Estados de trabajo. Grupo de Construcción de casos.

Presentación a cargo de Gabriela Maidana*

 

El grupo de construcción de un caso surge como un espacio en que el practicante pueda interrogarse respecto de la clínica de la Orientación Lacaniana, es decir que reconozca que necesita de un trabajo de formación constante, que se analice y controle su práctica, sobre todo teniendo en cuenta que un analista nace siempre de un fantasma neurótico que es o fue y del que debe ir más allá, es decir ir más allá de esas imposturas para autorizarse en su práctica.

La clínica de la Orientación Lacaniana es lo que se dice en una experiencia analítica, es lo más real y con lo que el analista produce otra cosa cuando escucha el sufrimiento humano. No es una clínica como las demás, pues se produce bajo transferencia, el analista pone a un sujeto del inconsciente a trabajar, a que produzca un tratamiento inédito de las formas de satisfacción, de los modos de goce que lo traen a la consulta. Debe estar preparado para la irrupción de lo inesperado considerando que la rutina cotidiana como el mundo acelerado que vive la sociedad de consumo intenta adormecerlo. Ir más allá del sentido y apuntar alcanzar un goce inconfesable en los sujetos uno por uno.

Por eso Lacan nos dice el analista es 2, el que produce efectos en un análisis y el que debe teorizar sobre esos efectos.  Es entonces el momento de teorizar sobre esos efectos, que el espacio de construcción adviene como un dispositivo, un espacio social de intercambio que incluye voces diversas. que aporta a esa elaboración que se basa en la imposibilidad, en el no todo, en el inconsciente, y en una elaboración colectiva que promueva un saber que requiere pruebas específicas en lo epistémico como en lo clínico., es decir, sostener una política del psicoanálisis que no sucumba a la civilización presente y futura.

 

* Integrante del CID Santiago del Estero. IOM3




Lo que se escucha y lo que se escribe.

 Gabriela Agostinelli *

 

Lo que se experimenta en el taller de construcción de casos es esta frase: el analista no está solo, forma comunidad, no solo cuando estudiamos y conversamos los textos que leemos, sino cada vez que se dialectizan los casos a ser presentados, en la interlocución surgen pistas y el caso vuelve a transformarse, así como la escritura del practicante. Y luego en el espacio de conversaciones clínicas de nuestro SFP, esto vuelve a suceder. Esto me remite a la palabra construcción. 

 Berenguer dirá al respecto entonces “un primer sentido que dar a lo que hacemos cuando construimos un caso es el de escuchar” (1). ¿Qué escucha un analista?  Escucha al sujeto en su sufrimiento, en su posición, su enunciación, sus objetos, su fantasma, su goce, su síntoma que incluye el cuerpo, este concepto fundamental es entendido como un intento de solución (este modo de ubicarlo se distingue de otros discursos que lo abordan como algo a eliminar), en síntesis, como bordea o enfrenta lo real. Entonces el sujeto es una construcción y cuando adviene muestra esa construcción. Esto que escuchamos en la experiencia de un análisis, esto estará presente en la construcción del practicante, ¿pero de qué manera? 

 En relación a lo que orientó este espacio en la construcción de un caso, podría decirse que responde a la lógica del No-Todo, se trata de un recorte, un fragmento, elegido por el practicante analista, a partir de ¿Por qué se elige ese recorte? ¿Para qué? (qué se quiere mostrar). ¿Quién es el público-interlocutor? Algo del analista se incluye (su momento de formación, de análisis) está puesto en juego en la escritura.  Las intervenciones con las que apuesta, que se convierten en tales por los efectos en el sujeto, en su síntoma, ergo si esto acontece, el lugar que ocupa en la transferencia. Berenguer al respecto dirá que el síntoma se modifica bajo transferencia “…hay algo de la transferencia en acto, resultado de la presencia real del analista, que introduce lo nuevo. Porque el síntoma no solo es construcción, sino que es algo vivo, o contiene algo vivo. Revive bajo transferencia” (2)

Entonces podría decirse que la escritura no es algo natural como el sujeto ni su síntoma, es una construcción, hay la invención, la práctica analítica así lo requiere. Freud ubicaba que “cada uno” debe buscar la manera de hacer con el malestar, ésta es la actualidad del psicoanálisis que reconoce la singularidad y trabaja con ella en el arte del uno por uno. Podríamos decir entonces que no hay una manera, una regla, un programa para ser analistas, pero si hay principios. Tampoco entonces hay una manera protocolar de presentar un caso, pero sí orientaciones. 

Bibliografía

  1. Berenguer, E. “¿Cómo se construye un caso?”. Seminario teórico-clínico. Ediciones NED. Pág. 12
  2. Ídem. Pag.35

 

*Integrante del CID Santiago del Estero.IOM3



La reducción significante en la construcción del caso

                                                                                 Maia Gelid*



En el camino de armar un caso, como practicantes analistas, nos encontramos con el desafío de transmitir algunos fragmentos que puedan dar cuenta de la lógica de la cura. Ahora bien, ¿cómo se eligen esos fragmentos?, ¿por dónde se comienza? 

¿Cómo se eligen estas escenas? La clínica de la orientación psicoanalítica es una clínica de los dichos. Se trata del lugar privilegiado de las palabras oídas, también de lo visto. Freud habló de la construcción de escenas como aquellas que llamó las escenas primarias.  

Enric Berenguer plantea que al construir un caso lo primero que hacemos es escuchar una construcción que ya está hecha, “la construcción del caso tendría que equivaler a construcción que el paciente, lo quiera o no, ha hecho de su vida y de la que de algún modo sufre.” 

El autor dirá también, que esa construcción que trae el paciente es aquello que le permite interpretar lo que le sucede. Es decir, la construcción del consultante será un modo posible de interpretar cómo vive su realidad hasta ahora, el análisis. Entonces, ¿cómo se hace el recorte del material clínico?, ¿bajo qué brújulas conviene orientarse? 

Respecto a esto, el mismo refiere que “al hacer un recorte del material del caso, es fundamental el buen uso de la supervisión y la interlocución con otros, para una mejor orientación.”  

Berenguer menciona que la construcción del caso se apoya en un conjunto de significantes y escenas que forman el eje a través del cual estos elementos se articulan entre ellos. 

Eric Laurent nos ilumina sobre esto al decir que “Un caso es un caso en psicoanálisis, si testimonia de la incidencia de la lógica significante en el campo del goce. “  

En este sentido, ¿construir un caso qué es? Coincidiendo con los autores mencionados, construir un caso es poder ubicar y nombrar las construcciones del sujeto ya sea las construcciones sintomáticas y/o las construcciones fantasmáticas. Así, al armar un caso, llegaremos a plantearnos el problema clínico en términos que no deberían ser los de una menor o mayor elaboración de un relato, sino que necesitamos una orientación precisa, ya sea por ciertos significantes que insisten, por repeticiones, por los objetos pulsionales, por el goce que está en juego, entre otros elementos clínicos.  

 

Referencias bibliográficas: 

  1. “¿Cómo se construye un caso?”, Enric Berenguer. (2018) 
  2. “El relato del caso, crisis y solución”, Eric Laurent. (2001) 
  3. “Un síntoma que permite vivir”, Daniela Fernández (2023) 

 

*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3



Acerca de la escritura en la construcción del caso

 Sabrina Romera*

 

De la construcción del caso me interesa abordar el trabajo de escritura que implica, acerca de nuestra práctica y que sirve de demostración, ejemplificación, de la disciplina psicoanalítica.

Leyendo “El caso: del malestar a la mentira” de E. Laurent, encuentro que el asunto de la escritura del caso ha tenido un lugar importante en lo que al psicoanálisis se refiere. Así como este modo inédito que Freud inaugura influyó en la literatura (escritura automática, cadáveres exquisitos, monólogo interior, flujo de pensamientos), en el interior del psicoanálisis mismo esto ha generado siempre un malestar porque ¿cómo se escribe un caso? ¿qué se quiere hacer pasar en un caso? Y agrego la pregunta ¿qué se escribe en la construcción de un caso?

El modo en que se escribe un caso en psicoanálisis ha ido teniendo diferentes respuestas, desde el modelo de novela histórica alemana, pasando por la monografía (M Klein) centrado en la “epifanía” propia de cada sesión, hasta la viñeta clínica (forma clínica breve), podría decirse que no hay una única forma de relatar un caso. Ante esto, el título de E. Laurent insiste: pasar del malestar a la mentira. “Suponemos en la orientación lacaniana, otro modelo que el fundado sobre la hipótesis modelo/representación, modelo que está por todos lados y que además es la fuente del malestar en el relato de caso”.

Surge la pregunta ¿Cómo articular, cernir, lo simbólico y lo real de un caso? 

Laurent se sirve aquí de la categoría de la “mentira” como un lugar de estructura, “punto de real en lo simbólico”. Si la experiencia de un análisis es una experiencia de lo real y lo real miente, ¿cuáles son los recursos de los que podríamos servirnos en la construcción del caso? ¿Es posible pensar en una poética del caso? Dice Laurent “La poética psicoanalítica supone un acto de lenguaje que desplaza, disloca, el significante amo. Es una poética que sobrepasa al analista y al analizante. Como dice Lacan, el analista es poema más que poeta cuando accede a esta dimensión del lenguaje.”

Quizás haya algo que el poeta nos pueda enseñar, en cuanto su tarea no se centra tanto en escribir como en dejar que se escriba. En “Notas sobre el arte de escribir”, Clarice Lispector dice “Escribir es usar la palabra como carnada para pescar lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra, la entrelínea muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar fuera la palabra”.

 

Bibliografía

Laurent, E. (2002) El caso: del malestar a la mentira.

Lispector, C. Notas sobre el arte de escribir.

 

*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3



 

¿Por qué escribir un caso cuando uno está causado por el psicoanálisis lacaniano?

 Daniela Lescano Dib*

 

La ética del psicoanálisis nos exige una responsabilidad con el paciente, una renuncia a la búsqueda del bien, a la búsqueda de una terapéutica per se, y a tender a ocupar el lugar de objeto a desecho, en donde el sujeto puede volcar sus dichos. En la experiencia analítica tenemos los dichos del analizante, pero, al ser bajo transferencia, tenemos el decir del analista que guía el análisis. Siguiendo a Lacan, el analista no toma al pie de la letra lo que dice el analizante creyéndolo verdadero, sino que lee en los dichos, en los enunciados, lo que hay más allá de los mismos.

Pero, cómo “decir”, sin implicarnos subjetivamente, sin decir desde nuestras marcas, desde nuestros propios fantasmas. Es una pregunta que me motiva a escribir un caso, a trabajarlo y supervisarlo, con otros. Además, haciéndonos cargo que cuando “decimos”, o callamos o enfatizamos, hacemos una interpretación, un acto analítico escribiendo en los decires del paciente. Y con estas implicancias me pregunto cada vez: ¿Qué busco encontrar cuando construyo el caso?, ¿qué busco cuando desnudo mi práctica?, ¿qué demando y a quién?, ¿la prueba de un saber, de un saber hacer?, ¿el aplacamiento del goce de la repetición?, entre otras.

 

*Integrante del CID Santiago del Estero-IOM3

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