La docente Cecilia Rubinetti comenzó la clase estableciendo que se centrará especialmente en el capítulo 8 del Seminario 17, retomando los capítulos 6 y 7 para ubicar las razones que llevan a Lacan a pasar del mito a la estructura, su desmontaje. Que no obedece a una razón caprichosa sino estructural.
Dirá que el saber de la histérica va más allá del mito del Edipo. Así, el Edipo, entendido como núcleo del saber inconsciente, dice menos que las histéricas. Se trata para Lacan de separar este S2 del Edipo.
El sujeto histérico más allá del Edipo: establece la docente tres puntos, verdades que el Edipo deja en un impasse:
La histeria presenta su castración, a diferencia del amo quien la reprime. Le interesa el saber de lo sexual. En ese punto, la dignidad en relación al tratamiento de las histerias que introduce el psicoanálisis, es la de armar un lazo a partir de sostener la pregunta por la sexualidad.
La histeria mantiene en el horizonte un Otro que sepa. En el discurso histérico el a está desconectado del S2 (a//S2), saber desconectado del goce, que ningún saber logra colmar.
¿Dónde localizamos el goce en el discurso histérico? Queda oculto (a). Lo podemos localizar a partir de su sustracción, su rechazo, su manera de decir no al goce fálico, al circuito de la satisfacción fálica.
Orientación clínica: localizar el punto donde no presta el cuerpo y se retira. Donde sustrae el cuerpo aparece un rechazo. Hacer ver que no es eso, que lo que busca es su fantasma (piquete, huelga de la histeria).
Dos salidas del Edipo:
El horizonte en la histeria es que sí habría relación sexual “si podría funcionar pero yo no lo estaría logrando”. Retomando lo que Lacan encuentra en el despliegue de la histeria: revela un goce de otra índole, un goce vacío. La histeria, más allá de la clave edípica, hace saber que hay un goce [de la privación] en el cuerpo privado del falo y que justamente está en disyunción a lo proveniente del falo como tal. La histeria da cuenta de un goce de otro orden bajo la barra, el que dice no al goce fálico. Se trata del goce de la privación, goce de un cuerpo privado del falo, que se obtiene a partir del no al falo. Pista que es posible pensar como lo que más adelante llamará Otro goce, goce femenino. A diferencia del plus de gozar, en el que se trata de una pérdida y una ganancia. Este es un goce que se obtiene.
Respecto de la relación sexual, dirá que no hay saber posible, articulable. De allí podemos leer “lo real es lo imposible”. El mito es un medio decir articulado a la verdad. Se trata del mito como un acercamiento posible a lo real, en tanto va al lugar de lo que no puede saberse. Lacan nos advierte que siempre hay que ubicar la falla que está detrás en la invención del mito.
Recordemos que en la clase 7 Lacan va a revisar el interés de Freud entre la muerte del padre y la ley. Freud indaga esos mitos como modos de articular aquello con lo que se encuentra una y otra vez en la producción inconsciente. De la mano de la clínica, Freud recurre a los mitos a partir de estos padres terribles con los que se encuentra en los relatos de sus pacientes. Lacan va siguiendo este interés de Freud tomando El padre de la horda, Edipo y Moisés; buscando la articulación que da el asesinato del padre con las condiciones de acceso al Otro.
Nos da una clave de lectura “No se puede abordar seriamente la referencia freudiana sin hacer intervenir más allá del asesinato y el goce, la dimensión de la verdad”.
¿Qué lugar estructural tiene la verdad y la muerte del padre como acceso al goce?
Edipo se constituye en un amo, S1, a condición de que la verdad quede suprimida. Movimiento de represión. Se trata de reprimir la verdad para que se instale el S1. De fondo, la verdad es la castración. Un significante que permite dominar, mandar, dar órdenes pero a condición que la dimensión de la verdad sea reprimida. La posición del amo y la división no son compatibles a nivel del discurso. La posición del amo se trata de un movimiento de represión para que se instale un funcionamiento de un orden comandado por un significante. El amo está castrado y esa es la verdad que se reprime.
En el mito, el padre primordial, se inscribe por fuera de la castración y lo que queda velado es la castración del padre. Dirá Lacan que Freud se detiene en la muerte del padre como defensa, esto se localiza clínicamente. Lacan sitúa la castración como un dato de estructura vinculado al discurso del amo. Hay una defensa neurótica muy fuerte en relación al padre: las quejas neuróticas, la novela familiar, lo que me faltó, lo que no me dieron, lo que no logré ganarme, sostienen la creencia que podría haber habido un Otro sin castración. La castración es el dato fundamental del amo. Se trata en el mito, de la creencia de que puede haber un Otro sin castración. Así, la docente señala siguiendo a Lacan que, la única transmisión de un padre, es real, y es que está castrado. Entonces, el padre muerto es el velo de la castración.
¿Hay un saber sobre la muerte? No hay nadie que se sepa muerto, por estructura, es incognoscible. Así Lacan localiza un imposible. En ese punto de falla del saber, encontramos los mitos. A este real ¿Cómo lo abordamos? A partir de localizar un imposible, versión operativa de lo real. Lacan verifica lo real a partir de las matemáticas.
Es en esa articulación entre el padre muerto y el goce, en ese punto en donde Lacan pasa del mito a la estructura. Esta articulación es imposible. Es una idea mítica la del padre todo goce.
Así, Lacan dirá que el padre es el que hace el trabajo de la agencia amo. El acto de padre que veíamos por ej, a partir del Seminario 4, pierde consistencia, se desinfla. Llegando a decir que el padre no es más que un efecto de lenguaje. La docente diferencia entonces la función del padre del padre mítico primordial. El análisis apuntará a vaciar ese S1 como un todo.
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