones. Se destaca mucho más la figura de la madre. Va a hablar no de un padre omnipotente sino de un padre potente, es decir, que puede a veces poder y a veces no poder. La potencia como señuelo sería, para desembocar en los Nombres del Padre. En el último capítulo ya él hace una pequeña mención a los Nombres del Padre. Entonces, son conceptos, como ustedes ven, muy importantes, un cambio de movimiento y de paradigma muy importantes.
Gabriela Alluz:
A ver, por ahí sería interesante marcar esto, cómo Lacan va a señalar a este Seminario 10. Miller dice que es como un taller en realidad. Es como algo preparatorio, una bisagra que va a separar un primer recorrido que ha sido en el eje simbólico-imaginario y a partir de este seminario de la angustia, ya empieza a desplegar lo que es la dimensión de lo real. Por eso este seminario es como un taller, porque está como recién empezando a conceptualizar lo que es el objeto a. Miller también dice que se denomina, el nombre del seminario es La Angustia, pero en realidad el seminario se trata del objeto a. La teorización sobre el objeto a y la angustia como afecto, como señal de eso, de lo real.
Maria Rosa:
Claro, la angustia como la vía de acceso principal a este objeto, porque el objeto a es no significantizable y la angustia también. En los seminarios anteriores había hablado sí del objeto de deseo y a partir de la vía del amor se velaba este objeto. En este seminario, él va a aclarar que en realidad la vía de la angustia es la que va a conducir al objeto real, que es el objeto de la satisfacción de la pulsión, o sea al goce.
Gabriela Alluz:
Ahí hace él como una comparación entre lo que nosotros hemos visto el año pasado, en el Seminario 8 y el Seminario 10, en relación a que en el Seminario 8 el objeto a era el objeto agalmático, puesto en el otro.
Esto que hablábamos también de la figura del analista, del deseo del analista y el hacía esa analogía con Sócrates en el punto de que había algo agalmático en relación a ese vínculo amoroso. Porque esa era la vía del amor del objeto a en ese lugar y, para hacer ahora la diferencia, cómo en el Seminario 10 el objeto a ya pasa a otro estatuto. Él habla del a como resto en el Seminario 10.
María Rosa:
Va a oponer entonces, como dice Gaby, la vía de la angustia y la vía del amor. Va a hablar de la libido como un órgano aquí, la laminilla, un ser vivo primitivo. Son capítulos donde él nos va ubicando definitivamente en el estatuto, como en un estado mítico del ser humano, del ser vivo, cómo se constituye y para eso se va a centrar en el cuerpo. La dialéctica de la castración que antes estaba ordenada en lo oral, anal y genital en esta segunda parte del seminario va a ser rechazada. Va a decir que no hay una dialéctica, no hay un movimiento progresivo, sino que hay un carácter disyunto de la relación entre las diferentes formas del objeto a. Son las cinco formas que después Gaby va a explayar.
El órgano aquí ya no se aborda como significante, sino que pululan los órganos que no se hacen significantes. Aquí, no se trata de que el sujeto acceda a un significante identificatorio sino de que el significante sublime el órgano. Sólo puede tratarse de que en alguna parte haya goce. Se necesita como garantía de la cadena significante un pedazo del cuerpo, la libra de carne. Es decir que es preciso entregar el órgano, que el significante suelte, ceda goce. No transformado en significante sino en órgano goce.
Por eso la angustia es lo que no engaña, como ya hemos dicho, porque es lo que no se deja significantizar. La angustia como afecto de displacer connota esto: lo no significantizable. La fórmula la angustia es el signo del deseo del Otro, se ve superada por la angustia es señal de lo real. Entonces, lo esencial de la angustia es su relación con lo real porque designa la cosa, lo real, el goce, en la medida en que lo imaginario y lo simbólico giran a su alrededor.
La consistencia del objeto a es, ante todo, lógica y topológica. Los objetos a son sólo encarnaciones, representaciones, manifestaciones, traducciones y son estructuras totalmente por fuera y distintas del significado. Se renueva en este seminario la vista freudiana de los objetos que se limitaba por la castración y la vista lacaniana de los objetos determinada por las zonas erógenas en los orificios del cuerpo.
Bueno, este es el pantallazo general. Ahora bien, para ubicarnos más en relación a este objeto a, nosotras hemos elegido de título: La anatomía es el destino. Esta frase de Freud nos ilumina la relación al cuerpo orgánico que Lacan se esfuerza por presentarnos desde este objeto a, acudiendo para eso a distintas referencias del objeto. Es a través de la anatomía, puntualmente la embriología que Lacan nos acerca al objeto a. Es importante resaltar que, durante 10 años, Lacan lo había dejado de lado, casi innombrado, haciendo mucho hincapié en el significante. En este seminario es en donde lo biológico de nuevo juega un papel significativo.
En la clase 2 Lacan dirá que los objetos parciales son objetos separables, que esta es su propiedad anatómica porque son separables. Por qué son separables. Son separables porque tienen ya anatómicamente esta característica de ser algo adosado, están ahí enganchados al cuerpo. Lacan tomará varios ejemplos de órganos, yo voy a mencionar el de la placenta. He traído una imagen en relación a la placenta, para que puedan ver. Es interesante ahí imaginarse el objeto a, la función del objeto a desde lo anatómico, porque es muy gráfico lo anatómico. Se ve exactamente en la explicación de la placenta, ya lo voy a explicar, como uno escucha los conceptos lacanianos.
Embriológicamente la placenta no pertenece al cuerpo de la madre, sino que es una membrana que envuelve que pertenece al embrión. Sin embargo, no es del embrión, tampoco está en el embrión. Dice:
se resalta la relación ambigua entre el feto y el cuerpo de la madre. Para sobrevivir y crecer el embrión debe mantener una relación en esencia, parasitaria, con el cuerpo de la madre, de forma que pueda conseguir el oxígeno y los nutrientes que necesita y eliminar sus desechos.
El concepto “parasitario” es un concepto que Lacan va a utilizar después, va a hablar de entropía, para mencionar cómo es que el objeto a es un órgano, un objeto que habita el cuerpo de una manera diferente. En relación a que la entropía es un movimiento, un órgano del cuerpo se sale de su lugar e invade los otros espacios del cuerpo. O sea que va a resaltar este carácter invasivo que puede llegar a tener el goce. También, debe evitar el rechazo del sistema inmunitario de la madre que lo puede considerar un cuerpo extraño. Estos requerimientos se cumplen por medio de la placenta y membranas extraembrionarias que rodean al embrión, que actúan como la interfase, entre el feto y la madre. Entonces, la placenta es la mediadora que debe garantizar al feto la adherencia al cuerpo materno tornándose, así, como una interfase necesaria para la supervivencia.
Qué es lo que quiero destacar en relación a la placenta como el paradigma del objeto. Dos cuestiones: que la placenta le pertenece al niño, pero al organismo no a su cuerpo y es necesaria para la supervivencia; y que la placenta es una membrana caduca, es un resto y que finalmente se desecha.
Aquí nos estaba contando Guillermo que actualmente a la placenta se la guarda.
Guillermo:
Si, se revisan las células madres y se hace todo un trabajo para obtener capsulas y cuando esté enfermo el niño se le da eso que tiene vitaminas, proteínas. Se le da un uso a la placenta misma.
Inés Contreras:
Un nuevo uso de la medicina. No de ahora, hace muchísimos años. Una vez que se revisa la placenta por el médico que recibe al bebé, se revisa la placenta para ver qué mal formación o qué cosa patológica tiene. Y después está el tema de los laboratorios, se quedaban a esperar la placenta en Neonatología. Y ahora en la medicina nueva han escuchado ustedes los tratamientos que se hacen con la células madres.
María Rosa:
Ya no sería un resto.
Sabrina Romera:
No sería el resto, sino ¿un tratamiento del resto?
Gabriela Agostinelli:
Cómo la ciencia, también la tecnología, evitan que haya cualquier resto.
Gabriela Alluz:
Eso es lo que hablábamos en el taller, la época, el mercado capitalista, evita el resto, que no tengamos perdida por ningún lado.
María Rosa:
Entonces, vemos en la placenta la caducidad del objeto a desempeñando su función. La placenta es lo más esencial al sujeto. Más que cualquier otra parte de sí mismo, dice Lacan. O sea que al momento del parto la placenta es una parte esencial, fundamental de sí mismo, ya que sin ella no podría haber llegado a existir. Así nos da una primera aproximación del objeto a como algo íntimo y esencial, que es, a la vez, un resto que se tiene que perder, que caducar.
Sobre el corte, Lacan retoma el tema del corte subrayando que se produce en el nacimiento, como ya he dicho, entre el feto y sus envolturas. El corte se produce entre aquello que va a convertirse en el individuo arrojado con sus envolturas que son partes de sí mismo en tanto que son elementos del huevo. De la placenta pasa al huevo, del huevo al seno (que no voy a mencionar).
Entonces, como vemos, en este seminario no se trata de un objeto especular sino de todo objeto del cuerpo, objetos que se extraen del cuerpo mediante un corte. Para Miller es una puntuación sobre la función de resto que tiene el objeto a. Se restituyen al cuerpo, lo que él llama, todas sus particularidades anatómicas.
Nos encontramos con un cuerpo fuera del significante y, como señala Lacan, la anatomía en función de corte que separa un resto que no es significantizable. Un cuerpo cuya forma no se conoce y cuyo limite se ignora. Hay dos estatutos diferentes del cuerpo. El cuerpo desde el estadio del espejo que es especular, tomado como la buena forma, la gestalt, es un cuerpo significantizado. El falo es un significante camino del deseo, el deseo como resto mortificado, como significante. En el cuerpo la castración es simbólica e imaginaria (angustia de castración) y la mujer es afectada por la falta. Esta es la primera mitad del seminario. En la segunda mitad vemos surgir el cuerpo como organismo anatómico, cuerpo fragmentado, los cinco objetos que se separan, el oral, el anal, el fálico, el oído y el ojo. -En el Seminario 11 ya va a hablar de la mirada-. Las zonas erógenas son objetos separados del cuerpo, la anatomía en cortes, separa un resto no significantizado, el falo como órgano, como camino del goce, habla del cuerpo vivo, del goce de un órgano. La detumescencia del órgano como paradigma y a la mujer no le falta nada. Todos estos son conceptos en los que hay un movimiento conceptual importante.
Gabriela Alluz:
Hay un viraje, digamos. Leyendo La angustia lacaniana de Miller, es muy importante ir puntuando como va modificando el estatuto del cuerpo desde el primer movimiento al segundo movimiento y cómo esto del estadio del espejo, lo especular, empieza a caer para dar dimensión más al cuerpo como orgánico, fragmentado, los órganos del cuerpo y las zonas erógenas ya es un poco erogenizado. No es un cuerpo significantizado sino es un cuerpo erogenizado.
En referencia a la angustia también en un primer momento se menciona el fenómeno que hablaba Freud en relación a lo siniestro, la angustia aparecía por momentos en el espejo, en lo especular. Eran momentos en donde surgía la angustia ante algo extraño. Y aquí hay un cambio de estatuto en la angustia, Lacan va a decir que la angustia no es sin objeto y empieza a desplegar el objeto a como señal de lo real seria ahí.
María Rosa:
Lo que acaba de decir Gaby es un poco la puntuación importante en relación a este movimiento que se ve muy claro en el seminario que, en la primera parte, cuando aparece el objeto se produce la angustia, con las apariciones ansiógenas y las perturbaciones que produce este objeto, y en la segunda parte del seminario se despliegan las separaciones erógenas, la angustia produce el objeto.
Retomemos un poco el hilo en relación al cuerpo. Como dijimos, este cuerpo es uno cuya forma no se conoce y el limite se ignora, ya que el organismo comprende todo, incluye todo lo que lo sustenta. Así, desde esta lectura el organismo avanza sobre el cuerpo del otro. Vimos cómo la relación entre el feto y la madre es parasitaria, hay un avance del embrión sobre las membranas de la madre. Los límites del organismo van más allá del cuerpo.
Si tomamos como referencia el estadio del espejo encontramos que siempre hay una estructura cara a cara, el cuerpo propio y su imagen, pero al pensar este cuerpo-organismo, la estructura cara a cara se reemplaza, cede el lugar a la entropía.
En la cuarta parte del seminario, en la que Gaby va a profundizar, él va a intentar ubicar dónde está el famoso corte, dónde comienza y dónde termina lo que es del sujeto y lo que es del otro. La constitución del sujeto a la altura de este Seminario 10 es fundamental. Estos objetos deben ser extraídos del cuerpo para que nos constituyamos como sujetos. La anatomía es cortar. Es así que de la división aritmética -que no voy a desarrollar pero es importante-, del sujeto dividido en el cuerpo y en el otro, lo que queda como saldo es el resto no significantizado. Hay algo que nos determina como sujetos que lo simbólico y significante no pueden unir, sólo por aproximación lo podemos arrimar.
Para finalizar, vemos como el concepto de corte es fundamental, vemos como el corte se plantea desde diferentes soluciones. El corte de un cuerpo a partir del organismo, corte entre el sujeto y el otro, corte de extracción de un objeto novedoso en la enseñanza, el objeto caduco, perdido (no especular). Corte que construye un cuerpo erógeno y formas, limites desconocidos pero que también permiten la construcción del sujeto y el corte de un cuerpo pulsional, cuyos agujeros son los cortes de los objetos a. Si titulamos a esta clase La anatomía es el destino el camino que elegimos nos lleva a entender, siguiendo a Lacan, que la anatomía es el destino en su función de disección, de corte. Bueno, hasta aquí llegó mi aporte.
Gabriela Alluz:
La verdad nos ha costado mucho, vamos a ser sinceros. Esta parte del seminario es compleja. Iban a ser dos clases, la nuestra y la clase de Susana. Y bueno, Gabriela también en Investigación y Docencia me pide un esfuerzo de poesía para poder hacer, de alguna manera, un recorrido por esta última parte del eje y quedaban también -que la Patricia Soto señaló- los capítulos del medio sobre el hombre y la mujer. La mujer más verdadera y más real en un asunto de macho son dos capítulos que eran los que iba a tomar Gabriela Salomón en realidad. Si nosotros hacemos, así como hemos armado, un recorrido de cómo el objeto a va teniendo un estatuto diferente a lo largo del seminario, hay temas que todos los docentes a lo largo de nuestro seminario hemos mencionado, de lo femenino, de lo masculino, y se ha ilustrado con casos. Ahí hace mención a la contratransferencia. Esos capítulos son muy interesantes y les recomiendo su lectura.
Bueno, yo he trabajado las cinco formas del objeto a que son muchos capítulos. Vamos a retomar el concepto con el que ha terminado María Rosa, sobre la frase que nosotros habíamos elegido, que es una frase controvertida, la anatomía es el destino, de Freud. Justamente en ese sentido del estatuto del cuerpo fragmentado, las zonas erógenas, cortes del cuerpo. Por eso hemos elegido esa frase, que después, cuando hablamos de posiciones, hay un cambio en realidad de las posiciones sexuales.
Es muy costoso este seminario cuando uno ya ha leído la tercera enseñanza de Lacan. Es como que aquí va recién situando los conceptos y se vuelve a veces un poco confuso poder llegar así a los conceptos. Ya hemos dicho algo sobre el corte. Entonces, él va a introducir un término, “separtición”, diferenciándolo de la separación porque aquí marca que hay una partición en el interior del sujeto que es lo que va a dar lugar a la estructuración del deseo y es ahí que va a remitirse a la relación del niño con el seno.
Esta proposición va a abrir un interrogante: ¿de qué lado está el objeto? ¿Del lado del Sujeto o del lado del Otro?
A lo largo del seminario Lacan responde de modos diversos a esta cuestión. Vemos surgir por primera vez en este nivel de la fisiología los círculos de Euler, que se cruzan y se trata, en efecto, de saber dónde comienza y dónde termina lo que es del sujeto y lo que es del otro. A esos círculos de Euler después dará una forma definitiva, en el Seminario 11, cuando empieza a hablar del lugar del sujeto, del objeto, en relación al otro. En este seminario va a ir de un lado a otro, y por momentos va a decir es amboceptor, que no es de uno ni del otro, cumpliendo una conjunción de los dos. También se lo ve como ectópico o bajo la forma de parasitismo fetal o incluso de la intrusión del Otro en el espacio corporal del sujeto. Son las diferentes maneras en que él va a ir desplegando este asunto.
Los cinco objetos a naturales:
En la última parte del Seminario 10 se despliegan las cinco formas primordiales del objeto a, a partir de los objetos freudianos: oral, anal y fálico; y los lacanianos: la mirada y la voz. El ojo sería la pulsión escópica y el oído sería la función invocante, estos son los objetos lacanianos. Lacan hace una vuelta a Freud cuando él toma las zonas erógenas del cuerpo. A ver, Freud ya lo había dicho, había hablado de las zonas erógenas del cuerpo, del niño como perverso polimorfo, también menciona la libido del cuerpo y cómo cada zona del cuerpo se va libidinizando a partir de Otro, que sería la madre en este caso.
Bien, estos estadios freudianos no se dan en forma cronológica sino sincrónica o paralela.
Francisco Ruiz:
Incluso, Freud dice que todo el cuerpo es una zona erógena y la piel y hasta los órganos internos, hasta la inhibición de los órganos internos están libidinizados. Hay un complejo psíquico que inhibe a los nervios.
Gabriela Alluz:
Como veíamos en los casos freudianos, en la histeria.
Francisco Ruiz:
Todo esto del cuerpo siempre ha estado en Freud. Más el ojo, la mirada.
Lilian Carini:
Freud decía que la libido era un órgano del cuerpo.
Gabriela Alluz:
Entonces, estas formas del objeto a, que Lacan denomina naturales, seno, heces, falo, mirada y voz, ponen en juego la relación del sujeto con el Otro. Al ser restos de un cuerpo fragmentado, lo que especifica a cada uno es el tipo de pérdida que lo constituye.
Sin duda estos objetos responden a una estructura común, estructura de borde o estructura de acodo que están enraizadas en el cuerpo. El objeto a es algo que se produce por efecto de un corte. Lacan va a decir que el cuerpo todo es como un a. Todos los a, en tanto productos de un corte, son provocados por el significante. El habla corta los objetos a del cuerpo. Que se corte el pecho, no en el sentido físico sino por medio de la acción del significante, puede ser imaginarizable para concebir un objeto oral y sus sustitutos (mamadera, chupete). Lo mismo sucede en cuanto al objeto anal, pero en lo que respecta al objeto escópico y a la voz pensar este recorte es más complicado.
Lacan insistirá sobre la inexistencia de pulsiones totales y de objetos totales. Él va a hablar de objetos parciales refiriéndose a las zonas erógenas. El a es concebido como un objeto que, al cederse, se constituye. Esta cesión implica un grado de automutilación en relación al deseo del Otro.
El primer objeto es el oral, para referirse a este se apoya en referencias anatómicas y fisiológicas ejemplificando con ciertas funciones y homologías. Expresa que, así como la placenta forma una unidad con el feto, el niño y la mamá están juntos. La mamá anatómicamente está como adherida, lo que le permite funcionar estructuralmente como objeto a. De modo que, podría decirse, el seno le pertenece al niño, pero es algo de lo cual está separado de un modo interno. Desde esta perspectiva no sería el niño quien le saca a la madre su leche, sino el seno quien le saca nutrientes a la madre. Ahí toma el seno como algo separado, algo éxtimo, que no pertenece a la madre. Hay una unión entre el niño y el seno donde él establece una relación con su objeto de deseo, siendo esta estructurante de su fantasma. Es por ello que el funcionamiento del deseo, o sea del fantasma, permanece oculto, es ilusorio, ya que se dirige siempre a otra parte, a un resto constituido por la relación del sujeto con el Otro.
En relación a estas cinco formas del objeto, en realidad, él va a ir graficando cómo en cada zona erógena se va a producir la relación del sujeto con el Otro, en relación a este objeto.
La mamá muestra con ventajas su carácter amboceptor. El seno pertenece a dos organismos (el de la madre y el del hijo) y de cada uno se corta de forma y lugar diferente, se separa y se pierde de modo singular. El punto de angustia, dice Lacan, se halla en el otro, en la madre. Se entiende que su pecho -aquí está la doble función del pecho-, en un momento era algo que era íntimo para la mujer y que tenía su función en su vida erótica, de pronto deviene no sólo diferente en forma, tamaño y función sino, y sobre todo, deviene exterior, pasando a ser parte de otro que no es ella: del niño.
Correlativamente, la angustia del sujeto, del niño, no es la separación de la madre sino la propia angustia de ella, angustia del Otro, y que en el niño se presenta como temor al agotamiento del pecho materno. Él ahí va a establecer esto, que la angustia del niño no es la separación con la madre sino el temor al agotamiento del pecho materno. Él dice que no es la madre quien desteta al niño, sino que es el niño quien se desteta y ese corte lo va estableciendo el niño.
En cuanto al objeto anal, Lacan privilegia su abordaje en la perspectiva del ideal, es decir, de la sublimación. Este segundo objeto, las heces, entra en la subjetividad por la vía de la demanda del Otro (la madre que pide al niño su caca) y que el deseo en juego es, para Lacan, el deseo de retener, es una defensa de otro deseo. El que, dice, sería el natural, el deseo sexual. Por tanto, aquí la angustia se produce en la cesión. Por vía de la demanda educativa se le pide al niño que retenga, haciendo de él una parte de su cuerpo. Luego, tras esto, se le pide que lo suelte. Por lo tanto, el punto de angustia va a estar en la cesión del objeto. Al ceder el objeto, ahí aparece la angustia.
El niño siente de todas formas cierta aprehensión de perder. Esto lo podemos ver en los niños cuando están en esta etapa de dejar el pañal. Hay una cierta aprehensión de perder, de hacer la caca en el inodoro. Ese pasaje se vuelve en los niños muy angustiante, cuando se cede el objeto se lo asocia con la angustia de castración. En este punto, dice Lacan, cuando está en ese pasaje, la caca del niño es elevada a un valor muy especial. La madre le da el valor del don, como un premio para la madre. Tiene un valor fálico, va a decir Lacan. Ahí hay valor de agalma, valor de don, simboliza la castración. Luego, en un segundo tiempo de la demanda, se le enseña al niño que no debe mantener demasiadas relaciones con su caca, salvo por la vía de las satisfacciones sublimatorias (jugar con plastilinas, es un ejemplo).
En este punto, Lacan está tratando de explicar el objeto a en la relación del sujeto con el Otro. En un primer momento, como ha dicho María Rosa, cobra valor preponderante la figura materna en desmedro de la figura paterna, en el eje simbólico e imaginario. En esta parte, la figura materna cobra un lugar muy importante porque es el primer Otro que aparece en estas cesiones de objeto, tanto oral como anal. Ahí él empieza a hablar de las satisfacciones sublimatorias.
María Rosa:
Ahí vemos las dificultades que se dan en algunas estructuras, que no se llega a la separación, como en la psicosis y en el autismo. Todas las dificultades que hay en torno a la comida o hacer caca. Porque justamente no está bordeado ese borde del cuerpo. No esta extraído, entonces hay un goce invasivo.
Gabriela Alluz:
Aquí Lacan va a ubicar al obsesivo, por ejemplo, en la demanda del Otro en la zona anal. Son los que mejor dan cuenta de estos movimientos. También va a decir, en torno a que la caca es un símbolo fálico, va a hacer una analogía entre el piso anal y la dimensión fálica. Él va a decir la falta por excelencia (-φ) la que en el nivel corporal se presenta ya no como la angustia de castración sino como angustia ante la detumescencia del órgano, para referirse al tercer objeto freudiano: el objeto fálico.
En dicho objeto la función de a está representada por una falta, a saber, la ausencia del falo en tanto que constituye la disyunción que une el deseo con el goce. Al no realizar el falo, salvo en su evanescencia, el encuentro de los deseos entre el hombre y la mujer se convierte en el lugar común de la angustia. Ahí vamos a mencionar una breve referencia de lo que Lacan refiere en los capítulos en relación a un asunto de machos, cuando habla de la mujer que no le falta nada. Ahí va a resaltar este carácter evanescente del falo, que solamente se presentifica en su ausencia. Por eso, siempre el encuentro entre los sexos es un malentendido estructural. Más adelante llega a esa conclusión, pero en relación a esta característica del falo como evanescente. El falo no se encuentra allí donde se lo espera, o sea, en el plano de la mediación genital.
Esto es lo que explica que la angustia sea la verdad de la sexualidad, la castración viene a ocupar el lugar de esa verdad, pero esto es un hecho ilusorio. No hay castración porque, dice Lacan, no hay nada que castrar, en realidad no hay ningún objeto para castrar. Para ello sería preciso que el falo estuviera allí. Ahora bien, sólo está el falo para que no haya angustia. El falo allí donde es esperado como sexual no aparece nunca sino como falta y este es su vínculo con la angustia. Todo esto significa que el falo es llamado a funcionar como instrumento de la potencia. El falo está presente en todas partes donde no se encuentra en situación, de este modo el ocultamiento del objeto motiva la función del deseo. El falo aparece desde ese punto de la detumescencia en realidad, ahí donde aparece la angustia aparece el falo.
A diferencia del objeto oral, anal y fálico, que responden a la dialéctica de la demanda, materna podríamos poner -esto lo podemos agregar nosotros para ver de qué demanda está hablando-, luego va a hablar de otra dialéctica que serían los objetos lacanianos: el objeto voz y objeto mirada. Lacan va a hablar ahí de otra dialéctica, que es la dialéctica del deseo. Él hace esa distinción, de esos objetos. Vamos a pasar, entonces, a los objetos del deseo que serían la mirada y la voz. Estos se encuentran en relación directa con la división del sujeto, por eso son objetos del deseo. Como si hicieran cuerpo con esta división, como presentificando en el campo de la percepción la parte libidinal que le está eludida. Esto es algo mío, los objetos de la demanda aluden a la castración.
Maia:
¿El objeto fálico, Gaby, estaría también en la demanda?
Gabriela Alluz:
Él la va a ubicar en todos. En realidad, el fálico está presente en todos los otros de alguna manera y los objetos de la dialéctica del deseo, que serían los lacanianos, eluden la castración al ser objetos de la dialéctica del deseo. Unos la presentifican, sería, y los otros la eluden. En ellos es difícil hacer el recorte en el cuerpo, que nos decía.
Nos detengamos en el objeto mirada. Es necesario notar aquí un pequeño vaivén entre el ojo y la mirada. Es la función del ojo la que es privilegiada en este Seminario 10, La angustia, mientras que en el Seminario 11 es el objeto mirada el que es destacado como objeto inmanente de la pulsión escópica. En Lacan esto comporta una crítica al estadio del espejo, en tanto que el valor de la mirada, como el de la voz, se hallan recubiertos por la relación especular. Y si Lacan ha vuelto a esto tan a menudo, en una especie de predilección por lo escópico, es precisamente porque ve allí -si me atrevo a decirlo- la relación más engañosa del sujeto con al objeto a, que se halla como desaparecido, eclipsado en la visión.
El ojo, dice Lacan -creo que en el capítulo sobre “la voz y el ojo”-, el ojo se presenta como un órgano simple, doble. Hay una relación del ojo con una simetría al menos aparente. El ojo tiene estructura de un espejo. Hay un elemento de fascinación que es la mirada. Él va a tomar el ejemplo de Buda porque va a decir que en esa figura de Buda hay un punto ciego, dice Lacan, donde va a ubicar la fascinación de la mirada. Este elemento, la mirada, donde toda subsistencia subjetiva parece perderse, absorberse, salirse del mundo, es en sí misma enigmática.
Ese punto de irradiación nos revela la función del deseo en el campo visual, como se separa el ojo de la mirada. Él va a ejemplificar -yo me acuerdo que este seminario lo hemos estudiado también con Mabel, y hablábamos de esa figura de Buda, lo que representa-, y aquí Lacan dice que hay como una costumbre de las mujeres que van a limpiar o adorar a esta figura, y que tanto limpiarle los ojos pareciera que tuviera un brillo muy especial. Esta figura de Buda es lo que toma Lacan para representar esta pulsión escópica, como que irradia un brillo y los ojos están como entornados, entre cerrados, entre abiertos. De ahí se desprende ese punto ciego que él ubica, la mirada, ese punto enigmático que surge como correlato del a, del fantasma que podemos llamar el punto cero, cuyo despliegue del campo de la visión es fuente de una especie de apaciguamiento que se traduce como contemplación. Es el a, es la figura, la traducción del Buda
La contemplación, “los parpados del Buda”, lo despliega él en el capítulo XVI, parece conducirnos a ese punto, en la misma medida en que los párpados entornados nos preservan de la fascinación de la mirada. Al mismo tiempo que nos la indica. Ahí hace una distinción entre el ojo y la mirada. Dice, por ejemplo, que los ciegos no ven, pero tienen mirada.
Francisco Ruiz:
Esto se puede relacionar con el trabajo del actor éste, que habla sobre la percepción, que plantea un poco esto también, esto del ver y el ser mirado. Plantea un poco los objetos que uno pone en una pieza. Poner una mesa, un jarrón, objetos que vos los pones supuestamente para que vos los veas, plantea que uno pone en realidad los objetos, pero uno está a la vista. ¿Por qué uno se compra un jarrón de China? ¿Qué le representa eso? Otros prefieren un mate de caña y ponerlo ahí. En realidad, uno es visto por los objetos.
Gabriela Alluz:
Sí, tiene relación con esto que estamos diciendo.
Bueno, pasamos, entonces, a la última forma del objeto a que es el objeto voz. La voz va a hablar del superyo. Es el que mejor revela la dimensión angustiante del deseo en el Otro, cuando se borran las fronteras con el goce del Otro. La voz, como el shofar de los hebreos -el shofar es un instrumento con un cuerno con un sonido muy particular-, él va a decir que es como un objeto separado del cuerpo de quien la emite. Entonces, la voz sería eso también, haciendo una analogía con el shofar. Como dice Lacan, cuando la cadena significante deviene sonido, emisión, esa voz cae de la cadena articulada, como si excediera al Otro que va a dar significado al mensaje, como un sonido puro que queda sin significado. Por eso la voz puede ser a veces causa de deseo y otras veces se presenta como el no sin objeto señalado por la angustia, cuando cobra forma de superyo atormentador.
O sea, la voz en ese punto, puede estar del lado de la causa de deseo o como algo angustiante, no sólo en la psicosis, dice Lacan, sino también en la voz atormentadora del Superyo en la neurosis. La voz no es vocalizada y se diferencia de la fonematización a la que nos tiene acostumbrados la lingüística. Despojada de toda dialéctica, es aislable y separable. La voz lacaniana no solamente no es palabra, sino que tampoco es nada del hablar. De la misma manera, no es la entonación, porque es esencialmente fuera de sentido. La voz como objeto está hecha de un vaciamiento de la sustancia sonora, así se aleja de la palabra como productora de sentido.
Si para nosotros la voz tiene importancia, indica Lacan, es porque separada de nosotros nuestra voz se nos revela como un sonido ajeno. Se experimenta como un eco en lo real. Hay voz porque el significante gira en torno al objeto indecible. La voz como tal emerge cada vez que el significante se corta por reencontrar ese objeto en el horror. Dice Lacan que lo que es rehusado en lo simbólico vuelve a surgir en lo real. Se sitúa allí donde la cadena se corta. Es lo que sucede en las alucinaciones verbales. Como en el caso de “Marrana”, en el que la paciente dice escuchar la injuria por parte de un hombre con quien se cruzó en el pasillo, una palabra cargada de un sentido oscuro. La carga libidinal de esa palabra es lo que no puede ser asumido por el sujeto y por lo tanto se le atribuye al Otro. “Marrana” irrumpe en otro registro, ha sido oído en lo real. En el lugar en que el objeto indecible es rechazado en lo real, se deja oír una palabra, ocupando el lugar de lo que no tiene nombre. Ese es como un ejemplo para precisar el objeto voz, que la voz surge fuera del habla, de la misma manera que la mirada se desprende del ojo.
A continuación voy a referirme al grafo de los cinco objetos. El grafo consta de cinco pisos, de la constitución del a en la relación del S con el A. Lacan va a ir graficando, en realidad, las cinco formas de relación del sujeto con el Otro a partir del objeto a, eso es lo que va a establecer en cada uno de esos pisos que denomina pisos del grafo. En los que va a hace una línea de progresión y de retorno, regresiva. Va a decir que estos pisos del grafo no son estadios a ser sobrepasados, no son etapas de desarrollo psicosexual, son denominados como tales en función de la instalación de cortesía en los objetos a.
Lacan observa que hay algo del a que se observa en todos los pisos pero que sin embargo hay que diferenciar. Cada objeto relaciona de forma diferente al sujeto con el Otro en tanto resto de éste debido a la constitución de aquel, lo que hemos dicho en relación al sujeto con el Otro. Él va a empezar a trabajar el punto de arriba, el lugar del tres asignado al objeto fálico. Es el único que no se aparea con otro a, porque él va a decir que este objeto fálico se encuentra presente en todos los otros, de alguna manera en todos los otros estadios y va a hacer una igualdad, como una equivalencia de relación entre el estadio oral con la voz y el estadio anal con la mirada. Por qué, lo vamos a ver ahora. Vamos a empezar con el oral. Él va a decir que establece la relación del niño con el seno, habíamos dicho. Él va a indicar en este punto la necesidad y va a decir que la necesidad está del lado del Otro, la necesidad del niño en la madre.
Gabriela Agostinelli:
Por eso esos dos primeros tienen que ver con la demanda del Otro.
Gabriela Alluz:
Claro. Es en función a la dependencia respecto al ser materno que se va a producir la disyunción entre el sujeto y el objeto a. El seno cuyo verdadero alcance se puede percibir en el sentido de que el seno forma parte del mundo interior del sujeto y no del cuerpo de la madre. Es lo que habíamos explicado ya, hace un rato, respecto de dónde se ubica el corte. En realidad, el corte es siempre del seno como un órgano éxtimo del cuerpo de la madre.
Vamos a seguir con el segundo piso, él va a decir la demanda en el Otro. Siempre cuando hablamos de Otro, se refiere a la madre, la demanda del Otro haciendo alusión a los dos tiempos de la demanda que habíamos hablado hace un rato; la caca como don y la caca como resto. Aquí dice:
la demanda en el Otro, da lugar a esta oscilación, a una ambivalencia observada de manera prevalente en el neurótico obsesivo. El objeto a, que son las heces, posee un gran peso en la constitución del sujeto porque logra simbolizar la presencia-ausencia propia de lo fálico que también se juega en dos tiempos, o sea, que es simbolizante de la castración.
Bien, ahora el piso de arriba que, ya habíamos dicho, se encuentra presente en los otros, el objeto fálico. La función del a está representada por una falta. La ausencia del falo en tanto que constituye la disyunción que une el deseo con el goce, Lacan lo va a denominar como goce en el Otro; que después va a nombrar como goce del Otro, en este momento goce en el Otro.
Lacan insiste en que el falo no deja de deslizarse como significante del deseo de modo incesante. Así el falo es una presencia virtual que no está, precisamente, estando. Y allí situamos su goce. El goce en el Otro es correlativo a la articulación falo-castración. El goce fálico es de difícil aprehensión por su apoyatura en algo (el objeto fálico) que de continuo se sustrae porque su lugar está sustentado en otro ámbito. Sin embargo, el goce fálico es un paso necesario para dar pie a otra modalidad de la relación del sujeto con el Otro, que sería la mirada. En este piso él va a decir la potencia del Otro. Por qué será.
Cuando habla de la potencia en el Otro, él va a graficar el valor especular que tiene la mirada porque dice que es el estadio en donde más el objeto a se encuentra velado. Es la relación más engañosa del sujeto con el Otro en tanto vela al objeto a, porque en el estadio del espejo, lo que nosotros vemos es un reflejo, dice Lacan. En ese punto, este piso de la mirada seria esto de la potencia en el piso fálico. El objeto ahí cobra un valor de potencia, es el que mejor oculta la castración.
En lo que aparece en mi campo visual se presenta la imposibilidad de esbozar un corte preciso. Y también va a decir que éste es el objeto propio del fantasma, eso es importante. Ustedes recuerden que Lacan nos dice que cuando habla de fantasma es como una ventana por la que el sujeto mira al mundo. En ese sentido, el fantasma ahí tiene que ver con eso.
Silvia Zarba:
Yo quería comentar en ese punto de igualdad de ese piso, la relación entre lo anal y la mirada. Yo hace muchos años he tenido un paciente con una encopresis severa, por muchos años y que él hace un pasaje, después que supera la encopresis a un tic en los ojos y me acordaba de eso.
Gabriela Alluz:
Bueno, entonces, estábamos en la mirada. En este piso como potencia en el Otro y en el nivel del espejismo del deseo humano. Pero solo se trata de un espejismo de potencia. Él va a decir que llamarle potencia es restrictivo, sería mejor hablar de omnipotencia. En este sentido, la condición de la mirada es la que da lugar a que Lacan la postule como algo que está afuera y más aún en todas partes, pero sin localización. Esto refiere a la mirada en relación a la omnipotencia ligada a la omnividencia. Es justamente lo que se le atribuye a Dios, esta característica es primordial porque merced a ella lo otro instituye y comanda el mundo; él lo puede todo porque todo lo ve, en tanto ojo universal. Además, será Dios aquel que llegue a ver sin ser visto.
Bien, ahora vamos a ver cómo se van a ligar y porque aparea el objeto escópico (ojo) con el objeto anal. Porque en ambos domina el Yo deal, decía él. En este nivel espacial de lo escópico y lo especular se vela la castración, en el Yo ideal no se ve reflejado el a como -φ. El fantasma, con fuerte componente de escena visual, contribuye a ello, y eso, a su vez, contribuye con el fantasma que hace posible el vínculo sexual aunque no haya proporción sexual. En lugar de advenir el a como lo que es, caída, falta, aparece como un punto 0 de la contemplación y de la buena forma. Sin embargo, ese tiempo que bien puede ser el tiempo del enamoramiento no dura para siempre. Y, en otro momento, Lacan nos hace ver cómo el deseo se agarra de algo que es equivalente, dice, a la mancha o lunar o cualquier otra parcialidad que funcione como ese punto 0.
Ya hemos hablado del quinto piso, ahí hay una parte interesante. Lacan destaca su ligazón con un singular efecto de corte. Al respecto observa en las alucinaciones verbales que acompañan a algunos tipos de psicosis, la incidencia que en las voces posee la interrupción. Ejemplifica esto con Schreber que relata la presencia insistente de mensajes interrumpidos. Ahí él hace una serie de ejemplos de lo escópico y lo auditivo en los delirios y las alucinaciones. En estos objetos, voz y mirada, dice, está más velada en una primera aproximación la relación con el cuerpo, que es más difícil de captar que en los objetos freudianos. En este quinto piso él va a ubicar lo que llama el deseo en el Otro.
Esta quinta relación se encuentra más ligada a la cadena significante y posee su faz objetal en la voz. Se trata de que el Otro lance su voz, oculta por el habla. Tal como la mirada, la voz no se separa del aspecto subjetivo del Otro, postulándose como el sitio principal para activar su deseo. Aquí Lacan hace una alusión para considerar en este nivel la problemática del neurótico obsesivo y su deseo imposible. Lo que hace de continuo es intentar no realizar su deseo sino buscando que le sea demandado por el Otro. Una forma de ejemplificar el deseo en el Otro. Dice, por ejemplo: «Yo no lo hago porque quiero -sería su coartada-, sino porque me lo piden». Es allí donde aparece la demanda en el Otro que cubre al deseo en el Otro. El obsesivo se las arregla de esa manera para disfrazar su deseo, de alguna forma, poniéndolo en el Otro.
Bueno, eso sería el grafo, ha sido como una síntesis muy apretada. Lacan va a hacer diferentes gráficos de Euler para graficar a cada uno de estos, que no los hemos tomado. Hemos preferido tomar el grafo de los pisos que me parece que se entiende mejor la relación que él va desplegando del sujeto con el Otro en función de cada objeto.
Para culminar, queríamos referirnos al último punto del seminario, que es el objeto a, fracaso del Nombre del padre. Esto que había mencionado María Rosa, como el desenlace de todo este seminario. Lacan termina con esta precisión respecto de que en realidad el objeto a nos va a indicar el fracaso de la metáfora paterna. En qué sentido va a decir esto. Él va a decir que el a es un índice muy reducido, es algo que no tiene nombre. Por eso se lo nombra con el a minúscula, tan pequeño, pero va a poner en tela de juicio el Nombre del padre ¿En qué sentido? Este padre, el padre de la potencia, va a tropezar con este pequeño a, con este objeto a. Tropieza con todo porque el Otro materno está mucho más presente en lo que se ilustra a nivel del nacimiento, a nivel del objeto oral y también del objeto anal. El Otro paterno se presenta a nivel del objeto vocal, objeto soporte o separado de los mandatos. Esto no impide que el Otro paterno tropiece con el objeto a en la medida en que este objeto no es nombrable, es irreductible a la simbolización. El objeto a, entonces, vale como el fracaso del Nombre del Padre en la medida en que el Nombre del Padre es el operador mayor de la simbolización. Es el Padre omnipotente de Freud y que Lacan critica en este seminario.
El seminario de La angustia se desarrolla fuera de la metáfora paterna y parte de un término primero, oscuro y mítico que no es el Deseo de la Madre, ni de la metáfora, sino el goce. Al hablar Lacan de un resto irreductible, es que ninguna metáfora es capaz de simbolizarlo íntegramente. El objeto a designa el fracaso de la metáfora.
La libido resiste por estructura a la simbolización y es lo que designa el a. Por eso el falo como emblema de la potencia simbólica no es más que narcisista. En este seminario hay una degradación del deseo como deseo de potencia. Por el contrario, es la insistencia del no poder, determinado por la detumescencia del órgano lo que se sublima en la categoría de la potencia. El Ideal del yo es el Ideal de toda potencia, en el horizonte del cual está Dios mismo.
En El Reverso del Psicoanálisis se advierte una degradación de la figura del padre, a partir de la historia, y el padre figura como castrado en esta estructura. Su impotencia está revestida con los emblemas de la potencia.
En las últimas páginas del seminario Lacan anuncia el seminario de Los Nombres del Padre en donde esboza una nueva figura del padre, que sabe que el objeto a es irreductible a lo símbolo. Se trata de un padre que no se dejaría engañar por la metáfora paterna, que no creería que esta puede alcanzar una simbolización íntegra. Y que, por el contrario, sabría remitir el deseo al objeto a como su casa. ¿Quién sería ese padre? ¿Cuál es la figura esa? Se vislumbra así un padre que no sería otro que el analista. Él termina el seminario de La angustia diciendo que ese padre que no es potente todo el tiempo, que también está atravesado por una falta, por un deseo; el deseo del analista, es la figura esa, la figura paterna representa ahí la figura del analista.
Habíamos hablado en un momento sobre hacer una relación con lo que nos pasa en la época actual. Lo que hemos dicho en torno a la placenta y sus derivas en la actualidad tienen que ver con otro tipo de objeto, que va a ceñir Lacan y que Miller también va a desarrollar aparte de estos 5 objetos denominados naturales. Él hablará de otros tipos de objeto que son los propios de la cultura, los objetos culturales por los objetos de la sublimación.
María Rosa:
Objetos que se desprenden de éstos. Los objetos naturales son los menos naturales, porque se sustituyen por otros.
Gabriela Alluz:
Exactamente. Cada uno va encontrando la manera de hacer con su propio arte, a través de las invenciones. Tanto las invenciones de la ciencia, los avances de la tecnología y también podemos decir las invenciones de cada sujeto en el propio hallazgo a través de un análisis. Poder encontrarse con ese objeto a que lo cause, de algún modo puede ser por momentos angustiante, pero si nos encontramos con un analista, ese objeto nos puede conducir a algo vivificante.
Seba Ibáñez:
Me parece interesante porque si bien Lacan señala el fracaso del padre, también de alguna manera, esto invita a ir más allá del padre. Esto que decías vos de las invenciones, de poder hacer algo con ese goce irreductible.
Gabriela Alluz:
Exactamente. Se refiere a todo eso que venimos estudiando en relación con lo que sucede en la época actual. Esta multiplicidad de los Nombres del Padre, cómo la figura del padre como autoridad está desdibujada. En la caída del Otro, en la caída de los ideales, que son los efectos sintomáticos que vemos hoy en las nuevas subjetividades de la época. Creo que todo este recorrido del seminario nos va a llevar a la última parte para empezar a tematizar este nuevo Nombre del Padre, que no es un padre potente sino que es un padre que puede fallar.
*Docentes del CID Santiago del Estero
Ciudalitica | 2018
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